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SIMCE 2010: Lenguaje sube 9 puntos, pero Matemáticas sigue estancada…

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7 de abril, 2011

Paula Correa

simce

Alumnos pobres lideran alza en Simce de Lenguaje y brecha cae 29% en la década

En cuarto básico, el promedio nacional en lectura llegó a 271 puntos, nueve puntos más que en la medición de 2009.

por E. Simonsen/ K. Pavez

Nueve puntos de alza en Lenguaje

El ánimo era de los mejores ayer en la presentación de los resultados del Simce, tomado en octubre a estudiantes de cuarto básico y segundo medio. Incluso, asistió el Presidente de la República. El promedio nacional en Lenguaje llegó al récord de 271 puntos, el más alto registrado hasta ahora y que se ubica nueve puntos por sobre la anterior medición, de 2009 . Con esto, se consolida la tendencia al alza que se vio desde la anterior medición. Desde inicios de la década, se acumulan 20 puntos de crecimiento.

Si se miran resultados por niveles de logro, las cifras indican que hoy el 45% de los estudiantes de cuarto básico tiene un nivel en Lenguaje adecuado a su curso, mientras que el 28% está atrasado en un año y el 27%, en dos años. Comparado con 2009, existe un alza de seis puntos porcentuales en el número de niños que maneja los contenidos de su curso. En Matemáticas, la situación sigue siendo complicada: los puntajes en cuarto básico se mantuvieron respecto del año anterior y sólo el 28% de los alumnos conoce la materia correspondiente a cuarto básico. El resto está atrasado hasta en dos años.

Al analizar las razones del alza en Lenguaje, tanto autoridades como investigadores concuerdan en que la gran responsable es la Subvención Escolar Preferencial, que entrega a las escuelas más dinero por educar a estudiantes vulnerables y que les exige metas a cumplir, precisamente, en comprensión lectora. Esta rige desde 2008 para estudiantes de enseñanza básica. A esto se agrega que los resultados de la prueba Inicia, que evalúa a recién egresados de pedagogía, arroja que los docentes de Lenguaje están mejor preparados para hacer sus clases.

La brecha disminuyó 29% en la década

Gran parte de los buenos resultados en Lenguaje se explican por el alza que tuvieron los estudiantes de menores recursos. Ellos subieron 10 puntos en la prueba, quedando en 250 puntos promedio y acumulando un alza de 24 puntos en una década, mientras que los alumnos del nivel socioeconómico más alto subieron un punto respecto de la medición anterior, quedando con 304 de promedio. Con esto, la brecha entre ambos grupos se redujo en 29% en la década.

El ministro Joaquín Lavín valoró esta disminución. "Es esperanzador que la brecha haya disminuido en cuarto básico, porque en esos niños se puede actuar con mucho más fuerza". Nuevamente, el acento que los gobiernos anteriores y el actual han puesto en lectura explicaría el resultado. "Esto nos habla de generaciones que en los últimos años son capaces de comprender de un modo más profundo lo que leen", señala Lorena Meckes, ex coordinadora del Simce e investigadora del Ceppe de la UC.

En Matemáticas, en tanto, los estudiantes de nivel económico alto cayeron tres puntos, promediando 300, mientras que los niños más vulnerables tuvieron un alza de dos puntos, alcanzando los 225 puntos de promedio en esta medición. La distancia entre ambos se mantuvo en 75 puntos y se redujo cinco puntos respecto de 2009. Los pobres resultados en esta área impulsaron la idea de crear un plan especial para mejorar la comprensión matemática.

