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Thomas Piketty, «El capitalismo en el siglo XXI»: la gran desigualdad…

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¿Cómo podemos utilizar lo que aprendemos del libro de Thomas Piketty sobre el capitalismo del siglo XXI?
por Eric Toussaint

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El Libro Le capital au XXIe siècle |1| es indispensable para aquellas y aquellos que quieren saber más sobre el reparto desigual de la riqueza en el seno de “las sociedades”.
Leyendo esta enorme obra (950 páginas, a las que se agrega una gran cantidad de datos estadísticos y tablas accesibles por Internet |2|), llegamos a una primera conclusión: el movimiento Occupy Wall Street tenía mucha razón en poner en su punto de mira al 1 % más rico.

En efecto, en Francia, en 2013, el 1 % más rico posee el 22 % del patrimonio total del país. |3| En el Reino Unido, posee el 30 %, en Suecia el 20 % y en Estados Unidos, el 32 % |4| Si incluimos la parte de la riqueza escondida en los paraísos fiscales o bajo otras formas, el porcentaje aumentaría al menos en 2 o 3 puntos. Para simplificar, el 1 % de la población mundial es, digamos, la clase capitalista y concentra una parte impresionante del patrimonio. |5|

Si ampliamos el estudio al 10 % más rico, obtenemos los porcentajes siguientes: en Francia el 10 % más rico posee el 60 % del patrimonio, en el Reino Unidos el 70 %, en Suecia el 60 % y en Estados Unidos el 70 %. Así que podemos considerar que este 9 % (agregado al 1 % más rico) representa el entorno o los aliados, en un sentido amplio, de la clase capitalista.

Los movimientos populares deberían enarbolar reivindicaciones precisas sobre las medidas que se deberían tomar con respecto al 1 % más rico y al 9 % que le sigue. La masa de bienes mobiliarios e inmobiliarios que este 10 % posee revela hasta qué punto la riqueza esta mal distribuida y muestra cómo un gobierno de izquierdas podría encontrar recursos en gran cantidad para llevar a cabo una política de mejora de las condiciones de vida de la mayoría de la población, y, al mismo tiempo, realizar profundos cambios estructurales de manera de iniciar la salida del capitalismo productivista y lanzar la transición ecológica.
Thomas Piketty resume en una tabla muy interesante el porcentaje de riqueza que posee el 10 % más rico, el 40 % que le sigue y el 50 % más pobre para Estados Unidos y Europa.

Tabla 1. La desigualdad en la propiedad del capital |6|

La parte del total del patrimonio en 2010 que poseen los diferentes grupos de Europa y de Estados Unidos:

El 10 % más rico:  60,00 % (Europa);  70,00 % (USA)
Y de este grupo, el 1 % más rico: 25,00 % (Europa); 35,00 % (USA)
Y el 9 % que le sigue: 35,00 % (Europa); 35,00 % (USA)
El 40 % del medio: 35,00 % (Europa); 25,00 % (USA)
El 50 % más pobre: 5.00 % (Europa); 5,00 % (USA)

Vemos que la mitad de la población de los países del Norte sólo posee el 5 % del patrimonio, y esta es evidentemente una poderosa razón para decir que, cuando la izquierda reivindique gravar el patrimonio, eso no afectará en absoluto al 50 % de población más pobre. En cuanto al 40 % del medio, retomando la expresión de Thomas Piketty, que posee el 35 % del patrimonio total en Europa occidental continental y el 25 % en Estados Unidos y en el Reino Unido, está constituida principalmente por asalariados y una minoría de trabajadores independientes. Este grupo podría también estar exento del impuesto sobre el patrimonio, al menos para el 75 % del mismo.

Si transformamos los porcentajes en cantidades de dinero en euros, podemos profundizar en lo que significa la concentración de riqueza en una fracción muy reducida de la población.

Los patrimonios en función de los diferentes grupos

De acuerdo con Thomas Piketty, en varios países de Europa que tienen un nivel de vida parecido al de Francia, el 50 % de de la población (los más pobres) tienen de media un patrimonio de 20.000 euros pero, atención, una gran parte de estas familias no tienen ningún patrimonio o tienen deudas.
El 40 % correspondiente al sector medio tienen un patrimonio promedio de 175.000 euros (o sea, entre 100.000 y 400.000 euros). El 9 % que está por encima dispone de 800.000 euros y el 1 % superior de 5 millones de euros. Por supuesto, en el tope de ese 1 % encontramos fortunas como la de Liliane Bettencourt |7| que sobrepasa los 20.000 millones de euros

De la desigualdad del reparto del patrimonio privado en la Unión Europea a su necesaria redistribución

Consideremos la Unión Europea cuyo producto interior bruto ascendía en 2013 a cerca de 14,7 billones de euros. |8| El total de patrimonio privado de las familias europeas se eleva a cerca de 70 billones de euros. El 1 % más rico posee aproximadamente 17,5 billones de euros |9| o sea, el 25 % de 70 billones de euros. El 9 % que le sigue poseen 24,5 billones, o sea el 35 % del total. El 40 % del medio posee otros 24,5 billones, también el 35 %. Y el 50 % restante posee 3,5 billones de euros, o sea, un 5 % del total. |10|

El presupuesto anual de la Comisión Europea asciende a cerca del 1 % del PIB de la UE. Eso significa que un impuesto anual del 1 % sobre el patrimonio del 1 % más rico en la UE proveería una suma de 175.000 millones de euros, es decir más que el presupuesto actual que asciende a 145.00 millones de euros. ¡Y qué decir de un impuesto del 5 %! Esto nos da una idea de lo que es potencialmente realizable si se consiguiera una movilización social en pro de un cambio radical de políticas en el ámbito europeo, o incluso en el de un solo país de la UE. |11|
Un impuesto excepcional, aplicado una sola vez por generación, del 33 % sobre el patrimonio del 1 % más rico en la UE suministraría 6 billones de euros (o sea, más de 40 veces el presupuesto anual de la UE) ¿Os imagináis un impuesto confiscatorio del 80 %?

Esto nos debe permitir estimar la importancia de lo que supone un impuesto al patrimonio privado de los capitalistas, y las posibilidades que se abren para la elaboración de propuestas que permitan encontrar el dinero allí donde esté para ponerlo al servicio de la justicia social.

Muchos economistas repiten sin cesar que no sirve para nada gravar a los más ricos ya que, siendo tan pocos, el rendimiento no será realmente importante. Pero lo que Thomas Piketty demuestra es que ese 1 % ha concentrado a lo largo del tiempo una tal cantidad de bienes inmobiliarios y mobiliarios que una política cuyo objetivo sea ese 1 % más rico, o ampliada al 2,5 % o incluso al 10 % más rico, puede darnos un gran margen de maniobra para acabar con el neoliberalismo. |12|

Hay quienes afirman que ese patrimonio es inaccesible ya que fácilmente puede traspasar fronteras, pero es necesario responderles que existen potentes herramientas para evitarlo, como el embargo de bienes, la congelación de activos financieros, elevadas multas y el control de los movimientos de capitales.

La desigualdad en el reparto del patrimonio privado en el mundo

Lo que se acaba de decir para la Unión Europea puede ser extendido al resto del mundo ya que del Norte al Sur del planeta, asistimos a un aumento impresionante del patrimonio de los más ricos.
Nos podríamos interesar, como lo hace Piketty, en una minoría aún más escasa: la veinte millonésima parte más rica de la población mundial adulta estaba constituida en 1987 por 150 personas y cada una tenía un patrimonio promedio de 1.500 millones de dólares. Veintiséis años más tarde, en 2013, la veinte millonésima parte más rica estaba formada por 225 personas cuyo patrimonio medio era de 15.000 millones de euros, o sea, que había aumentado un 6,4 % por año. |13| El 0,1 % (una milésima parte de la población mundial) |14| más rico posee el 20 % del patrimonio mundial, el 1 % posee el 50 %. Si se considera el patrimonio del 10 % más rico, Thomas Piketty calcula que representa entre el 80 % y 90 % del patrimonio mundial, ya que el 50 % más pobre posee ciertamente menos del 5 %. |15| Esto nos da la medida del esfuerzo que se debe hacer para la redistribución de la riqueza. Redistribución que necesita la confiscación de una parte importante del patrimonio de los más ricos.

Thomas Piketty constata que el ritmo de crecimiento del patrimonio del milésimo más rico del planeta ha progresado a un ritmo del 6 % anual en las últimas décadas mientras que el conjunto del patrimonio progresaba a un ritmo del 2 %. Si no hay un cambio radical y todo permanece igual, al cabo de 30 años ¡este milésimo poseerá el 60 % del patrimonio mundial, en lugar del 20 % que tenía en 2013! |16|

El reparto de las rentas es también extremadamente desigual

Así mismo, Thomas Piketty estudia la distribución de las rentas del trabajo y muestra que el 10 % más rico acapara el 26 % de las mismas en Europa y el 35 % en Estados Unidos.

Tabla 2. La desigualdad total en las rentas del trabajo |17|

La parte del total de las rentas del trabajo correspondiente a los diferentes grupos: Europa 2010; Estados Unidos 2010

El 10 % más rico:  25,00% (Europa);  35,00% (USA)
Y de este grupo, el 1 % más rico:  7,00% (Europa); 12,00% (USA)
Y el 9 % que le sigue:  18,00% (Europa); 23,00% (USA)
El 40 % del medio:  45,00% (Europa); 40,00% (USA)
El50 % más pobre:  30,00% (Europa);  25,00% (USA)

Si se suma a las rentas del trabajo, las otras formas de ingresos como los alquileres, intereses percibidos por el ahorro, beneficios de empresas, dividendos, etc., el reparto es aún más desigual como lo indica la tabla 3.

Tabla 3. La desigualdad total de las rentas |18|

La parte del total de las rentas correspondiente a los diferentes grupos: Europa 2010; Estados Unidos 2010

El 10 % más rico:  35,00% (Europa); 50,00% (USA)
Y de este grupo, el 1 % más rico:  10,00% (Europa); 20,00% (USA)
Y el 9 % que le sigue:  25,00% (Europa); 30,00% (USA)
El 40 % del medio:  40,00% (Europa); 30,00% (USA)
El 50 % más pobre:  25,00% (Europa);  20,00% (USA)

La evolución de la desigualdad en el patrimonio a lo largo de los dos últimos siglos

En vísperas de la Revolución Francesa de 1789, la parte del patrimonio nacional acaparado por el decil (el 10 %) más rico se acercaba al 90 % y la parte que poseía el 1 % más rico alcanzaba el 60 %. |19| Después de la Revolución, la parte del centil (el 1 %) más rico bajó un poco a raíz de la redistribución de tierras de la aristocracia y el clero a favor de la burguesía (ese 9 % y un poco más allá).

Con respecto a la parte del león que ingresaba el centil más rico en 1789, Piketty subraya que la denuncia hecha por Occupy Wall Street sobre el 1 % más rico combinada con la proclama «Nosotros somos el 99 %. We are the 99 %» recuerda, en cierta forma, el famoso panfleto del abate Sieyès |20| publicado en enero de 1789 « ¿Qué es el tercer estado? Qu’est-ce que le tiers état?»

Thomas Piketty ideó un gráfico que muestra la evolución de la parte del decil y del centil más rico entre 1810 y 2010. Éste agrupa los principales países europeos en la categoría Europa y presenta a Estados Unidos aparte.

En Europa, la parte acaparada por el decil superior equivalía a más del 80 % del patrimonio en 1810 y aumentó en el transcurso del siglo xix y comienzos del xx hasta alcanzar el 90 % en 1910. Pero comienza a bajar debido a la guerra de 1914-1918 y a las concesiones que la burguesía tuvo que hacer frente a las luchas populares tras la primera guerra mundial. |21| El descenso prosigue después de la segunda guerra mundial por las mismas razones, y la parte correspondiente al 10 % más rico alcanza su mínimo en 1975 (un poco menos del 60 %). A partir de ese momento comienza a remontar hasta alcanzar el 65 % en 2010. La parte del 1 % más rico describe, más o menos, la misma curva pasando de un poco más del 50 % en 1810 a un poco más del 60 % en 1910, El descenso comienza en 1910 y alcanza los valores más bajos entre 1970 y 1975 (20 %) y luego comienza a aumentar de nuevo. La evolución en Estados Unidos sigue la misma cronología pero es importante remarcar que en el siglo xix la parte del decil y del centil más rico era inferior que el de sus homólogos europeos y la situación se modifica a partir de los años 1960, y la parte del pastel es superior a la de sus pares de Europa.

Dos conclusiones son evidentes: la primera es que se tiende a un aumento de la desigualdad, ya que el 1 % y el 10 % más rico aumentan fuertemente la parte del patrimonio que acaparan; y la segunda es que la evolución de la distribución de la riqueza se puede explicar, y de forma rigurosa, por la evolución de las luchas sociales y las relaciones de fuerza entre clases.

Thomas Piketty resume las razones que provocaron, entre la primera guerra mundial y 1970, la reducción de la parte acaparada por los más ricos, y las que luego provocaron su aumento: «En resumen, las convulsiones del “primer siglo veinte” (1914-1945) —es decir, el que comprende la primera guerra mundial, la revolución bolchevique de 1917, la crisis de 1929, la segunda guerra mundial, y las nuevas políticas de regulación, fiscales y de control público del capital originadas por esas conmociones— condujeron a unos niveles históricamente bajos para los capitales privados en los años 1950-1960. El movimiento de reconstitución de los patrimonios se puso en marcha rápidamente y luego se aceleró con la revolución conservadora anglosajona de 1979-1980, la implosión del bloque soviético en 1989-1990, la globalización financiera y la desregulación de los años 1990-2000, acontecimiento que marca una inflexión política en sentido inverso a la inflexión precedente, y que permite a los capitales privados encontrar a comienzos de los años 2010, y a pesar de la crisis abierta en 2007-2008, una prosperidad patrimonial desconocida desde 1913.» |22|

Está claro que las dos guerras mundiales produjeron un profundo descontento popular en contra de la clase capitalista, y por lo tanto ambas guerras fueron seguidas de luchas sociales muy importantes, que en varios países se transformaron en crisis revolucionarias; también la crisis de 1929 produjo una radicalización e importantes luchas sociales (especialmente en Estados Unidos). Esas situaciones llevaron a los gobernantes a actuar para satisfacer en algo las reivindicaciones populares. Veremos más adelante lo que hicieron los gobiernos de los principales países después de la primera y de la segunda guerra mundial en materia de impuestos que afectó, más o menos fuertemente, la parte del patrimonio y de las rentas apropiada por el 1 % más rico. Asimismo, a partir de la ofensiva lanzada por la clase capitalista contra las clases populares a lo largo de la década 1970-1980, |23| se constata un cambio radical de política de parte de los gobiernos, especialmente, en materia de impuestos.

Para medir la evolución del patrimonio, |24| Thomas Piketty lo compara con la renta nacional: |25| «A comienzos de los años 1870, el valor total de los patrimonios privados —libres de deudas— comprendía entre dos y tres años y medio de la renta nacional de todos los países ricos en todos los continentes. Cuarenta años más tarde, a comienzos de los años 2010, los patrimonios privados representan entre cuatro y siete años de la renta nacional, |26| y también en todos los países estudiados. La evolución general no ofrece ninguna duda: más allá de las burbujas, se asiste a un gran retorno del capital privado en los países ricos desde los años 1970, o más bien a la emergencia de un nuevo capitalismo patrimonial.» |27|

Se comprueba también que el patrimonio público ha disminuido fuertemente desde hace 40 años, después de haber aumentado en varios países, especialmente, después de la segunda guerra mundial. En Francia, el gobierno había nacionalizado en 1945 el Banco de Francia y los cuatro grandes bancos de depósitos: Crédit Lyonnais, Société Générale, Banque National de Comerse et de l’ Industrie y Comptoir National d’ Escompte de París. Louis Renault, dueño de la empresa de automóviles Renault, fue detenido en septiembre de 1944 por su colaboración con la ocupación nazi y la empresa fue nacionalizada en enero de 1945. |28| El gobierno británico nacionalizó en 1946 el Banco de Inglaterra. Según Piketty, en Francia en los sectores industriales y financieros: «la parte del Estado en el patrimonio nacional sobrepasó el 50 % entre los años 1950 y 1970». |29|
Como sostiene Piketty, comprobamos: «…por un lado, un movimiento de privatización y de transferencia gradual de la riqueza pública hacia la riqueza privada desde los años 1970-1980, y por otro lado, un fenómeno de reajuste a largo plazo de los precios de los activos inmobiliarios y bursátiles, que también se aceleró en los años 1980-1990, en un contexto político globalmente muy favorable a los patrimonios privados en comparación a las décadas inmediatamente posteriores a la segunda guerra mundial.» |30| Este segundo fenómeno tiene que ver, por supuesto, con la financiarización de la economía.

La evolución de los salarios bajos y de los salarios altos desde los años 1960

En este artículo no podemos hacer un resumen de la evolución de la desigualdad de los ingresos a lo largo de los dos últimos siglos. Por consiguiente, nos limitaremos a señalar la evolución a partir de 1968 en Francia. La huelga general de mayo de 1968 y los acuerdos de Grenelle que le siguieron tuvieron como consecuencia un fuerte aumento del salario mínimo durante 15 años: «Es así como el poder adquisitivo del salario mínimo progresa en más de un 130% entre 1968 y 1983, mientras que en el mismo tiempo el salario medio solo progresa cerca de un 50 %, por lo que hubo una fuerte reducción de las desigualdades salariales. La ruptura con el periodo precedente es amplia y masiva: el poder adquisitivo del salario mínimo había progresado apenas un 25 % entre 1950 y 1968.» |31|

La inflexión inversa tuvo lugar entre 1982 y 1983, cuando el gobierno de François Mitterrand emprendió un giro hacia la derecha.

Los salarios más altos, los del 1 % aumentan un 30 % entre fines de los noventa y el año 2010, los del 0,1 % aumentan un 50 %, en un contexto de congelación de salarios. |32|

Si pasamos al otro lado del Atlántico, se verá que el salario mínimo legal fue introducido en 1933 al comienzo de la presidencia de F. Roosevelt, 20 años antes que en Francia. El máximo se alcanzó en 1969, con Lyndon Johnson como presidente, donde se alcanzó el equivalente de 10 dólares (de 2013) la hora. Después comenzó a reducirse y, en 2013, bajo Barack Obama, alcanza apenas 7,25 dólares la hora. |33| Y siguiendo en Estados Unidos vemos que, considerando el conjunto de la renta (salarios, alquileres, beneficios, dividendos…), se comprueba cómo desde 1877 hasta 2007, el 10 % más rico se apropió del 75 % del aumento del ingreso nacional y el 1 % absorbió el 60 %. Para el 90 % restante el crecimiento fue del 0,5 % por año |34|.

Si se toma en cuenta el reparto de la renta nacional en varios países clave, se constata que en todos, durante las últimas décadas, el 1 % y el 0,1 % más rico aumentaron su porcentaje de la riqueza.
La parte de la renta nacional del 1 % más rico en 2010 era la siguiente: en Estados Unidos cerca del 20 %, en Canadá y el Reino Unido el 14 %-15 %, en Alemania el 11 %, en Australia el 9 %-10 %, en Japón, Francia, España e Italia el 9 %, en Suecia y Dinamarca el 7 % |35|.

La parte del 0,1 % más rico en la renta nacional en los años 1970 era: en Estados Unidos el 2 %, en Francia y Japón el 1,5 %. Sin embargo en 2010 en Estados Unidos llegó al 10 % (el 12 % si se tienen en cuenta las plusvalías por acciones), y al 2,5 %.en Francia y Japón |36|.

Consideremos algunos de los llamados países emergentes, para los que Piketty consiguió datos fiables |37|. Veamos la parte que posee el 1 % más rico de la renta nacional: en China, el 4 % -5 % en 1980, el 10-11 % en 2010; en la India, el 4 % en 1980, el 12 % en 2010; en Argentina, el 10 % en 1970, el 18 % en 2010; en Colombia, el 18 % en 2000, el 20 % en 2010.

El interés que tienen estos datos, además de que nos muestran un aspecto fundamental en la descripción de la desigualdad, es que con ellos se puede demostrar que la evolución de los ingresos está totalmente ligada a las luchas sociales y a las políticas de los gobiernos en ejercicio. Es una razón más para decir que la acción colectiva es un elemento clave que permite conquistar mejoras salariales, principalmente de los más modestos, y una reducción de la desigualdad. La acción es determinante para conseguir decisiones gubernamentales y concesiones patronales.

La evolución de los tipos de gravamen está también ligada a las luchas sociales

En Francia, en 1914 el tipo más elevado para el impuesto sobre los ingresos más altos era sólo del 2 %. Sin embargo, en 1920 pasó a ser del 50 %, en 1924 subió al 60 % y en 1925 alcanzó el 75 %. En 1920, la decisión de un aumento inmediato y muy alto la tomó una Asamblea Nacional con una composición mayoritariamente de derechas que tuvo miedo a una huelga general y a la radicalización que habrían podido suceder si se rechazaban algunas concesiones. En Alemania, se pasa del 3 % (entre 1891 y 1914) al 40 % en 1919-1920 en plena crisis revolucionaria. En Estados Unidos, se pasa del 8 % antes de la guerra del 14-18 al 77 % después de la guerra |38|.

Se observa la misma evolución con respecto al tipo de impuesto sobre sucesiones. El legislador impone tipos muy elevados sólo bajo la presión popular. Y eso comienza justamente después de la guerra de 1914-1918 y progresa debido a la crisis de los años 1930. Mientras que el tipo más elevado no llegaba al 6,5 % en Francia antes de la guerra (en la práctica se reducía al 1 %), pasa al 30 %. En Alemania se pasa del 0 % antes de la contienda al 35 % después de aquella. En Estados Unidos se alcanza el 70 % para las sucesiones en los años 1937-1939 |39|. Hay que señalar que el tipo de gravamen sobre las sucesiones es importante y considerado vital para el 10 % más rico ya que el porcentaje de las grandes fortunas heredadas es de entre el 60 % al 70 % |40|.

Pero volvamos sobre el tipo superior de impuesto sobre la renta. En vísperas de la crisis de octubre de 1929, el presidente Hoover redujo el tipo superior al 25 %. En 1933, Roosevelt lo aumentó al 63 % ya en el primer año de su presidencia, luego al 79 % en 1937 (sobrepasando el 70 % aplicado a partir de 1919), luego al 88% en 1942 y finalmente llegó al 94 % en 1944. Este tipo superior se mantuvo en el 90 % hasta mediados de los años 1960. Apuntemos que el candidato demócrata G. Mc Govern, en 1972, propuso durante su campaña electoral llevar al 100 % el tipo superior del impuesto sobre la renta |41|. Nixon ganó aquellas elecciones. El tipo pasó progresivamente al 70 % a comienzos de los años 1980. Ronald Reagan lo bajó al 60 %. A fines de los años 1980 se reduce al 40 %, y luego con George W. Bush llega al 35 %. O sea, que en el periodo 1932-1980, el tipo superior medio fue del 81 % (al que se debía agregar del 5 al 10 % que se debía pagar a escala estadual).

Francia y Alemania aplicaron, desde los años 1940 hasta 1980, tipos superiores al 50 y 70 %. En el Reino Unidos se alcanzó el 98 % durante los años 1940 y luego durante los años 1970 |42|.

Finalmente hay que subrayar que el tipo superior se aplica en la práctica a las rentas percibidas por el 1 % más rico de la población.

La reducción radical de los tipos superiores, en particular en Estados Unidos y en el Reino Unido, desde los años 1980 permitió un fuerte aumento de los salarios de los altos ejecutivos de las empresas y de la parte que posee el 1 % más rico del ingreso nacional y del patrimonio |43|.

La conclusión de Piketty después de hacer una revisión sobre la evolución de los impuestos sobre las rentas más altas es que debe haber un tipo superior muy alto, de más del 80 % (¡el 82 % exactamente!) aplicado a los ingresos por encima de 500.000 dólares o 1 millón de dólares |44|, y del 50 al 60 % para aquellos por encima de 200.000 dólares |45|.

Piketty reconoce que en el contexto actual no será fácil conseguir estos niveles de impuestos. En Estados Unidos, el Congreso es ampliamente favorable al 1 % más rico. Y es lógico; de acuerdo a un cálculo serio, el patrimonio medio de los miembros del Congreso de Estados Unidos se elevaba a 15 millones de dólares en 2012 |46|.

En los resultados de las investigaciones de Piketty se muestra claramente que es necesario combinar dos acciones decisivas |47|: Primero, una vasta campaña de información y de formación para divulgar al máximos las enseñanzas de la historia del siglo veinte sobre las políticas fiscales que estuvieron directamente influenciadas por la presión de las movilizaciones populares; Y segundo, pasar a la movilización en el marco de una plataforma que reúna una serie de objetivos prioritarios.

Piketty y la deuda pública

Thomas Piketty dedica una decena de páginas muy interesantes al problema de la deuda pública durante los dos últimos siglos, centrando su análisis principalmente en Francia y el Reino Unido. Con toda razón afirma que el estudio del pasado en materia de deuda pública es útil para comprender y afrontar los retos de la actual crisis: «…este complejo problema del endeudamiento de los Estados y de la naturaleza del patrimonio correspondiente interesa tanto al mundo actual como al de 1800, y el estudio del pasado puede ilustrarnos sobre la muy acuciante realidad del mundo de hoy. Ya que a pesar de que la deuda pública está todavía lejos de alcanzar en este comienzo del siglo xxi, el nivel astronómico que tenía a comienzos del siglo xix, al menos en el Reino Unido. Sin embargo, se sitúa en Francia y en numerosos países muy cerca de esos récords históricos y suscita, indudablemente, aún más confusión en el mundo actual que en la época napoleónica |48|.

Entre fines del siglo xviii y comienzos del xix, Francia y el Reino Unido adoptaron políticas totalmente diferentes en cuestión de deuda pública. Mientras que en los años 1760-1770 la deuda pública alcanzaba cerca del 100 % de la renta nacional en los dos países, cuarenta o cincuenta años después, la situación había cambiado completamente: la deuda pública francesa se elevaba a sólo un 20 % de la renta nacional en 1815, mientras que la británica había explotado y representaba el 200 % de la renta nacional.

¿Cómo se había llegado a esa situación? En Francia, el peso del reembolso de la deuda pública y el rechazo del pueblo a ser el único pagador tuvieron un papel central en la explosión revolucionaria de 1789, Las medidas en curso durante la Revolución redujeron radicalmente el peso de la deuda pública. Piketty resume de la siguiente manera la concatenación de los hechos: «La incapacidad de la monarquía francesa para modernizar sus impuestos y poner fin a los privilegios fiscales de la nobleza es bien conocida, así como la solución revolucionaria final con la convocatoria en 1789 de los Estados Generales, que desembocó en la instauración de un nuevo régimen fiscal desde 1790-1791 — especialmente, mediante un impuesto a la propiedad que obligaba a contribuir a todos los propietarios de tierras y a los derechos de sucesión que afectaban al conjunto de patrimonios— y en la “quiebra de los dos tercios” en 1797 (que en realidad es un default aún más masivo si se tiene en cuenta el episodio de los asignados |49| y de la inflación que se produce), lo que permite saldar las cuentas del Antiguo Régimen. Es así como la deuda pública francesa se encuentra reducida de golpe a niveles extremadamente bajos a comienzos del siglo diecinueve (menos del 20 % de la renta nacional en 1815).» |50|

La trayectoria británica es totalmente diferente. Con el fin de afrontar la guerra ante la declaración de independencia de las 13 colonias británicas en América del Norte, y «sobre todo las múltiples guerras con Francia durante el periodo revolucionario y napoleónico, la monarquía británica optó por endeudarse sin límites. La deuda pública pasó así de cerca del 100 % de la renta nacional a comienzos de los años 1770 a cerca del 200 % en 1810, o sea diez veces más que en Francia, en la misma época.» |51|

Piketty explica que el Reino Unido necesitó un siglo de rigor presupuestario con continuos superávit, para reducir progresivamente su endeudamiento a menos del 30 % de la renta nacional a comienzos de la década de 1910.

¿Qué lecciones podemos sacar de la experiencia británica? En principio, no hay ninguna duda, según Piketty, que la importante deuda pública reforzó el peso de los patrimonios privados en la sociedad británica. Los ricos locales prestaron al Estado sin hacerse rogar.

Thomas Piketty prosigue: «… este endeudamiento público tan fuerte, globalmente, sirvió bastante bien al interés de los prestamistas y de sus descendientes, al menos en comparación con una situación en que la monarquía británica habría financiado sus gastos haciéndoles pagar impuestos. Desde el punto de vista de los que tienen los medios, es evidentemente mucho más interesante prestar una determinada suma al Estado (y luego recibir los intereses durante décadas) que pagar los impuestos (sin contrapartidas).» |52| Y agrega que el recurso masivo del Estado al endeudamiento público permitió a los banqueros aumentar el tipo de interés, lo que benefició muchísimo a los ricos prestamistas: empresarios, rentistas, banqueros…

Según Piketty, la diferencia esencial con el siglo xx (véase más adelante) es que la deuda se reembolsaba a precio de oro durante el siglo xix: «…la inflación fue prácticamente nula desde 1815 hasta 1914, y el tipo de interés correspondiente a los títulos de renta del Estado era considerable (generalmente entre el 4 % y el 5 %) y en particular netamente superior a la tasa de crecimiento. En esas condiciones, la deuda pública puede ser un buen negocio para los que poseen patrimonio y para sus herederos.» |53|

Piketty nos propone que imaginemos que: «…la deuda pública… acumulada sea igual al 100 % del PIB. Supongamos que el gobierno no busca pagar el principal sino que se contenta con satisfacer los intereses de cada año… Si el tipo de interés es del 5 %, necesitará cada año pagar el 5 % del PIB a los poseedores de esta deuda pública suplementaria, y así indefinidamente. Es lo que aproximadamente le pasó al Reino Unido en el siglo xix.» |54| Si ahora nos desplazamos en el tiempo y en el espacio y llegamos a Grecia en estos momentos: la deuda pública sobrepasa el 160 % y supongamos que el Estado reembolsa la deuda a la Troika y a otros acreedores con un tipo de interés medio del 5 %. |55| Y si también consideramos que el crecimiento es nulo |56| y la tasa de inflación también es nula, Grecia necesitará pagar a sus acreedores hasta las calendas griegas el equivalente al 8 % de su PIB sin reducir el stock de la deuda ya que paga solamente los intereses. |57|

Volvamos al siglo xix: el stock de la deuda pública francesa, muy limitado en 1815, aumenta rápidamente en las décadas posteriores y en particular durante las monarquías censatarias (1815-1848). Después de la derrota de Waterloo en 1815, el Estado francés se endeuda fuertemente para financiar las indemnizaciones que debía pagar a los ejércitos de ocupación, y nuevamente en 1825, para financiar los famosos «mil millones de los emigrados» |58| pagados a los aristócratas exiliados durante la revolución (para retribuirles por las consecuencias de la Revolución, como la confiscación de una parte de sus tierras). En total, la deuda pública aumenta el equivalente a más del 30 % de la renta nacional. Bajo el Segundo Imperio, las deudas se pagaron hasta el último céntimo.

Piketty nos recuerda el opúsculo La lucha de clases en Francia (La Lutte des classes en France) redactado por Karl Marx en 1849-1850, en el que denuncia al nuevo ministro de finances de Luís-Napoleón Bonaparte, Achille Fould, digno representante de los banqueros y de las altas finanzas, que decidió aumentar los impuestos sobre las bebidas con el fin de poder pagar a los rentistas. Veinte años más tarde, debido a la derrota frente a Prusia en la guerra de 1870-1871, el Estado francés aumentaba aún más la deuda pública para pagar un tributo de guerra equivalente a cerca del 30 % de su renta nacional. Finalmente, la política favorable a los acreedores en materia de endeudamiento, que proseguía durante el periodo 1880-1914 llevó la deuda pública a un nivel más elevado en Francia que en el Reino Unido: entre el 70 % y 80 % de la renta nacional contra menos del 50 % en la época anterior.

Piketty agrega: «La renta de un título del Estado era una inversión muy segura durante todo el siglo xix y contribuyó a reforzar la importancia y la prosperidad de los patrimonios privados, de la misma manera que en el Reino Unido.» Su conclusión es que la política de endeudamiento público llevada a cabo en el siglo xix en Francia y en el Reino Unido «permite comprender por qué los socialistas del siglo xix, comenzando por Karl Marx, tenían una gran desconfianza respecto de la deuda pública, ya que la percibían —con una cierta clarividencia— como un instrumento al servicio de la acumulación del capital privado.» |59| Y prosigue con toda razón al afirmar: «…una gran parte de la deuda pública (…) la posee, en la práctica, una minoría de la población a pesar de que la deuda conlleva también una redistribución importante en el interior del país (…). Considerando la fortísima concentración que siempre caracterizó la distribución de los patrimonios, (…, estudiar estas cuestiones ignorando las desigualdades entre los grupos sociales es lo mismo que silenciar una buena parte de lo que se estudia y de las realidades que están en juego.» |60|

Piketty explica que en Francia se asistió a un cambio importante en el transcurso del siglo xx en materia de gestión de la deuda pública. Los poderes públicos aprovecharon la inflación y la utilizaron para reducir el valor real de la deuda:«La consecuencia para el Estado es que a pesar de una fuerte deuda pública inicial (cerca del 80 % de la renta nacional en 1913) y de los elevados déficit durante el periodo 1913-1950, en particular durante los años de la guerra, la deuda pública francesa se encontraba en 1950 a un nivel relativamente bajo (cerca del 30 % del ingreso nacional), al igual que en 1815. Los enormes déficit de la Liberación fueron prácticamente anulados de inmediato por una inflación superior al 50 % anual durante cuatro años consecutivos, de 1945 a 1948, con una atmósfera política de alta tensión. De alguna manera fue el equivalente a la bancarrota de los dos tercios de 1797: se saldan las cuentas del pasado con el fin de poder reconstruir el país con una baja deuda pública.»

Sobre la base de esta experiencia, se desarrolló en la segunda mitad del siglo xx una visión bien diferente de la de Marx y los socialistas del siglo xix, fundada en la convicción de que el endeudamiento público podía ser un instrumento al servicio de una política de gastos públicos y de redistribución social a favor de los más modestos.

«La diferencia entre estas dos visiones es bastante sencilla: en el siglo xix, la deuda se pagaba a precio de oro, lo que beneficiaba a los prestamistas y favorecía el refuerzo de los patrimonios privados; en el siglo xx, la deuda fue ahogada por la inflación pagándose con una moneda devaluada y, de hecho, permitió financiar los déficit por los que habían prestado su patrimonio al Estado, sin tener que aumentar los impuestos en la misma proporción. Esta visión “progresista” de la deuda pública continúa impregnado considerablemente los espíritus en este comienzo del siglo xxi, aunque la inflación desde hace tiempo se redujo a niveles cercanos a los del siglo xix y sus efectos distributivos son relativamente oscuros.» |61| Thomas Piketty tiene toda la razón al insistir sobre los peligros de una visión unilateralmente positiva de la deuda pública.

¿Cuáles son las propuestas?

Tratemos ahora las propuestas que hace Piketty. Desde el principio precisa: «Entiéndaseme bien: no tengo ningún aprecio particular por la deuda pública de la que ya apunté varias veces que a menudo acaba favoreciendo redistribuciones en sentido contrario, desde los más modestos hacia aquellos que tienen los medios para prestar al Estado (y a los que sería preferible hacerles pagar los impuestos).» |62| No podemos dejar de estar de acuerdo con Piketty. Además agrega que el «capital nacional está extremadamente mal repartido, con una riqueza privada que se apoya sobre la pobreza pública, y que, especialmente, tiene como consecuencia que gastamos mucho más en intereses de la deuda que lo que invertimos, por ejemplo, en nuestra enseñanza superior. Por otro lado es una realidad bastante vieja: teniendo en cuenta el crecimiento relativamente lento que se sucede desde los años 1970-1980, estamos en un periodo histórico en el que la deuda le sale globalmente muy cara a las finanzas públicas. Y esta es la razón principal por la que es necesario reducir rápidamente esta deuda (…)». |63|

Para reducir la deuda pública, Thomas Piketty pensó en dos soluciones que posteriormente rechazó y nos propone una tercera. La primera solución era la de privatizar los activos públicos con el objetivo de reembolsar la deuda. La segunda solución consistía en anular la deuda. La tercera que propugna es la recaudación de un impuesto excepcional progresivo «de forma que los patrimonios más modestos no lo tendrían que pagar, y en cambio pedir más a los patrimonios más elevados». |64|

No nos extenderemos aquí sobre la primera solución ya que es evidente que es algo a combatir. Sabemos que fue puesta en práctica por los gobiernos actuales que prolongan la ola de privatizaciones comenzada en los años 1980-1990.

Con respecto a la segunda solución, la anulación de la deuda que Piketty rechaza, es porque, evidentemente, plantea mal el problema, ya que no piensa en los diferentes escenarios de anulación de la deuda. Sólo menciona explícitamente la fórmula aplicada a la deuda griega en marzo 2012 mediante una operación llamada de haircut, mientras existen otras propuestas.

Y tiene razón en rechazar el tipo de anulación parcial de la deuda concebida por la Troika (Comisión Europea, BCE y FMI) para Grecia. Esta anulación estuvo condicionada por medidas que constituyen violaciones de los derechos económicos, sociales, políticos y civiles del pueblo griego, y que hundieron todavía un poco más a Grecia en una espiral descendente. Se trataba de una operación que tenía por objetivo permitir que los bancos extranjeros (principalmente franceses y alemanes) se liberaran del problema con pérdidas limitadas, que los bancos griegos se recapitalizaran a costa del Tesoro Público y que la Troika reforzara en forma duradera su influencia en Grecia. La deuda pública griega representaba el 130 % del PIB en 2009, y después de la anulación parcial llegó al 157 % en 2012, pero en 2013 alcanzó un nuevo máximo: ¡el 175 % del PIB! La tasa de desempleo que era del 12,6 % en 2010 se elevó hasta el 27 % en 2013 (y al 50 % entre los menores de 25 años). Por lo tanto, Piketty tiene razón cuando rechaza ese tipo de haircut que sólo tiene por objetivo mantener con vida a la víctima para poder desangrarla mejor.

Por el contrario, se equivoca cuando no considera seriamente una anulación o suspensión del pago de la deuda decidida por el país deudor, con sus condiciones y bajo control de su ciudadanía. Es lo que hicieron en contextos diferentes Ecuador, en 2008-2009, e Islandia a partir de 2008. Ecuador, basándose en una auditoría organizada por las autoridades del país y realizada con una participación ciudadana activa entre 2007 y 2008, suspendió unilateralmente el pago de una parte de su deuda, la que estaba en forma de títulos que tenían fecha de vencimiento en 2012 y 2030, cuyos principales tenedores eran bancos extranjeros. |65| El resultado fue positivo: Ecuador pudo recomprar el 91 % de los títulos mencionados a un 35 % de su valor. Y como consecuencia, habiéndose ahorrado ese dinero que correspondía al pago de la deuda, pudo aumentar en forma notable los gastos sociales, especialmente en los ámbitos de la educación y de la sanidad pública. (En el anexo 2 se ofrece una presentación más completa de la experiencia ecuatoriana). Sin embargo, en el caso de Ecuador, no debemos tomar como modelo la experiencia que se está desarrollando, y es indispensable conservar una mirada crítica sobre ella. No obstante, la experiencia ecuatoriana en auditoría y suspensión unilateral del reembolso de la deuda demuestra que es perfectamente posible para un país plantear un acto unilateral fundamentado con argumentos sólidos y, en consecuencia, tener la posibilidad de mejorar los gastos públicos en ámbitos como educación y sanidad.

Por su parte, Islandia rechazó en forma unilateral, a partir de 2008, asumir las deudas de los bancos privados que habían quebrado por su exposición en el exterior. Esto se hizo en un clima de fuertes movilizaciones ciudadanas que presionaron al gobierno islandés para que no cediera ante las exigencias de los acreedores extranjeros, en particular del Reino Unido y de los Países Bajos.

Y, ¿qué pasó luego en Islandia? Debido al desplome del sistema bancario en 2008, Islandia se negó a indemnizar a los ciudadanos de los Países Bajos y del Reino Unido que habían colocado fondos en las filiales de bancos islandeses, que acababan de quebrar, por un total de 3.900 millones de euros. Fueron las mismas autoridades británicas y holandesas las que indemnizaron a sus ciudadanos y exigieron el reembolso de esas indemnizaciones a Islandia. Bajo la presión popular (manifestaciones, ocupaciones de plazas, referéndum), las autoridades de Reykiavik rechazaron esa demanda. Y eso tuvo como consecuencia la inscripción de Islandia en la lista de organizaciones terroristas, la congelación de los haberes islandeses en el Reino Unido y la presentación de una denuncia de Londres y La Haya contra Reykiavik ante el Tribunal de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELE). |66| Por otro lado, Islandia bloqueó totalmente la salida de capitales del país. Finalmente, ha salido del conflicto mucho mejor que otros países europeos que aceptaron las exigencias de los acreedores… Por supuesto, hay que evitar hacer de Islandia un modelo pero podemos sacar enseñanzas de su experiencia.

Los casos de Ecuador y de Islandia constituyen dos ejemplos recientes que deben estudiarse seriamente ya que demuestran que al lado del haircut a la griega, existen otras soluciones para la anulación de una deuda. |67| Estos dos ejemplos muestran que desobedecer a los acreedores no es una catástrofe y de ninguna manera acarrea el desmoronamiento del país.

Pero volvamos a la posición defendida por Thomas Piketty. Éste está convencido de que una anulación no afectará significativamente a los acreedores más ricos ya que lograrán «reestructurar a tiempo su cartera» y por lo tanto «nada garantiza que aquellos que efectivamente contribuirán serán los que deban hacerlo».[P. 888.]] Esta afirmación todavía no ha sido demostrada. Piketty no nos ofrece ninguna prueba basada en ejemplos concretos o en datos estadísticos. Sin embargo, la historia muestra que cuando un país da a entender que podría suspender el pago de su deuda o cuando suspende efectivamente ese pago, el precio de los títulos de la deuda se desploma y es muy difícil para los grandes tenedores de títulos librarse de ellos a buen precio. |68| Eso es lo que pasó en Ecuador entre 2007 y 2009, y todos los que siguen de cerca lo que pasa en los mercados de deuda saben que es prácticamente imposible deshacerse de un gran paquete de títulos sin afrontar pérdidas importantes en caso de suspensión o anulación unilateral de las deudas. Por otra parte, se puede imaginar muy bien que un país decrete la anulación o una suspensión unilateral del pago y tome medidas para indemnizar a los pequeños inversores y proteger el ahorro de los más modestos. Es posible obligar a contribuir a los que deben hacerlo y proteger a los que lo merecen.

Tratemos ahora la propuesta que hace Piketty para reducir el peso de la deuda. Después de haber pensado sobre la posibilidad de «un impuesto proporcional del 15 % sobre todos los patrimonios privados» |69|, rechaza esa propuesta porque «no tendría mucho sentido aplicar un impuesto proporcional |70| sobre todos los patrimonios privados europeos» |71|. Piketty sostiene que «vale más aplicar un baremo progresivo, de manera que los patrimonios más modestos no paguen y que los patrimonio más ricos paguen más» |72|.

Thomas Piketty se pronuncia por una reducción parcial de la deuda del orden del 20 % del PIB. Para alcanzar ese objetivo, propone un impuesto excepcional progresivo: «0 % hasta 1 millón de euros, 10 % entre 1 y 5 millones de euros, y 20 % para los mayores de 5 millones de euros» |73|, aunque indica que podrían aplicarse otros baremos.

Debemos lamentar que Piketty no aborde en esta obra la cuestión de la legitimidad de la deuda pública. No podemos dejar de asombrarnos por este hecho, ya que, a lo largo de su libro, demuestra perfectamente que la política fiscal regresiva favorece la acumulación de la deuda pública. Además, como declara varias veces en su obra, los pagadores de la deuda son mayoritariamente los de abajo, de acuerdo a su participación en los impuestos, mientras que los de arriba prestan al Estado por ser una inversión segura. Tampoco propone que la ciudadanía de manera organizada audite la deuda aunque debe saber que desde 2011, en Francia (y en otros países de Europa), se están desarrollando iniciativas de auditoría ciudadana con un cierto dinamismo |74|.

La proposición del CADTM sobre la deuda pública

Con el fin de contribuir al necesario debate sobre las soluciones, el CADTM propone que la parte de la deuda pública identificada como ilegítima, cuando no ilegal, no se pague, y eso implica su repudio.

El CADTM completa la propuesta con las siguientes disposiciones:

1. Los pequeños tenedores de títulos de deuda pública serán íntegramente reembolsados.
2. Hace suya la siguiente proposición, que completa la precedente: «Cuando se trate de una anulación de deuda pública, será conveniente proteger a los pequeños inversores que han colocado sus ahorros en títulos públicos, así como a los asalariados y jubilados, a los que una parte de sus cotizaciones sociales (jubilación, desempleo, enfermedad, familia) fue invertida por las instituciones u organismos que las gestionan en este tipo de títulos» |75|.
3. La parte de la deuda pública que no sea identificada como ilegítima deberá ser reducida haciendo contribuir a quienes se han beneficiado de la misma. Una de las opciones para hacerles contribuir al coste de la operación consiste en aplicar un impuesto excepcional progresivo sobre el decil más rico. La recaudación de este impuesto servirá para reembolsar anticipadamente una parte de la deuda no considerada como ilegítima.

Se puede pensar en otras fórmulas. El CADTM está completamente abierto a la discusión.

El procedimiento para identificar la parte ilegítima de la deuda pública que se ha de repudiar o anular se basará en un proceso amplio de auditoría ciudadana de la deuda, que ha de conducir a movilizaciones y desembocar en una decisión de repudio de la deuda por parte de las autoridades públicas. El CADTM avanza sus propuestas participando activamente en diferentes procesos de auditoría ciudadana de la deuda. Será gracias a un debate democrático relacionado con el proceso de la auditoría como se podrá ajustar unas propuestas mayoritarias y será gracias a las movilizaciones que se podrá lograr que sean aplicadas por las autoridades competentes.

La auditoría ciudadana también debe permitir la determinación de las diferentes responsabilidades en el proceso de endeudamiento y exigir que los responsables, tanto nacionales como internacionales, rindan cuentas ante la justicia. Si la auditoría demuestra la existencia de delitos relacionados con el endeudamiento ilegítimo, sus autores (personas físicas o morales) deberán ser severamente condenados a pagar reparaciones, ser privados del ejercicio de una profesión relacionada con el crédito (a los bancos culpables se les podría retirar la licencia bancaria), y no podrán eludir las penas de prisión en función de la gravedad de sus actos. Hay que pedir cuentas judicialmente a las autoridades que hayan lanzado empréstitos ilegítimos.

Asimismo, es necesario adoptar un marco legar a fin de evitar la repetición de crisis del tipo de la iniciada en los años 2007-2008: prohibición de socializar una deuda privada, obligación de organizar una auditoría permanente de la política de endeudamiento público con participación ciudadana, imprescriptibilidad de los delitos relativos al endeudamiento ilegítimo, nulidad de las deudas ilegítimas |76|, adopción de una regla de oro consistente en que el gasto público que permite garantizar los derechos fundamentales no se puede recortar y tiene prioridad sobre el gasto relacionado con el servicio de la deuda.

Un Estado debe poder endeudarse con fin de mejorar las condiciones de vida de la población, por ejemplo, mediante la realización de obras de utilidad pública o la inversión en energías renovables. Algunas de estas obras pueden ser financiadas por el presupuesto corriente, gracias a una opción política atinada, pero el empréstito público puede hacer posible otras obras, de mayor envergadura, como, por ejemplo, pasar del «todo automóvil» a un desarrollo masivo del transporte colectivo; cerrar definitivamente las centrales nucleares y sustituirlas por fuentes de energía renovable; construir o recuperar las vías férreas de proximidad en todo el territorio urbano y semiurbano; incluso renovar, rehabilitar o construir inmuebles públicos y de alojamiento social, reduciendo su consumo de energía y sumándoles servicios de calidad.

El CADTM considera que es conveniente definir una política transparente de deuda pública. Su propuesta es la siguiente:

1. El destino del empréstito público debe garantizar una mejora de las condiciones de vida, rompiendo con la lógica de destrucción ambiental.
2. El recurso al empréstito público debe contribuir a una voluntad redistributiva a fin de reducir las desigualdades.

De acuerdo a esta propuesta, el CADTM propone que las instituciones financieras, las grandes empresas privadas y los hogares ricos sean obligados por vía legal a comprar, por una suma proporcional a su patrimonio y a sus ingresos, obligaciones de Estado sin interés y no indexadas con la inflación; el resto de la población podrá comprar voluntariamente obligaciones públicas que garanticen un rendimiento real positivo (por ejemplo, el 3 %) superior a la inflación. Así, si la inflación anual se eleva al 3 %, la tasa de interés pagada por el Estado por el año correspondiente será del 6 %.

Una medida de discriminación positiva como ésta (comparable a las adoptadas para luchar contra la opresión racial en Estados Unidos, las castas en la India o las desigualdades hombre-mujer) permitirá avanzar hacia una mayor justicia fiscal y hacia una distribución menos desigual de la riqueza.

El CADTM considera asimismo que los Bancos Centrales nacionales y el BCE (en el caso de los países de la eurozona) deben financiar el presupuesto del Estado con un tipo de interés tendente a cero.
A propósito de la proposición central de Thomas Piketty: un impuesto mundial progresivo sobre el capital

Piketty se inclina por «una actualización adecuada del programa socialdemócrata y fiscal del siglo pasado». Según él, hay que defender y mejorar tanto el Estado social como el impuesto progresivo sobre la renta. También se debe innovar «instaurando un impuesto mundial y progresivo sobre el capital, acompañado de una transparencia financiera muy grande». Esta «medida permitiría evitar una espiral de desigualdad sin fin y regular eficazmente la inquietante dinámica de la concentración mundial de los patrimonios.» |77|

Piketty no se hace ilusiones sobre una rápida aplicación de su propuesta: «El impuesto mundial sobre el capital es una utopía: uno no se imagina, a corto plazo, al conjunto de las naciones del mundo ponerse de acuerdo sobre su instauración, establecer un baremo de imposición sobre todas las fortunas del planeta, y después repartir armoniosamente la recaudación entre los países. Pero es una utopía útil…».

«A mi entender», precisa Piketty, «el objetivo debe ser un impuesto anual y progresivo recaudado sobre el capital |78| a escala individual, esto es, sobre el valor neto de los activos que cada uno controla» |79|. Propone tres variantes de este impuesto progresivo sobre el capital privado.

1ª variante: una tasa de 0 % por debajo de un millón de euros; de 1 % entre 1 y 5 millones de euros; de 2 % más allá de los 5 millones de euros.
2ª variante: sumar hacia arriba, 5 % o 10 % más allá de 1.000 millones de euros.
3ª variante: sumar hacia abajo, 0,1 % por debajo de 200.000 euros y 0,5 % entre 200.000 y 1 millón de euros

Este impuesto es complementario a lo ya existente, pero puede servir para reducir impuestos actuales (o para reducir la deuda, nota 1, p. 840). Constituiría un complemento relativamente modesto de los ingresos actuales de los Estados. Este impuesto, aunque muy bajo, permitiría a las autoridades conocer el patrimonio de los habitantes de sus territorios.

Piketty añade: «Actualmente, las organizaciones internacionales que tienen la tarea de regular y supervisar el sistema financiero mundial, comenzando por el Fondo Monetario Internacional, no tienen más que un conocimiento extremadamente aproximado del reparto mundial de los activos financieros y, en particular, de la importancia de los activos guardados en los paraísos fiscales.» |80| Entonces, «el impuesto sobre el capital sería una especie de catastro financiero del mundo, que actualmente no existe» |81|.