Problemas en segundo medio

Si bien los estudiantes de enseñanza media tuvieron un alza de seis puntos en Matemática, la brecha entre alumnos más acomodados y aquellos más vulnerables en este nivel se ha expandido. Si en 2000 era de 100 puntos en Matemáticas y 75 en Lenguaje, al finalizar la década llega a 114 en Matemáticas y 83 en Lenguaje. "A medida que se avanza en la escolaridad hay más segregación y en los resultados pesa más el nivel socioeconómico de los alumnos", señala Ernesto Treviño, investigador del Centro de Políticas Comparadas en Educación de la UDP. Si se analiza cuántos alumnos de segundo medio de bajos recursos alcanzan los 300 puntos, versus quienes tienen más recursos, el resultado es dramático: el 5% de los estudiantes más vulnerables alcanza esa meta en Lenguaje, versus el 63% de los más acomodados. Ante estas disparidades, el Presidente Piñera señaló que "todavía nos queda un largo camino por recorrer".

Liceos emblemáticos: los de mejor resultado

Los estudiantes del nivel socioeconómico medio alto, que estudian en colegios municipales, son los de mejor rendimiento, incluso, superando a los colegios particulares. Mientras los primeros promedian 321 puntos en Lenguaje y 336 en Matemáticas, los segundos -atendiendo a alumnos de mejor nivel socioeconómico- logran 311 en Lenguaje y 329 en Matemáticas. Este efecto se atribuye a liceos emblemáticos -como el Carmela Carvajal-, que lideraron el ranking de los mejores colegios. "Es evidente que esto se debe, en gran parte, a que seleccionan a sus alumnos", señala Sylvia Eyzaguirre, investigadora del Centro de Estudios Públicos.

Lo que mejora los resultados

El ministro Lavín destacó algunos de los factores que ayudan a los escolares a obtener mejores resultados. Uno de ellos es el aumento en la escolaridad de las madres. Hoy, los jefes o jefas de hogar de entre 30 y 60 años tienen 4,7 años más de escolaridad que los mayores de 60.

Entre los factores dentro de la escuela, la asistencia a clases y la disciplina en el aula son relevantes. Un alumno que asiste a más del 95% de las clases obtiene 19 puntos más que uno que asiste sólo al 90%, mientras que quienes dicen que la disciplina de su curso es alta, promedian 19 puntos más. La calidad de los docentes es también clave: un alumno que tuvo de tres a cuatro profesores bien evaluados tiene 11 puntos más en Matemática, que un niño con profesores mal calificados.

En marzo partió Plan Singapur para mejorar aprendizaje de matemáticas

"En matemáticas no está pasando nada. Así como Chile puso su foco en lectura, ahora tendremos que ponerlo en matemáticas", señaló el ministro Joaquín Lavín, al entregar los resultados del Simce, que arrojaron que en esta materia en cuarto básico hay nulos avances, versus los nueve puntos que se mejoró en Lenguaje.

Entre las fórmulas para mejorar estos resultados, el ministro destacó el aumento de horas en Matemáticas, que pasaron de cinco a siete, la entrega de un cuadernillo de ejercicios y la puesta en marcha del Plan Singapur, que se inició en marzo de este año.

La iniciativa partió en 300 establecimientos con los mejores puntajes promedio -según nivel socioeconómico, dependencia y región-de las últimas tres evaluaciones Simce de Matemáticas en cuarto básico. En total, beneficia a más de 40 mil alumnos, entre primero y segundo básico, a lo largo de todo el país. Ellos recibirán material didáctico y cuatro libros de textos especiales.

La metodología se empezó a implementar en colegios particulares, especialmente británicos, ya que al principio los textos sólo estaban en inglés.

El modelo asiático

El positivo giro que dio Singapur en sus resultados en test internacionales de Matemáticas, en la década de los 90, tuvo su inicio en las aulas, donde se cambió radicalmente la metodología al enseñar esta materia. El secreto es enfocarse en las habilidades y en la resolución de problemas de los alumnos.

El año pasado, 160 estudiantes del colegio Dagoberto Godoy de El Bosque iniciaron un plan piloto con este sistema. Según explica el gerente de gestión escolar de la Red Educacional Crecemos, Alex Castillo, este año ya se amplió a seis establecimientos de la red, cuatro de los cuales forman parte de los 300 con que está trabajando el Mineduc.

"Hemos visto resultados notorios en dos ámbitos: nuestras pruebas internas en las que medimos resultados, de un año a otro mejoraron bastante. Y donde tuvimos mucha mejora fue al encuestar a niños en la apreciación de la enseñanza de las matemáticas, que cambió positivamente de manera drástica", dice Castillo. Aunque advierte que "sin profesores preparados, esto no funciona".

La Tercera.cl

Lenguaje sube 9 puntos, pero Matemáticas sigue estancada…

Con satisfacción se dieron a conocer los resultados de la prueba SIMCE 2010, la cual rindieron más de 470 mil estudiantes de cuarto básico y segundo medio. La prueba mostró un considerable avance en lenguaje y un estancamiento en matemáticas, además de fuertes diferencias entre las distintas regiones del país, en donde las del norte presentan avances mucho más discretos que en el resto del territorio.

Esta vez, la entrega de los resultados del Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE) de lectura y matemáticas tuvo noticias positivas. Aumentó el puntaje promedio, fuertemente influido por los resultados de lectura de cuarto básico, donde se registró un aumento de nueve puntos, el mayor salto de un año a otro que existe en los registros de esta prueba.

“Son buenos resultados porque mejora la calidad de la educación de nuestro país, especialmente, en lectura y también porque empieza a disminuir la brecha de la calidad de la educación en nuestro país en los cuartos básicos. Pero no nos engañemos, todavía nos queda un largo camino por recorrer. Estamos dando recién los primeros pasos para que nuestros niños y jóvenes tengan una educación de calidad”, dijo el Presidente Sebastián Piñera, en la entrega oficial de los resultados, realizada en la Biblioteca Nacional.

En 13 de las 15 regiones los alumnos mejoraron sus resultados, destacando la región de Los Lagos con un alza de 12 puntos y las regiones de La Araucanía, Aysén y Valparaíso, con un aumento de 11 puntos. No fue así al norte del país, que obtuvo los resultados más bajos, en especial la región de Atacama, con los puntajes más bajos a nivel nacional. Por lo que el ministerio señaló que deberán cambiar de foco y concentrar los mayores esfuerzos en el norte de Chile.

Las regiones del Maule y Bío-Bío contaron con una situación excepcional considerando el retraso en el año escolar que implicó los daños ocasionados por el terremoto del 27 de febrero, ya que los estudiantes ingresaron en durante mes de abril, y muchos de ellos al filo del día 26, que fue el plazo del gobierno para comenzar el año.

“Puede desprenderse un efecto terremoto en el sentido que Maule y Biobío suben en lectura menos que el promedio nacional que es de nueve puntos. Ellos lo hacen entre cuatro y cinco. En matemáticas, el promedio es cero y las únicas regiones que tienen menos de eso son las del Maule y el Biobío”, precisó el ministro de Educación, Joaquín Lavín.

La brecha socioeconómica disminuyó significativamente en lectura en cuarto básico, disminuyendo ocho puntos respecto al año 2009, donde son justamente alumnos de niveles socioeconómicos bajo y medios, provenientes principalmente de colegios municipales los que más mejoran sus resultados, incluso por sobre los 10 puntos.

Sin embargo, los resultados más altos continúan siendo para los colegios privados con un promedio de 303 puntos, seguidos por los particulares subvencionados con 276 puntos, mientras que los municipales se sitúan al final de la tabla con 258 puntos.

Además, el avance en lenguaje, no se repite en matemáticas, donde la tendencia en los resultados es totalmente plana desde el año 1999 y donde además, la brecha se agrava remarcando las diferencias y revelando una de las mayores falencias en nuestra educación.

El Ministro también cruzó estos datos con los obtenidos en la evaluación docente y afirmó “los buenos profesores pueden hacer la diferencia”, ya que los niños que han tenido clases con profesores “destacados” o “competentes” obtienen mejores resultados. Así también la disciplina en la sala de clases y la constante asistencia también determinan los resultados.

http://radio.uchile.cl/noticias/109367/

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Written by Eduardo Aquevedo

6 abril, 2011 at 20:27

Publicado en CHILE, EDUCACION

El Apocalipsis japonés explicado a Occidente

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Le Monde diplomatique
Traducido para Rebelión por Caty R.