Es necesario apoyar la propuesta de un impuesto progresivo sobre el patrimonio privado o el capital, retomando la expresión empleada por Piketty. Pero no se puede estar de acuerdo con él cuando pretende que hay que dar prioridad absoluta a este objetivo. Se necesita un verdadero programa de medidas complementarias. El impuesto progresivo sobre el capital, así como la anulación de la deuda ilegítima y la reducción radical de la parte de la deuda pública que no se haya identificado como ilegítima, deben formar parte de un amplio programa cuya realización permitirá iniciar una transición hacia un modelo postcapitalista y postproductivista. Un programa como éste, que debería tener una dimensión mundial y europea, comenzando por ponerse en marcha en uno o varios países, comprendería, en particular, el abandono de las políticas de austeridad, la reducción generalizada de la jornada laboral, con contratos compensatorios y mantenimiento del salario, la socialización del sector bancario, una reforma fiscal general, medidas para asegurar la igualdad hombre-mujer y la aplicación de una política determinada de transición ecológica |82|.

Piketty tiene la ilusión de que puede convencer de la necesidad de dar prioridad absoluta a su propuesta, mientras que lo que puede ser realmente eficaz y aglutinante es definir una plataforma común de un máximo de fuerzas favorables a un cambio democrático radical a favor de la justicia social.

Por otra parte, como se afirma en el texto «Anular la deuda o gravar al capital: ¿Por qué elegir?»: «La crítica fundamental que se le puede hacer a Thomas Piketty es que piensa que su solución puede funcionar aunque se mantenga el sistema actual. Propone un impuesto progresivo sobre el capital para redistribuir las riquezas y salvaguardar la democracia, pero no se cuestiona las condiciones en las que estas riquezas se originan ni las consecuencias que resultan de ese proceso. Su respuesta sólo remedia uno de los efectos del funcionamiento del sistema económico actual, sin atacar la verdadera causa del problema. En primer lugar, admitamos que logramos, mediante un combate colectivo, una imposición al capital, sin embargo la recaudación generada por este impuesto corre el riesgo de ser succionada por el reembolso de deudas ilegítimas, si no actuamos para que se anulen. Pero sobre todo no nos puede satisfacer un reparto más equitativo de las riquezas, si éstas son producidas por un sistema depredador que no respeta ni las personas ni los bienes comunes, y acelera la destrucción de los ecosistemas.

El capital no es un simple «factor de producción» que «juega un papel útil» y por lo tanto, merece «naturalmente» un rendimiento del 5 %, como dice Piketty, es también, y principalmente, una relación social que se caracteriza por la influencia de los que poseen sobre el destino de las sociedades. El sistema capitalista en tanto que modo de producción está en el origen no sólo de las desigualdades sociales, cada vez más insostenibles, sino también del peligro que corre nuestro ecosistema, del saqueo de los bienes comunes, de las relaciones de dominación y de explotación, de la alienación en los mercados, de la lógica de acumulación que reduce nuestra humanidad a mujeres y hombres incapaces de transformar sus pulsiones, obsesionados por la posesión de bienes materiales y despreocupados por lo inmaterial, que, sin embargo, es la base de nuestra vida.» |83|

A la vez, una de las características y una de las debilidades de la propuesta de Piketty es que no llama a la movilización social para obtener un cambio de las políticas en curso. Es verdad que es consciente de que la acción de los de abajo desempeñó un papel en las orientaciones tomadas después de la primera guerra mundial, que denuncia la represión que sufrieron los mineros de Marikana en Sudáfrica, en agosto de 2012, pero del centenar de páginas que dedica al final para presentar unas propuestas y reflexionar sobre las soluciones que se deben aportar a los problemas centrales, ninguna de ellas está dedicada a la acción de los ciudadanos organizados, no hace ninguna alusión al movimiento de los Indignados, aunque haya mencionado al movimiento Occupy Wall Street en la parte que precede a sus propuestas. A lo sumo, podemos tener la esperanza de que la divulgación de trabajos como los suyos contribuirá a la concienciación que podrá inducir los cambios. Es una debilidad importante en la trayectoria de Piketty.

¿Hay que asombrarse entonces de que proponga la creación, al lado del Parlamento Europeo, de un «Parlamento presupuestario de la eurozona» |84|? Considera que «este parlamento podría contar con unos cincuenta miembros de cada uno de los grandes países de la zona, a prorrata de la población. Los miembros podrían provenir de las comisiones de finanzas y de asuntos sociales de los parlamentos nacionales, o elegidos de otra forma» |85|. Más adelante, no ve con malos ojos la proposición de «la elección por sufragio universal de un presidente de la Unión Europea, propuesta que lógicamente debería ir acompañada de una extensión de sus poderes» |86|. Piketty sigue la vía de reformas que no cuestionan los tratados ni la arquitectura europea, donde el predominio de los intereses del gran capital es inamovible. Pues bien, es indispensable un cambio fundamental, que pasa por la abrogación de los tratados y la apertura de un proceso constituyente, en el que la ciudadanía, unida en la acción, exija sus reivindicaciones.

En conclusión, el trabajo de Thomas Piketty tiene un gran valor por su recolección de datos sobre las desigualdades durante los últimos dos siglos, y ofrece una límpida descripción de su evolución. Su libro constituye un instrumento muy útil y alimenta el debate sobre las alternativas.

Anexo 1. El Capital en el siglo xxi. Precisión en la investigación y confusión teórica.

Así como Thomas Piketty es preciso en la recogida de datos y su obra es útil con su análisis del reparto desigual del patrimonio y de los ingresos, algunas definiciones son netamente confusas y discutibles. Por ejemplo, la definición de capital que propone: |87| En todas las civilizaciones, el capital cumple dos grandes funciones económicas: por una parte, para alojarse (es decir, para producir «servicios de alojamiento», cuyo valor se mide por el valor locativo de la habitación; es el valor del bienestar aportado por el hecho de dormir y vivir bajo un techo y no a la intemperie) y por otra parte como factor de producción de otros bienes y servicios…». Prosigue: Históricamente, las primeras formas de acumulación capitalista parecen concernir a la vez a los útiles (sílex, etc.) y a los acondicionamientos agrícolas (cercado, riego, drenaje, etc.), así como a los rudimentos de habitación (cavernas, tiendas, cabañas, etc.), antes de pasar a unas formas cada vez más sofisticadas de capital industrial y profesional y de locales de habitación cada vez más elaborados. Henos aquí sumergidos por Thomas Piketty en una historia de la humanidad donde el capital está presente desde sus orígenes.

Esta importante confusión continúa en los análisis que hace en su libro Le capitalisme au xxie siècle. Para Piketty, un apartamento de un valor de 80.000 euros o un depósito de 2.000 euros en una cuenta postal |88| constituye un capital tanto como una fábrica o un edificio comercial de 125 millones de euros. Evidentemente, en la vida cotidiana, el señor y la señora de la calle consideran que tienen un capital en forma de un departamento que vale 80.000 euros, al que se suma un seguro de vida de 10.000 euros y tal vez 2.000 euros en una cuenta de ahorro postal, y seguramente estarán plenamente de acuerdo con la definición dada por Piketty, los manuales tradicionales de economía y su banquero. Pero se equivocan, pues el capital en la sociedad capitalista no se reduce a esto. El capital es otra cosa diferente de lo que muestran las apariencias, es una relación social que permite a una minoría de la sociedad, el uno por ciento más rico, si se quiere dar una cifra, enriquecerse apropiándose del trabajo de los otros.

Así, cuando Thomas Piketty habla de un impuesto progresivo sobre el capital, considera todos los patrimonios privados, ya sean los 1.000 euros de una cuenta bancaria o la fortuna de Lakshmi Mittal o Liliane Bettencourt.

La confusión prosigue cuando se trata de la renta: la renta del alquiler de un departamento de 80.000 euros es considerada por Piketty una renta del capital, así como la renta que obtiene Liliane Bettencourt de su participación en la firma L’Oréal.

Igualmente, la ganancia que consigue un jubilado de su cuenta en el banco (si tiene 10.000 euros con un 2 % en el 2014, lo que le proporciona 200 euros al año) es considerada una renta del capital por pequeña que sea.
Si pasamos a los salarios, Thomas Piketty considera que todas las ganancias declaradas como salarios son salarios, tanto sea el de un presidente-director general de un banco que percibe un salario de 3 millones de euros al año, como para un empleado bancario que gana 30.000 euros anuales.

Por lo tanto, es pertinente cuestionar el sentido que Piketty da a términos como «capital» o «trabajo» y definir de otro modo lo que se entiende por rentas del capital y rentas del trabajo,
Por ejemplo, el beneficio que se obtiene del alquiler de un bien, de un depósito bancario o de acciones de una empresa no se tendría que considerar un ingreso del capital más que a partir de cierto monto. Asimismo, el patrimonio inferior a cierto monto no se debería considerar un capital.

Y por otra parte, si se quiere entender cómo el uno por ciento acumula capital, hay que ir más allá de reflexiones tales como «a partir del momento en que el capital desempeña un papel útil en el proceso de producción, es natural que obtenga un rendimiento» |89|.

La confusión mantenida por Thomas Piketty, sin duda, hay que relacionarla con sus convicciones:

«No me interesa denunciar las desigualdades o el capitalismo como tal, (…) las desigualdades sociales no constituyen en sí un problema, por poco que sean justificadas, es decir, fundadas en la utilidad común…» |90|

Mi crítica de las observaciones de Thomas Piketty no resta nada al interés del panorama monumental que presenta de la evolución de las desigualdades en materia de patrimonio o de rentas en el curso de los últimos siglos…

Anexo 2. El pueblo ecuatoriano contra la deuda pública ilegítima

A partir de finales de los años 1990, una serie de movimientos sociales ecuatorianos, en particular Jubileo 2000 Guayaquil (la ciudad comercial más importante y el mayor puerto de Ecuador), comenzaron una campaña contra la deuda injusta reclamada al país. Las posiciones de estos movimientos sociales eran al principio bastante moderadas y confusas. Por ejemplo, asistieron a una reunión del Club de París en 1998 pensando que podrían negociar una reestructuración de la deuda ecuatoriana y obtener su reducción. Al cabo de dos años, se dieron cuenta de que el Club de París no tenía ninguna voluntad de negociar y que sólo aceptaban discutir problemas de relaciones públicas. En 2001-2002, el CADTM Internacional y el Centro de Derechos Económicos y Sociales (CDES) iniciaron una campaña sobre el tema particular de la deuda de Ecuador contraída por la compra a Noruega de buques pesqueros.

Ambos grupos elaboraron un dossier que demostraba que esta deuda con Noruega era ilegítima porque este país no había vendido esas naves para servir a los intereses ecuatorianos sino para responder a la crisis de un sector importante de las exportaciones noruegas, en este caso, los astilleros. Noruega buscaba países dispuestos a comprar barcos pesqueros, pero los que vendió a Ecuador casi nunca se emplearon para la pesca, sino para transportar bananas, en beneficio de una de las grandes fortunas del país. Este ejemplo concreto ilustra cómo comenzó una campaña contra la deuda poniendo la mira en una deuda particular e introduciendo la noción de deuda ilegítima. Se logró una alianza con la organización noruega SLUG y la introducción del tema la auditoría para poner en claro lo que se reclamaba a Ecuador. La campaña se desarrolló en un marco de grandes movilizaciones sociales a finales de los años 1990 y principios de los años 2000, con numerosos movimientos populares muy importantes, que echaron a dos presidentes neoliberales, uno en el año 2000 y el otro en 2005.

Ya había habido importantes movilizaciones en los años 1990, pero en el año 2000 el presidente liberal fue desalojado por la movilización popular. El nuevo presidente electo, Lucio Gutiérrez, había realizado su compaña con un programa anti-FMI, con un programa de izquierda y anti Estados Unidos. Pero, una vez electo, cambió completamente su discurso, y dijo: «Yo soy el mejor amigo de Estados Unidos, Chávez es nuestro enemigo». Esto causó descontento, frustración y una nueva sublevación popular en el año 2005. Gutiérrez huyó del palacio presidencial en helicóptero antes de que asumiera el gobierno de transición, en el cual Rafael Correa, que en el año 2006 sería electo presidente, desempeñaba el cargo de ministro de Finanzas, en un contexto en el que el precio del petróleo era bastante elevado. El tema de la deuda era importante, porque los movimientos sociales estaban realizando una campaña contra la deuda desde hacía 7 u 8 años. En su condición de ministro de Finanzas, Rafael Correa tomó la iniciativa de destinar todos los suplementos de los ingresos originados por el alza del precio del crudo a gastos sociales en educación y sanidad.

No era cuestión de que los ingresos suplementarios generados por el petróleo fueran absorbidos por el reembolso de la deuda. Siendo ésta ilegítima, es la población la que debe beneficiarse de los recursos de la exportación y de la recaudación fiscal que se genera. El Banco Mundial y el FMI reaccionaron con dureza y rechazaron la idea de que el dinero proveniente de los ingresos del petróleo fuera a gastos sociales. El BM amenazó con suspender los préstamos a Ecuador si se aplicaba tal medida. Correa se negó a plegarse al diktat del BM y defendió su posición en el gobierno. Prefirió dimitir antes que retirar el decreto que defendía los intereses del país y fue así como se encontró en la oposición. Sin embargo, el presidente interino que reemplazó a Gutiérrez organizó una comisión de auditoría, aunque con unas atribuciones muy restringidas. Pese a todo, ésta realizó un interesante trabajo de estudio de la deuda ecuatoriana, que contribuyó a popularizar aún más la cuestión de la deuda. En las elecciones presidenciales del año 2006, Correa se presentó proponiendo:

1. La necesidad de modificar radicalmente la Constitución del país con una democratización política fundamental;
2. la necesidad de poner fin a la deuda ilegítima. Su mensaje era el siguiente: «Elegidme como presidente y me comprometo a tomar medidas para que el país cese de pagar una deuda ilegítima.» También proclamó que si era elegido presidente, pondría fin a la base militar naval puesta a disposición del ejército estadounidense por Ecuador. Se trataba de que Ecuador recuperara su soberanía y su dignidad. Así mismo pondría fin a las negociaciones con Estados Unidos concernientes a un tratado de libre comercio. Los grandes temas de su campaña eran: democratización política, cambio constitucional, anulación de la deuda ilegítima, recuperación de la soberanía poniendo fin a la presencia del ejército estadounidense en su territorio y cese de las negociaciones de un tratado de libre comercio con Estados Unidos.

La auditoría de la deuda en 2007-2008 y sus consecuencias positivas

Electo en diciembre de 2006, entabló una batalla en febrero-marzo de 2007 por un referéndum sobre una nueva Constitución, referéndum que ganó a pesar de que toda la oposición y los grandes media estaban contra él. La etapa siguiente era el pago de la deuda… a partir de mayo de 2007. La primera iniciativa de Correa fue expulsar al representante permanente del Banco Mundial en Ecuador. El mensaje era claro: El BM no había respetado la soberanía de Ecuador en 2005, lo que había causado la dimisión de Correa. El BM se inmiscuye en las cuestiones del país, ¡Fuera, BM, váyase! En julio de 2007, por un decreto presidencial, Rafael Correa instituyó una comisión de auditoría.

Por el lado ecuatoriano, había, por una parte, representantes de la sociedad civil «de base», es decir, movimientos sociales, y por otra, cuatro cuerpos del Estado: el Tribunal de Cuentas, la comisión anticorrupción, el ministerio de Finanzas y de Economía, y el ministerio de Justicia. A este grupo se agregaron seis representantes extranjeros expertos en la materia. Con ese motivo, formé parte de la comisión, cuyo mandato era analizar la deuda pública interna y externa entre los años 1976 y 2006. Teníamos el poder de obtener toda la información necesaria para nuestro trabajo de auditoría a fin de presentar un informe sobre las deudas ilegítimas y hacer recomendaciones al Gobierno y al Estado.

Después de 14 meses de trabajo, remitimos nuestras conclusiones y recomendaciones al Gobierno. Durante esos 14 meses nos reunimos en tres oportunidades con el presidente Correa y su gobierno, que a continuación estudiaron nuestras conclusiones y recomendaciones durante un mes y medio. En noviembre de 2008, se anunció la suspensión unilateral del reembolso de dos tercios de la deuda comercial, es decir, la deuda en forma de títulos vendidos en los mercados financieros con vencimiento en 2012 y en 2030. Durante seis meses, Ecuador dejó a los mercados financieros sin información, manteniéndolos en una incertidumbre completa. La decisión se había tomado sin publicación previa. Ecuador encomendó al banco Lazard, un conocido banco internacional, recomprar los títulos en el mercado secundario de la deuda por cuenta del Estado, pero sin revelarlo oficialmente.

Esto permitió a Ecuador recomprar una buena parte de los títulos y a continuación hacer una oferta a los tenedores de los títulos restantes, aquellos que no se habían vendido aún al banco Lazard. El gobierno propuso la recompra de los títulos a un 35 % de su valor nominal, aunque ya había comprado una parte al 20 % de su valor. La oferta se hizo en abril de 2009 y en junio de ese mismo año Ecuador anunció públicamente que había recomprado el 91 % de los títulos. La oferta concluía y el 9 % restante de los títulos quedaba fuera. Los tenedores de títulos habían tenido tiempo suficiente para venderlos al Estado. Para concluir, la operación costó unos 900 millones de dólares que el gobierno utilizó para rescatar títulos por valor de 3.200 millones de dólares. El ahorro total, teniendo en cuenta la recompra de los títulos a precio reducido y los intereses que ya no habría que pagar hasta el año 2030, fue de 7.000 millones de dólares.

Este dinero se utilizó para aumentar radicalmente el gasto público, en particular en la salud pública, en educación y en infraestructuras. Si se mira el presupuesto ecuatoriano, se ve que a partir de los años 2009-2010, las sumas destinadas al servicio de la deuda se reducen radicalmente y que el gasto social útil aumenta de una forma extremadamente importante, permitiendo una mejora de las condiciones de vida de la población. Esto explica por otra parte por qué Correa fue reelegido en el año 2009 en el marco de la nueva Constitución. Su mandato terminó a principios de 2013, se presentó nuevamente a las elecciones y fue reelecto con el 57 % de los votos, es decir, tuvo más votos para su tercer mandato que para los dos anteriores.

¿Qué conclusiones se pueden sacar de esto? Correa ganó las elecciones de 2006 esencialmente porque entabló la batalla contra el BM y el problema de la deuda ilegítima. Era uno de los principales temas de su campaña y fue sobre esta base que ganó un apoyo popular muy significativo. La primera lección es la siguiente: una organización o un candidato o un frente de organizaciones, como por ejemplo el frente popular que estaba en la oposición, puede convencer y conseguir el apoyo de una parte importante de la opinión pública para llegar al gobierno con el objetivo de tomar medidas tendientes a poner fin al pago de una deuda ilegítima. Y esto es posible si hay también un trabajo de base realizado durante años por los movimientos sociales. Los discursos sobre la deuda son extremadamente importantes para llegar a la opinión pública y demostrar que existen alternativas a las políticas existentes.

Traducido por Griselda Pinero y Raúl Quiroz

Notas

|1| Thomas Piketty, Le capital au XXie siècle, Le Seuil, París, 2013 (970 pp.) Varios comentarios interesantes ya han sido publicados sobre este importante libro. Por lo tanto, en este artículo no vuelvo a tratar una serie de temas que ya fueron abordados y de entrada he comenzado por las enseñanzas prácticas. Entre los comentarios ya publicados: 1. Véase la revista Les Possibles de ATTAC Francia: «Réflexions sur « Le capital au XXIe siècle » de Thomas Piketty» par François Chesnais http://cadtm.org/Reflexions-sur-Le-capital-au-XXIe (et «Éléments de réponses à François Chesnais» par Thomas Piketty http://cadtm.org/Elements-de-reponses-a-Francois ); 2. Véase también Jean-Paul Petit en la revista Inprecor: http://gesd.free.fr/jppetit.pdf; 3. Véase Robert Boyer: http://gesd.free.fr/boyerpik.pdf ; 4. Véase Michel Husson, http://hussonet.free.fr/piketcap.pdf

|2| http://piketty.pse.ens.fr/fr/capital21c

|3| El patrimonio, en forma sencilla, es el conjunto de bienes inmobiliarios y mobiliarios privados netos (sin deudas). Thomas Piketty considera que actualmente el patrimonio total de un país (patrimonio privado + patrimonio público) como Francia, Estados Unidos o Bélgica corresponde en la práctica al patrimonio privado libre de deuda puesto que el patrimonio público libre de deuda es aproximadamente cero, ya que la deuda pública representa cerca del 100 % del PIB. No entro en más detalles. Para un enfoque más argumentado véase Piketty

|4| Pp. 542 a 555.

|5| A lo largo de este artículo, el término «patrimonio» corresponde a lo que Piketty considera para realizar sus cálculos (véase más arriba). No contiene otros elementos de patrimonio que constituyen una riqueza inestimable y que son vitales para la supervivencia de la humanidad y de la naturaleza. Para una discusión sobre la riqueza y el valor, que se sale del marco de este artículo, véase el Libro de Jean-Marie Harribey La richesse, la valeur et l’inestimable, Les liens qui libèrent, París, 2013.

|6| Tabla proveniente de la tabla 7.2 p.391.

|7| http://fr.wikipedia.org/wiki/Liliane_Bettencourt

|8| P. 109.

|9| Es decir el equivalente al 120 % del PIB de la Unión Europea

|10| P. 741.

|11| Nota bene: Las propuestas que se formulan en este artículo son de la responsabilidad del autor y no compromete en nada a Thomas Piketty. Cuando el autor resume una propuesta de Thomas Piketty, se hace explícita mención de ello.

|12| Thomas Piketty escribe: Consideremos, por ejemplo, el caso de un impuesto sobre las fortunas que sería aplicado con un tipo del 0 % para los patrimonios inferiores a 1 millón de euros, del 1 % para los que van de 1 a 5 millones de euros, y del 2 % para aquellos superiores a 5 millones de euros. Aplicado al conjunto de los países de la Unión Europea, ese impuesto afectaría a cerca del 2,5 % de l población y suministraría cada año el equivalente al 2 % del PIB europeo.» (p. 860. Señalemos que la puesta en marcha de esta propuesta, que incluso es muy moderada, ¡nos daría el equivalente a dos veces el presupuesto actual de la UE!

|13| P. 692.

|14| Esto es, cerca de 4,5 millones de adultos.

|15| P. 698.

|16| P. 700.

|17| Tabla elaborada por el autor a partir de los datos de la Tabla 7.1, p. 390.

|18| Tabla elaborada por el autor a partir de los datos de la Tabla 7.3, p. 392.

|19| P. 544.

|20| « ¿Qué es el tercer estado? Todo. ¿Qué ha sido hasta ahora en el orden político? Nada ¿Qué es lo que pide? Ser algo»

|21| El gráfico presenta una evolución por décadas y he tratado de poner en evidencia esa evolución lo más claramente posible. Si el gráfico hubiera indicado la evolución año a año, seguramente habríamos constatado una subida de la porción de los más ricos hacia fines de los años 1920.

|22| P. 76.

|23| Por mi parte, analicé en forma sintética el cambio operado a fines de los años 1970, comienzos de los años 1980 en el ámbito internacional especialmente en Éric Toussaint «La gran transformación desde los años ochenta hasta la crisis actual, tanto en el Sur como en el Norte», http://cadtm.org/La-gran-transformacion-desde-los-, publicado el 7 de septiembre de 2009, y en el libro Una mirada al retrovisor. El neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Icaria Editorial, Barcelona, 2010

|24| El patrimonio nacional (o el capital nacional como Thomas Piketty también lo llama, cuestión que siembra confusión: véase anexo 1, Le Capital au XXIe siècle: Precisión en la investigación y confusión teórica) es la «suma de los activos no financieros (vivienda, terrenos, fondos de comercio, edificios, máquinas, equipamientos, patentes y otros activos profesionales poseídos de forma directa) y de los activos financieros (cuentas bancarias, planes de ahorro, obligaciones, acciones y otras participaciones en sociedades, inversiones financieras de cualquier tipo, contratos de seguros de vida, fondos de pensión, etc.), disminuidos por los pasivos (o sea, por todas las deudas). Si nos limitamos a los activos y pasivos que poseen los individuos privados, entonces tendremos el patrimonio privado o capital privado. Si se considera los activos y pasivos que posee el Estado y las administraciones públicas (comunidades locales, administraciones de la seguridad social, etc.) se obtiene el patrimonio público o capital público.» p. 86.

|25| Piketty explica cómo calcula la renta nacional: se resta del producto interior bruto (PIB) la depreciación anual del capital, a esta cantidad se le suma los ingresos netos percibidos del exterior (o se restan los pagos netos efectuados hacia el exterior si éstos exceden los ingresos). Véase pp. 78-79

|26| Thomas Piketty precisa, por otra parte, que si, en el cálculo del patrimonio, se tomaran en cuenta los pasivos y los activos financieros, el patrimonio aumentado de esa forma representaría entre 10 y 15 veces la renta nacional, 20 veces en el caso del Reino Unido. Asimismo, nos recuerda que desde el siglo xix hasta el comienzo de los años 1970 el patrimonio correspondía a entre 4 y 5 años de la renta nacional. Si se toman en cuenta los derivados, se llegaría a cantidades mucho más elevadas (pp. 305-306)

|27| P. 273.

|28| Pp. 218-219.

|29| P. 219.

|30| Pp. 273-274.

|31| Pp. 456-457.

|32| Pp. 458-459.

|33| P. 489.

|34| Pp. 469-470.

|35| Pp. 501-503.

|36| Pp. 506-507.

|37| Pp. 517-519.

|38| Pp. 805-806.

|39| Pp. 811-815.

|40| P. 707.

|41| P.820.

|42| P. 819.

|43| Pp. 824-826.

|44| P. 831.

|45| P. 832.

|46| Nota 3, p.834.

|47| Esto no compromete a Thomas Piketty.

|48| Thomas Piketty, Le capital au XXIe siècle, Le Seuil, París, 2013 (970 pp.), p. 185.

|49| «El origen de los asignados remonta al mes de diciembre de 1789 cuando fue creada la Caja de lo Extraordinario (Caisse de l’Extraordinaire). Esta caja debería recibir el producto de la venta de los bienes confiscados al clero. Los asignados eran solo simples adelantos sobre la venta de los bienes nacionales. Estos asignados remuneraban un interés. Pero las cosas evolucionaron rápidamente. En septiembre de 1790, los asignados dejaron de conllevar un interés y se reciben «como dinero en efectivo en todos los fondos públicos y particulares». El monto de las emisiones aumenta aceleradamente hasta 1796. Frente a esta proliferación de papel moneda, la garantía de los dominios nacionales a los que se continúa haciendo referencia deviene ilusoria y el valor de los asignados se desploma.» Fuente: http://sceco.univ-poitiers.fr/hfranc/assignats.htm consultada el 17 de enero de 2014.

|50| Pp. 206-207

|51| Pp. 206-207

|52| P. 208.

|53| P. 208.

|54| P. 209.

|55| En realidad el tipo es superior pero estamos haciendo una hipótesis teórica.

|56| La hipótesis de crecimiento nulo es teórica y sirve para facilitar el cálculo. En realidad el PIB descendió un 20 % entre 2009 y 2013, y es difícil de prever lo que pasará exactamente en los años venideros.

|57| Hagamos el mismo razonamiento con Portugal cuya deuda pública representa el 130 % del PIB en 2014 y cuya tasa de crecimiento anual es cero (también se redujo entre 2011 y 2013) y el tasa de inflación es muy baja. Portugal reembolsa aproximadamente a un tipo de interés del 6,5 %. Debería pagar durante largos años el equivalente al 8,5 % de su PIB. La deuda pública de Italia alcanza el 133 % de su PIB y la paga con un interés del 5 %. También Italia deberá pagar durante largos años el equivalente al 6,5 % de su PIB. Insisto en que las cifras mencionadas más arriba forman parte de una hipótesis teórica. De todas maneras son cercanas a la realidad. Estos ejemplos no comprometen en nada a Piketty.

|58| http://sceco.univ-poitiers.fr/hfranc/assignats.htm, consultada el 17 enero de 2014.

|59| Pp. 210-212.

|60| P. 216.

|61| P. 211.

|62| P. 931.

|63| P. 932.

|64| P. 889.

|65| Para recordar: participé en esta auditoría durante 14 meses entre 2007 y 2008, como representante del CADTM.

|66| El tribunal de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), que no tiene nada de asociación altermundilaista, «dio la razón» a Islandia, Véase CADTM : «El tribunal de la AELC (Asociación Europea de Libre Comercio) rechaza las reclamaciones por el litigio «Icesave» contra Islandia y sus habitantes» http://cadtm.org/El-tribunal-de-la-AELC-Asociacion publicado el 30 de enero de 2013.

|67| Muy a menudo, algunos comentaristas replican que los casos de estos dos países son totalmente diferentes de los países de la Unión Europea. Por supuesto, que hay diferencias evidentes pero estaríamos equivocados en desdeñar estas experiencias. Los que profesan ese desdén muestran sobre todo ignorancia de la complejidad de las situaciones que las autoridades encontraron y parcialmente lograron superar.

|68| Los haircuts propugnados por el FMI y los gobiernos de los grandes países acreedores tienen justamente por función limitar las pérdidas de los grandes acreedores privados mediante una reestructuración ordenada. En mi tesis doctoral, mostré cómo el plan Brady constituye un modelo en el género. Véase «Enjeux politiques de l’ action de la Banque mondiale et du Fonds monétaire international envers le tiers – monde», tesis de doctorado en Ciencias Políticas presentado en 2004 en las universidades de Lieja y París VIII, se puede descargar: http://cadtm.org/Enjeux-politiques-de-l-action-de. Véase también mi libro Banco Mundial, El Golpe de Estado Permanente, El Viejo Topo Mataró-Barcelona, 2007 Se puede descargar en francés: http://cadtm.org/Banque-mondiale-le-coup-d-Etat

|69| P. 887.

|70| Aquí podemos leer en la web oficial de la administración francesa define el impuesto proporcional «Un impuesto proporcional aplica un gravamen idéntico cualquiera sea la base sobre la que se impone (por ejemplo: el impuesto sobre sociedades). La base de la imposición designa las magnitudes económicas (ingresos, patrimonio, volumen de negocios…) que sirven de base al cálculo del impuesto. Los partidarios de la proporcionalidad consideran que es un modo de cálculo justo ya que cada uno contribuye con el mismo porcentaje de sus ingresos. (…) Los impuestos proporcionales son, además, generalmente más fáciles de calcular y, por lejos, menos costosos para implementar. Con el impuesto progresivo, el tipo aplicado aumenta con la base de imposición (por ejemplo: el impuesto sobre la renta, cuanto más elevada sea la renta, el tipo aplicado es mayor). Fuente: http://www.vie-publique.fr/decouverte-institutions/finances-publiques/ressources-depenses-etat/ressources/qu-entend-on-par-proportionnalite-progressivite-impot.html Hay que señalar que Thomas Piketty define en su libro el impuesto proporcional de la misma manera que la administración francesa.

|71| Pp. 888-889.

|72| P. 889.

|73| P. 890.

|74| Véase la Red Internacional por la Auditoría Ciudadana (International Citizen debt Audit Network, ICAN), http://cadtm.org/ICAN,750

|75| Thomas Coutrot, Patrick Saurin y Éric Toussaint, «Anular la deuda o gravar al capital: ¿Por qué elegir?», http://cadtm.org/Anular-la-deuda-o-gravar-al, publicado el 31 de octubre de 2013.

|76| Véase Eric Toussaint, «La Constitution équatorienne: un modèle en matière d’endettement public», http://cadtm.org/La-constitution-equatorienne-un, publicado el 27 de diciembre de 2010.

|77| P. 835.

|78| Se debe tener presente que Piketty da una definición del capital privado que engloba los haberes mobiliarios e inmobiliarios del 50 % más modesto.

|79| P. 838.

|80| P. 842.

|81| P. 843.

|82| Véase el texto antes citado de Thomas Coutrot, Patrice Saurin y Éric Toussaint «Anular la deuda o gravar el capital: ¿Por qué elegir?», http://cadtm.org/Anular-la-deuda-o-gravar-al.Véase también: Damien Millet y Eric Toussaint, «Europa: ¿Qué programa de urgencia frente a la crisis ?» publicado el 22 de junio de 2012, http://cadtm.org/Europa-Que-programa-de-urgencia

|83| http://cadtm.org/Anular-la-deuda-o-gravar-al

|84| P. 916.

|85| Nota 1, p.916

|86| P. 917.

|87| P. 337

|88| Hay que tener en cuenta que las sumas depositadas en Francia en las cuentas de ahorro, en las cuentas corrientes, etc. no representan más que alrededor del 5 % del patrimonio (privado). P. 330

|89| P. 674.

|90| P. 62.

Éric Toussaint, doctor en ciencias políticas, es presidente del CADTM Bélgica (Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, http://www.cadtm.org) y miembro del consejo científico de ATTAC. Autor, entre otros libros, de Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Icaria 2010; La Deuda o la Vida (junto a Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011; La crisis global, El Viejo Topo, Barcelona, 2010;. La bolsa o la vida: las finanzas contra los pueblos, Gakoa, 2002. Autor de Procès d’un homme exemplaire, Editions Al Dante, Marsella, 2013. Junto a Damien Millet es autor de AAA, Audit Annulation Autre Politique, Le Seuil, París, 2012.

La OTAN quiere guerra…

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Pere Ortega* – público.es.

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La crisis desatada en Ucrania por el derrocamiento del gobierno pro-ruso presidido por Yanukóvich se agravó con la secesión de Crimea y su anexión a Rusia. Crisis que ha enfrentado a Rusia con el bloque atlántico dirigido por EEUU. Solo los más ingenuos podían suponer que Putin se cruzaría de brazos mientras la UE y la OTAN iban añadiendo estados a su bloque económico y militar. Pues hoy, Rusia ya no es aquel debilitado país que en 1991 se derrumbó y fragmentó en 14 repúblicas, dando lugar a que algunas de ellas se incorporaran a la OTAN (Estonia, Letonia y Lituania); y que países que formaron parte del desaparecido Pacto de Varsovia también se lanzaran en brazos de la OTAN (Polonia, Bulgaria, Albania, Rumania, R. Checa, Eslovaquia y Hungría).

Rusia, gracias a sus recursos en hidrocarburos y de la mano de un oligarca con ansias de grandeza, Putin, ha decidido echar un pulso al bloque atlántico y defender su lugar en el mundo. Un tipo, Putin, que ya había demostrado su prepotencia, pues igual alardeaba de musculatura paseando a caballo a pecho descubierto que enseñaba músculo militar masacrando chechenos o apoyando la secesión de Abjazia y Osetia del Sur de Georgia. Ahora ha hecho lo propio en Crimea, una región con mayoría de población rusa.

Pero la respuesta de Barack Obama no es menos sorprendente. Obama ha venido rápidamente a Europa a pedir a sus aliados que se debe reactivar la OTAN. Es decir, que si algunos mandatarios europeos dudaban de la necesidad de tener un bloque militar sin una misión clara, hecho que la tenía sumida en una crisis permanente, pues la misión otorgada en la cumbre de Lisboa, en 2010, de ejercer de policía de seguridad mundial no acababa de funcionar. Recordemos que en Afganistán la intervención fue posterior a los ataques y de apoyo logístico, y que en Libia si bien en su inicio lideró los ataques luego dejó que fueran los países europeos quienes llevaran el peso de la operación. Ahora, tras la crisis de Crimea, Obama ha dado pleno sentido a la existencia de la OTAN: contener las ínfulas expansionistas de Rusia. Recalcando que la potencia militar es la mejor de las formas para hacer frente a la inseguridad en política internacional. Insistiendo en que el uso de la fuerza es la mejor política disuasoria frente a las veleidades expansionistas de otras naciones.

La propuesta de Obama a sus aliados consiste en que no se baje la guardia y se gaste mucho más en Defensa, porque los rivales, Rusia y China lo están haciendo, y en cambio Europa Occidental solo dedica al gasto militar un 1,4% del PIB como promedio, frente al 3,7% de EEUU.

Sin embargo, la realidad es tozuda y por mucho teatro que gaste Obama el mundo hoy es interdependiente. La Europa Occidental, Rusia, EEUU y China tienen tan estrechas relaciones financieras, comerciales y estratégicas que no se enzarzarán en nuevas guerras frías. Obama, Putin, Merkel… saben que los depósitos monetarios, la deuda y los hidrocarburos, por mencionar sólo tres elementos, los tienen atados de pies y manos entre ellos, lo que hace imposible graves sanciones y menos aún nuevas guerras frías. Sólo juegan al ajedrez y crean nuevas tensiones. Lo triste es que algunos estados se dejarán arrastrar por las palabras de Obama para beneficiar al complejo militar industrial, que aprovechará la ocasión para intentar vender más armas

Pero no será fácil convencer a la población europea, especialmente la de aquellos países que, como el nuestro, sufren una crisis que diezma el bienestar, de que se embarquen en grandes dispendios para modernizar sus ejércitos y adquirir armamentos. Será difícil convencer a las poblaciones de que el peligro ruso es superior al peligro de la inseguridad que proporcionan los ajustes de los gobiernos en políticas sociales.

Las guerras, ni frías ni calientes. Los estados, cuanto más desarmados mejor. La seguridad, mejor humana que militar. Las relaciones internacionales son la posibilidad de hacer la paz por otros medios. Pues eso, que la hagan negociando.

*Centre Delàs d’Estudis per la Pau

Written by Eduardo Aquevedo

2 abril, 2014 at 23:59

Prueba PISA (2014): Asia gana la carrera de la educación. Chile sigue en los últimos lugares…

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Zhou Luwen puede ahorrar en ropa, en calefacción, incluso en comida. Pero tiene muy claro que hay un apartado en el que jamás escatimará un yuan: la educación de sus dos retoños. “Siempre nos han enseñado que es lo más importante en la vida, una inversión indispensable. Porque sin educación no es posible tener éxito”. La filosofía de esta mujer de 43 años, residente en Shanghái, cala en toda China. Esa mentalidad —traducida en una fortísima presión social para los estudiantes— se ha identificado como una parte fundamental del éxito de los países asiáticos en el informe PISA, que este año se ha centrado en las matemáticas (también se evalúan cada tres años las competencias en lectura y ciencias).

Los primeros puestos de la clasificación de países en este examen de la OCDE que trata de medir las destrezas de los alumnos de 15 años están copados por alumnos asiáticos. Entre todos ellos destacan los alumnos de esta región y, por encima de los demás, Shanghái, con 613 puntos en matemáticas sobre una media de la OCDE de 494 y más de la mitad de los estudiantes (55%) en los niveles más altos de rendimiento (la media es del 12%; la española, del 8%). A Shanghái le siguen en la clasificación Singapur (573), Hong Kong (561), Taipéi (560) y Corea del Sur (554).

Hay que llegar hasta el puesto número ocho para encontrar el primer país europeo: el minúsculo Liechtenstein. Buena parte de los países occidentales que en 2003 (la edición anterior en la que las matemáticas fueron la materia principal del examen) ocupaban los primeros puestos han visto reducir sus resultados: Finlandia (25 puntos menos), Holanda (15) o Canadá (14).

Así, mientras Finlandia, el otro gran paradigma de la excelencia educativa surgido del PISA (que lleva ya cinco ediciones), se apea del podio (ha caído del primer puesto en matemáticas en 2003 al sexto en 2009 y duodécimo ahora), todos los países empezarán a mirarse más que nunca en el espejo asiático. Incluyendo a España, cuya imagen escolar proyectada bajo el prisma de PISA es la del estancamiento durante una década —al menos, en matemáticas y lectura, con una leve mejora en ciencias—, con pocos alumnos excelentes y, encima, con una equidad —su gran sello positivo— que tal vez empieza a mostrar síntomas de resquebrajamiento en mitad de la brutal crisis económica.

El problema, recuerda el catedrático de Economía de la Pompeu Fabra José García Montalvo, es que PISA ofrece una fotografía muy clara del estado de la cuestión, pero no tanto de las causas de por qué unas cosas funcionan mejor en un sitio que en otro, o por qué no funcionan en absoluto. “No es posible trasplantar lo que pasa en un país a otro”, asegura. Una de las pocas características que se repiten en muchos de los modelos de éxito es la selección del profesorado —entre los mejores estudiantes—, y que estén bien pagados, dice la OCDE. Otros especialistas, como el profesor de la Universidad de Salamanca Jaime Rivière, apuntan a unas culturas con un lenguaje muy complicado de aprender cuyas escuelas se centran casi exclusivamente en la primaria en la lectura y las matemáticas, precisamente lo que mide PISA. Otros hablan también de que se insistencia mucho en esos países en la realización continua de exámenes.

El responsable de este informe, Andreas Schleicher, asegura que el éxito de los países asiáticos en este sentido es que “han movilizado los recursos allá donde pueden marcar la diferencia”. Y, sobre España, añade: “La cuestión no es el volumen de los recursos; ha puesto énfasis en reducir el tamaño de las clases y no darle a los maestros el nivel de autonomía que necesitan para mejorar. Esas cosas tienen más influencia que el nivel de los recursos”.

El profesor de Economía del University College de Londres Antonio Cabrales matiza esa idea en este tiempo de escasez y de tijeras: “Dados los altibajos de las cantidades de dinero dedicadas al sistema, esto es una indicación más de que simplemente poner dinero no soluciona nada. Pero esto no quiere decir que haya que seguir por la senda de recortes, simplemente que hay que buscar dónde poner los recursos y evaluar las politicas con más rigor”.

Y en ese camino para poner el dinero donde marque más la diferencia basándose en evidencias como las de PISA, la copia o el remedo parecen inevitables si se está de acuerdo con los argumentos del secretario general de la OCDE, Ángel Gurría: “En una economía globalizada, la competitividad y las perspectivas futuras de empleo dependerán de lo que la gente puede hacer con lo que sabe. Los jóvenes son el futuro, por lo que cada país debe hacer todo lo posible para mejorar su sistema educativo y las perspectivas de las generaciones futuras”.

Y también se hace inevitable esa evaluación de las políticas de las que habla el profesor Cabrales. En estos días muchos especialistas ingleses están echándole en cara al ministro de Educación británico, Michael Gove, su proyecto de academias libres (los colegios públicos podían acogerse a una especie de sistema concertado, regidos por cooperativas de padres o profesores), copiado del que puso en marcha Suecia allá por 2006. Pues bien, hoy esos expertos recuerdan que Suecia está ahora en el puesto 38 de los 65 países y regiones examinados (cinco puestos por debajo de España), cuando en 2003 estaba en el 14.

En España se lo recordarán seguramente al ministro José Ignacio Wert, que ha argumentado una y otra vez la necesidad de la polémica reforma educativa que acaba de aprobar en el Congreso con el único apoyo del PP (la llamada LOMCE) por los mediocres y estancados resultados de España en PISA. Junto a la exigencia y la evaluación (la ley recupera las reválidas), algunos de sus pilares son la libertad de elección de centro y la competencia entre escuelas. Claro que los defensores de estas ideas recordarán a su vez ese bajón de resultados de Finlandia, paradigma de la escuela comprensiva (todos los alumnos están juntos en una vía básicamente igual hasta los 16 años), el modelo español tan criticado durante años por el PP.

La ministra finlandesa de Educación, Krista Kiuru, decía este martes: “Se observa una desvalorización de la escuela por parte tanto de los alumnos como de la sociedad en su conjunto”. “En comprensión de lectura los chicos están 62 puntos por debajo de las chicas, lo que equivale a un año y medio de educación. Por su parte los inmigrantes o hijos de inmigrantes están a más de 100 puntos del promedio, casi tres años de educación”, dijo el coordinador nacional del informe, Jouni Väliajärvi.

Hace ya dos años, algunos indicios señalaban cómo una incipiente inmigración de en torno a un 5% (en 2005 era del 3%) estaba poniendo a prueba el sistema. A algunos profesionales les preocupa “que los padres empiecen a elegir escuela basándose en sus prejuicios; si se abre esa puerta, no hay vuelta atrás”, dijo a este periódico el decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Helsinki, Patrik Scheinin. Esa vuelta atrás era que, independientemente de que sea verdad o mentira que el alumnado inmigrante (que se suele concentrar en las zonas más pobres) condicione las notas de los demás, basta con que la percepción sea esa para que se desestabilice el sistema.

Para otros especialistas, como el representante sindical del grupo de trabajo de educación de la OCDE John Bangs, lo que se está notando en los resultados de PISA 2012 en países como Finlandia (incluye también otros como Suecia) es que “están sufriendo las consecuencias del declive económico y las presiones sociales que esto causa”, según comentó a la publicación británica TES.

Así, lo que queda es levantar la vista hacia Asia. Pero, ¿qué se podría copiar de los modelos asiáticos? Y ¿merecería la pena? Por ejemplo, Shanghái le saca 119 puntos a la media de la OCDE, y 129 a España, lo que se podría traducir (en una de esas analogías que la OCDE hace en aras de la divulgación) en una ventaja de casi tres años de escolarización. Ese es un tiempo que, según apuntan expertos críticos con el sistema educativo chino, los adolescentes le restan a su vida social. Lo sabe bien Tingting, la hija mayor de Zhou. Ahora tiene 16 años, acaba de superar el zhongkao, una especie de Selectividad para acceder al instituto, y ya teme la llegada del gaokao, el examen de acceso a la universidad.

Entra en clase a las 7.30 de la mañana y vuelve a casa a las cuatro de la tarde. Muchas veces no levanta la vista de los libros de texto hasta las diez, cuando su madre la obliga a dormir, y entre sus actividades extraescolares están el inglés y el piano, un instrumento que aborrece. “Conseguí entrar en el mejor instituto del distrito, y ahora mis padres quieren que estudie en la Universidad de Jiaotong [una de las mejores de China] y que luego haga un máster en Estados Unidos para encontrar un buen trabajo a mi regreso”, cuenta entre susurros. “No entiende que lo hacemos por su bien”, responde Zhou con tono conciliador pero firme.

Historias como la de esta familia se repiten en los otros cuatro territorios de influencia china que aparecen entre los siete primeros de la lista del informe PISA: Singapur, Hong Kong, Taipei, y Macao. “Es evidente que los resultados son muy positivos, pero también es cierto que la presión y la competitividad a la que están sometidos los alumnos desde muy pequeños pueden tener efectos negativos en su socialización y en su desarrollo humano, apartados que no analiza el informe PISA”, analiza Xu Anqi, profesor de Sociología de la Universidad de Fudan. No en vano, dos suicidios y un asesinato provocaron en mayo un acalorado debate sobre el lado más oscuro de este modelo educativo.

Según estudios de la Academia de Ciencias Sociales de China, que no suele tratar el tema tabú del suicidio, unas 250.000 personas se quitan la vida cada año en el gigante asiático. Y otros dos millones lo intentan. La mayoría tiene menos de 30 años, y muchos ni siquiera han alcanzado la mayoría de edad. En 2008 una encuesta arrojó otro dato preocupante: el 17% de las estudiantes de secundaria de la ciudad de Foshan habían contemplado alguna vez la posibilidad acabar con su vida.

Pero, claro, no todo se deberá a la extraordinaria presión, sino que habrá otros elementos que tiran de estos sistemas hacia arriba. Preguntado por si estaría bien que la escuela, pongamos la española, se pareciera en algo a los modelos asiáticos, el catedrático de Sociología de la Complutense Mariano Fernández Enguita se centra en la figura del profesor. Por ejemplo, habla de una mejor selección y una carrera profesional con incentivos de mejora que hoy no existen en España, al menos en la escuela pública, mayoritaria. “Ya me gustaría que los profesores tuvieran una voluntad parecida de transparencia y de trabajo en equipo. Recuerdo, en Japón, algo que aquí sería imaginable: lo llamaban la jornada de investigación y consistía en que todos los profesores (o muchos, yo recuerdo la presencia de una veintena) asistían a una clase de uno de ellos, observando y tomando notas, para luego discutir sus aciertos y sus debilidades”.

Con información de Adrián Soto (Helsinki).

Los profesores creen que no preparan para el siglo XXI

E. S., MADRID
PISA manifiesta que en España los alumnos no saben plasmar lo aprendido en las aulas y sus propios profesores reconocen que no les están preparando suficientemente para afrontar los grandes retos del siglo XXI. Así lo expresan el 87% de los docentes –desde educación infantil a bachillerato- encuestados por la editorial SM en toda Españam teniendo en cuenta todos los niveles y la titularidad del centro (respetando los porcentajes de pública y privada). El 86%, además, rechaza los sistemas de evaluación actuales, pues cree que no permiten desarrollar al máximo las habilidades y capacidades de los estudiantes y un 97% coincide en que el uso de nuevas formas de aprendizaje mejoraría los resultados. “No se trata tanto de cómo se enseña, con tiza digital, sino qué se enseña”, recalca Ángel Pérez, director de Educación de SM. “La tecnología no cambia nada, lo que se necesita es tener otra metodología”.

Para mejorar el aprendizaje la mayoría opina que hay que incentivar el desarrollo del pensamiento crítico (76%), trabajar las inteligencias múltiples de manera individualizada (71%) y fomentar el trabajo cooperativo en las aulas (59%). “Nosotros vemos entre los maestros y profesores muchas ganas de cambio, de hacer cosas nuevas. Pero no todo está en la tecnología. Al final, si un niño hace todos sus deberes en el ordenador, los estudios demuestran que pierde comprensión lectora”, prosigue Pérez, quien sí que cree que las editoriales han hecho un esfuerzo por incluir cada vez más soluciones prácticas en sus libros de texto. Los encuestados sostienen también que los obstáculos para una mejor enseñanza se encuentran en el sistema educativo (64%), la Administración (44%), la dotación de recursos y materiales (43%) o el currículum (36%).

Pero Pérez precisa que queda mucho por hacer. “En los currículos hay muchos temas sintácticos cuando se debía profundizar más en aspectos de comprensión lectora”. Y en esta revolución educativa la tecnología es una gran aliada. “Los profesores menores de treinta y tantos están habituados a trabajar con ordenador, siempre han tenido uno cerca. El problema son los más mayores, que son reticentes. Les da miedo que el niño sepa más que ellos. Y no se dan cuenta que los alumnos sabrán solucionar algo técnico -porque se les averió el ordenador jugando en casa-, pero no van a saber hacer estrategias de búsqueda de información en la Red”.

Prueba PISA: Las cifras que reflejan el bajo rendimiento de Chile dentro de la OCDE

Los resultados del test «Solución Creativa de Problemas» ubicaron al país en el lugar 36 de 44, muy por debajo de los países con mayor puntuación.
por Génesis Moreno – 01/04/2014 – 14:15
Si bien Chile rindió por primera vez la Prueba Pisa en el área «Solución Creativa de Problemas», los resultados no fueron los mejores en relación al resto de países que integran la OCDE. De acuerdo al informe, Chile se ubicó en el lugar 36 de un total de 44 países, con 448 puntos. Asimismo, quienes lideraron en rendimiento fueron los estudiantes de Singapur y Corea del Sur quienes obtuvieron los puntajes más altos resolviendo problemas, con evaluaciones que superan los 560 puntos.

Para conocer el detalle de los resultados obtenidos por Chile, La Tercera seleccionó las cifras más relevantes que reflejan el bajo rendimiento que logró el país en el test, como también las áreas que se evalúan.

¿Quiénes rindieron el test?

En 2012, un total de 65 países y economías (34 países de la OCDE y 31 economías asociadas) rindieron la Prueba Internacional PISA, que midió habilidades en Matemática, Lenguaje y Ciencias. Sin embargo, como otra área de evaluación, el test «Solución Creativa de Problemas» fue rendido por 44 países y economías, siendo la primera vez que Chile participa de la medición.

¿Qué mide la prueba?

La evaluación, en general, se centra en los procesos cognitivos generales que intervienen en la resolución de estos más allá de los resultados que se obtengan. Es decir, se evalúan áreas como la exploración y comprensión, además de representar, formular, planificar, ejecutar y reflexionar, entre otras. La idea es que los estudiantes primero observen, interactúen con el «problema» y luego formulen una hipótesis para resolverlos. Durante el test tienen la posibilidad de simular situaciones por medio de un computador.