Inmediatamente después de la tragedia que golpeó Japón, los medios de comunicación occidentales se maravillaban ante las multitudes de Tokio que caminaban en orden la noche del seísmo sin manifestaciones de desesperación y siempre conteniendo las lágrimas. Se habla de estoicismo, de dignidad, de fatalismo, de tabú… Esa actitud se ha atribuido a la formación («todos los estudiantes japoneses aprenden lo que hay que hacer en caso de terremoto»), a la costumbre («en Japón las furias de la naturaleza forman parte de la vida») y a veces a la manipulación («los medios ocultan lo más horrible»). También se ha hablado mucho de una supuesta mezcla de Zen y cultura pop, dibujos y mangas, «cultura de lo efímero» y «cultura del desastre» (1). Se han llegado a recitar en la televisión –sobre la tumba de barro donde yacen enterradas veinte mil víctimas- los antiquísimos haikus para explicar a los telespectadores «por qué no lloran los japoneses» (2). Como reacción a esa avalancha mediática, otros han denunciado el viejo fantasma orientalista de una diferencia inventada, e incluso las reminiscencias del «japonismo» del gusto de los ultranacionalistas nipones que quieren demostrar, a golpe de anécdotas y generalizaciones abusivas, que los japoneses constituyen un pueblo cultural y genéticamente homogéneo cuya «esencia» no se parece a ninguna otra… (3).

Sin embargo no podemos negar que las naciones están dotadas de una «esencia», y comprobamos que muchas de ellas se reconocen simbólicamente en una gran narrativa fundadora. Los estadounidenses en la conquista del Oeste y los franceses en la toma de la Bastilla. Los japoneses poseen un escenario recurrente: el de un cataclismo seguido de un renacimiento. En el mito original, la colérica diosa del sol Amaterasu, antepasada de la familia imperial, sumerge el mundo en las tinieblas antes de devolverle la luz. En una época más cercana, Japón conoció la larga paz del período Edo (1603-1868) que sucedió a dos siglos de anarquía sangrienta; la modernización nació de la terrible irrupción, en 1853, de las cañoneras occidentales en los puertos de un archipiélago cerrado al mundo desde hacía más de dos siglos; y el holocausto de Hiroshima fue el preludio del «milagro japonés» que convirtió al país en la segunda potencia económica del mundo.

La impregnación de esta trama histórica en las mentalidades se refuerza por la continua sucesión de catástrofes naturales que afectan al archipiélago: el regreso anual de tifones y deslizamientos de tierras, erupciones volcánicas, terremotos y tsunamis. Desde hace un siglo Japón ha sufrido 119 terremotos de magnitud superior a 6, de ellos 65 mortíferos, especialmente en Tokio (140.000 muertos, 1923), en el Sanriku (3.064 muertos, 1930), en Fukui (3.800 muertos, 1948) y en Kobé (6.437 muertos, 1995). La población, acorralada en la franja costera de un archipiélago accidentado, nunca ha tenido otra opción que la de volver a construir en el mismo sitio. Siempre lo ha conseguido. El archipiélago posee una experiencia sin igual en materia de cataclismos, pero ignora el fin del mundo que el cristianismo promete a la humanidad. El budismo no amenaza a sus fieles y el sintoísmo se centra totalmente en el ciclo de la vida. Frente al Apocalipsis cristiano, en el que el ser humano no puede hacer nada y sólo promete la resurrección de los creyentes en otro mundo, el Apocalipsis made in Japan lleva el germen de un futuro que devuelve a las personas a su renacimiento.