RESULTADOS EN GENERAL

Los estudiantes de Singapur y Corea, seguidos por los de Japón, obtuvieron la puntuación más alta del test en relación a los 44 países y economías que rindieron la prueba. Asimismo, el informe indica que el rendimiento obtenido en la resolución de problemas se relaciona «positivamente» con el rendimiento en otras asignaturas evaluadas.

RESULTADOS DE CHILE

Según explica el informe, entre los países de la OCDE, el país que obtuvo más bajo rendimiento es Chile, con un puntaje promedio de 448 puntos. Esto significa, según el documento, que la brecha entre el país con más alto rendimiento y el más bajo de la OCDE es de 113 puntos. Además, señala que cerca del 90% de los estudiantes de Corea se ubican por encima de la puntuación media de Chile y, por el contrario, sólo el 10% de los estudiantes chilenos se posiciona por sobre la puntuación media de Corea.

Como otro dato, en general, más de dos niveles de competencia (163 puntos) separan a los países con mayor rendimiento (Singapur) y más bajos resultados (Colombia).

Asimismo, sólo uno de cada 20 estudiantes, en los cuatro países con mejores resultados y economías, se ubica por debajo de la media del país con más bajo rendimiento

MÁS BAJO RENDIMIENTO

La prueba clasifica en 6 niveles a los estudiantes según su rendimiento. Es así como entre el nivel 1 y 2 se sitúan los alumnos con más bajos resultados, mientras que en el 5 y 6 quienes obtienen mejor calificación. De acuerdo a esto, la proporción de estudiantes con bajo rendimiento en el último test de Pisa es el siguiente:

Un 38,3% de los estudiantes chilenos que rindieron la prueba se ubican en los niveles catalogados como «bajo rendimiento», es decir entre el 1 y 2. De hecho, se ubica entre los últimos diez países con más alumnos en esta categoria, seguido por Brasil (47,3%), Malasya (50,5%) Emiratos Árabes (54,8%), Montenegro (56,8%), Bulgaria (56,7%) y Colombia (61,5%).

En comparación con los países que obtuvieron mejor rendimiento, la cifra en Singapur alcanza un 8%, seguido de Kora (6,9%), Japón (7,1%) y Macao China (7,5%).

En la otra vereda, entre los alumnos que lograron mejor rendimiento (niveles 5 y 6) Chile ubica al 2,1% de sus alumnos, mientras países como Singapur alcanzan un 29,3% y Korea 27,6 %. En tanto, Colombia logró que sólo el 1,2% de los estudiantes se ubiquen en los niveles máximos de rendimiento.

¿Qué significa estar en el Nivel dos?

Según el informe de PISA, los países que se ubican en este nivel deben haber obtenido como resultado entre 423 y 488 puntos. En este caso, Chile obtuvo 448 puntos. De acuerdo al documento, los estudiantes que se posicionan en este nivel pueden explorar un problema desconocido y entender una parte de este, aunque sólo obtienen «parcialmente el éxito». Además, señala que los estudiantes pueden planificar y llevar a cabo ciertos pasos para lograr sus objetivos. En tanto, en la Agencia de Calidad señalan que de acuerdo a este nivel, los alumnos «poseen las competencias mínimas para desenvolverse en el mundo e integrarse productivamente a la sociedad».

Como dato anexo, el informe indica que el porcentaje de estudiantes capaces de realizar tareas a este nivel o por encima (promedio de la OCDE) es de un 78,6 %.

COMPARACIÓN ENTRE PAÍSES POR RENDIMIENTO

Por otro lado, según indican los datos, Chile se ubica muy debajo de los países que presentan estadísticas «significativamente» por encima de la media de la OCDE, ubicándose bajo la media.

 

 

Prueba Pisa (2013), pais por país: éxito de Asia, estancamiento europeo, grave retraso latinoamericano…

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A continuación te presentamos los rankings completos de los resultados de PISA en matemáticas, lectura y ciencias.

 

Written by Eduardo Aquevedo

5 diciembre, 2013 at 0:55

PISA (2013): El examen más importante del mundo…

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BBC,  Lunes, 2 de diciembre de 2013

Estudiante en ChinaUn alumno atiende a la lección impartida en vivo por una astronauta china desde el espacio.

«La educación que reciba hoy, será su economía mañana», dice Andreas Schleicher de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), quien se ha convertido en una de las figuras más influyentes del mundo en materia de educación.

Los estándares actuales de la educación en todo el mundo se darán a conocer esta semana, cuando se publiquen los resultados del Programa de la OCDE para la evaluación internacional de estudiantes, mejor conocido como PISA, por sus siglás en inglés.

De estas largas pruebas, que se realizan cada tres años, se obtienen los rankings internacionales de educación para más de 60 países y decenas de administraciones regionales, con base en las pruebas de lectura, matemáticas y ciencias tomadas por más de 500.000 estudiantes de 15 años de edad.

Y en el futuro podrían volverse aún más grandes, asegura Schleicher, quien también quiere desarrollar un ranking de la OCDE para las universidades.

La liga global

EstudiantesEn un mundo globalizado las comparaciones con otros países son clave, dicen los especialistas.

Esta última copa mundial de estándares escolares revelará si los sistemas de Asia, como el de Shanghái en China o el de Singapur y Corea del Sur, siguen siendo triunfadores mundiales.

Y, ¿será que las tradicionales potencias occidentales, como Estados Unidos, Reino Unido y Francia, seguirán atrapadas en la categoría «deben hacerlo mejor»?

¿Cuál es el objetivo de estos cálculos?

Schleicher, a quien ahora citan los ministros de Educación, dice que la idea comenzó en la década de 1990 cuando se reconoció que los gobiernos estaban siendo comparados por la cantidad de dinero que invertían en educación y no por sus niveles de éxito.

Entonces, la idea se puso en marcha y alumnos de distintos países tomaron lápiz y papel para realizar pruebas en materias básicas.

Y se eligió el nombre de PISA, no por ningún vínculo con la ciudad italiana, sino porque era el acrónimo del nombre de la prueba en inglés y francés (Programme for International Student Assessment – Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos).

Estudiante en ShangháiShanghái se destacó en las pruebas PISA 2009.

Competitividad

Para Schleicher, en un mundo globalizado las comparaciones con otros países son clave y ello aplica tanto en la educación como en la economía.

«La competitividad de un país y sus perspectivas de empleo individuales están muy influenciadas por lo que ocurre en otros lugares», le dice a la BBC.

«En una economía global, las mejoras respecto a los estándares nacionales no son una medida del éxito. Se compite a nivel mundial».

Confiar solamente en los exámenes nacionales, en los que las calificaciones parecen mejorar, es perjudicar a los jóvenes, argumenta.

«Es como decirle a un estudiante que está en situación de desventaja en su salón de clases, ‘no importa cómo se compare tu desempeño con el de otras escuelas, te voy a calificar con una buena nota porque estás haciendo lo mejor que puedes'».

«Eso es muy bonito, pero cuando el estudiante salga al mercado laboral se chocará con la realidad».

«Es muy importante saber qué tan preparados están los estudiantes para funcionar en una economía global».

Crudas revelaciones

Estudiantes en Estados UnidosEl Departamento de Educación de EE.UU. tuvo que enfrentar críticas por los resultados de PISA.

El examen de PISA, que puede acabar con la idea de que todo está mejorando, no tiene muchos amigos.

La primera víctima del «PISA shock» fue Alemania, el país de Schleicher, que había cultivado la imagen de tener un sistema de alto rendimiento educativo.

Los resultados del año 2000 indicaron que el sistema no era bueno sino mediocre y eso generó una gran controversia. Un diario alemán describió la experiencia como un «desastre instructivo».

Entre las revelaciones más crudas también se encuentra el deterioro del sistema escolar estadounidense. La que solía ser una superpotencia educativa se quedó atrás y ha sido superada por muchos otros países, de Asia sobre todo.

Schleicher recuerda que el gobierno de EE.UU. estaba profundamente insatisfecho con los resultados de 2006 y que incluso trató de presionar a la OCDE.

El político estadounidense que intervino para defender la importancia de la publicación de los resultados fue Ted Kennedy, señala Schleicher.

Kennedy, que presidió el comité del Senado sobre educación, se convirtió en un gran apoyo para el proyecto PISA.

«El senador Kennedy me salvó la vida en la OCDE», dice.

El curioso caso de Italia

En Italia, los resultados de 2009 revelaron otra debilidad oculta. Aunque las mejores notas de los exámenes nacionales se distribuyeron uniformemente en todo el país, las pruebas PISA mostraron que los alumnos del norte tenían un desempeño superior.

Esto quiere decir que era mucho más fácil conseguir buenas notas en el sur de Italia y ello representaba una «injusticia increíble», pues los empleos públicos dependían de dichas calificaciones.

Sin la medición externa de PISA, tales problemas continuarían siendo invisibles.

Sin embargo, hay otros críticos que advierten sobre el impacto de la limitada visión de PISA, que clasifica a los sistemas escolares con un número muy restringido de medidas.

El influyente profesor inglés, Anthony Seldon, cree que los gobiernos están «cada vez más fascinados y deslumbrados» por las pruebas PISA.

«Sin embargo, estas pruebas son defectuosas y su impacto es profundamente dañino para los jóvenes», opina, en conversación con la BBC.

SchleicherAndreas Schleicher quiere extender el ranking de la OCDE a la educación superior.

La rebelión de Asia

Las pruebas también han puesto en evidencia el rostro cambiante del mundo de la educación. PISA ha registrado el surgimiento y auge de países y ciudades de Asia, como Corea del Sur, Singapur, Hong Kong y Shanghái, en donde la inversión en educación es vista como una manera de acelerar los avances de sus economías.

Pero, ¿cómo pueden ser realmente justas las comparaciones internacionales de los estándares de educación? ¿Tiene algún sentido comparar a países tan distintos como Finlandia, Perú y Vietnam?

Schleicher es un sólido defensor de tales comparaciones, diciendo que aunque sean justas o no, los jóvenes de todos los países están compitiendo entre sí en una economía globalizada. Las habilidades que aprendan serán muy importantes para su vida.

Graduandos en ChinaClase de 2013: Casi siete millones de estudiantes chinos se graduaron este verano.

«No se trata de la élite, los pobres son quienes se ven afectados por la globalización, son ellos los que van a perder sus puestos de trabajo porque no se están manteniendo al día con las habilidades del otro lado del mundo».

En cuanto a la metodología, los resultados de las pruebas se basan en una muestra representativa de alrededor de 5.000 alumnos de cada sistema escolar, que es supervisada por la OCDE. Algunas muestras tienen números más grandes: 12.000 en el Reino Unido y 38.000 en Italia, por ejemplo.

Las pruebas, diseñadas por investigadores australianos, deben tener preguntas culturalmente neutrales, que sean tan relevantes en Túnez como en Estonia.

Los nuevos resultados también proporcionarán una imagen mucho más detallada de las diferencias regionales. Se mostrará cómo el estado de Massachusetts en Estados Unidos o cómo una región de España o Italia se habrían desempeñado si hubieran sido clasificados como un país.

Y ésta no es sólo una gigantesca fiesta de datos. Hay un propósito humano de todo esto, dice Schleicher.

Estos exámenes muestran las deficiencias en algunas habilidades básicas que necesitan los jóvenes. Y si estos chicos abandonan la escuela sin estas destrezas, «ese vacío será muy difícil de solucionar a posteriori».

«En EE.UU. todo el sistema se deterioró. En Europa hay 80 millones de personas que no saben leer mejor que un niño de 10 años de edad».

«¿Qué hacer con esta gente? Ese es el verdadero reto. Los países con buenos sistemas escolares tienen grandes activos».

 

¿Cómo les fue a los países de América Latina en la prueba Pisa?

Redacción, BBC Mundo

 Martes, 3 de diciembre de 2013
El profesor José Luis Pérez enseña inglés en el colegio Virgen de los Milagros de Caacupe en Buesno Aires

Una confirmación y mil preguntas.

Una vez más, como se esperaba, los países asiáticos ocupan los primeros puestos del informe Pisa 2013, que compara el nivel educativo de cerca de medio millón de adolescentes de 15 años en 65 países, y fue divulgado este martes por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Contenido relacionado

El Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes, más conocido como Pisa (por sus siglas en inglés), comparó resultados en las 34 naciones de la OCDE y en otros 31 países, que representan en conjunto cerca del 80% de la población mundial.

Los diez mejores

  • Shanghái (613 puntos)
  • Singapur (573)
  • Hong Kong (561)
  • Taipei (560)
  • Corea del Sur (554)
  • Macao (538)
  • Japón (536)
  • Liechtenstein (535)
  • Suiza (531)
  • Holanda (523)

El gran interrogante para América Latina es dónde residen los múltiples factores detrás del mal desempeño de las naciones de la región que ocupan algunos de los peores lugares en la lista.

El primer puesto es ocupado por Shanghái, principal ciudad de china con más de 20 millones de habitantes, con 613 puntos, 119 puntos por encima del promedio de conocimiento que fija Pisa, de 494 puntos.

En segundo lugar se sitúa Singapur (573 puntos), seguido de Hong Kong (561), Taipei (560), Corea del Sur (554), Macao (538) yJapón (536). Completan la nómina de los diez primeros Liechtenstein (535), Suiza (531) yHolanda (523).

La mayoría de los resultados provienen de países, pero en el caso de China los puntajes se calcularon por ciudades o regiones seleccionadas. La OCDE dijo que espera disponer en la próxima lista de más información para colocar a China en su conjunto.

En el informe, que cubre el período 2003 a 2012, España ocupa el lugar número 33 de la lista con 484 puntos , y entre los últimos puestos estánChile (lugar 51 con 423 puntos), México (lugar 53 con 413 puntos),Uruguay (puesto 55 con 409 puntos) y Argentina (lugar 59 con 388 puntos). Colombia se ubica en el lugar 62, con 376 puntos, y Perú en el último sitio de la lista, el número 65, con 368 puntos.

En la mitad del listado siguen figurando varios países industrializados como Reino UnidoFrancia y NoruegaFinlandia bajó su puntaje en las tres disciplinas consideradas, pero sigue entre los 12 primeros.

«Estancamiento educativo»

Entre los peores

  • Chile (lugar 51 con 423 puntos)
  • México (lugar 53 con 413 puntos)
  • Uruguay (puesto 55 con 409 puntos)
  • Costa Rica (lugar 56 con 407 puntos)
  • Brasil (lugar 58 con 391 puntos)
  • Argentina (lugar 59 con 388 puntos)
  • Colombia (lugar 62, con 376 puntos)
  • Perú (último puesto, lugar 65 con 368 puntos)

El informe es elaborado a partir de pruebas de matemáticas, lengua y ciencias hechas a más de 510.000 estudiantes.

La prueba ayuda los países a medir «lo que saben los estudiantes y lo que pueden hacer con sus conocimientos», según dijo al presentar el documento en Londres Andreas Schleicher, asesor especial del secretario general de la OCDE, Ángel Gurría.

Schleicher afirmó que «las comparaciones internacionales no son siempre fáciles y no son perfectas», pero aseguró que la lista ayuda a los países a conocer los progresos conseguidos en otras naciones y a preparar a los niños de cara a un «futuro con éxito».

Las reacciones a la nueva lista no se hicieron esperar.

Vietnam, que participa en las pruebas por primera vez, obtuvo mejores resultados en ciencia y matemáticas que Estados Unidos.

El secretario de Educación estadounidense, Arne Duncan, describió a los resultados como «un retrato del estancamiento educativo».

«Debemos invertir en educación inicial, subir los estándares académicos, hacer que la Universidad sea más accesible para quienes tienen menos recursos y hacer más para reclutar y retener educadores de alto nivel», agregó.

Reacciones en América Latina

Graduados en ShangháiShanghái, el mejor según el informe Pisa.

En Uruguay, que obtuvo los peores resultados desde que adhirió al plan internacional hace una década, el informe culmina lo que los medios describen como «un año muy negativo para la educación pública», caracterizado por paros docentes y altas cifras de repetición que en algunos colegios secundarios alcanzaron más del 57,4% de alumnos no promovidos.

El informe menciona a Brasil y Chile entre los países que mostraron una mejoría en su desempeño en el período estudiado.

Chile está 190 puntos por debajo de Shanghái, lo que implica, según algunos medios, que los alumnos chinos están tres años avanzados en comparación con sus pares.

Juan Pablo Valenzuela, académico del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile, dijo a la prensa local que el país «se demoraría más de 35 años en cerrar la brecha con el resto de los países de la organización, es decir, requeriríamos dos generaciones completas».

El informe señala que los países con mejores resultados ponen énfasis en la selección de los maestros y facilitan la autonomía de los docentes.

El documento también destaca que los escolares «cuyos padres tienen importantes expectativas para su futuro suelen rendir mejor, se sienten más seguros y motivados en la clase».

Colegios pagados superan a la OCDE y municipales quedan bajo el índice regional

CHILE: Resultados de la Prueba PISA reafirman profundo clasismo y segregación del sistema educacional chileno

Por primera vez, Chile lideró el ranking a nivel latinoamericano, en lo que respecta a las notas obtenidas en la Prueba PISA que mide conocimientos de alumnos de 15 años en tres áreas. Sin embargo, las cifras dejaron de manifiesto tremendas diferencias entre estudiantes de establecimientos municipales, particulares subvencionados y privados. La ministra Schmidt reconoció la necesidad de «poner el foco en los alumnos más vulnerables».

Prometedores fueron los resultados que Chile obtuvo en la Prueba PISA, estudio internacional que fue aplicado en 2012 a los escolares de 15 años de 35 países miembros de la OCDE y otras 31 naciones. Los resultados de la prueba fueron dados a conocer este martes y celebrados por las autoridades. “Por primera vez nuestro país alcanzó el primer lugar a nivel de Latinoamérica, evidenciando mejora”, destacó Sebastián Izquierdo, secretario ejecutivo de la Agencia de Calidad. Sin embargo, señaló que “aún estamos a dos promedios de los países OCDE, así que tenemos desafíos muy importantes tanto en equidad como en calidad”.

 

En Matemáticas, Chile logró 423 puntos, 26 más que el promedio regional aunque 71 menos que el promedio OCDE. En Lectura, se logró 441 puntos, 28 más que el resto de Latinoamérica, mientras los miembros de la OCDE promediaron 496. Por último, en Ciencias, nuestro país alcanzó 445 puntos, 56 bajo el promedio de los países desarrollados pero 34 sobre los latinoamericanos.

 

Más allá de estas primeras observaciones, un análisis más en extenso de los resultados de la Prueba PISA pone de manifiesto la importante brecha que existe entre la educación privada y la pública. Según consigna el diario La Segunda, desde la Agencia de Calidad apuntaron a que existe una relación directa entre los resultados y la dependencia administrativa de los colegios de los alumnos evaluados. A esto hay que agregar “las características socioeconómicas”, agregó Izquierdo.

Esto queda en evidencia al observar de cerca las cifras. En Matemáticas, los colegios municipales promediaron los 391 puntos; los particulares subvencionados 430; y los pagados 518 puntos. Esto significa que los primeros quedaron debajo del promedio latinoamericano (397); los segundos, apenas por sobre el promedio chileno (423); y los últimos, muy por encima del promedio OCDE (494).

De igual forma, en Lectura, los municipales sacaron 412 (como el resto de los países latinoamericanos); los subvencionados (449), por sobre el promedio nacional (445); y los privados, 522 puntos (superando el promedio OCDE de 496).

El fenómeno se repite en el caso de la prueba de Ciencias. Los municipales lograron los 414 puntos, superando así el nivel latinoamericano (411); los subvencionados alcanzaron los 453, pasando el promedio chileno de 445; y los pagados alcanzaron los 529 puntos, superando también el promedio OCDE.

“Los municipales están bajo o muy cerca del promedio latinoamericano, los subvencionados sobrepasan el nivel país y los pagados superan los promedios de los países OCDE. El desafío es acordar esa distancia”, señaló Izquierdo.

Al respecto, la ministra de Educación, Carolina Schmidt, afirmó que “tenemos que poner especial esfuerzo y el foco en los alumnos más vulnerables para poder nivelar hacia arriba. En todas partes del mundo existen brechas por nivel socioeconómico, pero en Chile es demasiado alto”.

Written by Eduardo Aquevedo

3 diciembre, 2013 at 22:34

I. Wallerstein: la recuperación económica internacional que no está ocurriendo…

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La mayoría de los políticos y de los expertos tienen interés personal en prometer que vienen tiempos mejores, siempre y cuando se sigan sus consejos en torno a las políticas públicas. Las actuales dificultades económicas mundiales no fueron excepción a esta conducta. Sea que la discusión se enfoque en el desempleo en Estados Unidos, en los rampantes costos de los préstamos estatales en Europa o en las repentinas tasas menguantes en el crecimiento de China, India y Brasil, las expresiones de optimismo por el mediano plazo siguen estando a la orden del día.

Pero ¿qué pasa si esto no es justificado? De vez en cuando irrumpe un poquito de honestidad. El 7 de agosto Andrew Ross Sorkin escribió un artículo en The New York Times, en el cual ofreció una explicación más directa de por qué los inversionistas han abandonado la bolsa de valores: porque ha sido una propuesta de pérdida. Una generación completa de inversionistas no ha ganado ni un céntimo. El 10 de agosto James Mackintosh escribió, de modo semejante, en elFinancial TimesLos economistas han comenzado a aceptar que la Gran Recesión dañó permanentemente el crecimiento. …Los inversionistas son más pesimistas. Y por encima de todo, el New York Times publicó un reportaje el 14 de agosto acerca del costo creciente de operaciones más rápidas, en el cual, muy al fondo del texto, uno puede leer: (los inversionistas) se apartan también de un mercado que casi no ha entregado dividendos en las últimas décadas, debido a las burbujas de activos y a la inestabilidad en la economía global.

En medio de todas las observaciones que afirman que unos cuantos están haciendo increíbles sumas de dinero, ¿cómo puede ser que la bolsa de valores sea una propuesta de pérdida? Durante mucho tiempo la sabiduría básica relacionada con las inversiones era que, en el largo plazo, los dividendos de la bolsa, ajustados a la inflación, eran altos, específicamente más altos que los bonos. Se suponía que esto era la recompensa por asumir los riesgos derivados de la mayor volatilidad de las acciones de la bolsa a corto plazo o inclusive a mediano. Los cálculos varían, pero hablando en general los dividendos de las acciones bursátiles durante el siglo pasado fueron mucho mayores que los de los bonos, suponiendo, por supuesto, que uno se quedaba con las acciones.

Lo que pasa más desapercibido es el hecho de que durante todo ese mismo siglo el nivel de ganancia de las acciones fue más o menos dos veces el incremento en el PIB –algo que ha hecho que algunos cuantos analistas lo califiquen de juego de Ponzi. Resulta que gran parte de esos maravillosos dividendos de las acciones ha ocurrido en el periodo que comenzó a principios de 1970 –la era a la que se conoce como globalización, neoliberalismo y/o financialización.

Pero ¿qué ha ocurrido, de hecho, durante este periodo? Debemos comenzar anotando que el periodo posterior a 1970 vino tras el lapso que hasta el momento es el de mayor expansión de la producción, de la productividad y del valor de la plusvalía global en la historia de la economía-mundo capitalista. Es por esto que los franceses llaman a este periodo los trente glorieuses (los 30 años gloriosos, 1943-1973). En mi lenguaje analítico, ésta fue una fase A de Kondratieff y aquellos que mantuvieron sus acciones durante este periodo lo hicieron muy bien, en efecto. Y también los productores, los trabajadores asalariados y los gobiernos en términos de ingreso. Esto pareció dar una renovada argumentación al capitalismo como sistema-mundo, que llegaba después de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra Mundial, que fue tan vastamente destructiva.

Ah, pero tan buenos tiempos no continuaron, no podían continuar, para siempre. Simplemente porque la expansión de la economía-mundo se basó en algunos cuasi monopolios en las así llamadas industrias líder, que duraron lo que duraron hasta que las minaron competidores que finalmente pudieron acceder al mercado mundial. La competencia mayor redujo los precios (su virtud) –pero también su rentabilidad (su vicio). La economía-mundo entró en un prolongado estancamiento durante 30 o 40 años (1970-2012+) que no fueron tampoco gloriosos. Este periodo está marcado por un endeudamiento creciente (de más o menos todo mundo), desempleo creciente a escala global y retirada creciente de muchos, tal vez la mayoría de los inversionistas, de la bolsa de valores a la seguridad de los mercados de bonos –siendo los más notables los Bonos del Tesoro estadunidenses.

Los Bonos del Tesoro han sido seguros o más seguros, por supuesto, pero no muy rentables, excepto para un siempre más pequeño grupo de bancos y fondos de cobertura que manipularon las operaciones financieras en todo el mundo –sin producir valor alguno. Entonces, esto nos trajo a donde estamos ahora: a un mundo increíblemente polarizado, con salarios reales significativamente por debajo de sus picos de 1970 (pero aún por encima de los puntos más bajos de la década de 1940) y el ingreso del gobierno también está muy bajo. Una crisis de deuda tras otra empobrecieron un segmento del sistema-mundo tras otro. Y como resultado, lo que conocemos como demanda efectiva se ha ido secando en todo el planeta, que es a lo que Sorkin se refiere cuando dice que el mercado ya no es atractivo como fuente de ganancias con las cuales acumular capital.

Bueno, podría decirse, al menos están los así llamados países emergentes, que han estado mejorando conforme Estados Unidos y Europa occidental se meten en problemas más y más grandes. La lista es larga y consecutiva. Incluye primero a Japón, luego a Corea del Sur y Taiwán, luego a Europa del sur e Irlanda, después al BRIC (especialmente China, India y Brasil), luego a Turquía e Indonesia, y ahora (eso argumentan) a varios estados africanos. El conflicto es que resulta que casi todos éstos se han desempeñado bien sólo temporalmente y después comenzaron a meterse en problemas.

El núcleo del dilema es una de las contradicciones fundamentales del sistema. Lo que maximiza el ingreso para los más eficientes jugadores en el corto plazo (los incrementos en los márgenes de ganancia) exprime a los compradores en el largo plazo. Y mientras más y más personas y zonas se involucran plenamente a la economía-mundo, hay menos y menos margen para los ajustes o la renovación, y los inversionistas, los consumidores y los gobiernos enfrentan opciones más y más imposibles.

Recordemos que la tasa de rendimiento durante el siglo pasado era de dos veces el incremento del PIB. ¿Puede esto replicarse una segunda vez? Es difícil imaginar, no sólo para mí. Parece que igual le parece a la mayoría de los inversionistas potenciales en el mercado. Esto crea un constreñimiento que vemos exhibido todos los días en Estados Unidos, en Europa y pronto en las economías emergentes. El nivel de deuda es muy alto para mantenerlo.

Así, por un lado, hay un poderoso llamado político a la austeridad, pero la austeridad significa, en efecto, recortar los beneficios existentes (como las pensiones, el nivel de asistencia en salud, los gastos en educación) y recortar también el papel que tienen los gobiernos en garantizar estos beneficios. Y si casi toda la gente tiene menos, obviamente gasta menos, y la gente que vende encuentra menos gente que compra –es decir, menos demanda efectiva. Así, la producción se hace menos rentable (rendimientos de las acciones) y los gobiernos son más pobres aun.

Es un círculo vicioso y no hay un modo fácil o aceptable para salirse. Tal vez no hay ninguna salida. Esto es algo que algunos de nosotros hemos estado llamando la crisis estructural de la economía-mundo capitalista. Conduce a fluctuaciones caóticas (y bastante locas) conforme el sistema se bifurca, y nos hallamos en una prolongada y fiera lucha en torno a qué clase de sistema va a suceder al que estamos metidos.

Los políticos y los expertos prefieren no enfrentar esta realidad y las opciones que les impone. Aun un realista como el señor Sorkin termina su análisis expresando la esperanza de que la economía recibirá una inyección en el brazo y que el público tendrá fe en el largo plazo. Si ustedes creen que eso será suficiente son el colmo de lo crédulo.

Traducción: Ramón Vera Herrera

http://www.jornada.unam.mx/2012/08/19/index.php?section=opinion&article=026a1mun

I. Wallerstein: La lucha mundial de clases y la geografía de la protesta…

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La lucha mundial de clases: la geografía de la protesta
Immanuel Wallerstein
 
 
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                                      Protesta de estudiantes canadienses, ayer en MontrealFoto Reuters

 
 
Cuando son buenos los tiempos, y la economía-mundo se expande en términos de nueva plusvalía producida, la lucha de clases se acalla. Nunca desaparece, pero en tanto exista un bajo nivel de desempleo y los ingresos reales de los estratos más bajos suban, aunque sólo sea en pequeñas cantidades, los arreglos sociales son la orden del día.
 

Pero cuando se estanca la economía-mundo y el desempleo real se expande considerablemente, esto significa que el pastel total se encoge. La cuestión entonces resulta ser quién cargará el peso del encogimiento –dentro de cada país y entre países. La lucha de clases se torna aguda y tarde o temprano conduce a un conflicto abierto en las calles. Esto es lo que ha estado ocurriendo en el sistema-mundo desde la década de 1970 y del modo más dramático desde 2007. Hasta ahora, el estrato más alto (el uno por ciento) se ha aferrado a su tajada, de hecho la ha incrementado. Esto necesariamente significa que la tajada del 99 por ciento se ha encogido.

La lucha por las asignaciones gira primordialmente en torno a dos aspectos del presupuesto global: los impuestos (cuánto y para quiénes) y la red de seguridad para el resto de la población (gastos en educación, salud, y garantías para un ingreso de por vida). No hay país en el mundo donde esta lucha no esté ocurriendo. Pero estalla en algunos países con más violencia que en otros –debido a su localización en la economía-mundo, a su demografía interna, y debido a su historia política.

Una aguda lucha de clases hace surgir, para todos, la pregunta de cómo manejarla políticamente. Los grupos en el poder pueden reprimir duramente los disturbios populares, y muchos lo hacen. O, si los disturbios son muy fuertes para los mecanismos represivos, pueden intentar cooptar a los manifestantes fingiendo unirse a ellos y así limitar el cambio real. O hacen ambas cosas: intentan primero la represión y si ésta falla, cooptan a la gente.

Los manifestantes también enfrentan un dilema. Comienzan siempre con un grupo valeroso relativamente pequeño. Necesitan persuadir a un grupo más grande (que es mucho más tímido políticamente) que se les una, si es que han de impresionar a los grupos que detentan el poder. Esto no es fácil pero puede ocurrir. Sucedió en Egipto en la plaza Tahrir en 2011. Ocurrió con el movimiento Occupy en Estados Unidos y Canadá, Ocurrió en Grecia en las últimas elecciones. Ocurrió en Chile en las huelgas estudiantiles que han perdurado. Y en este momento parece ocurrir de un modo espectacular en Quebec.

Pero cuando ocurre, ¿entonces qué? Hay algunos manifestantes que desean expandir sus estrechas demandas iniciales hacia demandas fundamentales de mayor amplitud y deconstruir el orden social. Y hay otros, siempre hay otros, que están listos para sentarse con los grupos en el poder para negociar algún arreglo.

Cuando los grupos en el poder reprimen, con mucha frecuencia avivan las flamas de la protesta. Pero muchas veces la represión funciona. Cuando no funciona y los grupos en el poder hacen arreglos y cooptan, a veces son capaces de neutralizar políticamente a los manifestantes. Esto es lo que parece haber ocurrido en Egipto. Las recientes elecciones conducen a una segunda ronda entre dos candidatos, ninguno de los cuales apoyó la revolución de la plaza Tahrir –uno es el último primer ministro del depuesto presidente Hosni Mubarak, y el otro es un líder de la Hermandad Musulmana cuyo objetivo primordial es instituir la sharia en la ley egipcia y no implementar las demandas de aquéllos que estuvieron en la plaza Tahrir. El resultado es una cruel opción para el aproximado 50 por ciento que no votó en la primera ronda por ninguno de los dos que contaron con la mayor pluralidad de votos. Esta desafortunada situación, resultó de que los votantes pro plaza Tahrir dividieron sus votos entre dos candidatos con antecedentes algo diferentes.

¿Qué habremos de pensar de todo esto? Parece existir una geografía de la protesta que cambia rápida y constantemente. Salta aquí y luego es reprimida, cooptada, o se agota. Y tan pronto como esto ocurre, salta en otra parte, donde de nuevo se le reprime, se le coopta o se agota. Y luego salta en un tercer lugar, como si por todo el mundo fuera irreprimible.

Es irreprimible por una simple razón. El apretón a los ingresos mundiales es real, y no parece que vaya a desaparecer. La crisis estructural de la economía-mundo capitalista hace inoperantes las soluciones convencionales a las caídas económicas, no importa qué tanto nuestros expertos y políticos nos aseguren que hay un nuevo periodo de prosperidad asomándose en el horizonte.

Vivimos en una situación mundial caótica. Las fluctuaciones en todo son vastas y rápidas. Esto se aplica también a la protesta social. Esto es lo que miramos conforme la geografía de la protesta se altera constantemente. Ayer fue la plaza Tahrir en El Cairo, las marchas masivas desautorizadas con sartenes y cacerolas en Montreal hoy, y en alguna otra parte (probablemente sorpresiva) mañana.

Traducción: Ramón Vera Herrera/LA J0RNADA

© Immanuel Wallerstein

P. Krugman: el (desastroso) programa de la austeridad…

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Recortar el gasto mientras la economía está en recesión es una estrategia contraproducente

3 JUN 2012 – 01:00 CET242
 
 
                         Protestas ante el Parlamento británico contra el presupuesto / Paul Hackett (Reuters)
 
 

"El auge económico, y no la crisis, es el momento adecuado para la austeridad”. Eso afirmaba John Maynard Keynes hace 75 años, y tenía razón. Aun cuando se tenga un problema de déficit a largo plazo —¿y quién no lo tiene?—, recortar drásticamente el gasto mientras la economía está profundamente deprimida es una estrategia contraproducente porque no hace más que agravar la depresión.

¿Y por qué el Reino Unido está haciendo exactamente lo que no debería hacer? A diferencia de los Gobiernos de, por ejemplo, España o California, el Gobierno británico puede adquirir préstamos con total libertad a unos tipos de interés más bajos que nunca. Así que, ¿por qué el Gobierno está reduciendo drásticamente la inversión y eliminando cientos de miles de puestos de trabajo en el sector público en vez de esperar a que la economía sea más fuerte?

En los últimos días he planteado esa pregunta a algunos defensores del Gobierno del primer ministro David Cameron, unas veces, en privado, y otras, en la televisión. Y todas esas conversaciones han seguido la misma pauta: han empezado con una mala metáfora y han terminado con la revelación de los motivos ocultos.

La mala metáfora —que seguramente habrán escuchado muchas veces— equipara los problemas de deuda de una economía nacional con los problemas de deuda de una familia individual. Una familia que ha asumido una deuda excesiva, cuenta la historia, debe apretarse el cinturón. De modo que si el Reino Unido en su conjunto ha asumido una deuda excesiva (cosa que ha hecho, aunque es, en su mayoría, deuda privada, más que pública), ¿no debería hacer lo mismo? ¿Qué tiene de malo esta comparación?

La respuesta es que una economía no es como una familia endeudada. Nuestra deuda es en su mayoría dinero que nos debemos unos a otros; y lo que es aún más importante, nuestros ingresos provienen principalmente de lo que nos vendemos unos a otros. Sus gastos son mis ingresos y mis gastos son sus ingresos.

¿Y qué pasa si todo el mundo simultáneamente reduce drásticamente el gasto en un intento de pagar lo que debe? La respuesta es que los ingresos de todo el mundo se reducen; mis ingresos disminuyen porque ustedes están gastando menos, y sus ingresos disminuyen porque yo estoy gastando menos. Y, a medida que nuestros ingresos se hunden, nuestro problema de deuda se agrava, no mejora.

Esto no es nada nuevo. El gran economista estadounidense Irving Fisher ya lo explicó allá por 1933, y resumió lo que él llamaba “deflación de la deuda” con el conciso y expresivo eslogan: “Cuanto más pagan los deudores, más deben”. Los acontecimientos recientes, sobre todo la mortal espiral de la austeridad en Europa, han ilustrado de manera trágica la verdad de las ideas de Fisher.

Y hay una moraleja clara en esta historia: cuando el sector privado intenta desesperadamente pagar lo que debe, el sector público debería hacer lo contrario, y gastar cuando el sector privado no puede o no quiere. Desde luego que debemos equilibrar nuestro presupuesto una vez que la economía se haya recuperado, pero no ahora. La expansión, y no la crisis, es el momento adecuado para la austeridad

Como ya he dicho, esto no es nada nuevo. Así que ¿por qué tantos políticos insisten en aplicar medidas de austeridad durante la crisis? ¿Y por qué no cambian de estrategia ni siquiera cuando la experiencia confirma las lecciones de la teoría y la historia?

Bueno, aquí es donde la cosa se pone interesante. Porque cuando uno presiona a los defensores de la austeridad haciéndoles ver lo malo de su metáfora, casi siempre se refugian en afirmaciones como: “Pero es esencial que reduzcamos el tamaño del Estado”.

Ahora bien, estas afirmaciones suelen ir acompañadas de aseveraciones sobre que la propia crisis económica demuestra la necesidad de reducir el Estado. Pero eso es manifiestamente falso. Fíjense en los países europeos que han capeado mejor el temporal y, en lo alto de la lista, encontrarán naciones con grandes Estados como Suecia o Austria.

Y si se fijan, por otro lado, en los conservadores del país admirados antes de la crisis, encontrarán que George Osborne, ministro de Economía y Hacienda del Reino Unido y arquitecto de la actual política económica del país, describe Irlanda como “un magnífico ejemplo del arte de lo posible”. Mientras tanto, el Instituto Cato elogia los bajos impuestos de Islandia y espera que otros países industrializados “aprendan del éxito de Islandia”.

Así que la defensa de la austeridad en el Reino Unido no tiene en realidad nada que ver con los déficits; tiene que ver con usar el pánico al déficit como excusa para desmantelar programas sociales. Y esto es, por supuesto, exactamente lo mismo que ha estado pasando en EE UU.

Para ser justos con los conservadores del Reino Unido, no son tan toscos como sus homólogos estadounidenses. No claman contra los males de los déficits para, acto seguido, exigir enormes reducciones de impuestos para los ricos (aunque, de hecho, el Gobierno de Cameron ha rebajado considerablemente los tipos impositivos más altos). Y, en general, parecen menos decididos que la derecha estadounidense a ayudar a los ricos y castigar a los pobres. Aun así, la dirección de la política es la misma; y también la esencial falta de sinceridad de los llamamientos a favor de la austeridad.

La gran pregunta aquí es si la evidente incapacidad de la austeridad para producir una recuperación económica conducirá a un plan B. Es posible. Pero sospecho que, aun cuando se anuncie dicho plan, no supondrá gran cosa. Porque la recuperación económica nunca ha sido el objetivo; la defensa de la austeridad siempre ha pretendido utilizar la crisis, no resolverla. Y sigue siendo así. J

Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y Premio Nobel 2008.

(c) New York Times Service 2012.

Traducción de News Clips.

Written by Eduardo Aquevedo

4 junio, 2012 at 0:26

El ideario neoliberal en la era de la superchería…

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El ideario neoliberal en la era de la superchería
Alejandro Nadal, en La Jornada, Mexico

La crisis en Europa ha atravesado varias etapas y ahora ha llegado la fase de la discusión política. Es la fase que más temen el establishment, el sistema bancario y las grandes corporaciones y centros de poder. Se nota en la prensa internacional de negocios. Esta es la etapa más importante porque en ella se abre la controversia política y los pueblos comienzan a deliberar sobre su futuro. Recuperan la palabra, la conciencia histórica y piensan su destino. Al poder establecido le repugna este momento democrático y buscará distorsionarlo y corromperlo de mil maneras.

Cuando la crisis comenzó con el colapso inmobiliario en Estados Unidos, la economía europea fue la primera en sufrir el coletazo. La bursatilización de activos tóxicos estadounidenses había sido el medio de contagio en el sistema bancario y financiero europeo. El primer síntoma fue el colapso de los bancos BNP Paribas (septiembre 2007) y Northern Rock (nacionalizado en febrero 2008). El congelamiento en el mercado de dinero interbancario hizo lo demás: la correa de transmisión condujo a una caída en la inversión y la demanda final. La corrosión en el sector financiero fue seguida de un freno en la actividad de la economía real (no financiera).

La segunda fase de la crisis arranca con la caída en el nivel de actividad y la reducción en los ingresos tributarios. Al mismo tiempo, la coordinación en el seno del G-20 llevó a un aumento en el gasto público para estimular la economía y mitigar el efecto de la caída en la demanda agregada. La contracción en los ingresos tributarios y la expansión en el gasto público se combinaron para incrementar fuertemente el déficit fiscal. Y como la arquitectura de la unión monetaria impide al Banco central europeo (BCE) financiar a los gobiernos de la zona euro, no quedó más remedio que acudir a los mercados financieros, en cuyas aguas los tiburones están cebados. Por eso esta segunda etapa de la crisis se presenta para muchos como una crisis de endeudamiento de los gobiernos. Pero esa no es su verdadera naturaleza.

La evolución de la crisis no es lineal. Las diversas caras de la crisis coexisten: la nacionalización de Bankia en España confirma que el sistema bancario en Europa está dañado y tendrá que seguir en cuidados intensivos. La primera fase de la crisis no pasó en vano, y la austeridad no sólo no arregla nada sino que agrava las cosas. La restricción fiscal ya condujo a la recesión y ahora viene la movilización política para evitar que los daños lastimen a la población europea.

Mucho se ha escrito sobre el triste estado de la teoría económica convencional. No pudo prever la crisis porque es esencialmente un discurso ideológico y para hacer la apología del régimen neoliberal lo que menos se quería era hablar de la inestabilidad intrínseca del capitalismo. Confrontada con el fenómeno del desempleo esa misma teoría estándar siempre insistió en que la culpa la tenían los sindicatos y cualquier forma de protección laboral. Es el mito de la rigidez de precios que sigue siendo el arma predilecta de propaganda política neoliberal.

Por eso, pasada la primera sorpresa los portavoces del poder neoliberal recuperaron la iniciativa y relanzaron su discurso en contra del gasto público y a favor de las reformas estructurales. El neoliberalismo reconoció rápido la oportunidad para una nueva guerra contra el estado de bienestar. La contraseña en esta nueva ofensiva es la palabra austeridad. Los economistas saben desde hace mucho tiempo que aplicar un régimen de austeridad en una contracción económica es la mejor receta para hundir una economía en una depresión. Pero aquí no importa que el diagnóstico sea equivocado y que la medicina de la austeridad esté contraindicada. Los poderes en la Unión Europea, en el BCE y en el Fondo monetario internacional (FMI) sólo piensan en rescatar el programa neoliberal.

El castigo contra los pueblos de Grecia, España, Portugal e Italia muestra claramente la naturaleza podrida de su proyecto. A los poderes establecidos no les interesa la democracia, ni los ciudadanos de la Unión Europea. El pueblo es material gastable porque lo único que cuenta en este momento es salvar el proyecto neoliberal.

De cara a las elecciones del 17 de junio, Alexis Tsipras, dirigente de la formación de izquierda radical Syriza, tiene razón al señalar que el fundamento de Europa es la democracia y la solidaridad, no un pacto organizado alrededor de los dogmas de la austeridad fiscal y la estabilidad de precios. No hay que equivocarse, ésta es la crisis de un modelo económico basado en la especulación y la explotación, no la crisis del estado de bienestar. La lucidez de los pueblos acabará con la superchería neoliberal. La moneda única debe tener otro fundamento y, en todo caso, no se va a salvar con el dogma de la austeridad neoliberal y la destrucción del estado de bienestar en Europa. En América y en Europa, una nueva economía debe construirse sobre las ruinas del proyecto neoliberal

Written by Eduardo Aquevedo

23 mayo, 2012 at 14:33

I. Wallerstein: Elecciones europeas: ¿se sostiene el centro?…

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Elecciones europeas: ¿se sostiene el centro?
Immanuel Wallerstein
en La Jornada, México
En los sistemas parlamentarios occidentales, las elecciones siempre tienen que ver con el centro. La situación estándar es aquélla en que hay dos partidos dominantes –uno situado un poco hacia la derecha del centro y otro un poco hacia la izquierda del centro. Hay diferencias entre las políticas que estos partidos emprenden cuando están en el cargo, pero hay enormes similitudes. La elección nunca refleja una división política profunda. Más bien se trata de recentrar el centro –que debe considerarse el punto de apalancamiento en el subibaja entre partidos.

Es más rara la situación donde se repudia el centro, y por tanto hay un repudio de los dos partidos principales que giran en torno al centro. Un resultado así arroja la política nacional a trastornos importantes, y en también tiene un impacto considerable fuera del país.

Las recientes elecciones en Francia y Grecia ilustran bien estas dos situaciones. En Francia, los socialistas derrotaron a la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP) y de hecho han recentrado el centro. En la situación caótica mayor del sistema-mundo, y particularmente en aquélla de la Unión Europea, recentrar el centro en Francia tendrá un gran impacto. Pero no esperemos que las políticas reales de François Hollande sean radicalmente diferentes de las de Nicolas Sarkozy.

En Grecia ocurrió justo lo contrario. El centro fue repudiado de un modo dramático. Ambos partidos principales –el conservador Nueva Democracia y el Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok)– perdieron más de la mitad de los votos que tenían normalmente. El total combinado de ambos pasó de ser dos tercios de la votación, a un tercio. Pasok incluso quedó reducido a un tercer lugar, desplazado por una coalición de partidos más a la izquierda, la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), que fue considerada, en general, la gran ganadora de los comicios.

El punto básico de las elecciones fue el programa de austeridad impuesto a Grecia por las fuerzas exteriores –sobre todo y sin inmutarse, por Alemania. Todos los partidos excepto los dos partidos importantes tradicionales llamaron a repudiar las medidas de austeridad. El dirigente de Syriza, Alexis Tsirpas, aseguró que los resultados de la elección hacían nulo e inválido el compromiso con el plan de austeridad.

¿Qué ocurrirá en los próximos meses? Después de que los tres partidos con la mayoría de los votos en Grecia –Nueva Democracia, Syriza y Pasok– no pudieron formar un gobierno, todo se mueve hacia unas nuevas elecciones. Syriza podría incluso ser el primero, en la siguiente vuelta. Dado que el gobierno griego no recibirá más asistencia, deberá recurrir a préstamos de cajón. El ministro de relaciones exteriores alemán ya amenazó con expulsarlos de la eurozona. Sin embargo, no hay modo legal de hacer esto. Y dado que el público griego parece pensar que salirse de la zona no va a resolver nada y probablemente empeore las cosas, la situación llegará a un punto muerto. Los griegos sufrirán enormemente. Pero también sufrirán muchos bancos europeos y también la población alemana, aunque hasta ahora no esté consciente de ello.

En tanto, habrá nuevas elecciones en Francia para la legislatura. Los observadores predicen una victoria socialista, con un contingente significativo del equivalente francés de Syriza, el Frente de Izquierda. La única posición clara de Hollande es que el crecimiento de Europa debe tener prioridad por sobre la austeridad –un desafío directo a la actual posición alemana. Así que el centro se recentrará más hacia la izquierda.

Los alemanes están ahora bajo una presión enorme. Hay un descontento interno que conduce a pérdidas electorales para el partido de la canciller Merkel, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), y su asociada, la coalición neoliberal, el Partido Democrático Liberal (FDP). Los otros partidos social-demócratas de Europa se han animado por la victoria de Hollande para moverse algo hacia la izquierda. Los dos partidos conservadores en la coalición gubernamental italiana han sufrido pérdidas severas en las elecciones municipales de mayo. Hay también, cosa extraña e importante, presión de Estados Unidos hacia Alemania, para que se mueva en la dirección en que Hollande empuja.

Los alemanes podrían resistirse a todo esto, hasta el 31 de mayo, día del referendo irlandés. El gobierno irlandés fue el único miembro de la zona del euro que accedió al tratado de austeridad en que insistió Merkel, con el respaldo de Sarkozy, tras la realización de un referendo. Las encuestas han estado mostrando que la definición de los resultados sería difícil, pero el gobierno irlandés se había sentido confiado en que podía ganar un voto aprobatorio. La victoria de Hollande puede ahora hacer cambiar de opinión a los votantes suficientes como para que el voto irlandés sea negativo, en cuyo caso el tratado de autoridad se invalidaría. Esto socavaría la posición alemana mucho más que el repudio griego del centro.

Entonces, ¿qué pasará? La clave es lo que ocurre en la vida política alemana. Angela Merkel, como cualquier buena líder política, intenta ver en que dirección sopla el viento. Su lenguaje por tanto ya comienza a evolucionar. En secreto tal vez acepta bien la presión externa para hacer lo que, desde el estrecho punto de vista alemán, es lo sensato y así apuntalar la compra de poder (para los bienes alemanes, entre otras cosas) en el resto de la Unión Europea.

Si Alemania se mueve en esa dirección, el euro y la zona del euro sobrevivirán, y seguirán siendo un actor importante (aunque contenido) en el escenario geopolítico. A escala mundial, el recentramiento de la totalidad de Europa, sin embargo, no se volverá un status quo pero acelerará realineamientos geopolíticos inevitables. No obstante, el recentramiento alemán ayudará a Europa a resistir mejor el siguiente tsunami que significa el colapso de fondos soberanos y del dólar como divisa de reserva.

El mundo entero nada en aguas picadas. Alemania puede pronto unirse a la lista de Estados que comienzan a entender cómo navegar en medio del caos. Los gobiernos inflexibles son su propio peor enemigo.

Traducción: Ramón Vera Herrera, LA JORNADA, MX

© Immanuel Wallerstein

Written by Eduardo Aquevedo

20 mayo, 2012 at 14:04

Atacar a Irán sería una locura; no la descarten, por R. Fisk…

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Robert Fisk, The Independent
 

Si en verdad Israel ataca a Irán este año, será una chifladura peor de lo que piensan sus enemigos. Cierto, Majmud Ajmadineyad es un orate, pero también lo es Avigdor Lieberman, quien parece ser el ministro israelí del Exterior. Tal vez los dos quieren intercambiar favores. Pero, ¿por qué los israelíes desearían bombardear Irán y así poner sus cabezas bajo la furia del Hezbolá libanés y de Hamás al mismo tiempo? Junto con Siria, sin duda. Para no mencionar que absorberían a Europa oriental y Estados Unidos al mismo torneo de tiro.

Tal vez es porque llevo 36 años viviendo en Medio Oriente, pero algo me huele mal. Leon Panetta, nada menos que el secretario estadunidense de la Defensa, advierte que Israel podría atacar. Lo mismo dice CNN –sería difícil encontrar algo más maloliente–, y hasta el viejo David Ignatius, quien hace una o dos décadas dejó de ser corresponsal en Medio Oriente, nos advierte lo mismo, recogido, como de costumbre, de sus fuentes israelíes

Ya me esperaba algo así cuando la semana pasada revisé The New York Times Magazine –no es un anuncio, no quisiera que los lectores de The Independent quemaran sus energías en esas cursilerías– y leí la advertencia de un analista israelí (todavía intento descubrir lo que es un analista), Ronen Bergman, del periódico Yedioth Ahronoth.

He aquí la pieza, lo más cercano a un guión propagandístico: Luego de hablar con muchos (sic) altos líderes y jefes (sic de nuevo) israelíes de la inteligencia y la milicia, he llegado a creer que Israel sí atacará a Irán en 2012. Tal vez en la pequeña y cada vez más estrecha ventana que queda, Estados Unidos escogerá intervenir a final de cuentas, pero desde la perspectiva israelí no hay mucha esperanza de que lo haga. Más bien existe esa mezcla peculiarmente israelí de temor y tenacidad, la fiera convicción, cierta o falsa, de que sólo los israelíes pueden en última instancia defenderse a sí mismos.

Por principio de cuentas, cualquier periodista que predice un ataque israelí a Irán pone la cabeza bajo la guillotina. Pero sin duda cualquier periodista digno de ese nombre –y hay muchos de ésos en Israel– se haría esta pregunta: ¿para quién trabajo? ¿Para mi periódico, o mi gobierno?

Panetta, quien mintió a los soldados de su país en Irak al decirles que estaban allí a causa del 11-S, debería abstenerse de entrar en este juego. Lo mismo CNN. De Ignatius prefiero olvidarme. Pero, ¿qué hay en todo esto? Nueve años después de invadir Irak –una aventura de enorme éxito, nos siguen diciendo– porque Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva, nos preparamos para aplaudir a Israel cuando bombardee Irán a causa de unas armas de destrucción masiva todavía más improbables.

No dudo que a los pocos segundos de oír la noticia, los grotescos redactores de discursos de Barack Obama estarán sufriendo por encontrar las palabras correctas para apoyar tal ataque. Si Obama es capaz de abandonar el respaldo a la libertad y a la categoría de Estado para los palestinos con tal de lograr su relección, sin duda podrá apoyar la agresión israelí con la esperanza de que eso le permita mantenerse en la Casa Blanca.

Sin embargo, si misiles iraníes comienzan a estrellarse en naves de guerra estadunidenses en el golfo –para no hablar de sus bases militares en Afganistán–, los redactores de discursos tendrán mucho más trabajo. Así que por lo menos esperemos que los británicos y los franceses no se involucren.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

Written by Eduardo Aquevedo

6 febrero, 2012 at 0:26

P. Krugman: el desastre de la austeridad…

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PAUL KRUGMAN 31/01/2012

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La semana pasada, el Instituto Nacional de Investigación Económica y Social, una fundación británica, publicó un gráfico alarmante que comparaba la depresión actual con recesiones y recuperaciones anteriores. Resulta que según un indicador importante -los cambios en el Producto Interior Bruto (PIB) desde que empezó la recesión- a Reino Unido le está yendo peor esta vez de lo que le fue durante la Gran Depresión. Tras cuatro años de depresión, el PIB británico había vuelto a alcanzar su máximo anterior; cuatro años después de que empezara la Gran Recesión, Reino Unido no está ni mucho menos cerca de recuperar el terreno perdido.

Muchos economistas han olvidado deliberadamente las lecciones del pasado

Reino Unido tampoco es la única. A Italia también le está yendo peor que durante la década de 1930, y con España dirigiéndose claramente hacia una doble recesión, tenemos a tres de las cinco grandes economías europeas como miembros del club de los "peores que". Sí, existen algunas salvedades y complicaciones, pero esto constituye, no obstante, un asombroso fracaso de la política.

Y es un fracaso, concretamente, de la doctrina de austeridad que ha predominado en el debate político de las élites tanto en Europa como, en gran medida, en Estados Unidos durante los dos últimos años.

Y bien, en cuanto a esas salvedades: por una parte, el paro en Reino Unido era mucho más elevado en la década de 1930 de lo que lo es ahora, porque la economía británica estaba deprimida -principalmente por culpa de un regreso desacertado al patrón oro- incluso antes de que estallara la depresión. Y por otra parte, Reino Unido sufrió una depresión muy llevadera en comparación con la de Estados Unidos.

Incluso así, superar el historial de la década de 1930 no debería ser un reto difícil. ¿Acaso no hemos aprendido muchas cosas sobra la gestión económica a lo largo de los 80 últimos años? Sí, así ha sido, pero en Reino Unido y en otros lugares, la élite política decidió tirar por la ventana los conocimientos obtenidos a duras penas y confiar en cambio en ilusiones que le convinieran desde un punto de vista ideológico.

Se creía que Reino Unido, en concreto, era un modelo de "austeridad expansionista", la idea de que, en vez de aumentar el gasto del Gobierno para luchar contra las recesiones, hay que recortarlo, y que esto induciría un crecimiento económico más rápido. "Los que sostienen que ocuparse de nuestro déficit y fomentar el crecimiento son de alguna manera alternativas se equivocan", declaraba David Cameron, el primer ministro británico. "No puedes aplazar lo primero para impulsar lo segundo".

¿Cómo podía prosperar la economía cuando el desempleo ya era elevado y las políticas del Gobierno estaban reduciendo directamente el empleo más todavía? ¡La confianza! "Creo firmemente", manifestaba Jean-Claude Trichet -que por aquel entonces era el presidente del Banco Central Europeo y un firme partidario de la doctrina de la austeridad expansionista- "que, en la coyuntura actual, las políticas que impulsen la confianza acelerarán la recuperación económica en vez de obstaculizarla, porque la confianza es el factor clave hoy en día".

Semejantes invocaciones al hada de la confianza nunca fueron plausibles; los investigadores del Fondo Monetario Internacional y de otras instituciones desacreditaron rápidamente la supuesta prueba de que los recortes en el gasto crean empleo. Sin embargo, la gente influyente a ambos lados del Atlántico colmó de elogios a los profetas de la austeridad, y a Cameron en especial, porque la doctrina de la austeridad expansionista encajaba con sus programas ideológicos.

Por tanto, en octubre de 2010, David Broder, quien prácticamente encarnaba la opinión común, alabó a Cameron por su audacia, y en concreto por "no hacer caso de las advertencias de los economistas de que una medicina repentina y fuerte podría frenar en seco la recuperación económica y volver a sumir al país en la recesión". Más tarde, instó al presidente Barack Obama a "hacer una cameronada" y llevar a cabo "una reducción drástica del Estado de bienestar ya mismo".

Sin embargo, por extraño que parezca, esas advertencias de los economistas resultaron ser totalmente acertadas. Y tenemos bastante suerte de que Obama no hiciera, de hecho, una cameronada.

Lo que no quiere decir que todo vaya bien en la política estadounidense. Es cierto que el Gobierno ha evitado una austeridad total, pero los gobiernos estatales y locales, que deben tener unos presupuestos más o menos equilibrados, han recortado el gasto y el empleo a medida que se acababa la ayuda federal, y eso ha sido un lastre importante para el conjunto de la economía. Sin esos recortes del gasto, ya podríamos haber estado en la senda del crecimiento autosostenible; tal y como están las cosas, la recuperación pende de un hilo.

Y puede que el continente europeo, donde las políticas de austeridad están teniendo el mismo efecto que en Reino Unido y donde muchos indicios apuntan a una recesión este año, nos lleve por mal camino.

Lo más exasperante de esta tragedia es que era totalmente innecesaria. Hace un siglo, cualquier economista -o, de hecho, cualquier estudiante universitario que hubiese leído el libro de texto Economía, de Paul Samuelson- les podría haber dicho que la austeridad frente a una depresión era una idea muy mala. Pero los que elaboran las políticas, los expertos y, siento decirlo, muchos economistas decidieron, en gran parte por razones políticas, olvidar lo que solían saber. Y millones de trabajadores están pagando el precio de su amnesia deliberada.

Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008. © 2012 New York Times News Service. Traducción de News Clips.

El desastre de la austeridad · ELPAÍS.com.

Written by Eduardo Aquevedo

31 enero, 2012 at 4:56

J. Stiglitz: la economía mundial y los peligros de 2012…

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JOSEPH E. STIGLITZ 22/01/2012

 

El año 2011 será recordado como la época en que muchos estadounidenses que siempre habían sido optimistas comenzaron a renunciar a la esperanza. El presidente John F. Kennedy dijo una vez que la marea alta eleva todos los botes. Pero ahora, con la marea baja, los estadounidenses no solo comienzan a ver que quienes tienen mástiles más altos han sido elevados mucho más, sino que muchos de los botes más pequeños han sido destrozados por el agua.

El compromiso pragmático con el crecimiento de Asia destaca frente a las equivocadas políticas occidentales, mezcla de ideología e intereses creados

En ese breve momento en que la marea creciente estaba, efectivamente, subiendo, millones de personas creyeron que tenían buenas probabilidades de cumplir su «sueño americano». Ahora también esos sueños están retirándose. En 2011, los ahorros de quienes habían perdido sus empleos en 2008 o 2009 ya se habían gastado. El seguro de desempleo se había terminado. Los titulares que anunciaban nuevas contrataciones -aún insuficientes para incorporar a quienes habitualmente se suman a la fuerza laboral- significaban poco para cincuentones con pocas ilusiones de volver a tener un empleo.

De hecho, las personas de mediana edad que pensaron que estarían desempleadas por unos pocos meses se han dado cuenta a esta altura de que, en realidad, fueron jubiladas a la fuerza. Los jóvenes graduados universitarios con decenas de miles de dólares de deuda en créditos educativos no podían encontrar ningún empleo. La gente se mudó a las casas de sus amigos y los parientes se han convertido en sin techo. Las casas compradas durante la burbuja inmobiliaria aún están en el mercado, o han sido vendidas con pérdidas. Más de siete millones de familias estadounidenses han perdido sus hogares.

El oscuro punto vulnerable de la burbuja financiera de las décadas anteriores también ha quedado completamente expuesto en Europa. Los titubeos por Grecia y la devoción de los Gobiernos nacionales por la austeridad comenzaron a implicar una pesada carga el año pasado. Italia se contagió. El desempleo español, que se había mantenido cerca del 20% desde el comienzo de la recesión, trepó aún más. Lo impensable -el fin del euro- comenzó a verse como una posibilidad real.

Este año parece encaminado a ser aún peor. Es posible, por supuesto, que Estados Unidos solucione sus problemas políticos y adopte finalmente las medidas de estímulo que necesita para reducir el desempleo al 6% o al 7% (el nivel previo a la crisis del 4% o el 5% es demasiado pedir). Pero esto es tan poco probable como que Europa se dé cuenta de que la austeridad por sí misma no resolverá sus problemas. Por el contrario, la austeridad solo exacerbará la desaceleración económica. Sin crecimiento, la crisis de la deuda -y la crisis del euro- solo empeorará. Y la larga crisis que comenzó con el colapso de la burbuja inmobiliaria en 2007 y la recesión que la siguió continuarán.

Además, es posible que los países con los mercados emergentes más importantes, que capearon exitosamente las tormentas de 2008 y 2009, no sobrelleven tan bien los problemas que se perciben en el horizonte. El crecimiento brasileño ya se ha detenido, y eso genera ansiedad entre sus vecinos latinoamericanos.

Mientras tanto, los problemas de largo plazo -incluidos el cambio climático y otras amenazas ambientales, y la creciente desigualdad en la mayoría de los países del mundo- continúan allí. Algunos, incluso, han empeorado. Por ejemplo, el alto desempleo ha deprimido los salarios y aumentado la pobreza.

La buena noticia es que solucionar estos problemas de largo plazo ayudaría a resolver los de corto plazo. Una mayor inversión para adaptar la economía al calentamiento global ayudaría a estimular la actividad económica, el crecimiento y la creación de empleo. Impuestos más progresivos, que redistribuyan desde los ingresos altos hacia los medios y bajos, simultáneamente, reducirían la desigualdad y aumentarían el empleo al impulsar la demanda total. Los impuestos más elevados a los ricos podrían generar ingresos para financiar la necesaria inversión pública, y proporcionar cierta protección social para quienes menos tienen, incluidos los desempleados.

Incluso, sin ampliar el déficit fiscal, esos aumentos de «presupuesto equilibrado» en los impuestos y el gasto reducirían el desempleo y aumentarían el producto. Lo que preocupa, sin embargo, es que la política y la ideología en ambos lados del Atlántico, pero especialmente en Estados Unidos, no permitirá que nada de esto ocurra. La fijación en el déficit inducirá recortes en el gasto social, empeorando la desigualdad. De igual manera, la persistente atracción hacia la economía de oferta, a pesar de toda la evidencia en su contra (especialmente en periodos de alto desempleo), evitará que se aumenten los impuestos a quienes más tienen.

Incluso, antes de la crisis hubo un reordenamiento del poder económico -de hecho, una corrección de una anomalía con 200 años de historia, en la que la participación asiática del PIB global cayó desde cerca del 50% hasta, en cierto punto, menos del 10%-. El compromiso pragmático con el crecimiento que se percibe actualmente en Asia y en otros mercados emergentes destaca frente a las equivocadas políticas occidentales, que, impulsadas por una combinación de ideología e intereses creados, parecen casi reflejar un compromiso para evitar el crecimiento.

Como resultado, la reestructuración económica global probablemente se acelere. Y casi inevitablemente dará lugar a tensiones políticas. Con todos los problemas que enfrenta la economía global, seremos afortunados si estas presiones no comienzan a manifestarse dentro de los próximos 12 meses.

Joseph E. Stiglitz es catedrático en la Universidad de Columbia, premio Nobel de Economía y autor de Freefall: free markets and the sinking of the global economy [Caída libre: el libre mercado y el hundimiento de la economía mundial]. © Project Syndicate, 2012. Traducido al español por Leopoldo Gurman.

Cinco preguntas sobre la crisis. Entrevista a los economistas Fumagalli y Marazzi…

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Entrevista a los economistas Fumagalli y Marazzi
UniNomade

Traducción Susana Merino
                                                                                                                                                               

La profundización de la crisis, con sus devastadoras consecuencias sociales, continúa desplazando consolidados paradigmas interpretativos. De los que se derivan no solo la bancarrota de la ciencia económica “mainstream”, sino también inéditos desafíos para cuantos han continuado practicando de manera original durante estos años la crítica de la economía política. En suma, cada vez se ve más claramente, la relación existente entre la categoría económica y la categoría política. Para iniciar la discusión en el seno del sitio UniNomade hemos planteado cinco preguntas a Andrea Fumagalli, Christian Marazzi y Carlo Vercellone. Incluimos a continuación las respuestas de Andrea y Christian en forma de diálogo. Carlo ha desarrollado algunas reflexiones sobre la totalidad de los temas propuestos: se pueden leer como conclusiones.

 

¿Piensan verdaderamente ustedes que no tienen un líder latente, alguien que sugiera cómo operar? Esto al margen de toda teoría del complot, sino simplemente dentro del análisis de cada mecanismo de decisión, que prevé momentos de unificación consciente y no simplemente de concentración espontánea.

Andrea Fumagalli: Las grandes empresas financieras se comportan de una manera que podríamos definir como de oligopolio colusorio. Su objetivo es generar plusvalía. En esta fase las mayores plusvalías son extraíbles del cambio de los derivados CDS, sobre todo de aquellos relacionados con el riesgo de default privado o público. La naturaleza colusoria del oligopolio financiero se halla garantizada por la intermediación llevada a cabo por las empresas de rating. A partir de la crisis de las subprimes (a fines de 2007) se ha asistido a un ulterior proceso de concentración de los mercados financieros. He aquí algunos datos: Si el PIB del mundo entero en 2010 ha sido de 74 mil billones de dólares, las finanzas lo superan: el mercado mundial de obligaciones vale 95 mil billones de dólares. Las bolsas de todo el mundo 50 mil billones, los derivados 466 mil billones. En su conjunto los mercados mueven una riqueza ocho veces mayor que la producida en términos reales: industria, agricultura, servicios. Todo eso es evidente, pero lo que se olvida a menudo es que ese proceso, además de desviar el centro de la valorización y de la acumulación capitalista de la producción material e inmaterial y de la explotación del trabajo manual y del conocimiento, ha dado origen a una nueva “acumulación originaria” caracterizada por un elevado nivel de concentración.

En lo que se refiere al sector bancario, los datos de la Reserva Federal informan que entre 1980 y 2005 se han producido cerca de 11.500 fusiones, con un promedio de 440 por año. Reduciendo por lo tanto la cantidad de bancos a menos de 7.500. En 2011, cinco SIM (Sociedades de Intermediación Inmobiliaria y divisiones bancarias: J.P Morgan, Bank of America, Citybank, Goldman Sachs, Hsbc Usa) y cinco bancos (Deutsche Bank, Ubs, Credit Suisse, Citycorp-Merrill Linch, Bnp-Parisbas) han asumido el control de más del 90% de los títulos derivados. En el mercado accionario, las estrategias de fusión y de adquisición han reducido ampliamente la cantidad de sociedades cotizantes. Hoy en día las 10 primeras sociedades con mayor capitalización bursátil, equivalente al 0,12% de las 7800 sociedades registradas, detentan el 41% del valor total, el 47% de los beneficios y el 55% de las plusvalías registradas. En estos procesos de concentración, el papel principal es desempeñado por los inversores institucionales (término que designa a los operadores financieros – desde el SIM a los bancos, a las aseguradoras –que manejan por cuenta de terceros las inversiones financieras: son aquellos que en los años 30 Keynes definía como “especuladores profesionales”).

Hoy en día, siempre según los datos de la Reserva federal, los inversores institucionales manejan títulos por un valor nominal equivalente a los 39 billones, el 88,4% del total con un aumento 20 veces mayor con relación a hace 20 años. Además esta cifra se ha incrementado en el último año gracias a la difusión de los títulos de deuda soberana. No creo que haya alguien que aconseje seguir las estrategias de los administradores de las grandes sociedades financieras, menos aún algún “político” Como explicaré más adelante el poder economico-político se encuentra en sus manos y pueden ejercerlo sin que sea necesario que alguien se lo sugiera. El aliciente, como siempre en el capitalismo se halla en la ganancia y la riqueza, al margen de cualquier comportamiento “sopra le righe”. El problema no es la sed de ganancias de los mercados financieros, sino más bien de los que funcionan como sus vasallos y súbditos.

Christian Marazzi: ¡Vaya si existe el “liderazgo latente”! Como bien ha sintetizado Andrea Fumagalli y Carlo Vercellone, el liderazgo de los mercados reside en la fenomenal concentración del capital industrial-financiero que se ha venido creando en los últimos años sobre la falsía del “stop-and-go” de la financiarización. Bancos de inversión, empresas multinacionales, hedge funds, fondos institucionales y fondos de pensión constituyen su corazón: son ellos los que “crean el mercado”, que orientan las fases especulativas “normalizando” lo que Keynes llamaba las “convenciones” como la convención latinoamericana, la internetiana, la de las subprimes y luego la de las deudas soberanas. El ataque al euro lo decidió en febrero de 2010 en Nueva York un grupo de fondos especulativos, tanto como para dar un ejemplo reciente. Luciano Gallino, en su libro Finanzcapitalismo, ha cuantificado además, si no yerro, en 10 millones “los hombres que cuentan en el mundo”. Desde el punto de vista de la pirámide del poder, los lobbies que cuentan, porque ellos además de los altos niveles del G20, del FMI, de la UE y del BCE, actúan en el interior de los Estados nación, articulando a escala local los lineamientos guía del capitalismo financiero. Lo que a mí me parece sin embargo más importante es lo siguiente: el “liderazgo latente” existe pero no siempre.

El poder financiero, crea ciertamente el “mooddel mercado”, define por así decirlo la marcha normal de la fase de acumulación, la fase central de la curva de Gauss durante la cual los inversores se mueven miméticamente, gregariamente, según el principio (precisamente) de las convenciones históricamente determinadas. Pero en las fases de pánico en la cola de la curva gaussiana, cuando aparecen los cisnes negros de Taleb, el liderazgo entra precisamente en crisis, se convulsiona con lo imprevisto y lo imprevisible. Los cisnes negros no son precisamente las crisis financieras, implícitas y cíclicas en la teoría de la inestabilidad financiera de Minski. Son más bien los eventos sociales y políticos que escapan a cualquier modelización político-financiera.

Cuando se instala el pánico, también el liderazgo queda desplazado. Un aspecto que al menos para mí, no existe aun con suficiente claridad teórica, es el origen de las convenciones. Por ejemplo, yo no creo en la espontaneidad de la formación de las convenciones de los teóricos de la “finanza autoreferencial” en especial de André Orléan, que está entre los que mejor han explicado el funcionamiento de los mercados financieros. Creo que las convenciones son convenientemente determinadas, teniendo en cuenta toda una serie de factores estratégicos (además, obviamente, de las oportunidades de ganancia), entre los cuales los desequilibrios macroeconómicos y geopolíticos, las configuraciones monetarias (las diferencias, por ejemplo, entre el FED y el BCE no son bagatelas, así como el hecho de que existen países con superávit y países con déficit), etc.

Muchos analistas políticos piensan que los mercados han arruinado en los estados su capacidad de centralización y que por lo tanto la acción de los estados no es simplemente un acción soberana sino una acción soberana supradeterminada por un cúmulo de intereses financieros. La fase de refinanciamiento de los bancos por parte de los Estados que siguió al 2008 terminaría con una ulterior sujeción de los poderes soberanos a los intereses de los mercados. ¿Cómo funciona todo ello en la crisis actual?

A.F.: El hecho de que la crisis de las subprimes no haya conducido al colapso a los mercados financieros se ha debido al hecho de que se ha pasado del endeudamiento privado (causa de la crisis del 2007) al público (causa de la crisis actual), que se ha sumado a la privada. Los datos sobre la deuda pública bruta y sus componentes (en relación solo a Europa se debe actualizar) muestran que en el bienio 2008/2009 la deuda nacional bruta (pública y privada) ha aumentado en dos años desde un 382% del PBI a un 443% (+ de 8% anual) contra un aumento del 5% anual en el período 1995-2007. El endeudamiento privado ha aumentado un promedio del 8% anual mientras que el público casi un 14% anual, después de haber caído en la década precedente.

Con relación al sector privado el endeudamiento mayor está en Irlanda, Holanda, Dinamarca y Gran Bretaña. La situación del endeudamiento público es inversa: los países con menor endeudamiento privado (Italia, Grecia y Bélgica) son los que tienen mayor endeudamiento público. Puesto que el endeudamiento público es inferior, como parte del PBI, al privado es posible que Grecia, Italia y Bélgica puedan soportar mejor el riesgo de default que no lo podrían Gran Bretaña o Dinamarca (y por lo tanto resultarían más apetecibles, como gallinas capaces de poner huevos de oro, sin el riesgo de ser estranguladas). Cabe recordar también que Gran Bretaña y Dinamarca a diferencia de Grecia e Italia gozan del derecho de señorío. Un caso particular es Irlanda que tiene una elevadísima deuda privada y que ha visto casi cuadriplicada la relación deuda/PBI en el bienio 2008/2009.

Partiendo de esta situación, las políticas impuestas a nivel europeo han estado dirigidas a lograr dos objetivos: a) crear liquidez a fondo perdido para el sistema financiero donde evitar el efecto dominó de las quiebras privadas y b) una vez provista la liquidez gracias al endeudamiento público, impedir que dicho endeudamiento supere cierto umbral crítico, definido por las expectativas de la oligarquía financiera. La especulación no ha golpeado a los países con mayor riesgo de quiebra, como por ejemplo los EE.UU. (que han visto su propia relación deuda/PBI pasar del 60% en 2007 al 105% a fines del 2011, ante una elevada deuda privada y también una elevada deuda externa), Gran Bretaña y Dinamarca, aquellos que no pueden gozar del derecho de señorío y que son estratégicamente menos relevantes dentro del paradigma tecnológico y de valorización dominante en el ámbito del actual bio-capitalismo cognitivo. El panorama descrito refuerza la dependencia de los estados de la lógica financiera manejada por la oligarquía financiera. No es una novedad.

Desde 1994 las instituciones político-monetarias (Estados, Bancos centrales) han comprendido que la existencia de una convención financiera es mucho más poderosa que cualquier otra estrategia política que no sea cómplice. En esa época, 1994, fue la sublevación de Chiapas la que abrió el camino al retiro de los fondos de inversión de México (considerados no totalmente seguros) hacia los mercados financieros de Asia oriental (Tailandia, in primis). A pesar del esfuerzo conjunto de la Reserva Federal y del Banco Mundial no fue posible evitar la devaluación dl peso mexicano y la postergación de la firma del NAFTA (1º de enero de 1994). Se comprendió por primera vez que la política financiera privada es más poderosa que la política monetaria pública (aún la de EE.UU.) Desde entonces las decisiones sobre políticas monetarias dependen de la dinámica de las convenciones financieras. Se ha perdido en consecuencia la autonomía de los bancos centrales, en momentos en que dicha autonomía estaba siendo parte de la teoría del pensamiento neoliberal. Eso ha conducido a la autonomía “política” de los Bancos centrales de las naciones en declinación, reforzando de este modo la dependencia de los mercados financieros. Nace la gobernanza financiera.

Lo nuevo hoy en día es que esa gobernanza está en condiciones de elegir directamente los líderes políticos a ubicar en el gobierno. La gobernanza financiera se ha convertido en dictadura. Los expertos en ciencia política y jurídica,deberían decir tal vez algo al respecto.

CM: ¿Cómo funciona la soberanía supradeterminada? Puede decirse simplemente, con el chantaje. Es un hecho que la crisis del sistema bancario-financiero ha sido administrada por los Estados con inyecciones de enormes cantidades de liquidez y con la recuperación por parte de los bancos centrales de una buena cantidad de títulos tóxicos, que ahora tienen en su seno y que todos nosotros debemos “validar” con los impuestos fiscales sobre los réditos. Entretanto, para liberarse de las injerencias políticas, los bancos beneficiarios de la ayuda pública han devuelto gran parte del dinero recibido en el momento de la crisis. Y ahora están en posición de dictar leyes, de este modo su poder además ha aumentado, tanto que las medidas de intervención del BCE están sistemáticamente dirigidas a sostener el sistema bancario (a expensas de los países miembros de la UE) igual que la política del “quantitative easing” de la Reserva Federal y del Banco de Inglaterra.

Sin embargo, parece que estas medidas de creación de liquidez no parecen funcionar, tanto es así que se habla, con referencia a Europa especialmente, de la gran “trampa de la liquidez” a una situación en la que la inyección de liquidez no genera recuperación a causa de la desconfianza de los emprendedores y de los consumidores (y también a causa de las altas tasas de interés pretendidas por sus bancos comerciales) En suma la crisis no ha resuelto para nada los problemas que originaron la crisis. Nada se ha hecho desde el punto de vista de la re-reglamentación del sistema bancario (porque el lobby bancario mundial ha logrado volver vana toda veleidad en tal sentido), en consecuencia los desequilibrios fundamentales que desembocaron en la crisis continúan socavando impertérritos. La soberanía comisaria, por así decirlo es la expresión de una situación en la que tan enorme es el poder financiero que las medidas de reactivación de la economía resultan impotentes. En esa comisaría la apresada es la crisis.

En la última fase muchos comentaristas sostienen que algunos gobiernos, entre ellos el italiano y el español, corren el riesgo de ser golpeados en el terreno de las negociaciones sobre la deuda, mucho más eficazmente que precedentemente y por lo tanto de la introducción de una dimensión política otra que irrelevante en la gestión de la crisis.  ¿Piensan que estamos frente a una tendencia que puede incluir con éxito a los gobiernos europeos una vez eliminada Inglaterra del mazo? ¿ Logra el euro mantener unida a la Unión europea o debemos pensar en una Europa que se mantiene como un edificio gótico, remodelando un orden variado y variable?

AF:a comienzos de diciembre el CEO del Deutsche Bank, Ackermann, declaró que su institución aumentaría la adquisición de Btp italianos pasando de mil millones a 2,3 mil millones. Recuerdo que el Deutsche Bank había inducido expectativas negativas con relación a los Btp italianos a principios del 2011, vendiendo 7 de los 8 mil millones que tenía en su cartera y desencadenando la crisis italiana. La declaración de Ackerman ha sido la señal de que se podía alentar la presión especulativa sobre Italia. Esto sucedió luego de la asunción de Monti. Una situación análoga (pero de mayor envergadura) se produjo en España, en donde las elecciones políticas con la neta victoria del centro derecha (que deberá ahora demostrar que es tan confiable que no necesita ningún comisariato como sí sucedió con Berlusconi en Italia).

Por otra parte ha sido importante la decisión de Draghi de proporcionar préstamos ilimitados al sistema bancario, con el objeto de favorecer la capitalización de los bancos. Todavía no ha disminuido la inestabilidad y en cuanto se refiere a Italia, el spread es todavía alto, pero creo que por diferentes razones desde los tiempos de Berlusconi: en primer lugar porque se acercan tiempos de recesión a una velocidad mayor que la prevista no solo en Europa sino en el planeta: en segundo lugar, porque habrá que ver cuáles serán las reformas que se hagan en el mercado laboral y está planteado el negocio de la privatización de la sanidad (las pensiones ya han sido modificadas) Recuerdo (bastamente) que cuanto más libertad para los despidos, más privatización de la salud y de los servicios públicos más aumenta el papel de los mercados financieros como aseguradores sociales privados y más se amplían los mercados financieros.

Personalmente no creo – a diferencia con Christian – que el euro implosionará por dos motivos: 1) no creo que le convenga a Alemania a menos que la situación política internacional cambie repentinamente (está por verse que sucede con Irán: los EE.UU. ¿se retiran de Bagdad para estar disponibles para ir a Irán? O ¿pedirán la intervención conjunta europea, después de haberla probado en Libia, pero esta vez apoyada tal vez en el eje franco-alemán? 2)Tampoco le conviene a los grandes mercados financieros porque mientras exista un doble nivel de gobernanza – monetario y fiscal – fiesta de bodas!.

CM.: Lo que no me parece en absoluto es que Italia y España estén atravesando un período de fortalecimiento del poder de negociación de la deuda. De modo que el patético eje Monti-Sarkozy me parece fatigoso. La situación de la deuda está empeorando y la reivindicación de los eurobonos o de la Tasa Tobin no tienen ninguna chance de éxito. Estoy convencido de que será precisamente Italia ( y España) la que hará saltar a Eurolandia como resultado final del “sindrome griego” o sea de la espiral recesión-aumento de la deuda – recorte de los gastos públicos-recesión-nueva austeridad. Ya hemos entrado en la recesión y estamos cerca de la depresión. 

Los EE.UU. no han querido jamás a la Europa política y mucho menos al euro. A veces me pasa por la mente que un viejo reflejo unilateralista haya actuado en el interior de los llamados mercados financieros en el ataque al euro. ¿Es imaginable, mutatis mutandi, un revival imperialista, organizado alrededor de la defensa de la hegemonía del dólar en el desorden global? 

AF: no, no creo. Los únicos que tendrían interés en la implosión del euro serían los EE.UU. para sancionar no solo en forma política, sino también económico-financiera la relación bilateral con China: una especie de “imperio” bipolar. Pero los EE.UU. no disponen de la fuerza militar ni de la fuerza política, ni de fuerza económica para sostener políticas imperialistas. También ellos son súcubos de la gobernanza financiera global. Los fondos chinos aumentaron en los últimos meses como proporción de los intercambios totales. Habrá que monitorear las elecciones financieras chinas. Hasta ahora los fondos financieros chinos están manejados por las 10 hermanas del mercado financiero, pero ¿hasta cuándo? He leído en el FT de hace unos días que la China está por legalizar la venta de títulos financieros en descubierto autorizando la especulación puramente financiera

¿Con qué provecho? ¿Para comenzar a participar del Gotha de los mercados financieros y para tratar de controlarlo? Si así fuere el liderazgo del dólar corre serios riesgos…

CM.:no excluyo, sino al contrario, que en la fase inicial de la crisis del euro no haya estado la patita de los EE.UU. a través de los grandes bancos de inversión y de los hedge funds. Demoler el euro era funcional en efecto al objetivo de poner en la sombra el problema usamericano del enorme déficit-deuda pública, como también el comercial. Por lo tanto demoler el euro significaba eliminar un potencial competidor y favorecer la continuidad del flujo de capitales para permitir la financiación de la deuda estadounidense a tasas muy bajas. La estrategia obtuvo un éxito superior a las expectativas y ahora los EE.UU. están preocupados por las consecuencias económicas y financieras de la crisis de Eurolandia, que podrían provocar una fuerte desestabilización del sistema bancario estadounidense y también por las consecuencias políticas, porque la grieta en el euro podría volver a Alemania y a parte de Europa independiente de los EE.UU. fortaleciendo el eje estratégico con Rusia y China. Un revival imperialista alrededor de la hegemonía del dólar no parece posible, aunque de todos modos el dólar se está fortaleciendo como consecuencia de la crisis de Eurolandia (fuga de capitales del Euro, justo hacia el dólar).

Puesta en evidencia la hegemonía del capital financiero como forma de producción en la actual crisis financiera ¿juega de algún modo (y cómo) la relación entre finanzas y producción industrial, con referencia, por ejemplo a Alemania y a China?

AF:Esta pregunta requeriría tiempo…. La relación entre finanzas y producción real no está referida a la producción industrial sino más bien a la producción inmaterial. El punto nodal luego del desplome de Breton Woods está en la definición de la unidad de medida del valor de la producción inmaterial, es decir del intelecto en general. Por el momento eso es inestable, definido por la valorización financiera, pero esa medida es precisamente – estructuralmente- muy inestable para poder ser considerada “fija”. Aquí entran en juego las excedencias de las multitudes de vida y de trabajo. Como los zapatistas en 1994 pusieron en crisis al NAFTA, así hoy potencialmente – los movimientos desde la primavera árabe hasta los “ocupa xxx” pueden incidir en la definición de esa medida, que no es otra cosa que la medida de la vida puesta en valor, lo inconmensurable que trata de convertirse en “mensurable”.

CM: si Alemania no se somete al diktat de las finanzas internacionales es debido y especialmente a que el poder industrial no ha sido aún sofocado por las finanzas. En Alemania es la industria la que manda- en China pasa lo mismo al menos por ahora: China ha tenido la inteligencia de autoexcluirse de las finanzas globales. Ciertamente no hay libertad para el movimiento de capitales, un extranjero no puede invertir en la bolsa de Shanghai, ni tampoco un chino puede invertir en las plazas europeas o usamericanas. De modo que las relaciones de China con el resto del mundo son económicas, comerciales y políticas, mientras que las financieras son manejadas directamente por el gobierno de Pekin. El paradigma del libre mercado (financiero) no ha llegado aún allí.

Carlo Vercellone: Sus preguntas tocan algunos puntos cruciales. La primera y la última , configuran particularmente un verdadero programa de investigación que requeriría al menos un seminario ad hoc. Tratar de darle por escrito una respuesta un poco estructurada requeriría un poco más de tiempo para reflexionar y para reunir material empírico. Por lo tanto me limitaré por el momento a tratar de proporcionarle en crudo y de manera muy sintética algunas pistas para reflexionar partiendo, de la cuestión relativa a la organización de los mercados como hilo conductor.

El término mercados financieros, que parece referirse a una lógica anónima conformada por una miríada de sujetos sin coordinación entre sí, es a mi parecer equivocado o al menos fuertemente inexacto. La organización de los llamados mercados financieros, uno de cuyos componentes centrales son las grandes multinacionales que operan en la esfera de la producción (frente a toda presunta dicotomía entre esfera financiera y esfera productiva) se halla en efecto fuertemente concentrada en lo referente a las estructuras propietarias, que sobre todo lo son las estructuras de control. Sobre este tema, un reciente e innovador artículo de tres investigadores (Vitali, Glatfelder y Battiston) del Instituto federal de Tecnología de Zurich “Le réseau de contrôle global des grandes entreprises” (The Network of Global Corporate control”) ha permitido poner en evidencia la extrema centralización del poder del capital a escala global. Según esta investigación “las multinacionales (transnational corporations o TNCs) forman una estructura de nudo mariposa gigante y gran parte del control se halla derivado hacia un tejido núcleo cerrado de instituciones financieras. Ese núcleo o corazón puede ser considerado como una “super-entidad-económica” cuya existencia genera nuevas e importantes preguntas tanto para los investigadores como para los órganos que elaboran políticas (policy makers)”.

Más específicamente, sobre una base de alrededor de 43.060 empresas multinacionales (IM) se estima que 147 IM poseen a través de un complejo nodo de relaciones propietarias, el 40% del valor económico y financiero delas mencionadas 43.060 IM. Se comprueba además que en el interior de este conglomerado de 147 IM se puede identificar el eje central del capitalismo global conformado por 50 super entidades esencialmente (alrededor del 64%) por grandes instituciones financieras usamericanas y británicas. Es de destacar la escasa representación de los grandes grupos de la zona euro (cerca del 20%) aunque Francia con la AXA (se encuentra en 4ª posición entre las 50 top) y Alemania Con el Deutsche Bank (en décimo segunda posición) se encuentran por así decirlo en el corazón del corazón. Otro aspecto importante. de este grupo de los 50 top solo forma parte por el momento una sola gran IM china del sector de la petroquímica (ubicada en la última posición) , aunque este dato subvalua ciertamente la forma como China, como sabemos, está construyendo su propio poder financiero a través de diferentes vías políticas que las de la pura y simple integración al capital global. Comprobamos que otros datos confirman esta extrema concentración del poder económico y financiero del capital, como por ejemplo el hecho que dos tercios de los famosos CDS están en mano de menos de diez actores.

Teniendo en cuenta esto datos, es posible tratar de desarrollar alguna rápida hipótesis en respuesta a sus preguntas. 1) El poder del capital está al mismo tiempo centralizado y articulado a una escala global que se apoya en una red financiera estrechamente interconectada. En este contexto una restringida cantidad de grandes grupos financieros y de IM toma las principales decisiones relacionadas con la especulación sobre las deudas soberanas, sobre las materias primas, la vivienda, la reestructuración y la localización de las grandes empresas productivas, la orientación de las políticas económicas. Se podría hablar de una organización de tipo oligopólico (pero siempre solidario y siempre dispuesta a constituirse en capital colectivo en los momentos clave) del que parten los impulsos estratégicos iniciales, que encuentra su relevo en la lógica mimética de los mercados e inmediatamente convalidado (en la mayoría de los casos) por los otros operadores financieros dando lugar a un proceso de autovalidación de las “anticipaciones”. En este sentido me parece posible conciliar y articular la hipótesis de un liderazgo latente con la clásica descripción de la impronta keynesiana de la “sicología de los mercados” fundada en comportamientos miméticos. 2) Esta extremada interconexión vuelve aún fuertemente sensible y vulnerable al riesgo sistémico y a la lógica del endeudamiento del que se nutre la acumulación del capital, al corazón mismo del capital financiero. 3) Los estados aparecen cada vez más como simples relevos de los intereses del capital financiero globalizado. Todavía según mi opinión, esta subordinación depende no solo de los factores económicos objetivos sino de la mutación antropológica de la clase política y tecnocrática que conduce los estados y de las principales instituciones de política económica y monetaria que los ha convertido en verdaderos y propios funcionarios de la renta del capital. Esta situación es tanto más cierta en Europa en donde por razones históricas que se remontan en gran parte a la específica dinámica de la lucha de clases que la atravesó durante la crisis del fordismo, se ha asistido a una verdadera y propia constitunacionalización del poder de la renta particularmente encarnada en el estatudo de la llamada independencia del BCE. 4) El resultado es que en la zona euro los estados se encuentran privados de la existencia de un prestatario de última instancia y dependen de los mercados para su financiamiento.

De este modo ha podido instalarse el gobierno de la renta a través de la deuda soberana, un gobierno ya explícito que dicta las políticas económicas de austeridad y de expropiación de las instituciones del Welfare. Todavía y aún en este caso ( como en el de la crisis de las subprime), la deuda de instrumento esencial de la acumulación de capital corre el riesgo de transformarse en su límite principal. Un problema central desde este punto de vista es que en razón de la misma ausencia de este papel clásico de garante del banco central los títulos de la deuda pública pierden su carácter de seguros refugios y se convierten en cierto sentido en títulos como los demás, cuyo “valor de mercado” se desvaloriza según los balances de los bancos y de las instituciones financieras.

La lógica predatoria y especulativa del capital financiero globalizado y el pánico de los mercados se pueden reforzar mutuamente en una situación que yo creo sin salida, salvo que se produzca una inversión radical de sentido en la política del BCE. Algo que me parece altamente improbable, como lo muestran las últimas medidas del BCE, que una vez más ha inundado de liquidez sin contrapartida al sistema bancario, rechazando al mismo tiempo monetizar en el mercado primario las necesidades financieras de los estados. En este escenario, la recesión que inevitablemente provocarán las políticas de austeridad, reabriendo la espiral del déficit y agravando la relación deuda/PBI, darán razón a las efímeras ilusiones suscitadas por el gobierno de Monti, así como también las del español.

Fuente:  http://uninomade.org/cinque-domande-sulla-crisi/

Rebelion.org

P. Krugman: Depresión y democracia…

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PAUL KRUGMAN 18/12/2011

Ha llegado la hora de empezar a llamar a la actual situación por su nombre: depresión. Es verdad que no es una réplica exacta de la Gran Depresión, pero esto no sirve de mucho consuelo. El paro, tanto en Estados Unidos como en Europa, sigue siendo desastrosamente alto. Los dirigentes y las instituciones están cada vez más desprestigiados. Y los valores democráticos están sitiados.

Las exigencias de una austeridad cada vez más radical han provocado una irritación inmensa

En cuanto a esto último, no estoy siendo alarmista. Tanto en el frente político como en el económico, es importante no caer en la trampa del "no tan malo como". No se puede considerar aceptable el paro elevado simplemente porque no haya alcanzado las cotas de 1933; las tendencias políticas no son buena señal y no deben tolerarse por el mero hecho de que no haya ningún Hitler a la vista.

Hablemos, en concreto, de lo que está pasando en Europa (no porque todo vaya bien en Estados Unidos, sino porque no todo el mundo comprende la gravedad de los acontecimientos políticos europeos).

Lo primero de todo, la crisis del euro está destruyendo el sueño europeo. La moneda común, que se suponía que debía unir a los países, ha generado, en cambio, un ambiente de amarga acritud.

Concretamente, las exigencias de una austeridad cada vez más radical, sin ningún plan de fomento del crecimiento que las contrarreste, han causado un daño doble. Han fracasado como política económica, al agravar el problema del paro sin restaurar la confianza; una recesión a escala europea parece ahora probable, incluso si se contiene la amenaza inminente de la crisis financiera. Y han provocado una irritación inmensa, con muchos europeos furiosos por lo que consideran, justa o injustamente (o en realidad, un poco ambas cosas), un despliegue de poder alemán sin miramientos.

Nadie que conozca la historia de Europa puede contemplar este resurgimiento de la hostilidad sin sentir un escalofrío. Con todo, puede que estén pasando cosas peores. Los populistas de derechas están en auge, desde Austria, donde el Partido de la Libertad (cuyo líder tenía conexiones con los neonazis) está a la par en las encuestas con los partidos tradicionales, hasta Finlandia, donde el partido antiinmigración Verdaderos Finlandeses tuvo un éxito electoral considerable el pasado abril. Y estos son países ricos cuyas economías han aguantado bastante bien. Los problemas parecen todavía más amenazadores en países más pobres de Europa Central y del Este.

El mes pasado, el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) certificaba una caída en picado de la ayuda pública a la democracia en los países de la "nueva UE", aquellos que se unieron a la Unión Europea tras la caída del muro de Berlín. No es de extrañar que la pérdida de fe en la democracia haya sido mayor en los países que han sufrido las recesiones económicas más graves.

Y en al menos un país, Hungría, las instituciones democráticas se están debilitando mientras hablamos.

Uno de los principales partidos de Hungría, Jobbik, es una pesadilla sacada de los años treinta: es antigitanos, antisemita y hasta tenía una rama paramilitar. Pero la amenaza inminente proviene de Fidesz, el partido de centro-derecha que gobierna el país.

Fidesz consiguió una abrumadora mayoría parlamentaria el año pasado, en parte, al menos, por dos razones; Hungría no está en el euro, pero se ha visto gravemente perjudicada por la adquisición de préstamos a gran escala en divisas extranjeras y también, seamos francos, por culpa de la mala gestión y la corrupción de los partidos liberales de izquierdas que estaban entonces en el Gobierno. Ahora, Fidesz, que forzó la aprobación de una nueva Constitución la primavera pasada con la oposición del resto de partidos, parece decidido a aferrarse permanentemente al poder.

Los detalles son complejos. Kim Lane Scheppele, que es la directora del programa sobre Derecho y Asuntos Públicos de Princeton -y que ha estado siguiendo de cerca los acontecimientos en Hungría-, me dice que Fidesz está aprovechando medidas solapadas para suprimir la oposición. Hay una propuesta de ley electoral que establece unos distritos injustamente divididos, diseñados para hacer que sea casi imposible que otros partidos formen Gobierno; la independencia judicial se ha puesto en peligro y los tribunales están abarrotados de simpatizantes del partido; los medios de comunicación estatales se han convertido en órganos del partido y hay una campaña contra los medios independientes, y una enmienda constitucional penalizaría en la práctica al principal partido de la izquierda.

En conjunto, todo esto equivale a la reinstauración del Gobierno autoritario bajo un finísimo barniz de democracia, en el corazón de Europa. Y es una muestra de lo que podría pasar de manera mucho más generalizada si esta depresión continúa.

No está claro lo que se puede hacer respecto al giro hacia el autoritarismo de Hungría. El Departamento de Estado de Estados Unidos, dicho sea en su favor, ha estado prestando mucha atención al asunto, pero este es esencialmente un asunto europeo. La Unión Europea ha perdido la oportunidad de evitar que el partido se aferrase al poder en un primer momento (en parte porque la nueva Constitución fue aprobada a la fuerza mientras Hungría ocupaba la presidencia rotatoria de la Unión). Ahora será mucho más difícil deshacer lo hecho. Pero es mejor que los dirigentes de Europa lo intenten, o se arriesgan a perder todo aquello que defienden.

Y también tienen que replantearse sus políticas económicas fallidas. Si no lo hacen, la democracia experimentará nuevos retrocesos (y la ruptura del euro podría ser la menor de sus preocupaciones).

Paul Krugman es profesor de Economía en Princeton y premio Nobel 2008. © 2011 New York Times Service Traducción de News Clips.

Depresión y democracia · ELPAÍS.com.

R. Fisk: Los banqueros, los dictadores de Occidente…

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Robert Fisk, The Independent

 

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Una indignada afirma en un cartel que las ideas no pueden ser desalojadas, fuera del campamento Ocupa en San Francisco, clausurado por las autoridades de la ciudadFoto Ap

 

Debido a que debo escribir desde la región que produce más frases hechas por metro cuadrado que cualquier otro tema, quizá debería hacer una pausa antes de lamentarme por toda la basura y estupideces que he leído sobre la crisis financiera mundial. Pero voy a abrir fuego. Opino que los reportes sobre el colapso han caído más bajo que nunca, al grado de que ni la información de Medio Oriente se difunde con la clara obediencia que se rinde a las mismas instituciones y a los expertos de Harvard que colaboraron para crear este desastre criminal mundial.

Iniciemos con la llamada primavera árabe, que es en sí una grotesca distorsión verbal de lo que en realidad es un despertar árabe-musulmán que está sacudiendo a Medio Oriente; y los sucios paralelismos que se establecen entre estos movimientos y las protestas sociales en las capitales occidentales. Se nos ha engañado con los reportes de los pobres y los que no tienen que han tomado una página del libro de la primavera árabe, sobre la forma en que fueron derrocados los regímenes de Egipto, Túnez y, hasta cierto punto, Libia, y de cómo esto inspiró a estadunidenses, canadienses, británicos, españoles y griegos a manifestarse masivamente. Pero todo esto es absurdo.

La verdadera comparación ha sido inventada por los periodistas occidentales, siempre ansiosos por exaltar las rebeliones contra los dictadores árabes mientras ignoran las protestas contra los gobiernos democráticos de Occidente. Siempre desesperados por sacar de contexto las manifestaciones para sugerir que simplemente se deben a una moda originada en el mundo árabe. La verdad es algo distinta.

Lo que llevó a decenas de miles de árabes a las calles, y que después se volvieron millones en las capitales de Medio Oriente, fue la demanda de dignidad y la negativa a aceptar a las dictaduras de familias locales que son, de hecho, dueñas de estos países. Los Mubarak, los Ben Alí, los Kadafi, los reyes y emires del golfo y Jordania, y los Assad, todos ellos creían tener derecho de propiedad sobre naciones enteras. Egipto pertenecía a Mubarak Inc., Túnez a Bel Alí Inc. (y a la familia Traboulsi), Libia a Kadafi Inc. Los mártires de las dictaduras murieron para constatar que sus países pertenecían a los pueblos.

Este es el verdadero paralelismo con Occidente. Ciertamente los movimientos de protesta son contra las grandes corporaciones, en una causa perfectamente justificada, y contra los gobiernos. Lo que han descubierto los manifestantes, de manera algo tardía, es que durante décadas han sido engañados por democracias fraudulentas, que votan abnegadamente por partidos políticos que, después de triunfar en las urnas, entregan el mandato democrático y el poder popular a bancos, comerciantes y agencias calificadoras, todas ellas respaldadas por un coto de negligentes y deshonestos expertos de las más costosas universidades estadunidenses y think-tanks, que mantienen la ficción de que existe una crisis globalizada, en vez de una treta masiva contra los electores.

Los bancos y agencias calificadoras se han vuelto los dictadores de Occidente. Igual que los Mubarak y los Ben Alí, los bancos creyeron –y siguen creyendo– que son dueños de sus países. Las elecciones que les han dado poder, gracias a la cobardía y complicidad de los gobiernos, se vuelven tan falsas como los comicios en los que los árabes eran obligados a participar, década tras década, para ungir como gobernantes a los propietarios de sus países.

Goldman Sachs y el Banco Real de Escocia son los Mubarak y Ben Alí de Estados Unidos y Gran Bretaña, que devoraron la riqueza de los pueblos mediante tramposas recompensas y bonos para sus jefes sin escrúpulos a una dimensión infinitamente más rapaz que la pudieron imaginar los codiciosos dictadores árabes.

No fue necesario, aunque me fue útil, ver el programa Inside Job de Charles Ferguson transmitido esta semana por la BBC para demostrarme que las agencias calificadoras y los bancos estadunidenses son intercambiables, que el personal de ambas instituciones se mueve sin trámites entre las agencias, los bancos y el gobierno de Estados Unidos. Los mismos muchachos calificadores (casi siempre varones, claro) que calificaron con triple A préstamos devaluados y sus derivados en Estados Unidos ahora atacan a zarpazos a los pueblos de Europa –mediante su venenosa influencia en los mercados– y los amenazan con disminuir o retirar las mismas calificaciones a naciones europeas, que alguna vez otorgaron a criminales, antes del colapso financiero estadunidense.

Siempre he creído que los argumentos mesurados tienden a ganar las discusiones. Pero perdónenme, ¿quiénes son estas criaturas cuyas agencias calificadoras ahora espantan más a Francia de lo que Rommel lo hizo en 1940?

¿Por qué no me lo dicen mis colegas periodistas en Wall Street? ¿Por qué la BBC, CNN y –ay, Dios– hasta Al Jazeera, tratan a estas comunidades criminales como incuestionables instituciones de poder? ¿Por qué nadie investiga, como ha comenzado a hacerlo Inside Job, estos escandalosos tratos sucios? Todo esto me recuerda la manera igualmente cobarde en que los reporteros estadunidenses cubren Medio Oriente, la forma tenebrosa en que siempre evitan hacer críticas directas a Israel, siempre bajo el poder de un ejército de cabildos pro Likud que explican a los televidentes que la labor de paz de Estados Unidos en el conflicto israelí-palestino merece nuestra confianza; y por qué los buenos son los moderados y los malos son los terroristas.

Al menos los árabes han empezado a ignorar estas tonterías. Pero cuando los que protestan contra Wall Street hagan lo mismo, se convertirán en anarquistas, terroristas sociales en las calles de Estados Unidos que exigen que los Bernanke y Gethner enfrenten un juicio como al que se ha sometido a Hosni Mubarak. Nosotros, en Occidente, hemos creado a nuestros propios dictadores, pero a diferencia de los árabes los volvimos intocables.

El primer ministro de Irlanda, Enda Kenny, informó solemnemente a sus compatriotas esta semana que ellos no son responsables de la crisis en la que se encuentran. Ellos ya lo sabían, desde luego. ¿Por qué no les dijo de quién es la culpa? ¿No va siendo hora de que él y los otros primeros ministros europeos nos lo digan, y también de que los reporteros nos lo informen?

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

La Jornada: Los banqueros, los dictadores de Occidente.

Paul Krugman: Leyendas del fracaso (del euro y políticas de austeridad) …

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PAUL KRUGMAN

13/11/2011

Así es como acaba el euro: no con un bum, sino con un bunga bunga. Hace no mucho, los dirigentes europeos insistían en que Grecia podía y debía permanecer en el euro mientras pagase sus deudas del todo. Ahora, con Italia despeñándose, resulta difícil ver cómo puede sobrevivir siquiera el euro.

Pero ¿cuál es el significado de la eurodebacle? Como siempre pasa cuando se producen los desastres, los ideólogos se apresuran a afirmar que el desastre confirma sus opiniones. Así que es hora de empezar a desacreditarlos.

Empecemos por lo primero: el intento de crear una moneda común europea fue una de esas ideas que traspasan las fronteras ideológicas habituales. Fue aclamado por la derecha estadounidense, que lo veía como la mejor alternativa al regreso del patrón oro, y por la izquierda británica, que lo veía como un gran paso hacia una Europa socialdemócrata. Pero los conservadores británicos, que también lo veían como un paso hacia una Europa socialdemócrata, se opusieron. Y fue cuestionado por los progresistas estadounidenses, a quienes les preocupaba -con razón, diría yo (pero qué otra cosa iba a decir, ¿no?)- lo que pasaría si los países no pudiesen usar la política monetaria y fiscal para combatir las recesiones.

Así que ahora que el proyecto del euro se está yendo a pique, ¿qué lecciones podemos extraer de ello?

He estado escuchando dos afirmaciones, ambas falsas: que los males de Europa reflejan el fracaso de los Estados de bienestar en general y que la crisis de Europa justifica una austeridad fiscal inmediata en EE UU.

La afirmación de que la crisis de Europa demuestra que el Estado de bienestar no funciona proviene de muchos republicanos. Por ejemplo, Mitt Romney ha acusado al presidente Obama de inspirarse en los "demócratas socialistas" europeos y ha declarado que "Europa no está funcionando en Europa". La idea, se supone, es que los países en crisis tienen problemas porque están siendo aplastados por la carga del elevado gasto público. Pero los hechos dicen otra cosa.

Es cierto que todos los países europeos tienen prestaciones sociales más generosas -entre ellas, la asistencia sanitaria universal- y un gasto público más elevado que los de EE UU. Pero los países que están ahora en crisis no tienen Estados de bienestar más grandes que los de los países a los que les va bien (en todo caso, la correlación es la contraria). Suecia, con sus beneficios célebremente generosos, muestra unos resultados estelares; es uno de los pocos países cuyo PIB es más alto ahora que antes de la crisis. Por otro lado, antes de la crisis, el gasto en programas de bienestar social expresado como porcentaje de la renta nacional era más bajo en todos los países ahora en apuros que en Alemania, por no hablar de Suecia.

Ah, y Canadá, que tiene asistencia sanitaria universal y una ayuda a los pobres mucho más generosa que la de Estados Unidos, ha capeado el temporal de la crisis mejor que nosotros.

La crisis del euro, por tanto, no dice nada sobre la sostenibilidad del Estado de bienestar. ¿Pero supone un argumento a favor de apretarse el cinturón cuando la economía está deprimida?

Escuchamos esa afirmación continuamente. Estados Unidos, nos dicen, haría bien en recortar drásticamente el gasto ya mismo o terminaremos como Grecia o Italia. Una vez más, sin embargo, los hechos cuentan una historia diferente.

Primero, si nos fiamos en el mundo en general, vemos que el gran factor determinante de los tipos de interés no es la magnitud de la deuda pública, sino si un Gobierno obtiene préstamos en su propia moneda. Japón está mucho más profundamente endeudado que Italia, pero el tipo de interés de los bonos japoneses a largo plazo es solo de alrededor del 1%, frente al 7% de Italia. Las perspectivas fiscales de Reino Unido parecen peores que las de España, pero Reino Unido puede adquirir préstamos a poco más del 2%, mientras que España está pagando casi un 6%.

Resulta que lo que ha pasado es que, al adoptar el euro, España e Italia se han rebajado en la práctica a la categoría de países tercermundistas que tienen que solicitar préstamos en monedas de otros, con toda la pérdida de flexibilidad que ello conlleva. En particular, como los países de la eurozona no pueden imprimir dinero ni siquiera en caso de emergencia, están sujetos a interrupciones de la financiación de un modo en que no lo están los países que han conservado su moneda. Y la consecuencia es la que estamos viendo ahora mismo: Estados Unidos, que obtiene préstamos en dólares, no tiene ese problema.

La otra cosa que tienen que saber es que, frente a la actual crisis, la austeridad ha sido un fracaso en todos los lugares donde se ha probado: ningún país con deudas importantes ha conseguido congraciarse con los mercados financieros haciendo recortes drásticos. Por ejemplo, Irlanda es la niña aplicada de Europa, al haber respondido a sus problemas de deuda con una austeridad salvaje que ha disparado la tasa de paro hasta el 14%. Pero el tipo de interés de los bonos irlandeses sigue estando por encima del 8% (peor que el de Italia).

La moraleja de la historia, por tanto, es que hay que desconfiar de los ideólogos que intentan apropiarse de la crisis europea en beneficio de sus programas. Si escuchamos a esos ideólogos, todo lo que conseguiremos es que nuestros problemas -que son diferentes de los de Europa, pero posiblemente igual de graves- empeoren aún más. –

Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y fue premio Nobel en 2008. © 2011 New York Times News Service. Traducción de News Clips.

P. Krugman: Islandia, el camino que no tomamos (pero que era el mejor…)

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PAUL KRUGMAN 30/10/2011

crisis2008

 

Los mercados financieros están celebrando el pacto alcanzado en Bruselas a primera hora del jueves. De hecho, en relación con lo que podría haber sucedido (un amargo fracaso para ponerse de acuerdo), que los dirigentes europeos se hayan puesto de acuerdo en algo, por imprecisos que sean los detalles y por deficiente que resulte, es un avance positivo.

       

      “Al revés que el resto, Islandia dejó arruinarse a los bancos y amplió su red de seguridad social”

      Pero merece la pena retroceder para contemplar el panorama general, concretamente el lamentable fracaso de una doctrina económica, una doctrina que ha infligido un daño enorme tanto a Europa como a Estados Unidos.

      La doctrina en cuestión se resume en la afirmación de que, en el periodo posterior a una crisis financiera, los bancos tienen que ser rescatados, pero los ciudadanos en general deben pagar el precio. De modo que una crisis provocada por la liberalización se convierte en un motivo para desplazarse aún más hacia la derecha; una época de paro masivo, en vez de reanimar los esfuerzos públicos por crear empleo, se convierte en una época de austeridad, en la cual el gasto gubernamental y los programas sociales se recortan drásticamente.

      Nos vendieron esta doctrina afirmando que no había ninguna alternativa -que tanto los rescates como los recortes del gasto eran necesarios para satisfacer a los mercados financieros- y también afirmando que la austeridad fiscal en realidad crearía empleo. La idea era que los recortes del gasto harían aumentar la confianza de los consumidores y las empresas. Y, supuestamente, esta confianza estimularía el gasto privado y compensaría de sobra los efectos depresores de los recortes gubernamentales.

      Algunos economistas no estaban convencidos. Un escéptico afirmaba cáusticamente que las declaraciones sobre los efectos expansivos de la austeridad eran como creer en el "hada de la confianza". Bueno, vale, era yo.

      Pero, no obstante, la doctrina ha sido extremadamente influyente. La austeridad expansiva, en concreto, ha sido defendida tanto por los republicanos del Congreso como por el Banco Central Europeo, que el año pasado instaba a todos los Gobiernos europeos -no solo a los que tenían dificultades fiscales- a emprender la "consolidación fiscal".

      Y cuando David Cameron se convirtió en primer ministro de Reino Unido el año pasado, se embarcó inmediatamente en un programa de recortes del gasto, en la creencia de que esto realmente impulsaría la economía (una decisión que muchos expertos estadounidenses acogieron con elogios aduladores).

      Ahora, sin embargo, se están viendo las consecuencias, y la imagen no es agradable. Grecia se ha visto empujada por sus medidas de austeridad a una depresión cada vez más profunda; y esa depresión, no la falta de esfuerzo por parte del Gobierno griego, ha sido el motivo de que en un informe secreto enviado a los dirigentes europeos se llegase la semana pasada a la conclusión de que el programa puesto en práctica allí es inviable. La economía británica se ha estancado por el impacto de la austeridad, y la confianza tanto de las empresas como de los consumidores se ha hundido en vez de dispararse.

      Puede que lo más revelador sea la que ahora se considera una historia de éxito. Hace unos meses, diversos expertos empezaron a ensalzar los logros de Letonia, que después de una terrible recesión se las arregló, a pesar de todo, para reducir su déficit presupuestario y convencer a los mercados de que era fiscalmente solvente. Aquello fue, en efecto, impresionante, pero para conseguirlo se pagó el precio de un 16% de paro y una economía que, aunque finalmente está creciendo, sigue siendo un 18% más pequeña de lo que era antes de la crisis.

      Por eso, rescatar a los bancos mientras se castiga a los trabajadores no es, en realidad, una receta para la prosperidad. ¿Pero había alguna alternativa? Bueno, por eso es por lo que estoy en Islandia, asistiendo a una conferencia sobre el país que hizo algo diferente.

      Si han estado leyendo las crónicas sobre la crisis financiera, o viendo adaptaciones cinematográficas como la excelente Inside Job, sabrán que Islandia era supuestamente el ejemplo perfecto de desastre económico: sus banqueros fuera de control cargaron al país con unas deudas enormes y al parecer dejaron a la nación en una situación desesperada.

      Pero en el camino hacia el Armagedón económico pasó una cosa curiosa: la propia desesperación de Islandia hizo imposible un comportamiento convencional, lo que dio al país libertad para romper las normas. Mientras todos los demás rescataban a los banqueros y obligaban a los ciudadanos a pagar el precio, Islandia dejó que los bancos se arruinasen y, de hecho, amplió su red de seguridad social. Mientras que todos los demás estaban obsesionados con tratar de aplacar a los inversores internacionales, Islandia impuso unos controles temporales a los movimientos de capital para darse a sí misma cierto margen de maniobra.

      ¿Y cómo le está yendo? Islandia no ha evitado un daño económico grave ni un descenso considerable del nivel de vida. Pero ha conseguido poner coto tanto al aumento del paro como al sufrimiento de los más vulnerables; la red de seguridad social ha permanecido intacta, al igual que la decencia más elemental de su sociedad. "Las cosas podrían haber ido mucho peor" puede que no sea el más estimulante de los eslóganes, pero dado que todo el mundo esperaba un completo desastre, representa un triunfo político.

      Y nos enseña una lección al resto de nosotros: el sufrimiento al que se enfrentan tantos de nuestros ciudadanos es innecesario. Si esta es una época de increíble dolor y de una sociedad mucho más dura, ha sido por elección. No tenía, ni tiene, por qué ser de esta manera. –

      PAUL KRUGMAN

      Paul Krugman es profesor de Economía en Princeton y premio Nobel 2008. 2001. New York Times Service. Traducción de News Clips.

      Recuperación y destrucción del neoliberalismo…

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      Alejandro Nadal
       
       

      La maquinaria institucional e ideológica heredada de 30 años de neoliberalismo no está ahí por nada: sus objetivos son el retroceso político y mantener vivos los viejos dogmas. Esto se logra imponiendo una narrativa dominante sobre los orígenes y naturaleza de la crisis que impida pensar en caminos alternativos.

      La historia que cuenta el neoliberalismo sobre su propia crisis comienza con el estallido de la burbuja en el sector inmobiliario y la diseminación de sus efectos por todo el sector financiero gracias a la bursatilización de activos tóxicos. Después viene el rescate y la recuperación. Pero esta historia es absurda porque no hay recuperación a la vista.

      Lo notable es que esta narrativa termina con el principio de la pesadilla. Su culminación es el ¡retorno al neoliberalismo! Eso es absurdo: si algo sabemos es que el neoliberalismo ya no va a poder funcionar jamás. Un vistazo a la historia de las principales economías capitalistas durante los últimos tres decenios permite comprobarlo.

      En los años 70 termina el periodo glorioso de acumulación rápida de capital y crecimiento del ingreso personal de los trabajadores. Ese lapso (1945-1975) se caracterizó por altas tasas de crecimiento, fuertes incrementos en productividad y fuerte inversión en capacidad productiva.

      En los años 70 la tasa de ganancia se estancó y declinó durante varios años. No importa qué medida prefieran los lectores, y más allá de las polémicas sobre el significado de este movimiento en la tasa de ganancia, lo cierto es que se puede documentar sin dificultad esta declinación en la tasa de ganancia. Y a partir de ese hecho, todo cambió: para enfrentar esta caída en la rentabilidad el capital desencadenó una ofensiva de largo aliento en contra del trabajo.

      El resultado de esta acometida fue el estancamiento de los salarios. El crecimiento en productividad que pudo mantenerse (y hasta acelerarse durante algunos periodos) no tuvo su contraparte en un incremento de los salarios. En la distribución de la renta, las ganancias se beneficiaron y el asalariado se llevó la peor parte. Esa redistribución mejoró las condiciones de rentabilidad en los años 1988-2002, con sus diferencias entre países y sectores.

      El estancamiento en la rentabilidad durante los 70 también provocó una búsqueda de espacios de inversión financiera que pudiera darle la vuelta a ese mal necesario (como decía Marx) que es el circuito productivo. La expansión del sector financiero fue la consecuencia directa y los centros de poder a nivel nacional y supranacional se afanaron en eliminar las barreras a la circulación del capital financiero.

      Uno de los rasgos más interesantes de la reproducción capitalista en los últimos decenios consiste en que mientras los salarios se estancaron, el nivel de consumo se mantuvo más o menos constante. ¿Cómo fue eso posible? La explicación se encuentra en la caída en la tasa de ahorro y en el crédito. Es decir, las familias aumentaron la parte de su ingreso que se destina al consumo y, por otra parte, incurrieron en un sobre endeudamiento crónico. El sector financiero ya las estaba esperando.

      La desregulación y las innovaciones financieras hicieron bien su trabajo. La capitalización de títulos financieros, acciones y activos inmobiliarios, alimentó la ilusión de un aumento de riqueza virtual que pudo respaldar durante unos años el nivel de consumo de las clases medias. En Estados Unidos hasta tenemos el fenómeno de un segmento de la clase trabajadora que tuvo ingresos derivados de la rentabilidad del mercado accionario. Pero el sobre endeudamiento fue el mecanismo más importante para mantener el nivel de demanda agregada que necesita todo sistema capitalista.

      En ese periodo (1980-2000) la inversión productiva mantenía tasas de crecimiento raquíticas. Es decir, la recuperación de la rentabilidad derivada de la ofensiva anti-laboral no se acompañó de un incremento en la capacidad productiva o en la introducción de una nueva plataforma tecnológica capaz de sostener una nueva fase de expansión. De las varias interpretaciones, la más cercana a la realidad se relaciona con un agotamiento de las oportunidades de inversión asociadas con altas tasas de beneficios.

      Esto es lo que cierra el circuito de acumulación neoliberal en los espacios nacionales. En el plano internacional, la famosa globalización permitió poner a competir entre sí a la fuerza de trabajo de todo el mundo. Y eso se acompañó del desmantelamiento de una parte de la capacidad industrial estadunidense al transferir las multinacionales líneas completas de producción hacia China. El proceso culminó con la consagración de Estados Unidos como consumidor en última instancia a escala mundial.

      En la actualidad no existen instancias internacionales capaces de marcar un nuevo derrotero. La guerra social al interior y entre espacios nacionales, así como los desequilibrios internacionales son la señal más clara: la única recuperación posible pasa por la destrucción del neoliberalismo.

      http://nadal.com.mx

      Dictadores aferrados al poder, ¿por cuánto tiempo?

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      Robert Fisk
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      Siempre acertado en predecir los cambios de fortuna, Walid Jumblatt ha comenzado a hacer comentarios muy pesimistas acerca de Siria. Líder druso, cabeza del Partido Socialista Progresista Libanés, señor de la guerra, fue él quien sugirió que el tribunal internacional de la ONU que investigó el asesinato del ex primer ministro Rafiq Hariri, cometido en 2005, fuera hecho a un lado en nombre de la estabilidad antes que la justicia. El comentario suscitó aullidos de rabia del hijo del ex premier, Saad Hariri, quien en estos días deambula por el mundo para no regresar a Líbano –algo comprensible, dados sus miedos de ser asesinado él también–, en tanto la hermana Siria permanece en silencio. Ahora Jumblatt dice que algunos en Siria impiden la reforma.

      Al parecer esos algunos del régimen del partido Baaz no quieren traducir en acción las promesas de reforma del presidente Bashar Assad: los soldados no deben disparar a los civiles. Jumblatt dice que la lección de Noruega lo es también para el régimen sirio: no ha escapado al mundo árabe que las peroratas de Anders Breivik por Internet instan a echar a todos los árabes de Gaza y Cisjordania.

      No hay promesas de este corresponsal en Medio Oriente, pero podríamos estar –cómo detesto este lugar común– en el punto de quiebre en Siria. Cien mil manifestantes (mínimo) en las calles de Homs, versiones de deserción de soldados de la academia militar siria, todo un tren de pasajeros descarrilado –por saboteadores, según las autoridades; por el gobierno, según los opositores que exigen poner fin al régimen– y disparos de armas de fuego por las noches en Damasco. ¿Aún espera Assad que los temores sectarios le conserven el apoyo de la minoría alawita y de los cristianos y drusos? Los manifestantes afirman que pistoleros del gobierno asesinan a sus líderes, y que cientos, quizá miles, de los suyos han sido arrestados. ¿Es cierto?

      El largo brazo de Siria, por supuesto, puede llegar lejos. En Sidón, cinco soldados italianos de la ONU fueron heridos luego de que Berlusconi secundó a la Unión Europea en condenar a Siria. Luego Sarkozy se unió a la condena y –bang– cinco soldados franceses fueron heridos en la misma ciudad esta semana. Una bomba sofisticada. Todos sospechan de Siria; nadie sabe. Siria tiene partidarios entre los palestinos del campo Ein el-Helweh, en Sidón. El jefe de Hezbolá, Hassán Nasralá, anuncia que su movimiento protegerá las reservas aún sin prospectar de Líbano para que no caigan en manos de los israelíes –mil 425 kilómetros cuadrados del Mediterráneo, frente a la costa de Tiro, que tal vez pertenezcan a Líbano o tal vez no–, así que allí podría haber otra causa de guerra.

      Y luego, allá en Egipto, el anciano ex presidente Hosni Mubarak irá a juicio el miércoles con sus hijos Gamal y Alaa y otros de sus favoritos. Sin embargo, los ministros de Justicia e Inteligencia, viejos asistentes de Mubarak, siguen en el gobierno. ¿Qué significa eso? ¿Los viejos mubarakitas siguen aferrándose al poder? Los sauditas han ofrecido millones de dólares al ejército egipcio para que no someta a juicio a Mubarak –muchos quieren que reciba una condena a muerte, el ejército querría que muriera hoy–, mientras los sauditas dan todo su respaldo a Bahrein y a todos los potentados de Medio Oriente. Están preparados para dejar que hagan pedazos a Kadafi, que muchas veces ha intentado asesinar a su rey. Los sauditas no han acabado de definir de qué lado se inclinará Obama con respecto a Siria –sospecho que Obama tampoco–, pero es seguro que él debe estar feliz de no tener que mantener una fuerza de paz en Líbano. Todos sabemos lo que le pasó a la última (1982, la base marina, 241 muertos, un bombazo suicida, la explosión más grande desde Nagasaki).

      Un egipcio se manifiesta parado en un poste de luz durante la multitudinaria protesta del pasado viernes en la plaza Tahrir de El Cairo, considerada unas de las mayores concentraciones de público desde la revolución que provocó el derrocamiento del presidente Hosni MubarakFoto Xinhua

      Tienen que enjuiciar a Mubarak, me dijo la semana pasada un periodista egipcio. La rabia incendiará las calles si no lo hacen. Promete ser el juicio del siglo en Egipto (The Independent estará allí.) Lo cual me lleva a nuestro viejo amigo Kadafi, el dictador árabe que no entra en el mismo saco que los otros déspotas regionales. Ahora el mundo político libio parece bullir de Kerenskys: de hecho, el fracaso aliado en ganar la guerra para los rusos blancos en contra de los bolcheviques, luego del conflicto de 1914-1918, pudiera ofrecer algunos espectros sombríos a los igualmente desdichados pero muy condecorados comandantes de la OTAN. (Pueden consultar la participación de Churchill en la biblioteca de la alianza atlántica.)

      De hecho, el fracaso de los rebeldes en Libia probablemente se parezca más al agotamiento de Sharif Hussain luego de ser capturado en La Meca en 1916; se necesitó un Lawrence y armas británicas (y dinero, y fuerzas en tierra) para poner de nuevo en pie al viejo combatiente para enfrentar a los turcos. Lástima, no hay ningún Sharif Hussain en Libia. Entonces, ¿por qué nos metimos en esta insensatez? (No estoy tomando en cuenta las más recientes aventuras asesinas en Bengasi.) ¿Por los civiles de Bengasi? Tal vez. Pero, ¿por qué lanzó Sarkozy su primer ataque? El profesor Dale Scott, de la Universidad de California en Berkeley, tiene una explicación. Kadafi trataba de crear una unión africana con el respaldo de las reservas en oro y divisas del banco central libio, con lo cual Francia perdería su extraordinaria influencia financiera sobre sus antiguas colonias en África central. La parte más publicitada de las sanciones de Obama contra Libia –el coronel Kadafi, sus hijos y familiares, y altos funcionarios del gobierno libio– ayudó a oscurecer la parte de “todas las propiedades del gobierno de libia y –oh– el banco central de Libia”. En el sótano del banco central, en Trípoli, en oro y divisas, hay 32 mil 500 millones de dólares que se iban a usar para poner en marcha los tres proyectos de la federación centroafricana.

      Y ya que estamos en eso, sometamos la guerra en Afganistán a algún escrutinio. He aquí las palabras de un comité investigador sobre nuestra guerra (y casi derrota) allá: “El objetivo –oh– es ayudar a nuestros compatriotas a entender en qué pasos de la guerra con la nación afgana han sido involucrados, y qué terrenos han sido asignados para esa guerra por sus autores. La guerra se nos vino encima de modo muy repentino. No sólo no hubo consulta del gobierno al Parlamento, ni comunicación alguna a ese órgano sobre algún cambio de política tendiente a involucrarnos en una disputa, sino que cuando se hicieron preguntas las respuestas dadas estuvieron calculadas para confundir, y de hecho confundieron a los oficiales y expertos más escépticos, y a través de ellos, a la nación entera”. La cita procede de la investigación parlamentaria sobre la segunda guerra en Afganistán. Fecha: 1879.

      © The Independent

      Traducción: Jorge Anaya

      Tiempo de pánico: en EEUU y en Europa, la catástrofe de las perversas políticas de austeridad fiscal…

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      Tiempo de pánico: en EEUU y en Europa, la catástrofe de las perversas políticas de austeridad fiscal empieza ya a reflejarse crudamente en los datos
      Marshall Auerback · · · · ·
      10/07/11
       


       

      Los datos de desempleo conocidos hoy sugieren que estamos experimentando algo peor que un mero «bache en el camino», según ha descrito el presidente el último mes. Lo cierto es que si el pasado mes fue momento de pánico, como sostuvo desde estas mismas páginas Stephanie Kelton, los datos de hoy deberían provocar verdaderas palpitaciones en la Casa Blanca. Esto no es un «bache», sino un verdadero socavón al estilo de los de las calles de la ciudad de Nueva York.

      Está, lo primero, la cifra de portada que todo el mundo mira: los contratos de trabajo no agrícola. 18.000 más en junio, es decir, 100.000 menos de lo esperado. Además, los aumentos de los pasados dos meses han sido ahora revisados a la baja: 44.000 menos. Eso es francamente poco, pero no resulta demasiado terrible.

      A poco, empero, que se ahonde en los datos, la cosa pinta absolutamente espantosa: la medida del desempleo establecida a partir de encuestas en los hogares muestra una caída del empleo de 445.000. De acuerdo, es una cifra embarazosa. Pero, como Frank Verano me ha hecho notar en un email privado, lo que esa medida del empleo, nunca revisada, muestra ahora es que no ha habido el menor crecimiento del empleo en los últimos cinco meses, y sí, en cambio un vigoroso crecimiento del desempleo en los últimos tres.

      La cosa es, sin embargo, todavía peor: la semana laboral ha disminuido en una décima parte. Las horas extraordinarias han disminuido en una décima parte. La tasa de participación laboral, del 64,1%, ha sido la peor desde 1984. La tasa de desempleo en un sentido más amplio, que incluye el subempleo y el empleo a tiempo involuntariamente parcial, la U6, ha pasado del 15,8% al 16,2%. En otras palabras y tal como me sugería esta mañana Frank, «muchos otros indicadores del empleo confirman en este informe los datos profundamente decepcionantes sobre la contratación laboral y el mensaje, mucho más negativo aún, de las medidas obtenidas con encuestas en los hogares.»

      ¿Hay factores estacionales que pudieran dar cuenta de eso? Tal vez, y singularmente del hiato observado entre los datos de la Oficina de Estadísticas Laborales [BLS, por sus siglas en inglés] y las cifras sobre contratación laboral ofrecidas por la compañía ADP [Procesamiento Automático de Datos, por sus siglas en inglés]. Pero, como sugirió Philippa Dunne, del Liscio Report:

      «Tras la publicación del informe, algunos embistieron con la vieja y fiable excusa: datos mal desestacionados. De acuerdo con uno de los análisis que circuló, si la BLS hubiera usado el factor del año pasado (computado, claro está, usando exactamente la misma técnica empleada para el factor de este año), ¡se habría visto un aumento de 221.000!. (Quienquiera que hiciera ese cálculo, cometió un error al comparar los niveles no ajustados estacionalmente con los ajustados estacionalmente para los dos meses: lo que hay que comparar son los cambios intermensuales.) Con todo, si uno va a jugar este juego, tiene al menos que ser congruente y aplicar los datos estacionales del año pasado a varios meses, y no sólo a uno. De lo contrario, el crecimiento de 25.000 en mayo se convertiría en una pérdida de 19.000, y el aumento de abril se reduciría a sólo 73.000. En cualquier caso, ¿por qué habría que hacerlo? Los factores estacionales se recomputan cada mes a partir de la experiencia reciente y de las singularidades del calendario, y deberían mostrarse más enérgicos en una eventual recuperación. (Esperemos que no terminen usándose los datos de tendencia en la sima misma de la recesión como indicadores de pasos hacia delante…) Tampoco hay ajuste a la cifra de cabecera: los sectores se ajustan por separado (96 industrias diferentes al nivel de tres dígitos de NAICS [Sistema de Clasificación de la Industria Norteamericana, por sus siglas en inglés], para ser exactos), y el total es la suma de esos componentes. Todo el argumento es un sinsentido.»

      Muchos de los que publicamos regularmente en estas páginas llevamos meses preocupados por esas tendencias. Hemos expresado repetidamente nuestra preocupación por la imperante histeria del déficit y los consiguientes recortes en el gasto público –fundados en un concepto de todo punto erróneo de la «solvencia nacional» o de la «sostenibilidad fiscal», signifique eso lo que quiera—, y hemos dejado dicho por activa y por pasiva que todo eso terminaría generando el tipo de situación económica que precisamente ahora tenemos ante nuestros ojos. Desgraciadamente, el presidente, su incompetente secretario del Tesoro y el Congreso están todos sometidos a los panglosianos de Wall Street y de la teoría económica dominante, quienes, impertérritos, siguen pronosticando tendencias de crecimiento desmentidas por los datos trimestre tras trimestre.

      Trimestre tras trimestre el crecimiento se ha revelado siempre menor de lo esperado. ¿Por qué? Por causa del persistemte desdén de la importancia de la política fiscal y por  entregarse a la irracional creencia en la eficacia de ensalmos como el de la QE2 [segunda flexibilización monetaria cuantitativa]. La realidad es harto más implacable: el crecimiento ha quedado por debajo de la tasa del 2% en los dos primeros trimestres de este año, y en vez de responder a la crisis real de desempleo, nuestros decisores políticos siguen obsesionados con la reducción del déficit y con los recortes aplicados a los «insostenibles» programas sociales, lo que no hace sino sacar todavía más recursos de una economía que regresa aceleradamente al precipicio de la recesión.

      Y con la perspectiva de un acuerdo parlamentario sobre los límites del endeudamiento, que incluirá todavía más recortes del gasto público; con la perspectiva, además, de una ulterior presión a la baja sobre los ingresos reales de los consumidores por causa del incremento del precio de las materias básicas propiciado por la especulación, la administración sigue inexplicablemente pronosticando, una vez más, la recuperación significativa de la senda de crecimiento, sólo porque los gachós que le aseguran financiación electoral en Wall Street les siguen diciendo que eso es lo que va a ocurrir.

      Pero no va a ocurrir. No, si seguimos por este despeñadero. Es muy de temer que lo que nos espera sea un declive à la europea, en donde la austeridad fiscal está en pleno desarrollo. Las ventas al por menor en España han sido un desastre. Cayeron un 6,6% en relación al año pasado. Eso es mucho peor que la ya de por sí horrible caída del 4,4% registrada en los cinco meses anteriores. La tasa de desempleo española es del 21%. Grecia, que acaba de poner por obra otra ronda de recortes del gasto público, tiene una tasa de desempleo por encima del 16%, y apunta a más. E Italia empieza finalmente a aparecer en los titulares: su renta per capita ha crecido un 0% en la última década. Hoy mismo, el Banco de Francia decía lo siguiente en su informe económico mensual:

      «La actividad industrial cayó en junio debido al comportamiento más débil de la industria automovilística, de los bienes de equipo y de otros sectores industriales. La tasa de utilización de capacidades cayó. Los pedidos todavía se consideran por encima de sus niveles normales, pero parecen estar en peor situación que en los meses pasados.»

      Y esto es el núcleo, no la periferia. Ya no es sólo un problema de los «manirrotos mediterráneos».

      La común aceptación de la austeridad fiscal ha ido más allá de lo perverso. Es como si Josef Mengele se hubiera reencarnado en un economista y anduviera trabajando en algún nuevo experimento extravagante para infligir la máxima cantidad de daño al máximo número de personas. Es como una variante del viejo chiste:

      «- Doctor, me duele mucho cuando hago esto.

      –        Pues siga haciéndolo.»

      Los gobiernos de veintiocho países desarrollados actuaron de concierto para hacer bajar el precio del petróleo y salvar la recuperación económica mundial. En estos últimos diez días, los inversores profesionales, los especuladores y los habituales manipuladores compañeros de viaje han logrado torcer el brazo de esos gobiernos, forzando de nuevo un alza en los precios del crudo. A la vista de lo cual, y del terrible frente de datos económicos procedentes últimamente de Europa, mejor harían esos gobiernos en buscar de nuevo una vía para evitar la especulación sobre los precios de los alimentos y de los combustibles: de lo contrario, la Gran Recesión, Segunda Parte, nos aguarda a la vuelta de la esquina.

      ¡Ah! ¿Pero de qué nos preocupamos? ¡Si es sólo un bache en el camino! Recortemos un poco más el gasto público –la Seguridad Social parece ser el próximo objetivo-, porque, ni que decir tiene, basta con decir que «tenemos que ser responsables», basta con decir que «no podemos seguir viviendo por encima de nuestras posibilidades», para que se haga el milagro, se restaure la confianza y salgamos del foso en que se encuentra el 95% del mundo. O eso al menos es lo que nuestro presidente no se cansa de repetirnos cuando celebra un «acuerdo» parlamentario sobre la limitación del endeudamiento. En realidad, los únicos que deberían celebrarlo son los candidatos Republicanos a las próximas elecciones presidenciales, uno de los cuales logrará, muy probablemente, convertir a Obama en presidente de un solo mandato.

      Marshall Auerback, uno de los analistas económicos más respetados de los EEUU, es miembro consejero del Instituto Franklin y Eleanor Roosevelt, en donde colabora con el proyecto de política económica alternativa new deal. 2.0.

      Traducción para www.sinpermiso.info: Casiopea Altisench


      J. Stiglitz: La crisis ideológica del capitalismo occidental (y el resurgimiento de la derecha neoliberal)…

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      Joseph Stiglitz · · · · ·
      24/07/11

       

      Tan sólo unos años atrás, una poderosa ideología –la creencia en los mercados libres y sin restricciones– llevó al mundo al borde de la ruina. Incluso en sus días de apogeo, desde principios de los años ochenta hasta el año 2007, el capitalismo desregulado al estilo estadounidense trajo mayor bienestar material sólo para los más ricos en el país más rico del mundo. De hecho, a lo largo de los 30 años de ascenso de esta ideología, la mayoría de los estadounidenses vieron que sus ingresos declinaban o se estancaban año tras año.

      Es más, el crecimiento de la producción en los Estados Unidos no fue económicamente sostenible. Con tanto del ingreso nacional de los EE.UU. yendo destinado para tan pocos, el crecimiento sólo podía continuar a través del consumo financiado por una creciente acumulación de la deuda.

      Yo estaba entre aquellos que esperaban que, de alguna manera, la crisis financiera pudiera enseñar a los estadounidenses (y a otros) una lección acerca de la necesidad de mayor igualdad, una regulación más fuerte y mejor equilibrio entre el mercado y el gobierno. Desgraciadamente, ese no ha sido el caso. Al contrario, un resurgimiento de la economía de la derecha, impulsado, como siempre, por ideología e intereses especiales, una vez más amenaza a la economía mundial – o al menos a las economías de Europa y América, donde estas ideas continúan floreciendo.

      En los EE.UU., este resurgimiento de la derecha, cuyos partidarios, evidentemente, pretenden derogar las leyes básicas de las matemáticas y la economía, amenaza con obligar a una moratoria de la deuda nacional. Si el Congreso ordena gastos que superan a los ingresos, habrá un déficit, y ese déficit debe ser financiado. En vez de equilibrar cuidadosamente los beneficios de cada programa de gasto público con los costos de aumentar los impuestos para financiar dichos beneficios, la derecha busca utilizar un pesado martillo – no permitir que la deuda nacional se incremente, lo que fuerza a los gastos a limitarse a los impuestos.

      Esto deja abierta la interrogante sobre qué gastos obtienen prioridad – y si los gastos para pagar intereses sobre la deuda nacional no la obtienen, una moratoria es inevitable. Además, recortar los gastos ahora, en medio de una crisis en curso provocada por la ideología de libre mercado, simple e inevitablemente sólo prolongaría la recesión.

      Hace una década, en medio de un auge económico, los EE.UU. enfrentaba un superávit tan grande que amenazó con eliminar la deuda nacional. Incosteables reducciones de impuestos y guerras, una recesión importante y crecientes costos de atención de salud –impulsados en parte por el compromiso de la administración de George W. Bush de otorgar a las compañías farmacéuticas rienda suelta en la fijación de precios, incluso con dinero del gobierno en juego– rápidamente transformaron un enorme superávit en déficits récord en tiempos de paz.

      Los remedios para el déficit de EE.UU. surgen inmediatamente de este diagnóstico: se debe poner a los Estados Unidos a trabajar mediante el estímulo de la economía; se debe poner fin a las guerras sin sentido; controlar los costos militares y de drogas; y aumentar impuestos, al menos a los más ricos. Pero, la derecha no quiere saber nada de esto, y en su lugar de ello, está presionando para obtener aún más reducciones de impuestos para las corporaciones y los ricos, junto con los recortes de gastos en inversiones y protección social que ponen el futuro de la economía de los EE.UU. en peligro y que destruyen lo que queda del contrato social. Mientras tanto, el sector financiero de EE.UU. ha estado presionando fuertemente para liberarse de las regulaciones, de modo que pueda volver a sus anteriores formas desastrosas y despreocupadas de proceder.

      Pero las cosas están un poco mejor en Europa. Mientras Grecia y otros países enfrentan crisis, la medicina en boga consiste simplemente en paquetes de austeridad y privatización desgastados por el tiempo, los cuales meramente dejarán a los países que los adoptan más pobres y vulnerables. Esta medicina fracasó en el Este de Asia, América Latina, y en otros lugares, y fracasará también en Europa en esta ronda. De hecho, ya ha fracasado en Irlanda, Letonia y Grecia.

      Hay una alternativa: una estrategia de crecimiento económico apoyada por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. El crecimiento restauraría la confianza de que Grecia podría reembolsar sus deudas, haciendo que las tasas de interés bajen y dejando más espacio fiscal para más inversiones que propicien el crecimiento. El crecimiento por sí mismo aumenta los ingresos por impuestos y reduce la necesidad de gastos sociales, como ser las prestaciones de desempleo. Además, la confianza que esto engendra conduce aún a más crecimiento.

      Lamentablemente, los mercados financieros y los economistas de derecha han entendido el problema exactamente al revés: ellos creen que la austeridad produce confianza, y que la confianza produce crecimiento. Pero la austeridad socava el crecimiento, empeorando la situación fiscal del gobierno, o al menos produciendo menos mejoras que las prometidas por los promotores de la austeridad. En ambos casos, se socava la confianza y una espiral descendente se pone en marcha.

      ¿Realmente necesitamos otro experimento costoso con ideas que han fracasado repetidamente? No deberíamos, y sin embargo, parece cada vez más que vamos a tener que soportar otro. Un fracaso en Europa o en Estados Unidos para volver al crecimiento sólido sería malo para la economía mundial. Un fracaso en ambos lugares sería desastroso – incluso si los principales países emergentes hubieran logrado un crecimiento auto-sostenible. Lamentablemente, a menos que prevalezcan las mentes sabias, este es el camino al cual el mundo se dirige.

      Joseph Stiglitz fue Premio Nobel de Economía en 2001
      Project Syndicate, julio 2011

       

      Chile: la Educación Superior más cara del Mundo…

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      04/07/2011

      Con un valor anual promedio de US$3.400, el arancel cobrado por las universidades domésticas se ha disparado sistemáticamente en los últimos 20 años. En el caso de las públicas, sólo entre 1995 y 2005 el alza fue de casi el 100%.

      Exiguo aporte estatal, focalización de los subsidios, alta demanda y valoración excesiva de la tasa de retorno, serían elementos clave en este fenómeno.

      “El arancel medio en Chile  equivale al 22,7% de nuestro PIB per cápita, superior al de naciones como Estados Unidos, Inglaterra, Australia y Japón”. 

      Datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) consignan que, a precios relativos, la Educación Superior (ES) en Chile es la más cara del orbe. Con un valor promedio de US$3.400 anual, el arancel doméstico equivale al 22,7% del PIB per cápita, superior al de naciones como Estados Unidos, Inglaterra, Australia y Japón. 

      El fenómeno ha sido advertido por diversas entidades foráneas, como el Banco Mundial, entidad que en un informe conjunto con el citado organismo multilateral constató que “una causa relevante de desigualdad (en nuestro país) incluye el alto costo de estudiar”.   

      En opinión de diversos agentes, no ha sido posible detectar el punto exacto de inflexión en este rally, pero a la luz de los antecedentes disponibles en el Ministerio de Educación (Mineduc), se traslucen lapsos en que el valor se disparó con vigor durante los últimos 20 años; sin ir más lejos,  entre 1995 y 2005 el aumento arancelario promedio llegó al 92,8%.

      ¿A qué responde esta situación? Felipe Salazar, investigador del Centro de Políticas Comparadas de la Universidad Diego Portales, sostiene que se ha consolidado “una gran demanda en un mercado que no tiene nada de competitivo, al ser muy segmentado.”  Añade que si bien existen aranceles de referencia entregados todos los ejercicios por la cartera del ramo para cada establecimiento, “finalmente éstos cobran más; saben que los cupos se van a llenar de todas formas: lo que devela un problema serio”.

      Alejandra Mizala, del Centro de Economía Aplicada de la Universidad de Chile, acota que “las casas de estudio no compiten por alumnos, sino que por marketing, relacionado más bien a aspectos como la infraestructura, a aparecer en los diarios o a las acreditaciones.  Elevan sus aranceles en pos de ello y la demanda no desaparece, en vista de lo que es considerado como una alta tasa de retorno”.

      En esa línea, Rodrigo Troncoso, de Libertad y Desarrollo, enfatiza que la clave en esta discusión es que “el costo de educar en las instituciones ha subido mucho con la entrada en vigencia de las acreditaciones. Hay una gran presión por mayor infraestructura y ofrecer un producto de mejor calidad”.

      Aporte Insuficiente

      No obstante lo descrito reviste un elemento sustancial en el análisis, no explica necesariamente el elevado valor relativo respecto de otras naciones con mayores ingresos.  La diferencia, plantean los consultados, se relacionaría entonces con el exiguo aporte público a la ES.

      Patricio Gajardo, del Instituto Libertad, reconoce que se trata de una prestación “cara en todo el mundo; el problema doméstico es que el porcentaje de las familias que asumen los costos es muchísimo más alto que el promedio de la OCDE”.   Subraya que “en los ’80 había una importante contribución estatal, y el precio era bastante menor; eso sí, quienes ingresaban eran parte de una élite”.

      Sobre el particular, Gabriela Cares, coordinadora de Políticas Educativas del programa “Educación 2020”,  precisa que “alrededor del 85% del costo de una carrera en Chile es pagado directamente por los hogares; sólo el 15% corresponde a financiamiento público, mientras que en la OCDE, en torno al 70% proviene del Fisco, lo que da cuenta de un contraste gigante”.

      Manifiesta que este hecho  ha confluido en “la exclusión, en muchos casos, y un nivel de endeudamiento elevadísimo para quienes logran acceder, generando en definitiva un sistema que reproduce inequidad”.

      Tasa de Retorno

      Se ha inoculado en la cultura nacional que un título universitario asegurará altos ingresos, lo que “en la práctica dependerá mucho de cada carrera”, acota Mizala.  En efecto –indica– “hay trabajos técnicos con mayor rentabilidad, pero la gente aún considera que el escenario es parecido al de hace 20 años cuando la cobertura era mucho menor y ser titulado era algo exclusivo que garantizaba un recorrido laboral”, elemento que sigue dando sustento a la demanda. 

      En este contexto, la economista afirma que las tasas de retorno promedio son del 20% para las carreras universitarias y de un 10% para aquellas técnicas. Las familias lo consideran “alto y están dispuestas a pagar los aranceles y endeudarse transitoriamente”.

      Recomendaciones

      La OCDE y el Banco Mundial han recomendado a Chile “como medidas complementarias para proteger a los estudiantes de  un excesivo aumento de los aranceles, exigir que las instituciones de ES, cuyas tarifas suben más rápidamente que el promedio nacional, justifiquen por qué sus costos son diferentes”.

      Salazar, en tanto, recalca que es fundamental incrementar el gasto con subsidios más focalizados, sin interferir en el nivel de los aranceles: “Que las universidades sigan eligiendo sus costos, pero que el Estado garantice bajo algunas condiciones, el pago del arancel al estudiante”, sentencia.

      Gajardo, a su vez, sostiene que es indispensable “identificar adónde van los grupos más vulnerables, ya que si los subsidios sólo se dirigen a las instituciones estatales, estos finalmente se destinan, en un porcentaje mayoritario, a egresados de colegios particulares”.

      La Brecha Entre el Arancel Referencial y el Efectivo

      Desde 2005, el Ministerio de Educación entrega un “arancel referencial” para las respectivas carreras de cada universidad, con miras a establecer los recursos de becas y créditos que el Estado y las mismas instituciones entregan a los estudiantes.

      La brecha entre tal cifra y la efectiva es amplia.   Por citar un ejemplo, para la carrera de Ingeniería Civil en la Universidad Católica (UC) la diferencia entre ambos montos ha sido de casi $2.000.0000; mientras que en Ingeniería Comercial en la Universidad de Chile, el margen detectado ha sido superior a  $1.000.000.
      En este sentido, Rodrigo Troncoso,  de Libertad y Desarrollo, consigna  que “es un sistema que está absolutamente viciado; incluso, hay veces en que la diferencia significa la mitad del costo real de una carrera”.

      Así,  la OCDE recomendó que “en vista de las complicaciones, el Mineduc debería estudiar cuidadosamente las ventajas y desventajas de mantener el sistema de aranceles de referencia en su forma actual, y considerar seriamente revisar o simplificar su enfoque y metodología”.

      ¿Y Respecto a la Región?

      El escenario doméstico de la Educación Superior (ES) dista bastante del que exhibe la mayoría de los países en la región.  Mientras el arancel promedio local supera largamente los US$3.000, en naciones como Argentina, Nicaragua y Uruguay, el servicio es gratuito.

      “Chile fue el primer país de América Latina que introdujo aranceles de pago en las instituciones públicas de ES, a comienzos de la década de los ’80, y es todavía el único con altos aranceles a nivel de pregrado”, consigna la OCDE.  

      El secretario de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación  Argentina, Dr. Alberto Dibbern, por ejemplo, comenta que “además de no tener costo, se otorgan 47.000 becas para carreras prioritarias”. María Laura Dodino, coordinadora de Educación Superior del Ministerio de Educación de Uruguay, por su parte, relata que “el 80% de los estudiantes están en la Universidad de la República, la que es gratuita, y el sistema de ingreso es abierto; no hay ningún tipo de selección más que haber egresado de bachillerato”.

      MARKETING. “Las casas de estudio no compiten por alumnos, sino que por marketing, relacionado más bien a aspectos como la infraestructura, aparecer en los diarios o a las acreditaciones.  Elevan sus aranceles en pos de ello y la demanda no desaparece”, advierte Alejandra Mizala, economista de la U. de Chile.

      http://www.estrategia.cl

      Argentina: también Stiglitz elogia su política económica…

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      JOSEPH STIGLITZ SE REUNIO CON CRISTINA FERNANDEZ DE KIRCHNER Y ELOGIO LAS POLITICAS OFICIALES

      Con el respaldo de un Premio Nobel

      MIRO7El economista estadounidense le dijo a la Presidenta que siempre pone como ejemplo al país porque “para salir de la crisis aumentó el consumo, en lugar de enfriar la economía”. También se reunió con la titular del Banco Central y el ministro de Trabajo.

      La presidenta Cristina Fernández de Kirchner recibió ayer por la tarde, en la residencia de Olivos, al Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz. Durante el encuentro, del que también participó el canciller Héctor Timerman y que se extendió por poco más de media hora, analizaron la crisis internacional y el economista elogió las políticas que apuntalaron la recuperación de la economía argentina. Más temprano, se había reunido a almorzar con la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, y el ministro de Trabajo, Carlos Tomada.

      “La situación de Europa está muy complicada porque tiene su economía atada al euro y va a costar que salga de la crisis”, evaluó Stiglitz ante la Presidenta. No es la primera vez que el economista se muestra escéptico con respecto al futuro de Europa. En mayo había afirmado que el plan de ajuste para los países más complicados de ese continente iba a fracasar. “Las condiciones excesivamente duras impuestas a Grecia serán en realidad contraproducentes para prevenir un contagio”, sostuvo y agregó entonces que si Europa “no soluciona sus problemas institucionales fundamentales, el futuro del euro puede que sea muy breve”. En esta ocasión volvió con el mismo argumento y dijo que ve “con preocupación el recorte del consumo que están haciendo algunos gobiernos”.

      Respecto de la situación de la Argentina, Stiglitz le dijo a la Presidenta que siempre pone como ejemplo al país porque “para salir de la crisis aumentó el consumo, en lugar de enfriar la economía”. Este economista estadounidense había sido uno de los principales críticos de las recetas neoliberales que se aplicaron hasta 2001. Además, destacó la participación argentina en el G-20 y dijo que será un eslabón clave para que ese grupo coordine políticas con el G-77, donde Argentina también participa. De hecho, el canciller Timerman declaró que Stiglitz se comprometió a “cooperar con el G-77 cuando en enero asumamos la presidencia”.

      En la reunión que el Nobel de Economía había mantenido al mediodía con Marcó del Pont y Tomada también se trataron esos temas, pero se focalizó fundamentalmente en el papel que debe cumplir el Banco Central para fomentar la actividad económica. En este sentido, Stiglitz destacó el mandato múltiple de la entidad, consistente en no sólo preservar el valor de la moneda, sino también en estimular la economía y el empleo. Incluso recordó el caso sueco y el de otros países centrales que tienen esos objetivos en sus cartas orgánicas.

      Además, elogió las políticas que lleva adelante el Gobierno para que los bancos otorguen financiamiento al sector productivo. El especialista dijo que es importante que las entidades financieras presten a las pymes, porque estas empresas son generadoras de empleo y a menudo constituyen el germen de casos empresariales exitosos. A la vez, Stiglitz remarcó la importancia de los acuerdos sociales como herramientas idóneas para promover el crecimiento económico.

      Página/12

      Written by Eduardo Aquevedo

      25 diciembre, 2010 at 19:24

      ¿Una nueva alianza entre Rusia y Europa, a costa de EE.UU?

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      Rusia busca el fortalecimiento de los lazos con Europa a costa de Estados Unidos

      El señor Putin hace una oferta audaz

      Immanuel Wallerstein, La Jornada

      MIRO3El primer ministro Vladimir Putin de Rusia visitó Alemania a finales de noviembre. Antes de llegar, publicó un editorial abierto en el periódico alemán Süddeutsche Zeitung, que comentó su editorial titulado Putin abraza Europa.

      Los contenidos del editorial son muy notables. Putin dijo que la lección que podía extraerse de la crisis económica más severa de la economía mundial en 80 años era la necesidad de que Rusia trabajara más cercanamente con la Unión Europea. Proponemos la creación de una comunidad económica que vaya de Lisboa a Vladivostok. Dijo que eventualmente en el futuro podríamos considerar una zona de libre comercio y aún más avanzadas formas de integración”. Sugirió que un mercado continental así podría valer billones de euros.

      Putin sugirió que la Unión Europea y Rusia necesitaban trabajar más cercanamente en los campos de la industria y la energía. Dijo que consideraría todo aquello que pueda posibilitar una nueva ola de industrialización del continente europeo. Mencionó ámbitos como la construcción de buques, las industrias aeronáutica y automotriz, las tecnologías ambientales, la farmacéutica, la energía nuclear y la logística. Hizo un llamado a iniciar proyectos conjuntos con empresarios europeos y rusos.

      En el campo del abastecimiento de energía, Putin pidió intercambios activos. Es necesario, dijo, trabajar juntos en todas las fases necesarias para crear la cadena de valor tecnológico, del descubrimiento de la demanda de recursos energéticos a la entrega al consumidor. Por tanto Rusia y la Unión Europea podrían avanzar en la eliminación de visas, lo que manifestaría no el fin sino el comienzo de una verdadera integración de Rusia y la Unión Europea.

      Cuando Putin arribó a Alemania le dieron un cálido recibimiento varios de los más importantes banqueros e industriales alemanes. Les habló como sus amigos, y en retribución el director ejecutivo de Siemens dijo: En Rusia nos sentimos en casa. Afirmó: Rusia es un claro ejemplo de cómo las naciones emergentes le están dando impulso al crecimiento de la economía mundial.

      Putin prosiguió su ofensiva de encanto con la elite económica alemana. Sugirió que se mantuvieran juntos en las cuestiones relacionadas con las divisas. Necesitamos una nueva multipolaridad en el sistema de divisas. Debemos romper el excesivo monopolio del dólar. Puso el ejemplo del imperio romano, cuyas políticas condujeron a 500 años de estancamiento económico. Le dio entonces un fuerte respaldo al euro, del cual dijo que era un importante balance para el dólar en la economía mundial. Sugirió la posibilidad de que el comercio bilateral fuera realizado en rublos y euros, y no con dólares.

      La respuesta de la canciller federal Angela Merkel a estas propuestas fue cauta pero no fue negativa. El ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Guido Weterwelle, dijo que las propuestas de Putin mostraban lo cercanos que estamos en términos de objetivos estratégicos. El respaldo más fuerte vino de los administradores económicos más importantes de Alemania. La respuesta de la prensa alemana fue mezclada.

      En Francia, Le Monde apuntó: Este llamado a la apertura económica por parte de un hombre reputado más por su fibra nacionalista que por sus ideas librecambistas es realmente innovador. Tanto más porque el desarrollo de las cooperaciones industriales entre los dos lados es regularmente frenado por consideraciones políticas.

      Debe resaltarse que Putin no le ofreció un acuerdo a Occidente sino más bien a Europa. Parece un intento bastante específico por alentar un fortalecimiento de los lazos con Europa a costa de Estados Unidos. Aunque esto no sea totalmente nuevo en términos de la postura geopolítica de Rusia, no se había expresado públicamente hasta ahora con tal contundencia. También hay que resaltar que Putin le otorga al euro un fuerte respaldo en un momento en que el euro está necesitado de algún reforzamiento político. Apuntemos también que Putin no habla de mantenerse sólo o aun principalmente como exportador de energía para Europa. Putin habla de una nueva ola de industrialización en la cual Rusia participaría a plenitud.

      Esta abierta diplomacia de Putin debería probablemente preocupar a los líderes estadunidenses más que las modestas revelaciones de Wikileaks.

      Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2010/12/19/index.php?section=opinion&article=026a1mun

      Written by Eduardo Aquevedo

      20 diciembre, 2010 at 16:16

      Kosovo: el silencio y la vergüenza de Occidente

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      Sobre el informe de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa Tratamiento inhumano y tráfico ilícito de órganos humanos en Kosovo

      Gorka Larrabeiti, Rebelión

      klee101Conmociona leer el informe Tratamiento inhumano y tráfico ilícito de órganos humanos en Kosovo (1) escrito por Dick Marty para la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, que lo aprobó por unanimidad. Las atrocidades sucedidas en los campos de Cahan, Kukës, Durres, Bicaj, Burrel, Rripe (La Casa Amarilla) o Fushë-Krujë (párrafos 93-167) son tales que bien pudiera suceder que en ellas se concentre la poca atención que han prestado los medios y la opinión pública internacional al memorándum del senador Marty, cuando el alcance de su contenido rebasa lo espeluznante y apunta a acabar con la impunidad de los criminales que las cometieron y a esclarecer la verdad histórica a fin de que en el futuro haya verdadera paz y justicia.

      Después de tanto cable de Wikileaks y tanta alabanza de la transparencia, indigna el silencio sobre un documento explosivo del Consejo de Europa -veremos si se aprueba la resolución- que avanza hacia la verdad descarnada de la "guerra humanitaria". La OTAN bombardeaba desde las alturas; abajo las fuerzas de seguridad serbias abandonaban el territorio; KFOR apenas tenía instalaciones; no había ninguna autoridad administrativa y delegaron en el Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK), o mejor dicho, en el grupo mafioso de Drenica, el control del territorio, y eso que BND alemán, SISMI italiano, MI6 británico, EYP griego y por supuesto FBI estaban al corriente de la actividad mafiosa de ese grupo (lavado de dinero, contrabando de drogas y cigarrillos, tráfico de seres humanos, prostitución, monopolización de los sectores más importantes de la economía kosovar como los carburantes, la construcción) y en concreto de su líder, Hisham Thaçi, uno de los “capos criminales” más peligrosos del UÇK (2).

      Impresiona ver plasmado (párrafo 72) el nombre del primer ministro kosovar en la lista de acusados de haber ordenado -y en ciertos casos de hasta haber presenciado- asesinatos, detenciones, palizas e interrogatorios en territorio albanés entre 1998 y 2000 durante operaciones del UÇK. No sorprende que Thaci ventile el informe diciendo que no se trata más que de "propaganda malintencionada cuyo objetivo es denunciar al Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) y sus líderes".

      Estremece conocer (párrafos 75-85) el currículum del “Dr. Shaip Muja”, aunque sea parecido al de otros miembros del grupo de Drenica, incluido Hashim Thaçi. Estudiante activista a principios de los 90. Miembro de un grupo de élite del UÇK con base en Albania. Creador de inversiones de millones de dólares provenientes de los “fondos de guerra” donados a la causa del UÇK. Diseñador de la estructura de inteligencia en el Partido Democrático Kosovar en contacto con los servicos secretos albaneses, compañías privadas de seguridad estadounidenses y expertos israelíes de inteligencia. Coordinador de Sanidad en el Gabinete del Gobierno provisional de Kosovo y comandante del 40 batallón del Kosovo Protection Corps. Político civil en el Partido Democrático de Kosovo. En diciembre de 2010, asesor político del primer ministro, Hashim Thaçi. Durante 10 años desempeñó un papel central en el tráfico de seres humanos, así como en las operaciones quirúrgicas ilícitas.

      Inquieta leer (párrafos 7 y 8) que cuando se creó la fuerza UNMIK, se destinaron pocos recursos humanos y en condiciones inadecuadas para afrontar tamaña tarea. Ya en 2008 la misión EULEX heredó una situación dificilísima: numerosísimos archivos sobre crímenes de guerra estaban en condiciones tan deplorables (faltaban pruebas, testimonios, abundaban lagunas investigativas) que muchos casos tuvieron que abandonarse. Recuerda Dick Marty en esta entrevista a Il Manifesto: “La competencia del Tribunal penal de la antigua Yugoslavia tiene una limitación temporal y territorial: llegaba hasta el 12 de junio de 1999 y no incluía a Albania donde toda investigación -la de la Casa Amarilla– tenía que contar con el acuerdo de esas autoridades; de modo que las primeras investigaciones y testimonios fueron poco profesionales. […] Cayeron en el vacío una serie de indicaciones y testimonios de gente que llevaba contenedores de órganos al aeropuerto entre otras cosas. En el año 2009 Carla del Ponte me dijo cuando nos encontramos: ‘Encontrarás todo en el archivo del Tribunal’. Pedí las pruebas al Tribunal y me dijeron dijeron que ya no quedaba nada, que las habían destruido porque no eran competencia del Tribunal”. A los límites espaciales y temporales con los que se trató de embridar la verdad histórica en la investigación hay que sumarles la escasez de recursos con la que partieron UNMIK (personal con contratos temporales, por ejemplo, según se dice en el párrafo 7) y EULEX, que ha tenido que bregar con dificultades enormes a la hora de encontrar testigos. Cabe recordar (párrafo 25)  que en el caso Limaj et al., las personas que testimoniaron durante el juicio murieron después. Pero sobre todo es una cuestión de principio: se pretende colaboración de los sospechosos de los crímenes. Al leer los detalles sobre la intervención humanitaria en la guerra humanitaria se puede pensar que estas organizaciones más que ayudar a que se desvelara la verdad colaboraron en su encubrimiento, y todo en aras de una "estabilidad política" del territorio.

      Paradójicamente, el medio con el que se cuenta para cambiar las cosas sigue siendo EULEX, y el informe alaba la tarea que están haciendo muchas instituciones que combaten el silencio y quieren acabar con la impunidad. La prioridad más acuciante es dar con los desaparecidos (párrafo 12). El Comité Internacional de Cruz Roja (ICRC) abrió 6.005 expedientes de desapariciones: se ha encontrado a 1.400 personas con vida; se han podido descubrir 2.500 cuerpos. También hubo desapariciones después de la llegada de las tropas de KFOR: se trata de 470 casos, mayoritariamente serbios.

      Kosovo no ha sido el único conflicto en el que se ha tratado de ocultar el pasado mediante un pacto de olvido y admitiendo que la justicia puede ser selectiva: la "justicia de los vencedores", como diría Danilo Zolo. No puede haber justicia sin verdad. Una herida nunca cicatriza bien si está infectada. Es loable por ello el esfuerzo de Dick Marty: “Me ha parecido justo no refugiarnos tras declaraciones vagas que permitieran que se sospechara de todo y de todos. Nos pareció justo decir: miren que el grupo de Drenica era Thaçi”.

      Hace una semana el mundo conocía que se habían celebrado las primeras elecciones democráticas en Kosovo, y se supo que el triunfador era Thaçi, aunque el verdadero ganador fue el abstencionismo (52,2%). Al día siguiente su victoria quedó salpicada por acusaciones de fraude: siete observadores de la UE admitieron las denuncias de pucherazos, pero expresaron un juicio "positivo" sobre el voto, de modo que la Alta Representante de la Unión Europea Catherine Ashton y el Comisario para la Ampliación Stefan Füle felicitaron al pueblo y las autoridades kosovares por la “calma y el modo ordenado” en que transcurrió la cita electoral y celebraron la participación de los kosovares de todas las comunidades (3). No parece preocupante que más de la mitad de la población, en su mayoría kosovares albaneses no acudiera a las urnas, o que en las áreas de gran presencia serbia como Kosovska Mitrovica, se boicoteara la cita (4).  48 horas después del domingo electoral se publicaba el memorándum espeluznante redactado por Marty. (Una noticia interesante recogida por Paul Lewis en el Guardian: William Walker, diplomático estadounidense veterano, que denunció en 1999 una masacre de las fuerzas serbias, tras la cual comenzó la campaña de bombardeos, apoyó al partido de Albin Kurty, un radical de 35 años hostil a la presencia "colonial de la comunidad internacional en Kosovo y favorable las privatizaciones de las empresas nacionales y a la unidad con Albania. Cabe, pues, preguntarse si estarán cambiando los referentes políticos estadounidenses en Kosovo).

      ¿Dónde están hoy los adalides de la democracia? ¿Por qué no acaban con ese silencio cómplice que dura ya 11 largos años? ¿Qué se hizo de los paladines de la guerra humanitaria, de las justas causas y los "estados de necesidad"? ¿Por qué no han respaldado inmediatamente la invitación de la Asamblea Parlamentaria de dotar de más recursos a EULEX para que ésta siga su función y pueda proteger a los testigos? ¿Por qué no presionan a las autoridades albanesas y kosovares para que cooperen con EULEX? ¿Se puede seguir sosteniendo que la “estabilidad política” de Kosovo es prioritaria con respecto a la justicia? ¿O debemos pensar que vivimos en un sistema capitalista que gobierna y bombardea desde las alturas y deja suelta a las mafias para que éstas capturen el Estado e impongan su ley criminal abajo en la tierra, incluida la mercantilización de los cuerpos humanos en cuanto botines de guerra?

      Aprovechando que está tan de moda la transparencia, hay que exigir que se publiquen las partes clasificadas del informe original (5). Lo pidió el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguei Lavrov. Nada mejor en este momento para acabar con la impunidad de los crímenes perpetrados en Kosovo, cimentar un futuro sereno en esa tierra y romper el silencio cómplice que reina en Occidente.

      Notas:

      1. Link al informe en .pdf (en inglés): https://wcd.coe.int/wcd/ViewDoc.jsp?Ref=PR977%282010%29&Language=lanItalian&Ver=original&Site=COE&BackColorInternet=F5CA75&BackColorIntranet=F5CA75&BackColorLogged=A9BACE

      2. Ver párrafos 66 a 70.

      3. Ver nota oficial del 13 de diciembre de 2010 en: http://eeas.europa.eu/news/index_en.htm#top

      4. Me baso en el análisis de Tommaso di Francesco, "In Kosovo vince l’astensionismo". Il Manifesto, 14/12/2010.

      5. Es curioso que este link desde el que se accedía a los mapas que contiene el informe ya no esté activo. El mapa de arriba está tomado del sitio B92.

      http://www.assembly.coe.int/CommitteeDocs/2010/MartyAlbaniaMap-FINAL.pdf

      Written by Eduardo Aquevedo

      20 diciembre, 2010 at 15:58

      Wallerstein: ¿Guerra de divisas?, por supuesto

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      Immanuel Wallerstein, La Jornada

      CRISIS--Marcha_ortodoxiaLas divisas son un problema económico muy particular. Porque las divisas son la verdadera relación donde unos ganan y otros pierden. Sean cuales sean los méritos de la revaluación o devaluación de una divisa particular, estos méritos son ganancias sólo si otros pierden. No puede todo mundo devaluar al mismo tiempo. Es imposible lógicamente y por tanto carece de sentido en lo político.

      La situación mundial es bien conocida. Hemos estado viviendo en un mundo donde el dólar estadunidense ha sido la divisa mundial de reserva. Esto, por supuesto, le ha dado a Estados Unidos un privilegio que ningún otro país tiene. Puede imprimir su divisa a voluntad, siempre que piense que al hacerlo resuelve algún problema económico inmediato. Ningún otro país puede hacer esto; o más bien ningún otro país puede hacerlo sin penalización mientras el dólar se mantenga como la divisa de reserva aceptada.

      Es también muy conocido que, por algún tiempo ya, el dólar ha estado perdiendo su valor en relación con otras divisas. Pese a las fluctuaciones continuas, la curva ha sido descendente tal vez durante 30 años por lo menos.

      Los países del noreste de Asia –China, Corea y Japón– han emprendido políticas relativas a las divisas que otros países han criticado. De hecho éste es un asunto que es objeto de una atención constante en los medios. Sin embargo, para ser justos, en este momento no es de ningún modo fácil establecer la política más sabia, aun desde la perspectiva egoísta de cada país.

      Yo considero que el asunto subyacente es más simple que las enredadas explicaciones de la mayoría de los analistas de política. Comienzo con unos cuantos supuestos. El estatus del dólar como divisa de reserva del sistema-mundo es la última ventaja importante con que cuenta Estados Unidos en el sistema-mundo de hoy. Es por tanto entendible que Estados Unidos hará lo que pueda para mantener esta ventaja. Para hacer eso requiere de la voluntad de otros países (incluidos, notablemente, ésos del noreste de Asia) no sólo para que usen el dólar como modo de calcular las transferencias sino como algo en lo cual invertir sus excedentes (particularmente en bonos del Tesoro estadunidense).

      No obstante, la tasa de cambio del dólar ha ido deslizándose constantemente. Esto significa que tales excedentes invertidos en bonos del tesoro valen menos conforme pasa el tiempo. Llega un punto en que las ventajas de tal inversión (siendo la principal ventaja el sostener la capacidad de las empresas estadunidenses y los consumidores individuales para pagar por sus importaciones) serán menores que la pérdida del valor real de las inversiones en bonos del Tesoro. Ambas curvas se mueven en direcciones opuestas.

      El problema es uno que está presente en cualquier situación de mercado. Si el valor de unas acciones está cayendo, los dueños querrán deshacerse de ellas antes de que caigan muy bajo. Pero si un accionista grande se deshace de ellas muy rápido, esto puede impeler a que otros corran a vender, lo que ocasiona pérdidas aún mayores. El juego es siempre encontrar un momento elusivo para deshacerse de las acciones, uno que no sea ni demasiado tarde ni demasiado pronto, ni demasiado lento, ni demasiado aprisa. Esto requiere un sentido perfecto del tiempo, y la busca de esta sincronía perfecta es el tipo de juicio que con frecuencia se tuerce.

      Esto es lo que veo como retrato básico de lo que está ocurriendo y ocurrirá con el dólar estadunidense. No puede continuar manteniendo el grado de confianza mundial de que alguna vez gozó. Tarde o temprano, la realidad económica se le empatará. Esto puede ocurrir en una conmoción de cinco minutos o en un proceso mucho más lento. Pero cuando ocurra, la pregunta clave es ¿qué pasará entonces?

      No hay hoy otra moneda que tenga el equilibrio necesario para remplazar al dólar como divisa de reserva. Siendo ese el caso, cuando el dólar caiga no habrá divisa de reserva. Estaremos en un mundo multipolar de divisas. Y un mundo multipolar de divisas es un mundo muy caótico, en el cual nadie se siente a gusto porque los constantes virajes repentinos de las tasas de cambio hacen muy precarias las mínimamente racionales predicciones económicas a corto plazo.

      El director administrativo del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, en este momento advierte públicamente de que el mundo se está hundiendo en una guerra de divisas, cuyo resultado podría tener un impacto negativo y muy dañino en el más largo plazo.

      Una posibilidad real es que el mundo pueda revertir, a mí me parece que ya lo está haciendo, a acuerdos de trueque de facto, una situación que no es en realidad compatible con el funcionamiento efectivo de la economía-mundo capitalista. ¡Caveat emptor!, ¡compren a su propio riesgo!

      Traducción: Ramón Vera Herrera

      Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2010/11/06/index.php?section=opinion&article=022a1mun

      Written by Eduardo Aquevedo

      13 noviembre, 2010 at 22:11

      Wallerstein: ¿Tiene futuro la socialdemocracia?

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      Immanuel Wallerstein, La Jornada.com

      KLEE1 El mes pasado, dos importantes sucesos marcaron el mundo de los partidos socialdemócratas. El 19 de septiembre, el partido sueco perdió duramente las elecciones. Recibió 30.9% del voto, su peor desempeño desde 1914. Desde 1932, ha gobernado el país 80% del tiempo, y ésta es la primera vez que un partido de centroderecha gana la reelección. Y para complicar el mal desempeño, un partido antiinmigrante, de extrema derecha, entró al Parlamento sueco por primera vez.

      ¿Por qué es esto tan dramático? En 1936, Marquis Childs escribió un libro famoso, titulado Sweden: The Middle Way. Childs presentaba Suecia bajo el régimen socialdemócrata como una virtuosa vía intermedia entre dos extremos representados por Estados Unidos y la Unión Soviética. Suecia era un país que efectivamente combinaba la redistribución igualitaria con la política interna democrática. Suecia ha sido, por lo menos desde los años 30, el modelo mundial de la socialdemocracia, su verdadera historia de éxito. Y así parecía mantenerse hasta hace poco. Ya no es el modelo mundial.

      Entretanto, el 25 de septiembre en Gran Bretaña Ed Miliband vino desde atrás para ganar el liderazgo del Partido Laborista. Con Tony Blair el Partido Laborista se había involucrado en la remodelación radical del partido con la consigna de “the New Labour” [el nuevo partido laborista]. Blair había argumentado que el partido también debía ser una vía intermedia –no una entre capitalismo y comunismo, sino entre lo que solía ser el programa socialdemócrata de nacionalización de los sectores clave de la economía y la dominación sin rienda del mercado. Ésta era una vía intermedia bastante diferente de aquélla de Suecia en los años 30 y después.

      Que el Partido Laborista eligiera a Ed Miliband por encima de su hermano mayor David Miliband, un socio clave de Tony Blair, se interpretó en Gran Bretaña y otras partes como un repudio a Blair y un retorno a un Partido Laborista más socialdemócrata (¿más sueco?). No obstante, pocos días más tarde, en su primer discurso en la conferencia laborista, Ed Miliban reafirmó una posición centrista. Y pese a que enlazó sus aseveraciones con alusiones a la importancia de lo equitativo y la solidaridad, dijo: Debemos deshojar nuestro viejo pensamiento y erguirnos por quienes creen que hay algo más en la vida que lo que es rentable.

      ¿Qué nos dicen estas dos elecciones del futuro de la socialdemocracia? Convencionalmente (y lo más probable es que correctamente) a la socialdemocracia –como movimiento y como ideología– se le vincula con el revisionismo de Eduard Bernstein, en la Alemania de finales del siglo XIX. Bernstein argumentaba en esencia que, una vez obtenido el sufragio universal (que para él era el voto masculino), los obreros podían usar las elecciones para ganar cargos para su partido, el Social Demócrata (SPD), hasta lograr el gobierno. Una vez que ganaran poder parlamentario, el SPD podría entonces promulgar el socialismo. Y como tal, concluía, hablar de insurrección como vía al poder era innecesario y de hecho una tontería.

      Lo que Bernstein definía como socialismo era poco claro en muchos aspectos, pero no obstante en el momento parecía incluir la nacionalización de los sectores clave de la economía. Desde entonces, la historia de la socialdemocracia como movimiento ha sido una de alejamientos lentos pero continuos de la política radical hacia una orientación más centrista.

      Durante la Primera Guerra Mundial, los partidos repudiaron su internacionalismo teórico al alinearse en respaldo de sus gobiernos en 1914. Tras la Segunda Guerra Mundial, los partidos se aliaron con Estados Unidos en la guerra fría contra la Unión Soviética. Y en 1959, en su conferencia en Bad Godesburg, el SPD alemán repudió el marxismo por completo y oficialmente. Y declaró que habiendo comenzado como un partido de clase obrera, el Partido Socialdemócrata se ha convertido en un partido del pueblo.

      En ese entonces, lo que el SPD alemán y otros partidos socialdemócratas llegaron a reivindicar fue el compromiso social conocido como Estado de bienestar. La socialdemocracia tuvo bastante éxito en este objetivo en el periodo de la gran expansión de la economía-mundo en los años 50 y 60. Y en ese tiempo se mantuvo como movimiento en el sentido de que estos partidos impulsaban el respaldo activo y la lealtad de muchas personas en su país.

      Sin embargo, cuando la economía-mundo entró en su largo estancamiento a partir de los años 70, los partidos socialdemócratas comenzaron a ir más allá. Dejaron de lado el énfasis en el Estado de bienestar para volverse meros promotores de una versión más suave de la primacía del mercado. La ideología del nuevo partido, de Blair, no era sino esto. El partido sueco resistió el viraje más tiempo que los otros pero finalmente sucumbió.

      La consecuencia de esto, sin embargo, fue que la socialdemocracia dejó de ser un movimiento que podía convocar la lealtad y el respaldo de grandes número de personas. Se tornó una maquinaria electoral a la que le faltaba la pasión de antaño.

      Aunque la socialdemocracia no sea ya un movimiento, sigue siendo aún una preferencia cultural. Los votantes siguen queriendo los desvanecientes beneficios del Estado de bienestar. Protestan regularmente cuando pierden otro más de estos beneficios, lo cual ocurre con alguna periodicidad ahora.

      Finalmente, hay que decir algo de la entrada del partido antiinmigrante de extrema derecha al Parlamento sueco. Los socialdemócratas nunca han sido muy fuertes en lo relacionado con los derechos de las minorías étnicas u otras–mucho menos acerca de los derechos de los inmigrantes. Los partidos socialdemócratas han tendido a ser partidos de la mayoría étnica de cada país, defendiendo su territorio contra otros trabajadores a los que veían como grupos que provocarían la reducción de salarios y empleos. La solidaridad y el internacionalismo eran consignas útiles cuando no había competencia a la vista. Suecia no enfrentó este asunto seriamente sino hasta hace poco. Y cuando lo hizo, un segmento de votantes socialdemócratas simplemente se corrió a la extrema derecha.

      ¿Tiene futuro la socialdemocracia? Como preferencia cultural, sí; como movimiento, no.

      Traducción: Ramón Vera Herrera

      © Immanuel Wallerstein

      Written by Eduardo Aquevedo

      11 octubre, 2010 at 1:06

      Cuba, disidencia y presos políticos…

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      Por Santiago O’Donnell

      CUBA-FC2 El anuncio de que el gobierno cubano liberará a 52 presos políticos en los próximos cuatro meses, tan festejado por la derecha como silenciado por la izquierda, es sin dudas un hecho importante, quizás el más importante de las últimas décadas de vida de la revolución.

      Por eso es también muy importante cómo se entiende, cómo se interpreta. Hasta ahora sólo se conocen el comunicado de la Iglesia cubana y las declaraciones del canciller cubano, o sea la voz de los mediadores. El gobierno cubano aún no se ha pronunciado a través de sus medios o sus voceros, y los intelectuales que apoyan a la revolución tampoco han dicho demasiado. Queda entonces el relato de los grandes medios, que como todo relato cuenta una parte de la verdad, o la verdad tal como se ve desde determinada perspectiva.

      Cuentan que los 52 futuros liberados fueron arrestados en la llamada Primavera Negra del 2003 y condenados en juicios sumarísimos a penas de entre 6 y 28 años. Al principio eran 75, pero una veintena se fue liberando con el correr de los años por problemas de salud, casi siempre en el marco de un gesto hacia algún dignatario de visita. Muchos de ellos eran periodistas que trabajaban para medios internacionales y fueron condenados por delitos de traición a causa de los artículos críticos que mandaban por teléfono o fax.

      Mientras el gobierno cubano sostenía que esos periodistas y esos artículos habían sido comprados por potencias extranjeras, los medios que habían publicado esos artículos empezaron a denunciar las detenciones, generando una ola mundial de protesta. El interés sobre la suerte de esos presos se reavivó en febrero, cuando el disidente Orlando Zapata murió en una cárcel cubana tras dos meses y medio en huelga de hambre. Aunque Zapata estaba en las listas de prisioneros políticos de las organizaciones internacionales de derechos humanos, el gobierno dijo que se trataba de un delincuente común y publicó su prontuario de delitos menores. Pero poco importó, porque al día siguiente de la muerte de Zapata entró en huelga de hambre Guillermo Fariñas (foto), un opositor preso más reconocido. Cuatro meses más tarde dieron la vuelta al mundo unas fotos en las que Fariñas parecía un faquir.

      Mientras tanto Cuba vive una de sus peores crisis económicas. En los últimos meses se ha visto forzada a implementar una suerte de período especial y recortar el gasto estatal, incluyendo algunos rubros muy caros al régimen, como los subsidios para comedores escolares. Venezuela, el principal socio y benefactor de Cuba, no puede ayudar mucho porque está inmerso, en su propia crisis debido a la caída del precio del petróleo.

      Así las cosas, el gobierno cubano parece haber decidido que necesita inversión extranjera para salir del pozo. Pero al bloqueo estadounidense se suma la llamada “posición común” de la Unión Europea, que desde 1996 condiciona contactos con la isla a la mejora en la situación de los derechos humanos.

      Aprovechando que el gobierno socialista español asumió este año la presidencia de la UE, el gobierno cubano buscó un acercamiento a través de la Iglesia cubana. Con el canciller español Moratinos en La Habana, el arzobispo cubano anunció que los presos de la Primavera Negra serían liberados y enviados a España en un plazo de cuatro meses. Moratinos felicitó al gobierno cubano y declaró que la “posición común” ya no tenía razón de ser. Fariñas anunció que levantaba su huelga de hambre.

      Esto es más o menos lo que aparece publicado en los diarios y se muestra en la televisión y se transmite por Internet desde los medios masivos. La conclusión que sacan los opinadores a partir de este relato se cae de madura: se trató de un acto tardío y desesperado de un régimen forzado a negociar por su incapacidad para generar riqueza.

      Entonces piden más. Dicen que hay todavía hay más de cien presos políticos en Cuba y que no hay libertad de expresión. Lo cual suena muy bien, pero no es tan simple.

      Cualquier crítico razonable del régimen cubano debe al menos reconocer que se trata de un gobierno legítimo, apoyado por la inmensa mayoría de los cubanos, por lo menos de los que viven en Cuba. Y que es legítima la decisión de los cubanos de apoyar a un régimen que prioriza el bien común por sobre la libertad individual. Los logros alcanzados en materia de salud y educación, especialmente cuando se los compara con sus vecinos del Caribe y Centroamérica, le da sentido a esta decisión.

      Como es de rigor en un país gobernado por un régimen comunista, la Constitución cubana limita la libertad de expresión: “Ninguna de las libertades reconocidas para los ciudadanos puede ejercerse contra lo que se establece en la Constitución y la ley, o contra la existencia y objetivos del Estado socialista, o contra la decisión del pueblo cubano de construir el socialismo y el comunismo”.

      Hasta ahora Cuba nunca había aceptado la existencia de prisioneros políticos. Los presos estaban bien presos porque eran agentes desestabilizadores al servicio de las potencias extranjeras. Y las leyes cubanas, esas leyes que sirvieron para defender a la revolución del terrorismo made in Miami, le daban la razón. “Las leyes (vigentes en Cuba) son tan vagas que casi cualquier acto de oposición puede criminalizarse de alguna manera, por lo que es muy difícil que los activistas hablen contra el gobierno”, dijo Kerrie Howard, directora adjunta para las Américas de Amnistía Internacional.

      “El Código Penal establece un rango de vagos cargos criminales que pueden utilizarse para acallar la disidencia, tales como ‘peligrosidad social’, ‘propaganda enemiga’, ‘desprecio a la autoridad’, ‘resistencia’, ‘difamación de las instituciones nacionales’ e ‘impresión clandestina’”, señala el último informe sobre Cuba de AI.

      Por eso el anuncio de las liberaciones esta semana equivale ni más ni menos que al reconocimiento tácito por parte del gobierno cubano de la existencia de prisioneros políticos en su país. Porque habrán sido detenidos bajo cargos criminales, pero serán liberados como fruto de una negociación política.

      No debe haber sido una decisión fácil, sobre todo porque era previsible que los grandes medios pondrían el acento en el supuesto oportunismo y la supuesta debilidad del régimen. Con un gigante como Estados Unidos al acecho, listo para transformar la experiencia cubana en un gigantesco shopping. Con el triste recuerdo de la revolución blanda derrotada en Nicaragua. Con Fidel enfermo y Raúl cerca de la jubilación.

      En eso pensaba cuando por casualidad me topé con un pequeño recuadrito de una página perdida de la revista Time, a propósito de nada. El recuadrito citaba el informe anual 2010 de Amnesty. Decía que el treinta por ciento de los 153 países incluidos en su informe mantiene prisioneros de conciencia. O sea, prisioneros políticos. Más llamativo aún, decía que el cuarenta y dos por ciento de los países del G-20 (los más importantes) mantienen prisioneros de conciencia. Está bien: mal de muchos consuelo de tontos. Pero por alguna razón sólo los presos cubanos tienen buena prensa.

      Leyendo el informe AI, en su sección dedicada a Cuba, aparece otro dato interesante que saltearon las crónicas: según Amnesty, en mayo del 2010 Cuba tenía “al menos 53 prisioneros de conciencia.” El número coincide exactamente con las liberaciones anunciadas desde entonces, si se toma en cuenta la liberación de un disidente el mes pasado por razones de salud.

      A diferencia de otras organizaciones citadas en los grandes medios, que no dudan en poner la cifra de detenidos políticos en Cuba por encima de 170, Amnesty, explica el informe, se toma el trabajo de revisar cuidadosamente los expedientes judiciales de los presos antes de declararlos prisioneros de conciencia.

      En otras palabras, si no se identifican nuevos casos, Cuba debería salir de la lista de Amnesty el año que viene, mientras un grupo importante de países, incluyendo algunos de los más poderosos, permanecerán en ella.

      Mirada desde esta perspectiva, la decisión del gobierno cubano, más que una muestra de debilidad, parece una muestra de fortaleza. Una señal de que un gobierno que se ha encargado como ningún otro de los derechos sociales de su pueblo ahora se permite también elevar los derechos humanos de sus ciudadanos a la norma internacional, inaugurando una nueva etapa, más abierta, más confiada y más tolerante, de la revolución.

      Entonces la reacción lógica sería celebrar la iniciativa cubana e instar a otros países violadores a seguir su camino. Pero cuesta imaginar el mismo revuelo que se armó con Cuba para que Indonesia, China o Israel liberen a sus prisioneros políticos. O lanzar un bloqueo internacional de Estados Unidos hasta que Obama cumpla con su promesa de cerrar la cárcel de Guantánamo y llevar a la Justicia a los asesinos, torturadores y secuestradores surgidos de la política de “guerra al terrorismo”. Pero no, el foco mediático no está puesto en los prisioneros políticos, está puesto en los pecados de Cuba.

      Sería necio negar que en la revolución, entre todo lo bueno, algunas cosas, muchas, pocas, grandes, chicas, se hicieron mal. O salieron mal, o no salieron, o fracasaron. Pero los Castro no necesitan prodigarse demasiado en busca de argumentos para acusar de hipócrita al coro mediático que siempre repite la misma canción.

      sodonnell@pagina12.com.ar

      Written by Eduardo Aquevedo

      11 julio, 2010 at 22:09

      Neoliberalismo obligatorio…

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      Ignacio Ramonet

      Le Monde Diplomatique

      crisis2008 Inclina la cerviz, altivo sicambro; adora lo que quemaste y quema lo que adoraste", ordenó el obispo Remigio al bárbaro Clodoveo cuando tuvo éste que convertirse al cristianismo para ser rey de Francia. Y eso mismo parecen haberle exigido al socialdemócrata José Luis Rodríguez Zapatero, los jefes de Gobierno del Eurogrupo, en Bruselas, el 7 de mayo pasado, cuando se sumaron al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a los mercados financieros para obligarle a renegar de toda veleidad social, y a convertirse en el acto al credo neoliberal.

      Apenas cinco días después, con el fanatismo de los conversos (mas con pretendido " desgarro interior "), el Presidente del Gobierno -que afirmaba, en 2004, "gobernaré para los más débiles", y reiteraba, en 2008, "gobernaré pensando en los que no tienen de todo"- anunciaba un plan de ajuste terriblemente impopular. Cinco millones de pensionistas, tres millones de funcionarios, cientos de miles de ancianos necesitados de asistencia y medio millón de futuros padres de 2011 padecerán las consecuencias del brutal recorte.

      Al mismo tiempo, otros jefes de gobierno socialdemócratas, en Grecia y en Portugal, se veían también forzados a ir a Canossa, a retractarse y humillarse, y a acatar las tesis ultraliberales que hasta entonces, en principio, habían combatido.

      Insólito cambio. Porque hace menos de dos años, después de la quiebra del banco Lehman Brothers en Estados Unidos, los partidarios del neoliberalismo estaban derrumbados y a la defensiva. Ellos eran quienes renegaban entonces.  La "crisis del siglo" parecía demostrar el fracaso de su ideología de la desregulación y la necesidad de recurrir de nuevo al Estado para salvar la economía y preservar la cohesión de la sociedad.

      Los Gobiernos, incluso los de derechas, recobraban su función de actores primordiales del área económica; nacionalizaban entidades financieras y empresas estratégicas, inyectaban masivamente liquidez en el sistema bancario, multiplicaban los planes de estímulo… Tanto gobernantes como economistas se felicitaban por esas decisiones que correspondían a las lecciones sacadas de la crisis de 1929, cuando se demostró que las políticas de deflación, de austeridad y de restricción del crédito condujeron a la Gran Depresión.

      Por eso, en otoño de 2008, todo el mundo anunció el "regreso a Keynes". Estados Unidos lanzó un plan de rescate de los bancos de 700.000 millones de dólares, seguido de otro de 800.000 millones de dólares. Los Veintisiete de la Unión Europea (UE) se pusieron de acuerdo en un paquete de estímulo de 400.000 millones de euros. Y el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero constatando, en noviembre de 2008, que "los tres años consecutivos de superávit presupuestario nos permiten ahora incurrir en déficit sin poner en riesgo la credibilidad de las finanzas públicas", anunció un ambicioso Plan de Estímulo a la Economía y al Empleo de 93.000 millones de euros.

      Además, en varias Cumbres del G-20, los dirigentes de los Estados más poderosos decidían terminar con los paraísos fiscales, controlar los fondos de alto riesgo (hedge funds) y sancionar los abusos de los especuladores causantes de la crisis. José Manuel Durão Barroso, Presidente de la Comisión Europea, declaraba: "Las autoridades políticas no toleraremos nunca más que los especuladores vuelvan a levantar cabeza y nos arrastren a la situación anterior".

      Y sin embargo, hemos vuelto a la situación anterior. De nuevo los mercados y los especuladores tienen la sartén por el mango. Y las autoridades políticas se arrodillan. ¿Qué ha ocurrido? El peso de la deuda soberana consentida por los Estados para salvar a los bancos (1) ha servido de pretexto para un espectacular cambio de situación. Sin el mínimo reparo, los mercados y la especulación financiera, apoyados por las agencias de calificación (totalmente desacreditadas hace apenas unos meses), atacan directamente, en el seno de la UE, a los Estados endeudados, acusados ahora de vivir por encima de sus posibilidades. El objetivo principal es el euro. El Wall Street Journal (2) reveló que un grupo de importantes responsables estadounidenses de hedge funds, reunido el 8 de febrero en un hotel de Manhattan, habría decidido aliarse para hacer bajar la moneda única europea a 1 euro frente a 1 dólar. En aquel momento el euro valía 1,37 dólares; hoy ya sólo vale 1,22 y sigue amenazado…

      Los mercados quieren su revancha. Y reclaman, con más vigor que nunca, en nombre de la "indispensable austeridad", el desmantelamiento de la protección social y la drástica reducción de los servicios públicos. Los Gobiernos más neoliberales aprovechan para exigir mayor "integración europea" en cuyo nombre tratan de forzar la adopción de dos instrumentos que no existen: un gobierno económico de la Unión y una política fiscal común. Con el apoyo del FMI, Alemania ha impuesto planes de ajuste a todos los miembros de la UE (Grecia, Portugal, España, Italia, Francia, Reino Unido, Rumanía, Hungría, etc.) cuyos Gobiernos, de pronto obcecados por la reducción del gasto público, han acatado sin rechistar. Aunque ello amenace a Europa con caer en una profunda Depresión

      En la misma línea, Bruselas desea sancionar a los países que no respeten el Pacto de estabilidad (3). Berlín pretende ir más lejos y añadir una sanción altamente política: la suspensión del derecho de voto en el Consejo europeo. Con un claro objetivo: ningún Gobierno debe salirse del carril neoliberal.

      En el fondo, ese es el saldo político de la actual crisis de la deuda soberana: no parece quedar espacio, en el seno de la UE, para ninguna opción de progreso. ¿Admitirán los ciudadanos semejante regresión? ¿Puede aceptarse que quede descartada cualquier solución democrática de izquierdas de impulsar al avance social?

      Notas:

      (1) Un informe de la Comisión Europea señala que el total de fondos comprometidos para los bancos asciende a 3,3 billones de euros, o sea ¡el 28% del PIB de la UE!, El País , Madrid, 20 de junio de 2010.

      (2) The Wall Steet Journal, Nueva York, 26 de febrero de 2010. http://online.wsj.com/article/ SB10001424052748703795004575087741848074392.html

      (3) Adoptado en 1997 y que limita a 3% del PIB el déficit público.
      Fuente: http://www.mondiplo.com/isum/Direct.jsp?ISUM_Shortcut=MONDIPLO_EDITORIAL

      Written by Eduardo Aquevedo

      8 julio, 2010 at 15:10

      La Europa social: las causas de su debilitamiento…

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      Vicenç Navarro

      Sistema Digital

      GRECIA-ESTUD003 A primera vista parecería que hasta los años que precedieron la crisis económica y financiera, la Europa Social (es decir, los estados del bienestar de los países miembros de la Unión Europea) tenían buena salud. En realidad el gasto público social (como porcentaje del PIB) fue aumentando desde los años noventa. En los países de la UE-15 (el grupo de países más ricos de la UE), su promedio creció del 25,4% en 1990, al 27,4% en 1997, al 27,7% en 2003 y al 27,9% en 2005.

      Ahora bien, hablar de promedios es muy sesgado y puede ser desorientador. Uno puede ahogarse en un río que, como promedio, tiene sólo diez centímetros de profundidad. Puede estar seco en su mayor extensión, pero puede tener una zona de tres metros donde la gente puede ahogarse. De ahí que es importante ver su variabilidad alrededor del promedio. En la UE-15, el país que tiene un gasto público social más bajo es España (20,9% del PIB en 2005). Y el más elevado es Suecia (32%). La causa de este diferencial es predominantemente política. Las derechas históricamente han sido muy fuertes en España (y en otros países del sur de Europa) y las izquierdas lo han sido en Suecia (y en los países del norte de Europa). Es importante que se subraye esta explicación porque hay un intento por parte de economistas neoliberales de ocultar y diluir esta causa política del subdesarrollo social, atribuyendo el gasto público social al nivel de riqueza de un país. Siguiendo un tipo de determinismo económico, se postula que a mayor nivel de riqueza de un país, mayor es su gasto público social.

      Esta postura es errónea y es fácil demostrarlo. EEUU es el país más rico del mundo y en cambio es uno de los países con un gasto público social más bajo. Y España ya no es un país pobre. Su PIB per cápita ya representa el 94% del promedio de la UE-15. Y en cambio su gasto público social per cápita no es el 94% del promedio de gasto público social per cápita de la UE-15, sino que es sólo un 74%. Si fuera el 94%, nos gastaríamos 66.000 millones más en nuestro estado del bienestar de los que nos gastamos ahora. Es importante que esta situación se conozca porque existe hoy una postura muy generalizada, no sólo entre los partidos conservadores y liberales, sino incluso en el equipo económico del Gobierno Zapatero, que justifica los recortes del gasto público con el argumento de que como país nos gastamos más de lo que nuestros recursos nos permiten. Y de ahí deducen la necesidad de aplicar medidas de austeridad en el gasto público. Esta interpretación de nuestros males, asumiendo que la crisis es consecuencia de que “nos gastamos más de lo que tenemos”, se ha extendido también en toda la UE y es el nuevo dogma que justifica los grandes recortes del gasto público con el fin de reducir el déficit y las deudas públicas. Pero es fácil demostrar que este dogma está profundamente equivocado.

      En España nos gastamos, repito, 66.000 millones menos en la España social de lo que deberíamos gastarnos según nuestro nivel de desarrollo económico. Y el hecho de que no se gasten es porque el Estado no los recoge. No es, pues, que España no tenga los recursos. Los tiene y muchos (66.000 millones de euros). Lo que ocurre es que el Estado no recoge estos fondos. Esta es la realidad que, o bien se desconoce, o bien se ignora deliberadamente para justificar las políticas de austeridad del gasto público que se están siguiendo en España.
      Y ahí está la raíz del problema, la enorme regresividad del sistema fiscal que en muchos países de la UE-15 ha ido creciendo desde el inicio de la era neoliberal. Veamos los componentes de esta regresividad, comenzando por los impuestos. (La mayoría de datos que aquí presento proceden del libro Global Finance and Social Europe, colección dirigida por John Grahl y publicada por Edward Elgar. 2009) Los ingresos del Estado, por vía impositiva, han disminuido en la UE-15, pasando de representar en 1996 un 39,8% del PIB a un 39,3% en 2004, descenso más acentuado en los países integrados en la unión monetaria (pasando del 38,0% al 34,5%). En EEUU, por cierto, bajaron también, pasando del 27,3% al 25,4%, lo mismo que en Japón, que pasaron del 27,3% al 25,4%, durante el periodo 1995-2004.

      Pero, además de bajar los ingresos al Estado (a pesar de que el nivel de riqueza aumentó), vemos que la gravación de las rentas del capital (mucho más bajas que las rentas del trabajo), descendieron todavía más. La tasa de gravación de las rentas del capital en los países de la eurozona pasó de representar el 17,0% en 1995 al 14,0% en 2003, el mayor descenso entre el grupo de países de la OCDE (el club de países más ricos), mientras que las rentas del trabajo continuaron gravándose al 35%. La tasa de gravación del consumo se mantuvo al mismo nivel, con un ligero aumento del 20,5% en 1995 al 20,8% en 2003. Estos datos muestran que fueron las rentas del capital las que se beneficiaron más como consecuencia de las políticas fiscales aplicadas durante aquel periodo. Otro grupo que se ha beneficiado enormemente son las rentas superiores, que han visto descender su tasa de gravación del 51,52% de su renta al 49,20%. Para entender estas cifras hay que saber que cada 0,1% de descenso en la tasa de gravación representa miles de millones de euros que los Estados dejan de ingresar.

      ¿Cómo se justifican estas políticas tan favorables a las rentas del capital y a las rentas superiores? El discurso neoliberal (presente en la mayoría de los partidos gobernantes en los países de la Eurozona) es que el capital y las personas de rentas superiores (los ricos) son muy movibles y si los Estados no los miman dejarán el país. Son parte de las clases cosmopolitas que se mueven de un país a otro como parte de la jet-set. Ahora bien, los Estados pueden intervenir para disminuir tal movilidad. Y si no lo hacen es predominantemente por razones políticas, es decir, que no se atreven a enfrentarse con intereses fácticos tan importantes como, por ejemplo, la banca. Hoy, gran parte de los movimientos del capital financiero son de tipo especulativo, es decir, que se enriquecen sin crear riqueza. Es la economía del casino que nos ha llevado a la crisis que estamos viviendo. De ahí que deberían eliminarse estas actividades y gravar fuertemente esta movilidad de capitales a corto plazo. La existencia de los paraísos fiscales (que existen, no sólo en Suiza y Luxemburgo, sino también en Alemania, EEUU, Bélgica e Irlanda) dañan, no sólo a los países donde tales paraísos existen, sino a los países de los cuales provienen estos capitales. Significan el caso de evasión y corrupción de capitales más importante del mundo, de la Eurozona y de España. El hecho de que incluso ahora, tras el enorme daño que han causado, los Estados no hayan intervenido todavía, muestra la naturaleza política del problema.

      Otras medidas, además de coordinar las políticas fiscales entre los países de la UE, es establecer unos estándares de gravación empresarial, por debajo de los cuales no podrían permitirse operar a las empresas en un país. Ello estaría encaminado a evitar el fenómeno Irlanda, que ha basado su desarrollo dentro de la UE, a base de salarios e impuestos bajos, resultando un Estado con escasísima sensibilidad social y baja calidad de vida. Esta estrategia de desarrollo, que ha seguido también España, conduce a un desarrollo caracterizado por enormes altibajos, sin basarse en una riqueza estable y bien repartida (como la de los países nórdicos).

      Se requiere también el desarrollo de normativas sociales como condición de permanencia en la Unión Europea, garantizando la existencia de derechos sociales y laborales (tales como la universalidad de protección social en todas sus categorías), así como un código obligatorio (no voluntario) de conducta de las empresas, expandiendo su criterio de beneficio y productividad, considerando beneficio no sólo la rentabilidad para sus accionistas y gestores, sino también su aportación a la comunidad. Tales reglas y derechos deben establecerse a nivel de la UE, estableciendo las condiciones para alcanzar un pacto social a nivel comunitario, lo cual requeriría una legislación a ámbito continental que permitiera convenios colectivos a nivel europeo (lo cual no existe hoy en la UE). Y deberían incluirse impuestos a nivel comunitario, tales como impuestos de protección ambiental, que sirvieran para fines sociales ampliamente populares.

      En realidad, no es difícil ver las políticas públicas que deberían hacerse, tanto a nivel de cada Estado como a nivel de toda la UE y de la Eurozona. Lo difícil es que se lleven a cabo debido al dominio de las fuerzas conservadoras y liberales en los Estados miembros de la UE, así como en el Consejo Europeo, en la Comisión Europea y en el Banco Central Europeo. La construcción de la Unión Europea se ha hecho mediante políticas neoliberales que han dañado el bienestar de las clases populares del continente. Las rentas del trabajo como porcentaje de las rentas nacionales han disminuido en la mayoría de los pases miembros de la UE (ver mi artículo “Lucha de clases en la UE”. Público, 17.06.10), durante los años de construcción de la UE y de su Eurozona. En la mayoría de los países de tal zona monetaria, el aumento notable de la productividad no se ha correspondido con el consiguiente incremento salarial, habiendo sido las rentas del capital las que se beneficiaron más de aquel aumento.

      Entre estas últimas rentas, las del capital financiero han alcanzado niveles de enorme exhuberancia, siendo su comportamiento una de las causas de la crisis actual. Ha sido, pues, la enorme polarización de las rentas (resultado, en gran parte, de las políticas fiscales regresivas) las que determinaron la problemática existente en estos países. Las soluciones a esta problemática requerirán la reversión de aquellas políticas fiscales regresivas, lo que exige unos cambios en las relaciones de poder existentes en la UE y en sus Estados miembros con mayor poder e influencia por parte de las clases populares a costa del excesivo poder que hoy tienen los grandes grupos financieros y empresariales y rentas superiores en aquellos países. Ello debiera conducir a cambios en la orientación económica y fiscal de muchos partidos de centro izquierda e izquierda (que tradicionalmente han representado a las clases populares), que, al hacer suyas las políticas neoliberales, se convirtieron durante estos años en parte del problema, en lugar de en parte de la solución.

      Chomsky: la verdadera amenaza que evidencia la acción israelí es consagrar la división del territorio palestino y legitimar soluciones de fuerza…

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      La verdadera amenaza a la flotilla de la libertad

      Noam Chomsky*

      Foto

      Olfat Qarawi, cuya casa fue destruida durante la ofensiva israelí en Gaza, prepara café en la improvisada vivienda que habita con su familia en un campo para refugiados. Foto Reuters

      El violento ataque de Israel contra la Freedom Flotilla (flotilla de la libertad) que transportaba asistencia humanitaria a Gaza escandalizó al mundo. Secuestrar embarcaciones en aguas internacionales y asesinar pasajeros es, por supuesto, un crimen grave.

      Pero el crimen no es algo nuevo. Durante décadas, Israel ha estado secuestrando embarcaciones entre Chipre y Líbano y matando y secuestrando pasajeros, a veces reteniéndolos como rehénes en prisiones israelíes.

      Israel da por sentado que puede cometer impunemente estos crímenes porque Estados Unidos los tolera y Europa generalmente sigue el ejemplo de Washington.

      Como observaron correctamente los editores de The Guardian el 1 de junio: Si un grupo armado de piratas somalíes hubiera abordado ayer seis embarcaciones en altamar, asesinado a cuando menos 10 pasajeros y lesionado a muchos más, una fuerza de trabajo de la OTAN ya estaría encaminada hoy a la costa somalí.

      En este caso, el tratado de la OTAN obliga a sus miembros a acudir a la ayuda de un país miembro de la OTAN –Turquía– atacado en alta mar.

      El pretexto de Israel para el ataque fue que la flotilla de la libertad estaba llevando materiales que Hamas podría utilizar para disparar cohetes contra Israel.

      El pretexto no es creíble. Una razón suficiente es que Israel puede poner a la amenaza de los cohetes por medios pacíficos.

      Los antecedentes son importantes. Hamas fue identificado como una importante amenaza terrorista cuando triunfó en elecciones libres celebradas en febrero de 2006. Estados Unidos e Israel escalaron bruscamente su castigo contra los palestinos, ahora por el crimen de votar en forma equivocada.

      El sitio de Gaza, incluyendo un bloqueo naval, fue un resultado. El sitio de Gaza se intensificó marcadamente en 2007, después de que una pequeña guerra civil dejó a Hamas en control total de ese territorio.

      Lo que comúnmente ha sido descrito como un golpe militar fue, de hecho, incitado por Estados Unidos e Israel, en un crudo intento de anular las elecciones que llevaron a Hamas al poder.

      Esto ha sido del dominio público desde cuando menos abril de 2008, cuando David Rose reportó en Vanity Fair que George W. Bush, la asesora de Seguridad Nacional Condoleezza Rice y su segundo, Elliott Abrams, apoyaron a una fuerza armada bajo las órdenes del hombre fuerte de Fatah, Muhammad Dahlan, encendiendo un cruenta guerra civil en Gaza y dejando a Hamas más fuerte que nunca.

      El terrorismo de Hamas incluyó el lanzamiento de cohetes contra los pueblos israelíes cercanos –algo criminal, sin duda, pero sólo una diminuta fracción de los hímenes rutinarios de Estados Unidos e Israel en Gaza.

      En junio de 2008, Israel y Hamas llegaron a un acuerdo de cese el fuego. El gobierno israelí oficialmente reconoce que hasta que Israel violó el acuerdo el 4 de noviembre de ese año al invadir Gaza y matar a media docena de activistas de Hamas, Hamas no disparó un solo cohete.

      Hamas ofreció reanudar el cese el fuego. El gabinete israelí analizó la oferta y la rechazó, prefiriendo lanzar su asesina invasión de Gaza el 27 de diciembre.

      Como otros estados, Israel tiene el derecho de defenderse. ¿Pero tenía Israel el derecho de emplear la fuerza en Gaza en nombre de la autodefensa?

      La ley internacional, incluyendo la Carta de la ONU, es inequivoca: una nación tiene tal derecho sólo si han agotado los medios pacíficos. En este caso, tales medios no fueron siquiera intentados, aunque –o quizá porque– había todas las razones posibles para que tuvieran éxito.

      Así, la invasión fue pura agresión criminal, y lo mismo puede decirse de que los israelíes hayan recurrido a la fuerza contra la Flotilla de la Libertad.

      El sitio es salvaje, diseñado para mantener apenas vivos a los animales enjaulados, de forma que se reduzcan las protestas internacionales, pero difícilmente más que eso. Es la última etapa de planes israelíes trazados hace tiempo y apoyados por Estados Unidos, para separar a Gaza de la Ribera Occidental (Cisjordania).

      La periodista israelí Amira Hass, una destacada especialista sobre Gaza, describe la historia del proceso de separación. “Las restricciones sobre el movimiento palestino que Israel introdujo en enero de 1991 revirtieron un proceso iniciado en junio de 1967.

      “En ese entonces, y por vez primera desde 1948, una gran parte del pueblo palestino vivió nuevamente en el territorio abierto de un solo país –uno, por cierto, que estaba ocupado, pero era sin embargo entero…”

      Hass concluye: La separación total de la franja de Gaza de Cisjordania es uno de los logros más grandes de la política israelí, cuyo objetivo mayor es impedir una solución basada en decisiones y acuerdos internacionales, y en lugar de eso dictar un acuerdo basado en la superioridad militar de Israel…

      La flotilla de la libertad desafió esa política y por tanto debe ser destruida.

      Un marco para solucionar el conflicto árabe-israelí ha existido desde 1976, cuando los estados árabes introdujeron una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que planteaba un tratado basado en dos estados en la frontera internacional, incluyendo todas las garantías de seguridad de la resolución 242 de la ONU, adoptada después de la guerra de junio en 1967.

      Los principios esenciales cuentan con el apoyo prácticamente de todo el mundo, incluyendo la Liga Árabe, la Organización de Estados Islámicos (incluyendo a Irán) y protagonistas no relevantes, incluso Hamas.

      Pero Estados Unidos e Israel han encabezado el rechazo a tal acuerdo durante tres décadas, con una excepción crucial y altamente informativa. En el último mes del presidente Bill Clinton en el cargo, enero de 2001, el mandatario inició negociaciones en Taba, Egipto, que casi alcanzaron un acuerdo, anunciaron los participantes, antes de que Israel pusiera fin a las negociaciones.

      Hoy, el cruel legado de una paz fallida persiste.

      La ley internacional no puede ser aplicada contra estados poderosos, salvo por sus propios ciudadanos. Eso siempre es tarea difícil, particularmente cuando opiniones bien expresadas declaran que el crimen es legítimo, sea explícitamente o por la adopción tácita de un marco criminal –lo cual es más insidioso, porque hace invisible el crimen.

      * El nuevo libro de Noam Chomsky, recientemente publicado, es Hopes and Prospects. Chomsky es profesor emérito de Lingüística y Filosofía en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, en Cambridge.

      Written by Eduardo Aquevedo

      10 junio, 2010 at 12:28

      Krugman: el informe de la OCDE y la manifiesta locura que ahora pasa por opinión respetable…

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      Paul Krugman · · · · ·

      30/05/10

      Uno de los más grandes economistas de nuestro tiempo habla sin tapujos de la locura incompetente del grueso de sus colegas.

      He tenido ocasión de leer el nuevo informe de la OCDE (OECD Economic Outlook). Es un documento terrorífico.

      ¿Por qué? No porque ofrezca unas perspectivas desoladoras, aunque lo hace: bien que la OCDE hace proyecciones de crecimiento, todavía pronostica un desempleo extremadamente elevado para los años venideros.

      No, lo que resulta espeluznante es la manifiesta locura que ahora pasa por opinión respetable.

      He aquí lo que dice la OCDE sobre la política monetaria de los EEUU:

      “En los EEUU, en donde algunas medidas han incrementado las expectativas de inflación a largo plazo y en donde el mercado de trabajo se ha estabilizado antes de lo esperado, el comienzo de la normalización [por la que entienden un aumento de los tipos de interés] no debería retrasarse más allá de último trimestre de 2010. La política de tipos de interés debería estar ya a más de medio camino de la neutralidad a fines de 2011, pero el curso de la convergencia hacia la plena normalización debería acelerarse si las expectativas de inflación a largo plazo siguen aumentando.”

      Así pues, la OCDE quiere que la Reserva federal comienza a elevar los tipos de interés –en los próximos seis meses, o antes—, porque… bueno, veamos los propios pronósticos de la OCDE. De acuerdo con sus pronósticos, en el cuarto trimestre de 2011 –dentro de un año y medio— la tasa de desempleo seguirá siendo de un 8,4%. Entretanto, la inflación será de un 1% (bastante por debajo del objetivo de inflación de la Fed, que es de un 2%). Pero aun con el pronóstico de la OCDE, ¿qué razón podría aducirse para endurecer ahora la política monetaria, cuando la economía todavía tendrá todavía un enorme exceso de capacidad y una inflación demasiado baja a finales del año próximo?

      La única explicación parece hallarse al comienzo del paso citado: algunas gentes, viene a decir el informe, están empezando a pensar que podría haber inflación, de modo que aún en el caso de que esas gentes anduvieran equivocadas según nuestros pronósticos, ya ven, necesitamos ponerlos en cabeza de ese temor fantasmal y poner freno a la recuperación de la economía… ¿o no?

      Lo que resulta espeluznante aquí es que la OCDE define virtualmente la sabiduría convencional; es una especie de párrafo numerado que cualquier comisión tiene que suscribir rutinariamente, háblese de lo que se quiera, para, como dicen, asear los matices. Lo que sacamos en limpio de todo eso es que entre personas sensibles ha llegado a convertirse en sabiduría convencional la idea de que tienes que socavar la recuperación económica a fin de apaciguar a quienes piensan que podría haber inflación, y eso a despecho de que en realidad no la haya. Una sabiduría tan convencional que se considera algo de todo punto evidente.

      Y eso es lo realmente, realmente malo.

      Paul Krugman es profesor de economía en Princeton. Fue Premio Nobel de en 2008.

      "El peligro que representa el déficit público es cero". Entrevista

      James K. Galbraith · · · · ·

      30/05/10

      “La idea de que las dificultades de financiación dimanan de los déficits es un argumento sostenido en una metáfora muy potente, pero no en los hechos, no en la teoría, y no en la experiencia cotidiana.”

      “La forma en que ahora se sugiere que se puede recortar el gasto sin recortar la actividad es completamente falaz. Eso es ahora mismo desolador en Europa. Se exige a los griegos recortar el 10% del gasto en unos pocos años. Y se supone que eso no afectará al PIB, ¡Evidentemente que lo hará! De manera que no dispondrán de los ingresos fiscales necesarios para financiar siquiera un nivel más bajo de gasto. Se obligó ayer a España a hacer lo mismo. La eurozona va al despeñadero.”

      Uno de los más grandes economistas de nuestro tiempo destruye sin contemplaciones el mito del déficit público y se burla de la incompetencia de sus colegas. Ezra Klein entrevistó a James Galbraith para el Washington Post.

      Usted cree que el peligro que representa el déficit a largo plazo está siendo sobreestimado por la mayoría de economistas y periodistas económicos.

      No. Lo que yo creo es que el peligro es cero. No es que esté sobreestimado. Es que está de todo punto mal planteado.

      ¿Por qué?

      ¿Cuál es la naturaleza del peligro? La única respuesta posible es que este déficit mayor pueda causar un aumento de los tipos de interés. Bueno, pues si los mercados pensaran que eso es un riesgo serio, los tipos de interés sobre los bonos del Tesoro a 20 años no estarían al 4% y empezarían a cambiar ahora mismo. Si los mercados pensaran que los tipos de interés sufrirán presiones al alza por problemas de financiación dentro de 10 años, eso se reflejaría ya en un aumento en los tipos a 20 años. Y, en cambio, lo que ha ocurrido es que han bajado a consecuencia de la crisis europea.

      Así pues, hay dos posibilidades. Una es que la teoría esté equivocada. La otra es que el mercado sea irracional. Y si el mercado es irracional, no tiene objeto diseñar una política para acomodarse a los mercados, porque no cabe acomodarse a una entidad irracional.

      Entonces, ¿por qué está el grueso de sus colegas tan preocupado por esto?

      Profundicemos un poco en los pronósticos de la Oficina Presupuestaria del Congreso. Se trata de un conjunto de proyecciones. Una de esas proyecciones es que la economía volverá a niveles normales de elevado empleo con baja inflación en los próximos 10 años. Si es verdad, serían muy buenas noticias. Unas líneas más abajo se ve que también prevén unos tipos de interés a corto plazo que suben hasta el 5%. Lo que genera, harto mecánicamente, estos pronósticos de enormes déficits futuros es esta combinación entre tipos de interés a corto plazo altos y tasa de inflación baja. Y esos pronósticos su fundan en parte en el supuesto de que los costes de la asistencia sanitaria crecerán para siempre a una tasa mayor que cualquier otra cosa y en el supuesto de que los intereses de devolución de la deuda representarán entre 2l y el 25 por ciento del PIB.

      Llegados aquí, la cosa resulta ya completamente incoherente. No puedes firmar cheques al 20% para todo el mundo sin que el dinero entre en la economía y aumenten el empleo y la inflación. Y si eso ocurre, entonces la proporción de la deuda en relación con el PIB tiene que decrecer, porque la inflación afecta al volumen de nuestra deuda. Todas estas cifras han de agruparse en una historia coherente, y los pronósticos de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) no la ofrecen. De manera que cualquier cosa que se diga basada en ellos es, estrictamente hablando, un sinsentido.

      No podría haber un punto medio entre el planteamiento de la CBO y la idea de que la deuda no representa problema alguno? Parece claro, por ejemplo, que los costes de la asistencia sanitaria seguirán creciendo más rápidamente que los de otros sectores de la economía.

      No. No es razonable. La proporción de los costes de asistencia sanitaria en relación con el PIB y la inflación crecerían hasta acercarse hasta la tasa de inflación de la asistencia sanitaria. Y si la asistencia sanitaria se vuelve tan cara y resulta que acabamos pagando un 20% del PIB mientras que otros pagan el 12%, podríamos comprar París y todos sus médicos y trasladar a nuestros ancianos allí.

      Pero dejando de lado la inflación, ¿acaso no tiene el hiato entre gastos e ingresos otros efectos perversos?

      ¿Ha traído consigo alguna consecuencia terrible el hecho de que no hayamos prefinanciado nuestro presupuesto militar? No. Hay una sola autoridad presupuestaria y crediticia, y lo único que cuenta es lo que esta autoridad paga. Suponga que yo soy el gobierno federal y quiero pagarle a usted, Ezra Klein, mil millones de dólares para construir un portaviones. Lo que hago es transferir dinero a su cuenta bancaria. ¿Se preocupará de eso la Reserva federal? ¿Tendrá que contar con una firma del Servicio de Impuestos Internos? Para gastar, el gobierno no necesita dinero: tan obvio como que un carril de bolos nunca descarrila.

      Lo que preocupa a la gente es que el gobierno federal no sea capaz de vender títulos de deuda. Pero el gobierno federal no puede tener nunca problemas para vender su deuda. Al revés. El gasto público es lo que crea demanda bancaria de títulos de deuda, porque los bancos quieren mayores rendimientos para el dinero que el gobierno pone en la economía. Mi padre decía que este proceso es tan sencillo, que la mente se bloquea ante su simplicidad.

      ¿Qué implicaciones políticas tiene esto?

      Pues que deberíamos centrarnos en problemas reales y no ficticios. Tenemos graves problemas. El desempleo está al 10%. Mucho mejor sería ponemos a la tarea y desarrollar políticas de empleo. Y desde luego, podemos hacerlo. Tenemos una crisis energética y una crisis climática acuciantes. Deberíamos dedicarnos durante toda una generación a enfrentar esos problemas de un modo que nos permitiera, de paso, reconstruir nuestro país. Desde el punto de vista fiscal, lo que hay que hacer es invertir la carga, que ahora la soporta el pueblo trabajador. Desde el comienzo de la crisis, yo he venido abogando por una nómina de vacación fiscal, de modo que todos experimenten un incremento en sus ingresos netos y pueden acortar sus hipotecas, que buena cosa sería. También hay que incentivar a los ricos para que reciclen su dinero, y por eso estoy a favor de un impuesto sobre los bienes raíces, impuesto que tradicionalmente ha beneficiado enormemente a nuestras mayores universidades y a las organizaciones filantrópicas y sin ánimo de lucro. Esa es una diferencia entre Europa y nosotros.

      Bueno, creo que esto responde a mis preguntas.

      ¡Pero yo todavía tengo una respuesta más! Desde 1790, ¿con qué frecuencia ha dejado el gobierno federal de incurrir en déficit? Seis cortos períodos, todos seguidos de recesión. ¿Por qué? Porque el gobierno necesita el déficit, es la única manera de inyectar recursos financieros en la economía. Si no incurres en déficit, lo que haces es vaciar los bolsillos del sector privado. El mes pasado estuve en un simposio en Cambridge, en el que el director ejecutivo del FMI dijo ser contrario a los déficits y partidario del ahorro: ¡pero si son exactamente lo mismo! El déficit público significa más dinero en los bolsillos privados.

      La forma en que ahora se sugiere que se puede recortar el gasto sin recortar la actividad es completamente falaz. Eso es ahora mismo desolador en Europa. Se exige a los griegos recortar el 10% del gasto en unos pocos años. Y se supone que eso no afectará al PIB, ¡Evidentemente que lo hará! De manera que no dispondrán de los ingresos fiscales necesarios para financiar siquiera un nivel más bajo de gasto. Se obligó ayer a España a hacer lo mismo. La eurozona va al despeñadero.

      Por otro lado, mire al Japón. Han tenido déficits enormes ininterrumpidos desde el crash de 1988. ¿Cuál ha sido el tipo de interés de la deuda pública japonesa desde entonces? ¡Cero! No han tenido el menor problema en financiarse. El mejor activo que se puede poseer en Japón es el dinero efectivo, porque el nivel de los precios cae. Te da un rendimiento del 4%. La idea de que las dificultades de financiación dimanan de los déficits es un argumento sostenido en una metáfora muy potente, pero no en los hechos, no en la teoría, y no en la experiencia cotidiana.

      James K. Galbraith es profesor de economía en la Lyndon B. Johnson School of Public Affairs, de la University of Texas-Austin. Hijo del llorado economista canadiense John K. Galbraith, ocupó anteriormente varios puestos en el Congreso de los Estados Unidos, incluida la dirección ejecutiva del Joint Economic Committee.

      Traducción para www.sinpermiso.info: Roc F. Nyerro

      Traducción para www.sinpermiso.info: Miguel de Puñoenrostro

      Written by Eduardo Aquevedo

      30 mayo, 2010 at 17:02

      Krugman: ¿se avecina una década perdida, por insuficiente intervención pública?

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      PAUL KRUGMAN 23/05/2010

      CRISISSS1 A pesar del coro de voces que afirman lo contrario, no somos Grecia. Sin embargo, nos parecemos cada vez más a Japón. Durante los últimos meses, muchos de los comentarios que se han hecho sobre la economía -algunos de los cuales se hacían pasar por información objetiva- giraban en torno a un tema: los responsables políticos están haciendo demasiado. Los Gobiernos tienen que dejar de gastar, se nos dice. Grecia se esgrime como un cuento con moraleja, y cada pequeña subida del tipo de interés de los bonos del Gobierno estadounidense se considera un indicio de que los mercados se están volviendo contra EE UU por sus déficits. Mientras tanto, hay continuas advertencias de que la inflación está a la vuelta de la esquina y de que la Reserva Federal tiene que abandonar sus esfuerzos por apoyar la economía y poner en marcha su estrategia de salida, restringiendo el crédito mediante la venta de activos y subiendo los tipos de interés.

      ¿Y qué hay del desempleo casi récord, con un paro a largo plazo que es el peor que ha habido desde los años treinta? ¿Qué hay del hecho de que los aumentos del empleo de los últimos meses, que, aunque se agradecen, hasta ahora han reportado menos de 500.000 de los más de ocho millones de puestos de trabajo perdidos tras la crisis financiera? Bah, preocuparse por los parados es muy de 2009.

      Pero la verdad es que los responsables políticos no están haciendo demasiado; están haciendo demasiado poco. Los datos recientes no indican que EE UU vaya camino de un hundimiento de la confianza de los inversores similar al de Grecia. Lo que sí dan a entender, en cambio, es que tal vez nos dirijamos hacia una década perdida como la de Japón, atrapado en un prolongado periodo de paro elevado y bajo crecimiento.

      Hablemos primero de esos tipos de interés. En varias ocasiones a lo largo del pasado año, tras unas subidas moderadas de los tipos, se nos ha dicho que ya estaban aquí los guardianes de las obligaciones, que más le valía a EE UU recortar drásticamente su déficit o, si no, que se preparara. En cada ocasión, los tipos volvieron a bajar al poco tiempo. Recientemente, en marzo, se armó un jaleo por el tipo de interés de los bonos estadounidenses a 10 años, que había subido desde el 3,6% hasta casi el 4%. The Wall Street Journal titulaba: "El miedo a la deuda hace subir los tipos", aunque realmente no había ninguna prueba de que el miedo a la deuda fuese el responsable.

      Desde entonces, sin embargo, los tipos han desandado, y con creces, esa subida. El jueves, el tipo de las obligaciones a 10 años estaba por debajo del 3,3%. Ojalá pudiera decir que la caída de los tipos de interés refleja un aumento del optimismo respecto a las finanzas federales de EE UU. Sin embargo, lo que realmente refleja es un aumento del pesimismo respecto a las perspectivas de una recuperación económica, pesimismo que ha hecho que los inversores huyan de cualquier cosa que parezca arriesgada -de ahí el hundimiento del mercado de valores- para refugiarse en la aparente seguridad de la deuda del Gobierno estadounidense.

      ¿Qué hay detrás de este nuevo pesimismo? En parte es un reflejo de los problemas en Europa, que tienen menos que ver con la deuda gubernamental de lo que han oído; el verdadero problema es que, al crear el euro, los dirigentes europeos impusieron una moneda única a economías que no estaban preparadas para una medida así. Pero también hay señales de advertencia en EE UU; la última, el informe del miércoles sobre los precios de consumo, que mostraban una indicación clave de una caída de la inflación por debajo del 1%, su valor más bajo en los últimos 44 años.

      La verdad es que no tiene nada de sorprendente: es de esperar que la inflación caiga ante el paro masivo y el exceso de capacidad. Pero de todas formas son noticias realmente malas. La inflación baja, o, todavía peor, la deflación, tiende a perpetuar la recesión económica porque anima a la gente a acumular dinero en vez de gastarlo, lo que hace que la economía siga deprimida, lo cual conduce a más deflación.

      Ese círculo vicioso no es hipotético; que se lo pregunten a los japoneses, que cayeron en la trampa deflacionista en los años noventa y, a pesar de los episodios ocasionales de crecimiento, siguen sin poder salir de ella. Y podría pasar en EE UU.

      Así que lo que realmente deberíamos preguntarnos en estos momentos no es si estamos a punto de convertirnos en Grecia. Lo que deberíamos preguntarnos, en cambio, es qué estamos haciendo para evitar convertirnos en Japón. Y la respuesta es: nada.

      No es que nadie entienda el riesgo. Tengo sospechas fundadas de que algunos funcionarios de la Reserva Federal ven los paralelismos con Japón muy claramente y desearían hacer más para apoyar la economía. Pero, en la práctica, es todo lo que pueden hacer para refrenar los impulsos restrictivos de sus compañeros, que (al igual que los gobernadores de los bancos centrales de los años treinta) siguen teniendo pavor a la inflación a pesar de la ausencia de cualquier indicio de que los precios estén aumentando. También sospecho que a los economistas de la Administración de Obama les gustaría muchísimo ver otro plan de estímulo. Pero saben que un plan así no tendría ninguna posibilidad de ser aprobado por un Congreso aterrorizado por los halcones del déficit.

      En resumen, el miedo a las amenazas imaginarias obstaculiza cualquier respuesta eficaz al peligro real al que se enfrenta nuestra economía.

      ¿Sucederá lo peor? No necesariamente. Quizá las medidas económicas que ya se han tomado terminen por hacer el milagro y pongan en marcha una recuperación que se mantenga sola. Sin duda, eso es lo que todos esperamos. Pero la esperanza no es un plan.

      Paul Krugman es profesor de economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008. © New York Times Service. Traducción de News Clips.

      Written by Eduardo Aquevedo

      29 mayo, 2010 at 18:49

      Que nadie dude: la crisis continúa…

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      Hacia una recaída en la recesión. Inestabilidad sistémica

      crisis2008 Mike Whitney, CounterPunch

      Los avatares de la deuda que pesa sobre Grecia han subido al techo los tipos de interés de los bonos y han aumentado las posibilidades de default. Una reestructuración de la deuda griega golpeará a los acreedores en Alemania y Francia que están insuficientemente capitalizados para administrar las pérdidas. Los ministros de finanzas, jefes de Estado de la UE y el Banco Central Europeo han respondido enérgicamente para tratar de evitar otro desplome bancario que pueda sumergir al mundo en una recesión. Han creado un Fondo de Estabilización Europeo de casi mil billones de dólares para calmar a los mercados y alejar a los especuladores. Pero el contagio ya se ha extendido a España, Portugal e Italia, donde sus líderes han comenzado a recortar agresivamente el gasto público e iniciado programas de austeridad. Estos programas de ajuste en la Eurozona harán decrecer la demanda agregada y amenazarán la frágil recomposición. Estamos en un punto de inflexión crítico.

      Desde American Banker

      “Las cotizaciones bursátiles de los bancos cayeron la semana pasada bajo la teoría de que las compañías bancarias tendrán grandes pérdidas en Europa. La teoría está en lo cierto. Los bancos serán dañados.” Escribió Richard Bove, de Rochdale Securities LLC, en una nota de investigación.

      Bove señaló en otro informe de la semana pasada que “los grandes bancos estadounideses tienen más intereses de lo que se cree en este drama”. Estima que JPMorgan Chase tiene una exposición en torno a 1.400 millones de dólares en toda Europa, mientras que Citigroup Inc. tiene 468.400 millones de dólares (N de la T: en la jerga financiera, se entiende por exposición el hecho de estar sujeto a un riesgo).

      Varios analistas han señalado que los grandes bancos estadounidenses tienen lazos ocultos con la región a través de sus contrapartes de ultramar. Los bancos del tipo money-center [1] negocian derivados financieros, intercambian divisas y realizan otras transacciones con grandes bancos europeos. Los bancos de EEUU pueden no tener mucha deuda soberana en Europa, pero esas instituciones europeas sí. Si Grecia entra en cesación de pagos, podría generarse una crisis de confianza en el mercado bancario europeo que se extendería a los grandes bancos estadounidenses.

      “Obviamente, los bancos europeos tienen una exposición financiera con Grecia. Los bancos estadounidenses han colocado préstamos en estos bancos”, dice Keith Davis, un analista de Farr Miller & Washington. “La exposición puede asumir variados canales –no es difícil imaginar cómo puede expandirse el incendio-”. ("Europe’s debt Crisis, US Banks Exposure", Paul Davis and Matt Monks, American Banker)

      China y los EEUU han comenzado a resguardarse y a perseguir políticas deflacionarias. China ya fue sorprendida por un repentino aumento del 14,5% del renminbi sobre el euro en los últimos 4 meses, lo que empezó a dañar las exportaciones. Pero los líderes chinos también están tratando de desinflar la burbuja inmobiliaria que se formó por políticas monetarias laxas y el estímulo de una masiva inyección fiscal de 600.000 millones de dólares. En lugar de secar la liquidez mediante el incremento de las tasas de interés (lo que podría fortalecer el renminbi), China está aumentando los estándares de concesión de préstamos para poner más presión sobre los especuladores. Es una estrategia circular para lidiar con problemas serios. Esto es del The People`s Daily online:

      “El 16 de abril, el Consejo de Estado extendió una serie de medidas para frenar el mercado inmobiliario doméstico en medio de las preocupaciones sobre las burbujas de activos. Estas medidas incluyen una paga inicial del 30% para quienes compran su primera vivienda de más de 90 m2, y del 50% más aumentos del tipo de interés hipotecario para los compradores de segundas viviendas. El gobierno también impuso una prohibición temporal de las solicitudes hipotecarias para quienes deseen adquirir terceras viviendas y adquisiciones en otras ciudades, Shanghai será la tercera región después de Pekín y Shenzhen en tener reglamentos sobre la compra de propiedades”, dijo Sun.

      Al colocar los pies en el freno, China probablemente limitará los problemas derivados de la explosión de la burbuja crediticia, pero también ralentizará la inversión, que es el principal motor del crecimiento. Esto deja a los expertos divididos sobre el futuro que le espera al gigante asiático; muchos creen que China se dirige a un “aterrizaje forzoso”. Aquí va un extracto del administrador de fondos de riesgo Hugh Hendry, con un particular y sombrío pronóstico:

      “La composición del crecimiento chino se ha sometido a un cambio potencialmente traicionero: ante la ausencia de demanda extranjera en expansión para sus exportaciones, ha apostado por un masivo aumento en el crédito bancario doméstico para avivar su tasa de crecimiento. Además, cuando se mide en términos relativos al tamaño de su economía, el salto de 27 puntos porcentuales en los préstamos bancarios respecto al PIB no tiene precedentes; en ningún momento de la historia hubo una nación que intentara tal inusitado incremento en la dirección estatal del crédito bancario.

      Qué gran cambio: de una bestia exportadora a un adicto al crédito. ¿Quién podría haberlo pensado en 2001, el año en que todo comenzó a ir bien para China? "…China se ha convertido en el mayor prestamista del mundo, después de haber amasado cerca de 2,3 billones de dólares de intercambio comercial sobre nosotros. De todos modos, el espectro de una nación prestamista que obtiene ganancias comerciales persistentes tiene presagios históricos que no auguran nada bueno. Ha sucedido sólo dos veces antes, con la economía estadounidense en la década de 1920 y con la economía japonesa en los 80.” ("China: Hugh Hendry warns investors’ infatuation is misguided" UK Telegraph)

      La economía china marcha con sobreinversión, subconsumo y muy ajustados márgenes de beneficios. Una ralentización de la economía china sólo acentuará la recesión en la UE, al reducir la cantidad de liquidez en el sistema. Esto conducirá a una contracción del crédito y a la caída de la demanda. Las presiones deflacionarias siguen creciendo.

      Los derroteros de China y Europa aparecen en un mal momento para los Estados Unidos, donde la recuperación es tan débil que la Reserva Federal no ha aumentado el tipo de interés por encima de cero en más de 14 meses, ni vendido ninguno de los 1.700 billones de reservas en la forma de activos “tóxicos”. Si hubiera un destello de luz al final del túnel, la Reserva Federal ya habría aumentado los tipos de interés. Así las cosas, Ben Bernanke se ha resistido a vender cualquiera de los títulos respaldados con hipotecas (mortgage backed securities) que compró a los bancos en crisis. Está preocupado por el hecho de que aun una pequeña subasta –digamos, de 20 o 30.000 millones de dólares— podría desviar la liquidez de los mercados y enviar las cotizaciones bursátiles en picada. A la timidez de Bernanke, le subyace la severidad de la depresión. No se arriesga en lo absoluto.

      El reciente incremento en Gastos de Consumo Personal fue el resultado de transferencias gubernamentales, ya que de otro modo, estos gastos permanecerían sin modificaciones. El estímulo fiscal de 787.999 millones de dólares de Obama no ha restaurado el gasto en consumo a los niveles previos a la crisis o creado los cimientos para una recuperación autosostenida. Al final del tercer trimestre, el estímulo disminuirá (excluyendo otra burbuja de activos) y la contracción se reanudará. La burbuja del mercado de valores –diseñada especialmente por el programa de monetarización de Bernanke y las inyecciones de liquidez- no ha reducido el desempleo ni reactivado la actividad económica o cercenado la deflación. A continuación, una cita del economista principal de Gluskin Shef, David Rosenberg, quien ofrece un buen resumen de la marcha de la economía:

      "Por cierto que existen señales clásicas de que la recesión en los Estados Unidos finalizó el pasado verano… Pero la depresión continúa. El ingreso personal es cerca de 500.000 millones de dólares menos de lo que lo fue en su máximo hace 16 meses, y esto nunca ha ocurrido antes de salir de cualquier recesión técnica…

      Al margen del impacto tardío de todo el estímulo gubernamental y del impacto de la acumulación de inventarios, la economía no está creciendo… Si se toma la información del gobierno a valor nominal, los últimos cuatro trimestres han promediado sólo un 1,38% en términos de ventas finales reales, lo cual las sitúa en la trayectoria post recesión más débil de toda la historia… el gobierno ha hecho todo lo que pudo para perpetuar el ciclo de gastos de consumo aun a pesar de que tales gastos ya representan un porcentaje récord por encima del 70% del PIB. Más aún, una vez que finalice la moratoria sobre las ejecuciones hipotecarias, y que el gobierno no intente seguir jugando con las fuerzas del mercado y permitiendo que se revelen los verdaderos precios, el valor de las viviendas seguirá su camino descendente, lo cual es evidente en todas las series de datos. Hay un exceso de 5 millones de viviendas vacías en todos los Estados Unidos actuando como un gran lastre sobre el precio de los inmuebles…

      El informe sobre pequeña empresa de la Federación Nacional de Negocios Independientes está mostrando que el crecimiento económico está, como mínimo, estancado. ("Why the depression is ongoing", David Rosenberg, Gluskin Sheff & Associates)

      Cerca de 800.000 millones de dólares en estímulos fiscales apenas consiguieron colocar la economía en el terreno de los números positivos. Fuera de la reconstitución de inventarios, el PIB creció solo un 1,38% (como señala Rosenberg) “una de las trayectorias post recesión más débiles de toda la historia”. En los Estados Unidos, los consumidores se enfrentan a un duro porvenir; escasas oportunidades de empleo, crecimiento acelerado de deudas personales, incrementos salariales estancados, y acceso cada vez más restringido al crédito. Los consumidores están demasiado apretados como para sacar del barro a la economía, y Wall Street lo sabe. Esta es la razón por la que Bernanke ha defendido tan ferozmente los instrumentos de deuda de alto riesgo y la titulización de activos [2], porque representan los únicos medios con que mantener la rentabilidad en una economía estancada. La batalla sobre los derivados financieros es la batalla por el futuro mismo del capitalismo.

      Nadie ha escrito de manera más brillante o persuasiva sobre el estancamiento que padecen las economías capitalistas maduras que el historiador de la UCLA, Robert Brenner. En la introducción de su libro de 2006, “The Economics of Global Turbulence”, Brenner explica el defecto estructural inherente al capitalismo, el cual inevitablemente conduce a la crisis [3]. He aquí un párrafo (aunque el libro merece ser leído en su totalidad):

      “La principal fuente de la crisis actual es el declive constante de la vitalidad de las economías capitalistas avanzadas a lo largo de tres décadas, tras ciclos de auge y depresión, uno tras otro, hasta llegar al presente. La debilidad de largo plazo de la acumulación de capital y de la demanda agregada ha estado enraizada en un profundo declive de todo el sistema y el fracaso en la recuperación de la tasa de retorno del capital, lo que resulta principal, pero no solamente, de una persistente tendencia a la sobrecapacidad (sobreoferta) en las industrias manufactureras mundiales. Desde el comienzo del largo ciclo de declive en 1973, las autoridades económicas evitaron el tipo de crisis que históricamente asoló el sistema capitalista mediante el recurso de endeudarse pública y privadamente cada vez más para subsidiar la demanda. Pero ellos solamente lograron un mínimo de estabilidad y al costo de un estancamiento cada vez más pronunciado, a medida que el creciente endeudamiento y el fracaso para eliminar la sobre-capacidad dejaron la economía con cada vez menos capacidad de reacción frente a los estímulos…”

      Para enfrentar este estancamiento permanente, Brenner dice que la Reserva Federal se embarcó en un plan que usaría a las “corporaciones y los hogares, más que al gobierno; en consecuencia, impulsaría la economía mediante enormes sumas de préstamos y de gasto público, posibilitado por el incremento histórico de su riqueza en los papeles. Ellos mismos lo permitieron acumulando históricos aumentos en los precios de activos, esto último animado por el bajo costo de los préstamos. Los déficits privados, empresariales y de los hogares, remplazarían entonces al déficit público. El nudo de todo el proceso sería una incesante oferta de crédito barato para avivar los mercados de activos, a la larga asegurados por la Reserva Federal” ("What’s Good for Goldman Sachs is Good for America: The Origins of the Current Crisis", Robert Brenner, Center for Social theory and comparative History, UCLA, 2009)

      La crisis actual no es accidental. El sistema se está comportando tal como fue diseñado. Las bajas tasas de interés, laxos criterios de otorgamiento de crédito, derivados maximizando el apalancamiento financiero, incluso flagrantes fraudes en el mercado de valores, todos han sido implementados para sortear el defecto estructural básico del capitalismo –su tendencia de largo plazo hacia el estancamiento- Naturalmente, este cocktail letal de políticas ha generado una mayor inestabilidad en el sistema e incrementado la posibilidad de otro desplome.

      ¿La Gran Depresión, segunda parte?

      Existen muchas semejanzas entre la actual crisis y los eventos que tuvieron lugar durante la Gran Depresión. Como señala la periodista Megan McArdle, la Gran Depresión también tuvo “dos partes”; el crack del mercado estalló en 1929 y fue seguido un año y medio después por una caída aun más profunda en 1932. La segunda fase de la Gran Depresión comenzó en Europa. A continuación, citamos un pasaje de su artículo:

      "La Gran Depresión estaba compuesta por dos pánicos separados (…) las condiciones económicas creadas por el primer pánico royeron los cimientos de instituciones financieras y gobiernos, y señaladamente, provocaron el fracaso de Creditanstalt en Austria. El gobierno austríaco, enredado en sus propios problemas, no pudo anticiparse a la bancarrota (y) el contagio se expandió. Hacia Alemania. Esta fue una de las razones por las que los nazis consiguieron el poder. También fue una de las razones por las que tuvimos nuestra segunda crisis bancaria, que empujó a los Estados Unidos al fondo de la Gran Depresión, y aquí le dió el poder a la Reserva Federal. ("Why Should You Be Freaked Out About Greece? Remember, The Great Depression Had Two Parts", Megan McArdle, businessinsider.com)

      Con la implementación de los programas de austeridad a lo largo de todo el Club Med (Grecia, Portugal, España e Italia) los superávits externos de Alemania se secarán y el PIB de la Unión Europea se achicará. Los esfuerzos para enfriar la economía china tendrán igualmente efectos sobre el crecimiento mundial, al ahogar la liquidez y ralentizar la inversión total. Las restricciones sobre el gasto impactarán adversamente en el estímulo fiscal de los EEUU, y acelerará la tasa de deterioro. El clima político ha cambiado en ese país y no hay más apoyo público suficiente para una segunda ronda de estímulos. Sin otro paquete de estímulos, la economía caerá nuevamente en la recesión hacia finales de 2010.

      NOTAS

      [1] Bancos cuyo negocio está concentrado en la intermediación entre grandes inversores, Gobiernos y grandes empresas en lugar de consumidores, por ejemplo, JPMorgan, Citigroup y Bank of America Corporation]

      [2]. La titulización o segurización de activos es un procedimiento que consiste en agrupar instrumentos financieros similares, por ejemplo, deudas hipotecarias, para transformarlos en un nuevo instrumento negociable.

      [3] Robert Brenner es miembro del Consejo Editorial de SinPermiso. Un buen resumen de su visión de la catual crisis del capitalismo puede encontrarse  AQUÍ.

      Mike Whitney es un analista político independiente que vive en el estado de Washington y colabora regularmente con la revista norteamericana CounterPunch.

      Traducción para http://www.sinpermiso.info: Camila Vollenweider     

      Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3340

      E. Hobsbawm: las mutaciones incesantes de un mundo sin sosiego

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      Entrevista al historiador Eric Hobsbawm

      Las mutaciones incesantes de un mundo sin sosiego

      New Left Review/Clarín

      klee101 En la mirada de Eric Hobsbawm. El gran historiador inglés, autor de clásicos ineludibles sobre el siglo XX, examina la crisis actual y los vertiginosos cambios de las últimas décadas en la política global, y retrata el horizonte por venir. Una entrevista especial de la New Left Review, reproducida en castellano por el diario argentino Clarín.

      Es probablemente el mayor historiador vivo. Su mirada es universal, como lo muestran sus libros La era de la revolución y La era del capitalismo. Esta entrevista constituye su más reciente ejercicio de una visión global sobre los problemas y las tendencias del mundo moderno.

      Su obra Historia del siglo XX concluye en 1991 con una visión sobre el colapso de la esperanza de una Edad de Oro para el mundo. ¿Cuáles son los principales cambios que registra desde entonces en la historia mundial?

      Veo cinco grandes cambios. Primero, el desplazamiento del centro económico del mundo del Atlántico norte al sur y al este de Asia. Este proceso comenzó en los años 70 y 80 en Japón, pero el auge de China desde los 90 ha marcado la diferencia. El segundo es, desde luego, la crisis mundial del capitalismo, que nosotros predijimos siempre pero que tardó mucho tiempo en llegar. Tercero, el clamoroso fracaso de la tentativa de Estados Unidos de mantener en solitario una hegemonía mundial después de 2001, un fracaso que se manifestó con mucha claridad. Cuarto, cuando escribí Historia del siglo XX no se había producido la aparición como entidad política de un nuevo bloque de países en desarrollo, los BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Y quinto, la erosión y el debilitamiento sistemático de la autoridad de los Estados: de los Estados nacionales dentro de sus territorios y, en muchas partes del mundo, de cualquier clase de autoridad estatal efectiva. Acaso fuera previsible pero se aceleró hasta un punto inesperado.

      ¿Qué más le ha sorprendido?

      Nunca dejo de sorprenderme ante la absoluta locura del proyecto neoconservador, que no sólo pretendía que el futuro era Estados Unidos, sino que incluso creyó haber formulado una estrategia y una táctica para alcanzar ese objetivo. Hasta donde alcanzo a ver, no tuvieron una estrategia coherente.

      ¿Puede prever alguna recomposición política de lo que fue la clase obrera?

      No en la forma tradicional. Marx estaba sin duda en lo cierto al predecir la formación de grandes partidos de clase en una determinada etapa de la industrialización. Pero estos partidos, si tenían éxito, no funcionaban como partidos exclusivos de la clase obrera: si querían extenderse más allá de una clase reducida, lo hacían como partidos populares, estructurados alrededor de una organización inventada por y para los objetivos de la clase obrera. Incluso así, había límites para la conciencia de clase. En Gran Bretaña el Partido Laborista nunca obtuvo más del 50 por ciento de los votos. Lo mismo sucede en Italia, donde el PCI era todavía más un partido popular. En Francia, la izquierda se basaba en una clase obrera débil pero políticamente fortalecida por la gran tradición revolucionaria, de la que se las arregló para convertirse en imprescindible sucesora, lo cual les proporcionó a ella y a la izquierda mucha más influencia. El declive de la clase obrera manual parece algo definitivo. Hay o habrá mucha gente que quede realizando trabajo manual, pero no puede seguir siendo el principal fundamento de esperanza: carece del potencial organizativo de la vieja clase obrera y no tiene potencial político.

      Ha habido otros tres importantes desarrollos negativos. El primero es, desde luego, la xenofobia, que para la mayoría de la clase obrera es, como dijo el alemán August Bebel, el "socialismo de los tontos": salvaguardar mi trabajo contra gente que compite conmigo. Cuanto más débil es el movimiento obrero, más atractiva es la xenofobia. En segundo lugar, gran parte del trabajo y del trabajo manual que la administración pública británica solía llamar "categorías menores y de manipulación", no es permanente sino temporario; por ejemplo, estudiantes o emigrantes trabajando en catering. Eso hace que no sea fácil considerarlo como potencial organizable. La única forma fácilmente organizable de esa clase de trabajo es la que está empleada por autoridades públicas, razón por la cual estas autoridades son vulnerables. El tercero y el más importante de estos cambios es la creciente ruptura producida por un nuevo criterio de clase, en concreto, aprobar exámenes en colegios y universidades como un billete de acceso para el empleo. Esto puedes llamarlo meritocracia pero está institucionalizada y mediatizada por los sistemas educativos. Lo que ha hecho es desviar la conciencia de clase desde la oposición a los empleadores a la oposición a juniors de una u otra clase, intelectuales, élites liberales o aventureros. Estados Unidos es un típico ejemplo, pero, si miras a la prensa británica, verás que no está ausente en el Reino Unido. El hecho de que, cada vez más, obtener un doctorado o al menos ser un posgraduado también te da una oportunidad mejor para conseguir millones complica la situación.

      ¿Puede haber nuevos agentes?

      Ya no en términos de una sola clase pero entonces, desde mi punto de vista, nunca lo pudo ser. Hay una política de coaliciones progresista, incluso de alianzas permanentes como las de, por ejemplo, la clase media que lee The Guardian y los intelectuales, la gente con niveles educativos altos, que en todo el mundo tiende a estar más a la izquierda que los otros, y la masa de pobres e ignorantes. Ambos grupos son esenciales pero quizá sean más difíciles de unificar que antes. Los pobres pueden identificarse con multimillonarios, como en Estados Unidos, diciendo "si tuviera suerte podría convertirme en una estrella pop". Pero no puede decir "si tuviera suerte ganaría el premio Nobel". Esto es un problema para coordinar las políticas de personas que objetivamente podrían estar en el mismo bando.

      ¿En qué se diferencia la crisis actual de la de 1929?

      La Gran Depresión no empezó con los bancos; no colapsaron hasta dos años después. Por el contrario, el mercado de valores desencadenó una crisis de la producción con un desempleo mucho más elevado y un declive productivo mayor del que se había conocido nunca. La actual depresión tuvo una incubación mayor que la de 1929, que llegó casi de la nada. Desde muy temprano debía haber estado claro que el fundamentalismo neoliberal producía una enorme inestabilidad en el funcionamiento del capitalismo. Hasta 2008 parecía afectar sólo a áreas marginales: América Latina en los años 90 hasta la siguiente década, el sudeste asiático y Rusia. En los países más importantes, todo lo que significaba eran colapsos ocasionales del mercado de valores de los que se recuperaban con bastante rapidez. Me pareció que la verdadera señal de que algo malo estaba pasando debería haber sido el colapso de Long-Term Capital Management (LTCM) en 1998, que demostraba lo incorrecto que era todo el modelo de crecimiento, pero no se consideró así.

      Paradójicamente, llevó a un cierto número de hombres de negocios y de periodistas a redescubrir a Karl Marx, como alguien que había escrito algo de interés sobre una economía moderna y globalizada; no tenía nada que ver con la antigua izquierda: la economía mundial en 1929 no era tan global como la actual. Esto tuvo alguna consecuencia; por ejemplo, hubiera sido mucho más fácil para la gente que perdió su trabajo regresar a sus pueblos. En 1929, en gran parte del mundo fuera de Europa y América del Norte, los sectores globales de la economía eran áreas que en gran medida no afectaron a lo que las rodeaba. La existencia de la URSS no tuvo efectos prácticos sobre la Gran Depresión pero sí un enorme efecto ideológico: había una alternativa. Desde los 90 asistimos al auge de China y las economías emergentes, que realmente ha tenido un efecto práctico sobre la actual depresión, pues ha ayudado a mantener una estabilidad mucho mayor de la economía mundial de la que hubiera alcanzado de otro modo. De hecho, incluso en los días en que el neoliberalismo afirmaba que la economía prosperaba de modo exuberante, el crecimiento real se estaba produciendo en su mayoría en estas economías recién desarrolladas, en especial China. Estoy seguro de que si China no hubiera estado ahí, la crisis de 2008 habría sido mucho más grave. Por esas razones, vamos a salir de ella con más rapidez, aunque algunos países seguirán en crisis durante bastante tiempo.

      ¿Qué pasa con las consecuencias políticas?

      La depresión de 1929 condujo a un giro abrumador a la derecha, con la gran excepción de América del Norte, incluido México, y de los países escandinavos. En Francia, el Frente Popular de 1935 solo tuvo el 0,5 por ciento más de votos que en 1932, así que su victoria marcó un cambio en la composición de las alianzas políticas en vez de algo más profundo. En España, a pesar de la situación cuasirrevolucionaria o potencialmente revolucionaria, el efecto inmediato fue también un movimiento hacia la derecha, y desde luego ése fue el efecto a largo plazo. En la mayoría de los otros Estados, en especial en el centro y este de Europa, la política se movió claramente hacia la derecha. El efecto de la actual crisis no está tan definido. Uno puede imaginarse que los principales cambios o giros en la política no se producirán en Estados Unidos u occidente, sino casi seguro en China.

      ¿Cree que China continuará resistiendo la recesión?

      No hay ninguna razón especial para pensar que de repente dejará de crecer. El gobierno chino se ha llevado un buen susto con la depresión, porque ésta obligó a una enorme cantidad de empresas a detener temporalmente su actividad. Pero el país todavía está en las primeras etapas del desarrollo económico y hay muchísimo espacio para la expansión. No quiero especular sobre el futuro, pero podemos imaginarnos a China dentro de veinte o treinta años siendo a escala mundial mucho más importante que hoy, por lo menos económica y políticamente, no necesariamente en términos militares. Desde luego, tiene problemas enormes y siempre hay gente que se pregunta si el país puede mantenerse unido, pero yo creo que tanto la realidad del país como las razones ideológicas continúan militando poderosamente para que la gente desee que China permanezca unida.

      Pasado un año, ¿cómo valora la administración Obama?

      La gente estaba tan encantada de que hubiera ganado alguien con su perfil, y en medio de la crisis, que muchos pensaron que estaba destinado a ser un gran reformista, a la altura de que hizo el presidente Franklin Roosevelt. Pero no lo estaba. Empezó mal. Si comparamos los primeros cien días de Roosevelt con los de Obama, lo que destaca es la predisposición de Roosevelt a apoyarse en consejeros no oficiales para intentar algo nuevo, comparado con la insistencia de Obama en permanecer en el mismo centro. Desperdició la ocasión. Su verdadera oportunidad estuvo en los tres primeros meses, cuando el otro bando estaba desmoralizado y no podía reagruparse en el Congreso. No la aprovechó. Podemos desearle suerte pero las perspectivas no son alentadoras.

      Si observamos el escenario internacional más caliente, ¿cree que la solución de los dos Estados, como se imagina actualmente, es un proyecto creíble para Palestina?

      Personalmente, dudo de que lo sea por el momento. Cualquiera que sea la solución, no va a suceder nada hasta que Estados Unidos decida cambiar totalmente su manera de pensar y presione a los israelíes. Y no parece que eso vaya a suceder.

      ¿Cree que hay alguna parte del mundo donde todavía sea posible recrear proyectos positivos, progresistas?

      En América Latina la política y el discurso público general todavía se desarrollan en los términos liberal-socialistas-comunistas de la vieja Ilustración. Esos son sitios donde encuentras militaristas que hablan como socialistas, o un fenómeno como Lula, basado en un movimiento obrero, o a Evo Morales. Adónde conduce eso es otra cuestión, pero todavía se puede hablar el viejo lenguaje y todavía están disponibles las viejas formas de la política. No estoy completamente seguro sobre América Central, aunque hay indicios de un pequeño resurgir en México de la tradición de la Revolución; tampoco estoy muy seguro de que vaya a llegar lejos, ya que México ha sido integrado a la economía de Estados Unidos. América Latina se benefició de la ausencia de nacionalismos etnolingüísticas y divisiones religiosas; eso hizo mucho más fácil mantener el viejo discurso. Siempre me sorprendió que, hasta hace bien poco, no hubiera signos de políticas étnicas.

      Han aparecido movimientos indígenas de México y Perú, pero no a una escala parecida a la que se produjo en Europa, Asia o África. Es posible que en India, gracias a la fuerza institucional de la tradición laica de Nehru, los proyectos progresistas puedan revivir. Pero no parecen calar entre las masas, excepto en algunas zonas donde los comunistas tienen o han tenido un apoyo masivo, como Bengala y Kerala, y acaso entre algunos grupos como los nasalitas o los maoístas en Nepal. Aparte de eso, la herencia del viejo movimiento obrero, de los movimientos socialistas y comunistas, sigue siendo muy fuerte en Europa. Los partidos fundados mientras Friedrich Engels vivía aún son, casi en toda Europa, potenciales partidos de gobierno o los principales partidos de la oposición. Imagino que en algún momento la herencia del comunismo puede surgir en formas que no podemos predecir, por ejemplo en los Balcanes e incluso en partes de Rusia. No sé lo que sucederá en China pero sin duda ellos están pensando en términos diferentes, no maoístas o marxistas modificados.

      Siempre ha sido crítico con el nacionalismo como fuerza política, advirtiendo a la izquierda que no lo pintara de rojo. Pero también ha reaccionado contra las violaciones de la soberanía nacional en nombre de las intervenciones humanitarias. ¿Qué tipos de internacionalismo son deseables y viables hoy día?

      En primer lugar, el humanitarismo, el imperialismo de los derechos humanos, no tiene nada que ver con el internacionalismo. O bien es una muestra de un imperialismo revivido que encuentra una adecuada excusa, sincera incluso, para la violación de la soberanía nacional, o bien, más peligrosamente, es una reafirmación de la creencia en la superioridad permanente del área que dominó el planeta desde el siglo XVI hasta el XX. Después de todo, los valores que occidente pretende imponer son específicamente regionales, no necesariamente universales. Si fueran universales tendrían que ser reformulados en términos diferentes. No estamos aquí ante algo que sea en sí mismo nacional o internacional. Sin embargo, el nacionalismo sí entra en él porque el orden internacional basado en Estados-nación ha sido en el pasado, para bien o para mal, una de las mejores salvaguardas contra la entrada de extranjeros en los países. Sin duda, una vez abolido, el camino está abierto para la guerra agresiva y expansionista.

      El internacionalismo, que es la alternativa al nacionalismo, es un asunto engañoso. Es tanto un eslogan político sin contenido, como sucedió a efectos prácticos en el movimiento obrero internacional, donde no significaba nada específico, como una manera de asegurar la uniformidad de organizaciones poderosas y centralizadas, fuera la iglesia católica romana o el Komintern. El internacionalismo significa que, como católico, creías en los mismos dogmas y tomabas parte en las mismas prácticas sin importar quién fueras o dónde estuvieras; lo mismo sucedía con los partidos comunistas. Esto no es realmente lo que nosotros entendíamos por "internacionalismo". El Estado-nación era y sigue siendo el marco de todas las decisiones políticas, interiores y exteriores. Hasta hace muy poco, las actividades de los movimientos obreros (de hecho, todas las actividades políticas) se llevaban a cabo dentro del marco de un Estado. Incluso en la UE, la política se enmarca en términos nacionales. Es decir, no hay un poder supranacional que actúe, sólo una coalición de Estados. Es posible que el fundamentalismo misionero islámico sea aquí una excepción, que se extiende por encima de los Estados, pero hasta ahora todavía no se ha demostrado. Los anteriores intentos de crear super-Estados panárabes, como entre Egipto y Siria, se derrumbaron por la persistencia de las fronteras de los Estados existentes.

      ¿Cree entonces que hay obstáculos intrínsecos para cualquier intento de sobrepasar las fronteras del Estado-nación?

      Tanto económicamente como en la mayoría de los otros aspectos, incluso culturalmente, la revolución de las comunicaciones creó un mundo genuinamente internacional donde hay poderes de decisión que funcionan de manera transnacional, actividades que son transnacionales y, desde luego, movimientos de ideas, comunicaciones y gente que son transnacionales mucho más fácilmente que nunca. Incluso las culturas lingüísticas se complementan ahora con idiomas de comunicación internacional. Pero en la política no hay señales de esto y ésa es la contradicción básica de hoy. Una de las razones por las que no ha sucedido es que en el siglo XX la política fue democratizada hasta un punto muy elevado con la implicación de las masas. Para éstas, el Estado es esencial para las operaciones diarias. Los intentos de romper el Estado internamente mediante la descentralización existen desde hace treinta o cuarenta años, y algunos de ellos con éxito; en Alemania la descentralización ha sido un éxito en algunos aspectos y, en Italia, la regionalización ha sido muy beneficiosa.

      Pero el intento de establecer Estados supranacionales fracasa. La Unión Europea es el ejemplo más evidente. Hasta cierto punto estaba lastrada por la idea de sus fundadores, quienes apostaban a crear un super-Estado análogo a un Estado nacional, cuando yo creo que ésa no era una posibilidad y sigue sin serlo. La UE es una reacción específica dentro de Europa. Hubo señales de un Estado supranacional en Oriente Próximo pero la UE es el único que parece haber llegado a alguna parte. No creo que haya posibilidades para una gran federación en América del Sur. El problema sin resolver continúa siendo esta contradicción: por una parte, hay prácticas y entidades transnacionales que están en curso de vaciar el Estado quizá hasta el punto de que colapse. Pero si eso sucede -lo que no es una perspectiva inmediata, por lo menos en los Estados desarrollados-, ¿quién se hará cargo entonces de las funciones redistributivas y de otras análogas, de las que hasta ahora sólo se ha hecho cargo el Estado? Este es uno de los problemas básicos de cualquier clase de política popular hoy en día.

      Eric Hobsbawm es el decano de la historiografía marxista británica. Uno de sus últimos libros es un volumen de memorias autobiográficas: Años interesantes, Barcelona, Critica, 2003.

      Fuente: http://www.clarin.com/suplementos/zona/2010/05/23/z-02198934.htm

      Grecia, EE.UU y la crisis económica: las diferencias…

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      PAUL KRUGMAN 16/05/2010

      KRUGMAN33 No hay mal que por bien no venga, y la crisis de Grecia está haciendo muy, muy feliz a alguna gente, gente que se oponía a la reforma sanitaria y que se muere de ganas de tener una excusa para desmantelar la Seguridad Social. Mire uno donde mire, hay editoriales y comentarios, algunos haciéndose pasar por información objetiva, que afirman que la Grecia de hoy será el EE UU de mañana a menos que nos dejemos de todas esas tonterías de cuidar de los que lo necesitan.

      Entonces, ¿qué diferencias hay entre EE UU y Grecia? Ambos países han estado soportando últimamente déficits presupuestarios elevados, más o menos comparables expresados como porcentajes del PIB. Sin embargo, los mercados los tratan de forma muy diferente: el tipo de interés de los bonos del Estado griego es más del doble del de las obligaciones estadounidenses, porque los inversores ven un alto riesgo de que Grecia termine por suspender los pagos de su deuda, mientras que prácticamente no ven ningún riesgo de que EE UU haga lo mismo. ¿Por qué?

      Una respuesta es que EE UU tiene un nivel de deuda mucho más bajo -la cantidad que ya debemos, frente a los nuevos préstamos- en relación con el PIB. Es verdad que nuestra deuda debería ser aún menor. Estaríamos en mejor situación de hacer frente a la emergencia actual si no se hubiese despilfarrado tanto dinero en recortes de impuestos a los ricos y en una guerra injustificada. Pero, aun así, hemos entrado en la crisis en mucha mejor forma que los griegos.

      Sin embargo, todavía más importante es el hecho de que tenemos una vía despejada hacia la recuperación económica, mientras que Grecia no la tiene. La economía de EE UU ha estado creciendo desde el verano pasado gracias a los estímulos fiscales y a las medidas expansionistas de la Reserva Federal. Ojalá que ese crecimiento fuese más rápido; pero por fin está generando mejoras en el empleo y también se está reflejando en los ingresos. Ahora mismo estamos en camino de cumplir las previsiones de la Oficina Presupuestaria del Congreso sobre una subida considerable de la recaudación fiscal. Si a esas previsiones les sumamos las políticas de la Administración Obama, la consecuencia es una caída en picado del déficit presupuestario durante los próximos años.

      Grecia, por otro lado, está enredada en una trampa. En los años de vacas gordas, cuando el capital entraba a raudales en el país, los costes y los precios griegos se alejaron mucho de los del resto de Europa. Si Grecia siguiera teniendo su propia moneda, podría recuperar su competitividad mediante una devaluación. Pero como no la tiene, y como abandonar el euro sigue considerándose impensable, Grecia se enfrenta a años de deflación opresiva y de crecimiento económico bajo o nulo. Por eso, la única manera de reducir el déficit es mediante unos recortes presupuestarios crueles, y los inversores se muestran escépticos respecto a si esos recortes realmente se producirán.

      Por cierto, merece la pena señalar que el Reino Unido -que está en peor forma fiscal que EE UU, pero que, a diferencia de Grecia, no ha adoptado el euro- sigue siendo capaz de obtener préstamos con unos tipos de interés bastante bajos. Por lo visto, el tener una moneda propia cambia mucho las cosas.

      En resumen, no somos Grecia. Puede que actualmente tengamos déficits de una magnitud comparable, pero nuestra situación económica -y en consecuencia, nuestras perspectivas fiscales- son tremendamente mejores. Dicho eso, sí que tenemos un problema presupuestario a largo plazo. Pero ¿cuál es la raíz de ese problema? La respuesta de rigor es que "exigimos más de lo que estamos dispuestos a pagar". Sin embargo, esa respuesta es profundamente engañosa.

      En primer lugar, ¿quién es ese "nosotros" del que habla la gente? Tengan en cuenta que la campaña para reducir los impuestos benefició principalmente a una pequeña minoría de estadounidenses: el 39% de los beneficios de hacer permanentes los recortes de impuestos de Bush irían a parar al 1% más rico de la población.

      Y tengan en cuenta también que los impuestos se han quedado rezagados respecto al gasto gracias en parte a una estrategia política intencionada de "dejar que la bestia pase hambre": los conservadores han privado deliberadamente al Gobierno de ingresos en un intento de imponer los recortes del gasto que ahora insisten en que son necesarios.

      Mientras tanto, cuando uno mira bajo el capó de esas preocupantes previsiones presupuestarias a largo plazo descubre que no se deben a ningún problema generalizado de gasto excesivo. En cambio, son en gran medida el reflejo de una sola cosa: la suposición de que los costes de la asistencia sanitaria subirán en el futuro como lo han hecho en el pasado. Esto nos dice que la clave de nuestro futuro fiscal es mejorar la eficiencia de nuestro sistema sanitario, que, como posiblemente recordarán, es algo que la Administración Obama ha estado tratando de hacer, incluso cuando muchas de esas mismas personas que ahora advierten sobre los estragos del déficit gritaban "¡listas de la muerte!".

      Así que la realidad es ésta: las perspectivas fiscales de EE UU para los próximos años no son malas. Sí tiene un grave problema presupuestario a largo plazo, que tendrá que resolverse con una combinación de reforma sanitaria y otras medidas que probablemente incluirán una subida moderada de los impuestos. Pero debemos hacer caso omiso de quienes fingen estar preocupados por la responsabilidad fiscal, cuando su objetivo real es desmantelar el Estado de bienestar y pretenden utilizar las crisis del resto del mundo para asustarnos y obligarnos a darles lo que quieren.

      Paul Krugman es profesor de economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008. © 2010 New York Times News Service. Traducción de News Clips.

      Written by Eduardo Aquevedo

      23 mayo, 2010 at 19:44

      J. Habermas: que ni la crisis financiera ni la intransigencia alemana destruyan el proyecto europeo…

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      En el euro se decide el destino de la UE

      GRECIA-ESTUD003 JÜRGEN HABERMAS 23/05/2010

      El filósofo alemán Jürgen Habermas exige a los Estados una mayor implicación política para defender a la UE de los ataques financieros y muestra que la Alemania actual no está en el mejor momento para asumir el liderazgo

      Días decisivos: Occidente celebra el 8 de mayo y Rusia el 9 de mayo la victoria sobre la Alemania nacionalsocialista; también aquí, en Alemania, se habla de día de la liberación. Este año, las fuerzas de la alianza que lucharon contra Alemania (con la participación de una unidad polaca) celebraron conjuntamente un desfile de la victoria. En la Plaza Roja de Moscú Angela Merkel estaba justo al lado de Vladímir Putin. Su presencia confirmaba el espíritu de aquella nueva Alemania surgida en la posguerra, cuyas distintas generaciones no han olvidado que también fueron liberadas, a costa de los mayores sacrificios, por el Ejército ruso.

      La canciller llegó desde Bruselas, donde había tratado de una derrota de un tipo completamente distinto. La imagen de la conferencia de prensa en la que se anunció la decisión de los jefes de Gobierno de la UE sobre el fondo de rescate común para contrarrestar los ataques al euro traicionaba la convulsa mentalidad no de aquella nueva Alemania, sino de la Alemania de hoy. La chirriante foto muestra las caras petrificadas de Merkel y Nicolas Sarkozy: unos jefes de Gobierno exhaustos que ya no tienen nada que decirse. ¿Acabará siendo esa foto el referente iconográfico del fracaso de una manera de ver Europa que ha marcado su historia durante más de medio siglo?

      Mientras que en Moscú Merkel estaba a la sombra de la tradición de la antigua República Federal, este 8 de mayo pasado, en Bruselas, la canciller dejaba tras sí algo distinto: la lucha de semanas de una empedernida defensora de los intereses nacionales del Estado económicamente más poderoso de la UE. Apelando al ejemplo de la disciplina presupuestaria alemana, había bloqueado una acción conjunta de la Unión que habría respaldado a tiempo la credibilidad de Grecia frente a una especulación que buscaba la quiebra del Estado. Una serie de declaraciones de intenciones ineficaces había impedido una acción preventiva conjunta. Grecia como un caso aislado.

      Hasta que no se ha producido la última conmoción bursátil, la canciller no ha cedido, ablandada por el masaje anímico colectivo del presidente de Estados Unidos, del Fondo Monetario Internacional y del Banco Central Europeo. Por temor a las armas de destrucción masiva de la prensa amarillista parecía haber perdido de vista la potencia de las armas de destrucción masiva de los mercados financieros. No quería de ninguna manera una eurozona sobre la que el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, pudiera decir al día siguiente: quien no quiera la unificación de las políticas económicas, debe olvidarse también de la Unión Monetaria.

      La cesura. Desde entonces, todos los afectados empiezan a vislumbrar el alcance de la decisión que se tomó el 8 de mayo de 2010 en Bruselas. Las medidas de emergencia sobre el euro adoptadas de la noche a la mañana han tenido consecuencias distintas de las de todos los bail outs habidos hasta la fecha. Como ahora es la Comisión quien suscribe los créditos en los mercados representando a la Unión Europea en su conjunto, este mecanismo de crisis se ha convertido en un instrumento de comunidad que transforma las bases económicas de la Unión Europea.

      El hecho de que a partir de ahora los contribuyentes de la zona euro avalen solidariamente los riesgos presupuestarios del resto de los Estados miembros supone un cambio de paradigma. Se ha tomado conciencia así de un problema reprimido desde hacía mucho tiempo. La crisis financiera, amplificada a crisis de Estado, nos trae el recuerdo de los errores originales de una Unión Política incompleta que se ha quedado a mitad de camino. En un espacio económico de dimensiones continentales, sumamente poblado, surgió un Mercado Común con una moneda parcialmente común, sin que al mismo tiempo se introdujeran competencias que sirvieran para coordinar eficazmente las políticas económicas de los Estados miembros.

      Hoy ya nadie puede rechazar de plano, calificándola de irrazonable, la exigencia formulada por el presidente del Fondo Monetario Internacional de un "gobierno económico europeo". Los modelos de una política económica "conforme a las reglas" y de un presupuesto "disciplinado", según lo establecido en el Pacto de Estabilidad, no están a la altura de los desafíos de una adaptación flexible a constelaciones políticas en rápida transformación. Claro que hay que sanear los presupuestos nacionales. Pero no se trata únicamente de las trapacerías griegas o de las ilusiones de bienestar españolas, sino de una equiparación político-económica de los niveles de desarrollo dentro de un espacio monetario con economías nacionales heterogéneas. El pacto de Estabilidad, que precisamente Francia y Alemania tuvieron que dejar en suspenso en 2005, se ha convertido en un fetiche. No bastará con endurecer las sanciones para equilibrar las consecuencias no deseadas de la deseada asimetría entre la completa unificación económica de Europa y su incompleta unificación política.

      Incluso la sección de Economía del Frankfurter Allgemeine Zeitung considera que "la unión monetaria está en la encrucijada". El periódico atiza con un escenario de horror la nostalgia por el marco alemán en contra de los "países con monedas débiles", mientras que una amoldable canciller habla repentinamente de que los europeos deben buscar "una mayor integración económica y financiera". Pero no hay, a lo ancho y a lo largo, huella alguna de la conciencia de una profunda cesura. Unos confunden la conexión causal entre la crisis del euro y la crisis bancaria y apuntan exclusivamente el desastre a la falta de disciplina presupuestaria. Otros se afanan denodadamente en reducir el problema de la falta de coordinación entre las políticas económicas nacionales a una mera cuestión de mejora de la gestión.

      La Comisión Europea quiere que el fondo de rescate, de duración limitada, se mantenga a largo plazo, además de inspeccionar los planes presupuestarios nacionales, incluso antes de que estos se hayan sometido a los parlamentos nacionales. No es que estas propuestas sean descabelladas. Pero es una falta de vergüenza sugerir que semejante intervención de la Comisión en el derecho presupuestario de los parlamentos no tocaría los tratados y no aumentaría de forma inaudita el déficit democrático que se arrastra desde hace tanto tiempo. Una coordinación eficaz de las políticas económicas debe conllevar un reforzamiento de las competencias del Parlamento de Estrasburgo; también planteará, en otros ámbitos políticos, la necesidad de una mejor coordinación.

      Los países de la zona euro se enfrentan a la alternativa entre una profundización de la cooperación europea y la renuncia al euro. No se trata de la "vigilancia recíproca de las políticas económicas" (Trichet), sino de una actuación común. Y la política alemana está mal preparada para esto.

      Cambio generacional y nueva indiferencia. Tras el Holocausto, hicieron falta esfuerzos de décadas -desde Adenauer y Heinemann, pasando por Brandt y Helmut Schmidt, hasta Weizsäcker y Kohl- para el retorno de la República Federal al círculo de las naciones civilizadas. No bastaba con la astuta táctica marcada por el ministro de Exteriores, Hans Dietrich Genscher, de orientarse a Occidente por razones de oportunidad. Era precisa una transformación, infinitamente trabajosa, de la mentalidad de toda la población. Lo que acabó por propiciar un talante conciliador en nuestros vecinos europeos fueron, en primer término, la transformación de las convicciones normativas y el cosmopolitismo de las generaciones más jóvenes, crecidas en la República Federal. Y, naturalmente, en la actividad diplomática marcaron la pauta las convicciones creíbles de los políticos en activo durante aquella época.

      El manifiesto interés de los alemanes por una unificación europea pacífica no era suficiente para desactivar la desconfianza hacia ellos, históricamente fundamentada. Los alemanes occidentales parecían conformarse con la división nacional. A ellos, con el recuerdo de sus excesos nacionalistas, no habría de resultarles difícil renunciar a la reivindicación de sus derechos de soberanía, asumir en Europa el papel del principal contribuyente neto y, si hacía falta, adelantar créditos que, en cualquier caso, redundaban en beneficio de la República Federal. El compromiso alemán, para ser convincente, tenía que tener un arraigo normativo. Jean-Claude Juncker ha descrito bien esa prueba de esfuerzo cuando, en alusión al frío cálculo de intereses de Angela Merkel, echaba en falta la disposición a "aceptar riesgos en la política interna en pro de Europa".

      La nueva intransigencia alemana tiene raíces profundas. Ya con la reunificación se transformó la perspectiva de una Alemania que había crecido y se ocupaba de sus propios problemas. Más importante fue la quiebra de las mentalidades que se produjo tras la marcha de Helmut Kohl. Con la excepción de un Joschka Fischer prematuramente agotado, desde la toma de posesión de Gerhard Schröder gobierna una generación normativamente desarmada que permite que una sociedad cada vez más compleja le imponga un trato cortoplacista con los problemas del día a día. Consciente de la reducción de los márgenes de juego político, renuncia a fines y a intenciones de transformación política, por no hablar de un proyecto como la unificación de Europa.

      Hoy las élites alemanas disfrutan de una recuperada normalidad nacional estatal. Al final de un largo camino hacia Occidente han adquirido su certificado de madurez democrática y pueden volver a ser como los demás. Ha desaparecido aquella nerviosa disposición a acomodarse con mayor prontitud a la constelación posnacional de un pueblo vencido también moralmente y obligado a la autocrítica. En un mundo globalizado todos deben aprender a incorporar a la propia perspectiva la de los otros, en vez de retraerse a la mezcla egocéntrica de esteticismo y optimización del beneficio. Un síntoma político del retroceso de la disposición a aprender son las sentencias sobre los tratados de Maastricht y Lisboa del Tribunal Constitucional alemán, que se aferran a superados dogmatismos jurídicos relativos a la soberanía. La mentalidad del ensimismado coloso centroeuropeo, que gira en torno a sí misma y que carece de ambición normativa, ya no es ni siquiera garantía de que la Unión Europea se mantendrá en su tambaleante status quo.

      La adormecida conciencia de crisis. Cambiar de mentalidad no es razón alguna para hacer reproches; pero la nueva indiferencia tiene consecuencias para la percepción política del desafío actual. ¿Quién está realmente dispuesto a sacar de la crisis bancaria aquellas conclusiones que la cumbre del G-20 de Londres plasmó en bellas declaraciones de intenciones… y a luchar por ellas?

      Por lo que respecta a la doma del asilvestrado capitalismo financiero, nadie puede engañarse sobre la voluntad mayoritaria de las poblaciones. Por primera vez en la historia del capitalismo, en el otoño de 2008 sólo pudo salvarse la columna vertebral del sistema económico mundial, impulsado por los mercados financieros, gracias a las garantías de los contribuyentes. Y este hecho -que el capitalismo no pueda ya reproducirse por sus solas fuerzas- se ha fijado desde entonces en las conciencias de los ciudadanos que, como ciudadanos-contribuyentes, tuvieron que salir fiadores del fracaso del sistema.

      Las exigencias de los expertos están sobre la mesa. Se está hablando sobre el aumento de los fondos propios de los bancos, una mayor transparencia para las actuaciones de los fondos especulativos de inversión, la mejora de los controles de las bolsas y las agencias de calificación de riesgos financieros, la prohibición de instrumentos especulativos llenos de imaginación pero dañinos para las economías nacionales, la imposición de una tasa a las transacciones financieras, el reforzamiento de las provisiones bancarias, la separación de la banca de inversión y comercial o la disgregación preventiva de los complejos bancarios demasiados grandes para caer. En la cara de Josef Ackermann, presidente del Deutsche Bank y astuto lobbista mayor de la banca alemana, se reflejaba un cierto nerviosismo cuando la periodista televisiva Maybrit Illner le daba a elegir entre algunos de estos "instrumentos de tortura" de los legisladores.

      No es que la regulación de los mercados financieros sea tarea sencilla. Para llevarla a cabo también se requiere, sin duda, el conocimiento especializado de los banqueros más taimados. Pero las buenas intenciones fracasan no tanto por la complejidad de los mercados como por la pusilanimidad y falta de independencia de los Gobiernos nacionales. Fracasan por una apresurada renuncia a una cooperación internacional que se ponga como fin el desarrollo de las capacidades de actuación políticas de las que se carece… y ello en todo el mundo, en la Unión Europea y en primerísimo lugar dentro de la zona euro. En el asunto de la ayuda a Grecia, los negociantes y especuladores en divisas creyeron antes el hábil derrotismo empresarial de Ackermann que la tibia aprobación de Merkel al fondo de rescate del euro; realmente, no tienen confianza alguna en la decidida disposición a cooperar de los países de la zona euro. ¿Cómo podrían ser de otra manera las cosas en una Unión que derrocha sus energías en peleas de gallos para llevar a las figuras más grises a los cargos más influyentes?

      En épocas de crisis, incluso los individuos pueden hacer historia. Nuestra enervada élite política, que prefiere seguir los titulares del Bildzeitung, no puede convencerse a sí misma de que son las poblaciones quienes impiden una unificación europea más profunda. Saben perfectamente que el retrato demoscópico de la opinión de la gente no es lo mismo que el resultado de la formación de una voluntad democrática deliberativamente constituida de los ciudadanos. Hasta hora, no ha habido en país alguno una sola elección europea o un solo referéndum en el que se haya decidido sobre algo que no sean temas y listas electorales nacionales. Sin mencionar siquiera la miopía nacional-estatal de la izquierda (y aquí no hablo sólo del partido alemán La Izquierda), hasta este momento todos los partidos políticos nos deben el intento de conformar políticamente la opinión pública mediante una Ilustración a la ofensiva.

      Con un poco de nervio político, la crisis de la moneda común puede acabar produciendo aquello que algunos esperaron en tiempos de la política exterior común europea: la conciencia, por encima de las fronteras nacionales, de compartir un destino europeo común.

      Jürgen Habermas es filósofo alemán, ganador del Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2003. © 2010, Jürgen Habermas, Die Zeit. Traducción de Jesús Alborés Rey.

      EL PAIS.COM

      ¿Europa está en implosión?

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      Immanuel Wallerstein

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      Europa ha tenido sus opositores desde que comenzó su largo camino hacia la unificación. Hubo muchos que creyeron que era imposible. Hubo muchos otros que pensaron que no era algo deseable. Sin embargo, debe uno decir que, en el largo y sinuoso sendero que tomó desde 1945, el proyecto de la unificación europea lo ha hecho asombrosamente bien.

      Después de todo Europa ha estado desgarrada por los conflictos nacionalistas por lo menos 500 años, conflictos que culminaron con la Segunda Guerra Mundial, que fue particularmente repugnante. Y la venganza parecía ser la emoción dominante. Para 2010, lo que hoy se conoce como Unión Europea (UE) aloja una divisa común, el euro, que se utiliza en 16 países. Cuenta con una zona de 25 miembros, llamada Schengen, la cual permite un cierto movimiento libre, sin visas. Mantiene una burocracia central, una corte de derechos humanos y va en la pista de tener un presidente y un ministro de relaciones exteriores.

      Uno no debe exagerar la fuerza de todas estas estructuras, pero tampoco se puede subestimar el grado en que todo esto representa, para bien o para mal, remontar la resistencia nacionalista por toda Europa, especialmente en los estados más fuertes. Y no obstante, también es el caso de que ahora Europa parece hacer implosión, en algunas maneras importantes. Las palabras clave de esta implosión son Grecia y Bélgica.

      Grecia, como todo el mundo sabe, atraviesa una severa crisis de deuda soberana. Moody’s ha declarado que los bonos estatales griegos son inservibles. El primer ministro George Papandreu ha dicho, muy renuente, que probablemente tendría que recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) para conseguir un préstamo, un préstamo que implicaría las condiciones usuales del FMI, que requiere formas específicas de restructuración neoliberal. La idea es muy impopular en Grecia –un golpe a la soberanía griega, al orgullo griego, y en especial a los bolsillos griegos. También fue recibida con consternación en algunos cuantos estados europeos que sienten que la ayuda financiera a Grecia debería venir primero que nada de otros miembros de la UE.

      La explicación de este escenario es bastante simple. Grecia tiene un gran déficit presupuestal. Dado que Grecia es parte de la zona del euro, no puede devaluar su divisa para aliviar el problema. Así que requiere asistencia financiera. Grecia pidió ayuda europea. El país más grande y rico de Europa, Alemania, ha estado muy renuente, por decir lo menos, a proporcionar tal ayuda. El pueblo alemán se opone con fuerza a ayudarle a Grecia, y esto se debe básicamente a un reflejo proteccionista en un tiempo de estrés en Europa. Los alemanes temen también que Grecia sea la primera en una fila que incluye a otros países (Portugal, España, Irlanda, Italia) que harán demandas semejantes si Grecia obtiene dicha ayuda.

      El público alemán parece desear que todo se desvanezca, o que por lo menos Grecia sea de algún modo expulsada de la zona del euro. Aparte del hecho de que esto es legalmente imposible, el país que más sufriría por el resultado, además de Grecia, seguramente sería Alemania, cuya salud económica se basa en gran medida en contar con un fuerte mercado de exportación dentro de la zona del euro. Así que, por el momento, parece que estamos ante un impasse. Y los buitres del mercado vuelan alrededor de los países de la zona del euro que tienen problemas de deuda soberana.

      En medio de todo esto, la perenne crisis belga ha asomado la cabeza de modo particularmente agudo. Como país, Bélgica vino a existir como resultado de la política paneuropea. El colapso del imperio Habsburgo de Carlos V tuvo como efecto la partición de los llamados Países Bajos Borgoñones, hacia el norte en las Provincias Unidas y al sur en los Países Bajos Austriacos. Las Guerras Napoleónicas condujeron a las dos partes a juntarse en el restaurado Reino de los Países Bajos. Y los conflictos europeos de 1830 condujeron a ambas partes a separarse de nuevo, con la creación de Bélgica en más o menos lo que fueran los Países bajos Austriacos, con un rey importado de alguna otra parte.

      Bélgica siempre fue un compuesto de flamencos hablantes del flemish, lengua que también hablan los holandeses, y de los valones hablantes de francés, localizados en gran medida pero de modo imperfecto en dos sectores geográficos diferentes (norte y sur de Bélgica). También hubo una zona pequeña hablante del alemán.

      Hasta 1945, los valones fueron los más educados y más ricos, y controlaban las instituciones importantes del país. El nacionalismo flamenco nació como una voz de los descastados que luchaban por sus derechos políticos, económicos y lingüísticos.

      Después de 1945, la economía belga sufrió un cambio estructural. Las áreas valonas perdieron fuerza y las áreas flamencas se hicieron más fuertes. En consecuencia, la política belga se tornó una lucha interminable de los flamencos por obtener más derechos políticos–devolución de poderes–, con el objetivo, para muchos, de disolver Bélgica en dos países.

      Palmo a palmo, los flamencos obtuvieron más y más. Hoy, Bélgica como país tiene una monarquía común, un ministro de relaciones exteriores común, y casi nada más. El punto difícil en este arreglo es que Bélgica es ahora un Estado confederado con tres, no dos, regiones –Flandes, Valonia y Bruselas (la capital).

      Bruselas no es sólo la capital de Bélgica. Es la capital de Europa, el locus de la Comisión Europea. Bruselas es también una ciudad muy bilingüe. Y los flamencos insisten en hacerla menos así. El problema es que, aun si hubiera un acuerdo para disolver Bélgica, no habría un modo fácil para arreglar el destino de Bruselas.

      Las últimas negociaciones han sido tan dificultosas que Le Soir, el periódico principal en francés, proclamó: Bélgica ha muerto el 22 de abril de 2010. Su editorialista principal preguntó: ¿Este país tiene sentido todavía? Al momento, el rey intenta, tal vez en vano, recrear el gobierno. Tal vez tenga que llamar a nuevas elecciones, sin mucha esperanza de que las elecciones produzcan un Parlamento realmente diferente. El primero de julio, Bélgica asume por seis meses la presidencia rotativa de la UE, y no hay certeza de que habrá un primer ministro belga para presidirla

      El problema griego es el problema de la diseminación. ¿No se replicarán –no se están replicando ya– los problemas de Grecia en el resto de Europa? ¿Puede sobrevivir el euro? Sin embargo, el problema belga es incluso mayor. Si Bélgica se separa, y ambas partes son miembros de la UE, ¿no considerarán otros estados la separación? Hay después de todo movimientos secesionistas o cuasisecesionistas importantes en muchos países de la Unión Europea. La crisis de Bélgica podría bien ser la crisis de Europa.

      De las dos implosiones que amenazan, la simbolizada por Grecia es más fácil de resolver. Básicamente requiere que Alemania se dé cuenta de que sus necesidades son cubiertas mejor con un proteccionismo europeo que por un proteccionismo alemán.

      La crisis belga implica una cuestión mucho más fundamental. Si Europa estuviera preparada, ahora mismo, para moverse hacia un verdadero Estado federal, podría acomodar la ruptura de cualquiera de sus estados. Pero hasta ahora no está lista aún. Y las dificultades económicas colectivas del mundo han fortalecido mucho los estrechos elementos nacionalistas en casi todos los países europeos, como lo muestran todas las recientes elecciones. Sin una fuerte federación europea, será extremadamente difícil para Europa sobrevivir el torrente de rupturas. En medio del desorden político, Europa puede irse por el caño.

      Hay una cierta Schadenfreude [regocijarse en el infortunio de otros] entre los políticos estadunidenses en torno a las dificultades de Europa. Lo que quizá pueda salvar a Europa de cualquier implosión es precisamente la siempre creciente amenaza de la implosión de Estados Unidos. Europa y Estados Unidos están en un subibaja, cuando uno está arriba el otro está abajo. No queda claro cómo va a jugar esto en los próximos dos a cinco años.

      Traducción: Ramón Vera Herrera

      © Immanuel Wallerstein

      Written by Eduardo Aquevedo

      16 mayo, 2010 at 16:24

      Lo que no se dice de la crisis internacional…

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      Vicenç Navarro

      CRISISSS1 La crisis que están viviendo algunos países mediterráneos –Grecia, Portugal y España– e Irlanda se está atribuyendo a su excesivo gasto público, que se supone ha creado un elevado déficit y una exuberante deuda pública, escollos que dificultan seriamente su recuperación económica. De ahí las recetas que el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo (BCE) y el Consejo Europeo han estado imponiendo a aquellos países: hay que apretarse el cinturón y reducir el déficit y la deuda pública de una manera radical.

      Es sorprendente que esta explicación haya alcanzado la dimensión de dogma, que se reproduce a base de fe (el omnipresente dogma liberal) y no a partir de una evidencia empírica. En realidad, ésta muestra lo profundamente errónea que es tal explicación de la crisis. Veamos los datos.

      Todos estos países tienen los gastos públicos (incluyendo el gasto público social) más bajos de la UE-15, el grupo de países más ricos de la Unión Europea, al cual pertenecen. Mírese como se mire (bien gasto público como porcentaje del PIB; bien como gasto público per cápita; bien como porcentaje de la población adulta trabajando en el sector público), todos estos países están a la cola de la UE-15. Su sector público está subdesarrollado. Sus estados del bienestar, por ejemplo, están entre los menos desarrollados en la UE-15.

      Una causa de esta pobreza del sector público es que, desde la Segunda Guerra Mundial, estos países han estado gobernados la mayoría del periodo por partidos profundamente conservadores, en Estados con escasa sensibilidad social. Todos ellos tienen unos sistemas de recaudación de impuestos escasamente progresivos, con carga fiscal menor que el promedio de la UE-15 y con un enorme fraude fiscal (que oscila entre un 20 y un 25% de su PIB). Son Estados que, además de tener escasa sensibilidad social, tienen escaso efecto redistributivo, por lo que son los que tienen mayores desigualdades de renta en la UE-15, desigualdades que se han acentuado a partir de políticas liberales llevadas a cabo por sus gobiernos. Como consecuencia, la capacidad adquisitiva de las clases populares se ha reducido notablemente, creando una economía basada en el crédito que, al colapsarse, ha provocado un enorme problema de escasez de demanda, causa de la recesión económica.

      Es este tipo de Estado el que explica que, a pesar de que su deuda pública no sea descomunal (como erróneamente se presenta el caso de Grecia en los medios, cuya deuda es semejante al promedio de los países de la OCDE), surjan dudas de que tales Estados puedan llegar a pagar su deuda, consecuencia de su limitada capacidad recaudatoria. Su déficit se debe, no al aumento excesivo del gasto público, sino a la disminución de los ingresos al Estado, resultado de la disminución de la actividad económica y su probada ineficacia en conseguir un aumento de los ingresos al Estado, debido a la resistencia de los poderes económicos y financieros.

      Por otra parte, la falta de crédito se debe al excesivo poder del capital financiero y su influencia en la Unión Europea y sus Estados miembros. Fue la banca la que, con sus comportamientos especulativos, fue creando burbujas que, al estallar, han generado los enormes problemas de falta de crédito. Y ahora están creando una nueva burbuja: la de la deuda pública. Su excesiva influencia sobre el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (este último mero instrumento de la banca) explica las enormes ayudas a los banqueros y accionistas, que están generando enormes beneficios. Consiguen abundante dinero del BCE a bajísimos intereses (1%), con el que compran bonos públicos que les dan una rentabilidad de hasta un 7% y un 10%, ayudados por sus agencias de calificación (que tienen nula credibilidad, al haber definido a varios bancos como entidades con elevada salud financiera días antes de que colapsaran), que valoran negativamente los bonos públicos para conseguir mayores intereses. Añádase a ello los hedge funds, fondos de alto riesgo, que están especulando para que colapse el euro y que tienen su base en Europa, en el centro financiero de Londres, la City, llamada el “Wall Street Guantánamo”, porque su falta de supervisión pública es incluso menor (que ya es mucho decir) que la que se da en el centro financiero de EEUU.

      Como bien ha dicho Joseph Stiglitz, con todos los fondos gastados para ayudar a los banqueros y accionistas se podrían haber creado bancos públicos que ya habrían resuelto los problemas de crédito que estamos experimentando (ver mi artículo “¿Por qué no banca pública?”, en www.vnavarro.org).

      En realidad, es necesario y urgente que se reduzca el sobredimensionado sector financiero en el mundo, pues su excesivo desarrollo está dañando la economía real. Mientras la banca está pidiendo a las clases populares que se “aprieten el cinturón”, tales instituciones ni siquiera tienen cinturón. Dos años después de haber causado la crisis, todavía permanecen con la misma falta de control y regulación que causó la Gran Recesión.

      El mayor problema hoy en la UE no es el elevado déficit o deuda (como dice la banca), sino el escaso crecimiento económico y el aumento del desempleo. Ello exige políticas de estímulo económico y crecimiento de empleo en toda la UE (y muy especialmente en los países citados en este artículo). No ha habido una crisis de las proporciones actuales en el siglo XX sin que haya habido un crecimiento notable del gasto público y de la deuda pública, que se ha ido amortizando a lo largo de los años a base de crecimiento económico. EEUU pagó su deuda, que le permitió salir de la Gran Depresión, en 30 años de crecimiento. El mayor obstáculo para que ello ocurra en la UE es el dominio del pensamiento liberal en el establishment político y mediático europeo, imponiendo políticas que serán ineficientes, además de innecesarias. Y todo para asegurar los beneficios de la banca. Así de claro.

      Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/2013/lo-que-no-se-dice-de-la-crisis/

      LA CRISIS ECONOMICA GLOBAL, LA GRAN DEPRESION DEL SIGLO XXI

      Prefacio del libro

      Michel Chossudovsky y Andrew Gavin Marsh

      Global Research

      Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

      Lo que sigue es el prefacio del libro The Global Economic Crisis. The Great Depression of the XXI Century, de Michel Chossudovsky y Andrew Gavin Marshall , Montreal, Global Research, 2010, que se publicará a finales de mayo [1].

      Cada uno de los autores de esta oportuna obra colectiva investiga bajo la dorada superficie para revelar una compleja red de engaño y distorsión mediática que sirve para ocultar el funcionamiento del sistema económico global y su impacto devastador en las vidas de las personas.

      Con las contribuciones de Ellen Brown, Tom Burghardt, Michel Chossudovsky, Richard C. Cook, Shamus Cooke, John Bellamy Foster, Michael Hudson, Tanya Cariina Hsu, Fred Magdoff, Andrew Gavin Marshall, James Petras, Peter Phillips, Peter Dale Scott, Bill Van Auken, Claudia von Werlhof y Mike Whitney se examina detenidamente tanto las complejas causas como las devastadoras consecuencias de la crisis económica.

      A pesar de la diversidad de puntos de vista y perspectivas presentados en este volumen, en última instancia todas las personas que han contribuido a él llegan a la misma conclusión: la humanidad se encuentra en la encrucijada de crisis económica y social más grave de la historia moderna.

      Prefacio de La crisis económica global. La Gran Depresión del siglo XXI

      En todas las principales regiones del mundo la recesión económica está profundamente arraigada lo que provoca un paro generalizado, el colapso de los programas de bienestar social y el empobrecimiento de millones de personas. La crisis económica va acompañada de un proceso de militarización a escala mundial, una “guerra sin fronteras” dirigida por Estados Unidos de América y sus aliados de la OTAN. El comportamiento de la “larga guerra” del Pentágono está íntimamente relacionado con la reestructuración de la economía global.

      No nos encontramos ante una crisis o recesión económica definida en sentido limitado. La arquitectura financiera global sustenta unos objetivos estratégicos y de seguridad nacional. La agenda militar de Estados Unidos y la OTAN sirve a su vez para refrendar a una poderosa elite de los negocios que mina y eclipsa implacablemente las funciones del gobierno civil.

      Este libro lleva al lector por los pasillos de la Reserva Federal y del Consejo de Relaciones Exteriores, detrás de las puertas cerradas del Banco de Pagos Internacionales, dentro de las lujosas salas de juntas de las corporaciones de Wall Street donde con un clic del ratón del ordenador se llevan a cabo rutinariamente transacciones financieras de amplio alcance desde las terminales de ordenadores conectados con los principales mercados de valores.

      Cada uno de los autores de esta oportuna obra colectiva investiga bajo la dorada superficie para revelar una compleja red de engaño y distorsión mediática que sirve para ocultar el funcionamiento del sistema económico global y su impacto devastador en las vidas de las personas. Nuestro análisis se centra en el papel de poderosos actores económicos y políticos en un entorno labrado por la corrupción, la manipulación financiera y el fraude.

      A pesar de la diversidad de puntos de vista y perspectivas presentados en este volumen, en última instancia todas las personas que han contribuido a él llegan a la misma conclusión: la humanidad está en la encrucijada de crisis económica y social más grave de la historia moderna.

      El colapso de los mercados financieros en 2008-2009 fue el resultado del fraude institucionalizado y de la manipulación financiera. Los “rescates de bancos” se implementaron según las instrucciones de Wall Street, lo que llevó a la mayor transferencia de riqueza en dinero de la historia documentada mientras que simultáneamente se creaba un insuperable déficit público.

      Con el deterioro a escala mundial del nivel de vida y la caída en picado del gasto de los consumidores, toda la estructura del comercio internacional de artículos está potencialmente en peligro. El sistema de pagos y de transacciones de dinero está en una situación caótica. Tras el colapso del empleo, se ha trastocado el pago de salarios, lo que a su vez desencadena una caída de los gastos en artículos de consumo y servicios necesarios. Este dramático descenso del poder adquisitivo repercute negativamente en el sistema productivo y provoca un sarta de despidos, cierres de fábricas y bancarrotas. Exacerbado por la congelación del crédito, el descenso de la demanda de los consumidores contribuye a la desmovilización de recursos humanos y materiales.

      Este proceso de decadencia económica es acumulativo. Se ven afectadas todas las categorías de la fuerza de trabajo. Ya no se implementan los pagos de salarios, se trastoca el crédito y las inversiones de capital están paralizadas. Mientras tanto, en los países occidentales la “red de seguridad social” heredada del Estado de bienestar que protege a los parados durante un periodo de empeoramiento económico también está en peligro.

      El mito de la recuperación económica

      Aunque a menudo se reconoce la existencia de una “Gran Depresión” a escala de la de la década de 1930, está eclipsada por un férreo consenso: “La economía está en vías de recuperación”.

      Al tiempo que se habla de una recuperación económica, los comentaristas de Wall Street han pasado por alto persistente e intencionadamente el hecho de que el colapso financiero no está compuesto simplemente de una burbuja (la burbuja inmobiliaria de viviendas) que ya ha estallado. De hecho, la crisis tiene muchas burbujas todas las cuales dejan pequeña la burbuja inmobiliaria de viviendas que estalló en 2008.

      Aunque no hay un desacuerdo fundamental entre la corriente principal de analistas sobre la existencia de una recuperación económica, existe un acalorado debate acerca de cuándo ocurrirá, si en el próximo trimestre o en el tercer trimestre del año, etc. Ya a principios de 2010 se había predicho y confirmado la “recuperación” de la economía estadounidense por medio de un cuidadosamente trabajado aluvión de desiformación mediática.

      Mientras tanto, la terriblemente difícil situación del creciente paro en Estados Unidos se ha camuflado escrupulosamente. Los economistas consideran la bancarrota como un fenómeno microeconómico.

      Aunque los informes de los medios sobre bancarrotas revelan realidades a nivel local que afectan a una o más fábricas, no proporcionan un panorama global de lo que está ocurriendo a nivel nacional e internacional. Cuando se suman juntos todos estos cierres simultáneos en ciudades y poblaciones de todo el país emerge un panorama muy diferente: están cerrando sectores enteros de la economía nacional.

      Se sigue engañando a la opinión pública con respecto a las causas y consecuencias de la crisis económica, por no mencionar las soluciones políticas. Se lleva a la gente a creer que la economía tiene su propia lógica que depende de la libre interacción de las fuerzas del mercado y que poderosos actores financieros, que tiran de los hilos en las salas de juntas de las corporaciones, no podrían bajo ninguna circunstancia haber influido intencionadamente en el curso de los acontecimientos económicos.

      Se mantiene la incesante y fraudulenta apropiación de riqueza como parte integral del “sueño americano”, como un medio de propagar los beneficios de la riqueza económica. Como expresa Michael Hudson, se afianza el mito de que “sin riqueza en lo más alto no habría nada que goteara hacia abajo”. Esta lógica viciada del ciclo de los negocios hace imposible entender los orígenes estructurales e históricos de la crisis económica global.

      Fraude financiero

      La desinformación mediática sirve en gran parte a los intereses de un puñado de bancos globales y especuladores institucionales que utilizan su dominio de los mercados financieros y de mercancías para amasar vastas cantidades de riqueza en dinero. Las altas esferas del Estado están controladas por la clase dirigente corporativa, incluyendo a los especuladores. Mientras tanto, los “rescates de los bancos”, que se presentan al público como un requisito para la recuperación económica, han facilitado y legalizado un mayor proceso de apropiación de riqueza.

      Se han adquirido vastas cantidades de riqueza en dinero por medio de la manipulación del mercado. A menudo denominado “desregulación”, el aparato financiero ha desarrollado instrumentos sofisticados de completa manipulación y engaño. Con información y conocimiento previo interno y utilizando los instrumentos del comercio especulativo los principales actores financieros tienen la capacidad para amañar a su favor los movimientos de mercado, de precipitar el colapso del competidor y de causar estragos en las economías de los países en desarrollo. Estas herramientas de la manipulación se han convertido en una parte integral de la arquitectura financiera, están insertadas en el sistema.

      El fracaso de la economía dominante

      La profesión económica, particularmente en las universidades, raramente aborda el verdadero “mundo real” en funcionamiento de los mercados. Constructos teóricos centrados en modelos matemáticos sirven para representar un mundo abstracto, de ficción, en el que los individuos son iguales. No hay distinción teórica entre trabajadores, consumidores o corporaciones, todos los cuales son considerados “operadores individuales”. En este mundo abstracto ningún individuo solo tiene el poder o la capacidad para influenciar el mercado, ni puede haber conflicto alguno entre trabajadores y capitalistas.

      Al no analizar la interacción de poderosos actores económicos en la economía de la “vida real”, se pasan por alto los procesos de fraude del mercado, de manipulación y de fraude. Los programas de economía de las universidades no examinan ninguno de los siguientes temas: la concentración y centralización de la toma de decisiones económicas, el papel de las elites financieras, los thinks tanks económicos, las salas de juntas de las corporaciones. El constructo teórico es disfuncional; no se puede utilizar para proporcionar herramientas para comprender la crisis económica.

      La ciencia económica es un constructo ideológico que sirve para justificar el Nuevo Orden Mundial. Un conjunto de postulados dogmáticos sirve para mantener el capitalismo de libre mercado negando la existencia de la desigualdad social y se niega la naturaleza movida por el beneficio del sistema. El papel de poderosos actores económicos y cómo estos actores son capaces de influenciar el funcionamiento de los mercados financieros y de mercancías no preocupa a los teóricos de la disciplina. Raramente se consideran los poderes de manipulación del mercado que sirven para apropiarse de vastas cantidades de riqueza en dinero. Y cuando se reconocen, se considera que pertenecen al reino de la sociología o de la ciencia política.

      Esto significa que los analistas de la corriente dominante raramente analizan el marco político e institucional que hay detrás de este sistema económico global formado en el curso de los últimos treinta años. La consecuencia de ello es que, con algunas excepciones, la economía como disciplina no ha proporcionado el análisis que se requiere para comprender la crisis económica. De hecho, sus principales postulados de libre mercado niegan la existencia de una crisis. El centro de atención de la economía neoclásica es el equilibrio, desequilibrio y “corrección de mercado” o “ajuste” por medio de los mecanismos de mercado, como un medio de hacer volver a la economía “a la senda del crecimiento autosostenido”.

      Pobreza y desigualdad social

      La economía política global es un sistema que enriquece a unos pocos a expensas de la inmensa mayoría. La crisis económica global ha contribuido a aumentar las desigualdades sociales tanto dentro de los países como entre estos. Bajo el capitalismo global, la pobreza cada vez mayor no es el resultado de una escasez o de una falta de recursos humanos y materiales. La verdad es más bien lo contrario: la depresión económica está marcada por un proceso de desconexión entre recursos humanos y capital físico. Se destruyen las vidas de las personas. La crisis económica está muy arraigada.

      Bastante deliberadamente se han reforzado las estructuras de desigualdad social lo que lleva no sólo a un proceso generalizado de empobrecimiento sino también a la desaparición de los grupos con ingresos medios y medios altos.

      También está amenazado el consumo de la clase media en el que se basa este modelo de desarrollo capitalista difícil de controlar. Las bancarrotas han afectado a varios de los más activos sectores de la economía de consumo. Durante varios decenios las clases medias occidentales han estado sujetas al deterioro de su riqueza material. Aunque la clase media existe en teoría, es un clase construida y mantenida por la deuda de los hogares.

      En vez de la clase media, la clase rica se está convirtiendo rápidamente en la clase consumidora lo que lleva a un incesante crecimiento de la economía de productos de lujo. Además, con el agotamiento de los mercados de la clase media para productos manufacturados se ha producido un cambio decisivo y central en la estructura de la riqueza económica. Con la desaparición de la economía civil, el desarrollo de la economía de guerra de Estados Unidos, apoyando un descomunal presupuesto de defensa de casi tres billones de dólares, ha alcanzado nuevas cotas. Mientras caen los mercados de valores y aumenta la recesión, las industrias de armas avanzadas, los contratistas militares y de seguridad nacional y las compañías de mercenarios con mucho futuro (entre otros) han experimentado un próspero y radiante crecimiento de sus diferentes actividades.

      Guerra y crisis económica

      La guerra está inextricablemente unida al empobrecimiento de las personas dentro del propio país y en todo el mundo. La militarización y la crisis económica está íntimamente unidas. Se ha sustituido la provisión de artículos y servicios para satisfacer las necesidades humanas básicas por una “máquina de matar” a la que mueve el beneficio en apoyo a la “Guerra global contra el terrorismo” de Estados Unidos. Se hace luchar a los pobres contra los pobres. Sin embargo, la guerra enriquece a la clase alta que controla la industria, el ejército, el petróleo y la banca. En una economía de guerra, la muerte es buena para los negocios, la pobreza es buena para la sociedad y el poder es bueno para la política. Las naciones occidentales, en particular Estados Unidos, gastan cientos de miles de millones de dólares al año para matar a personas inocentes en lejanas naciones empobrecidas, mientras que los propios ciudadanos sufren las disparidades de las líneas divisorias de pobreza, clase, género y raza.

      A través del libre mercado se lleva a cabo una “guerra económica” declarada cuyo resultado es el paro, la pobreza y la enfermedad. Las vidas de las personas están en “caída libre” y se destruye su poder adquisitivo. En un sentido muy real, los últimos veinte años de economía de “mercado libre” han tenido consecuencias en las vidas de millones de personas a través de la pobreza y la indigencia social.

      En vez de ocuparse de una inminente catástrofe social, los gobiernos occidentales, que sirven a los intereses de las elites económicas, han instalado un Estado policial del “Gran Hermano” encargado de enfrentarse a todas las formas de oposición y disidencia social, y de reprimirlas.

      La crisis económica y social no ha llegado en modo alguno a su climax y países enteros, incluyendo Grecia e Islandia, están en peligro. No hay más que ver la escalada de la guerra en Asia Central y Oriente Medio, y las amenazas de Estados Unidos y la OTAN a China, Rusia e Irán para ser testigo de cómo la guerra y la economía están íntimamente unidas

      Nuestro análisis en este libro

      Las personas que han participado en este libro revelan las complejidades de la banca global y su insidiosa relación con el complejo industrial militar y los conglomerados de empresas petroleras. El libro presenta un enfoque interdisciplinario y multifacético, aunque también aborda el análisis de las dimensiones históricas e institucionales. Se ponen de relieve las complejas relaciones de la crisis económica con la guerra, del imperio con la pobreza mundial. Esta crisis tiene un verdadero alcance global y unas repercusiones en todas las naciones y en todas las sociedades.

      En la primera parte se exponen las causas generales de la crisis económica global así como los fallos de la economía dominante. Michel Chossudovsky se centra en la historia de la desregulación y la especulación financiera. Tanya Cariina Hsu analiza el papel del Imperio Estadounidense y su relación con la crisis económica. John Bellamy Foster y Fred Magdoff emprenden una revisión completa de la economía política de la crisis explicando el papel central de la política monetaria. James Petras y Claudia von Werlhof proporcionan un resumen y una crítica detallados del neoliberalismo y se centran en las repercusiones económicas, políticas y sociales de las reformas de del “libre mercado”. Shamus Cooke examina el papel decisivo de la deuda, tanto pública como privada.

      La segunda parte, que incluye capítulos de Michel Chossudovsky y Peter Phillips, analiza la creciente marea de pobreza y desigualdad social resultante de la Gran Depresión.

      La tercera parte, con contribuciones de Michel Chossudovsky, Peter Dale Scott, Michael Hudson, Bill Van Auken, Tom Burghardt y Andrew Gavin Marshall, examinan las relaciones que hay entre crisis económica, Seguridad Nacional, la guerra dirigida por Estados Unidos y la OTAN y el gobierno mundial. Como afirma Peter Dale Scott, en este contexto la crisis económica crea condiciones sociales que favorecen la instauración de una ley marcial.

      La cuarta parte se centra en el sistema monetario global, su evolución y su papel cambiante. Andrew Gavin Marshall examina la historia de los bancos centrales así como las diferentes iniciativas para crear sistemas monetarios regionales y globales. Ellen Brown se centra en la creación de un banco central global y de una moneda global por medio de un Banco de Pagos Internacionales (BIS, en sus siglas en ingles). Richard C. Cook examina el sistema monetario basado en la deuda como un sistema de control y proporciona un marco para democratizar el sistema monetario.

      La quinta parte se centra el en funcionamiento del Sistema Bancario en la Sombra que desencadenó el colapso de los mercados financieros de 2008. Los capítulos escritos por Mike Whitney y Ellen Brown describen detalladamente cómo el "plan Ponzi" de Wall Street se utilizó para manipular el mercado y transferir miles de millones de dólares a los bolsillos de los banksters*.

      Estamos en deuda con los autores por su investigación minuciosamente documentada, por su análisis incisivo y, lo que es más importante, por su firme compromiso con la verdad: Tom Burghardt, Ellen Brown, Richard C. Cook, Shamus Cooke, John Bellamy Foster, Michael Hudson, Tanya Cariina Hsu, Fred Magdoff, James Petras, Peter Phillips, Peter Dale Scott, Mike Whitney, Bill Van Auken y Claudia von Werlhof han proporcionado, con la mayor claridad, herramientas para comprender los complejos y diversos procesos económicos, sociales y políticos que están afectando a las vidas de millones de personas en todo el mundo.

      Tenemos una deuda de gratitud con Maja Romano de Global Research Publishers, quien supervisó y coordinó incansablemente la edición y producción de este libro, incluyendo la creativa idea de la portada. Queremos agradecer a Andréa Joseph la cuidadosa edición del manuscrito y de los gráficos. También hacemos extensivo nuestro agradecimiento y consideración a Isabelle Goulet, Julie Lévesque y Drew McKevitt por su apoyo en la revisión y edición del manuscrito.

      Michel Chossudovsky y Andrew Gavin Marshall, Montreal y Vancouver, mayo de 2010

      *N. de la t.: Bankster es un expresivo neologismo formado sobre banquero (“banker”) y gángster.

      [1] http://globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=18851

      Fuente: http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=19025