Esto es cierto incluso con respecto a Hiroshima, y contribuye a explicar por qué se ha desarrollado en Japón la energía nuclear sin encontrar la oposición feroz que sería de esperar en un país que sufrió el fuego atómico. El holocausto nuclear, aunque fue horrible, cerró un ciclo de hábitos guerreros y totalitarismo opresivo para alumbrar un Japón nuevo, pacifista, democrático y próspero. La actitud de los japoneses frente al átomo refleja esta ambigüedad fundamental. Todos los pequeños baby bombers nipones han aprendido que el fuego nuclear fue un horror, pero todos se apasionan por Tetsuwan Atomu (Átomo poderoso), alias Astroboy (4), el pequeño y valiente robot creado en 1952 por el «dios del manga» Tezuka Osamu. Astroboy, que fue a la escuela con los niños de su generación y defendía el bien, la democracia y la igualdad entre las razas en las cuatro esquinas del mundo, tenía un corazón atómico… La ley sobre el desarrollo de la energía nuclear se votó tres años después de su nacimiento y el primer reactor se puso en marcha, a menos de 150 kilómetros de Tokio, en 1965 mientras la versión animada de Astroboy batía todos los récords de audiencia en la cadena pública NHK.

Desde la guerra, los cataclismos son una fuente de inspiración inagotable para la cultura nipona. Los mangas, el cine y los juegos de vídeo han familiarizado a los japoneses con las imágenes post-apocalípticas de maremotos gigantescos, ciudades arrasadas, chatarra de vehículos esparcida en paisajes devastados y refinerías en llamas. Pero en medio siglo el género ha vivido una evolución radical. En los años 70, el joven superviviente de Hiroshima (Hadashi no Gen), a quien su madre hizo jurar la tarde del bombardeo atómico que lucharía por un mundo mejor, supera la prueba con un optimismo increíble y un sentido muy claro de su deber; al final avanza con entusiasmo hacia el futuro. Un decenio después, los héroes de Akira vagan entre las ruinas de Neo-Tokio persiguiendo objetivos personales insignificantes en relación con el cataclismo que destruyó la megalópolis, y al final el mundo no se reconstruye. La heroína de Nausicaa (cuya versión manga de Hayao Miyazaky es mucho más compleja y negra que la película) decide que la humanidad que ha transformado el planeta en un infierno contaminado no merece recuperar su dominio. A la vuelta del siglo XXI, en El arma definitiva o Dragon Head, ya nadie sabe por qué el mundo se hunde, la locura reina por todas partes y una muerte solitaria espera a los adolescentes perdidos en ese desastre (5). Si el tema post-apocalíptico ha podido evolucionar de esta forma en menos de cincuenta años, se puede preguntar legítimamente por eso que existe en esa «aguda conciencia de la precariedad (…) entre el sueño y la realidad» (6), que ya inspiraba a los poetas de la época de Heian (794-1185), y si es legítimo invocarlos para explicar la actitud de los japoneses de 2011…

Esa evolución también refleja la crisis profunda del impulso nacional en un país que envejece, socavado por veinte años de depresión económica, traumatizado por las reformas neoliberales implantadas desde principios de siglo y paralizado por un sistema político sin aliento. Como el 11 de septiembre transformó a Estados Unidos, el 11 de marzo transformará a Japón. ¿El cataclismo será un electrochoque y la reconstrucción se convertirá en el objetivo nacional del que carecen en la actualidad los japoneses? ¿El hecho de haber rozado el Apocalipsis los llevará a reconsiderar un modo de desarrollo donde un único accidente puede transformar una de sus megalópolis en un desierto envenenado? Estas cuestiones dirigen en la actualidad todo el futuro de Japón.

Notas:

(1) «Japon, la culture du désastre», Le Monde, 16 de marzo de 2011.

(2) Por ejemplo, en la emisión «Un autre midi» (Canal+), 19 de marzo de 2011.

(3) Por ejemplo Philippe Pelletier, geógrafo y especialista en Japón, en la emisión «Débats» de France 24, el 15 de marzo de 2011.

(4) Astroboy. Aparecido en Shônen de 1952 a 1968.

(5) Keiji Nakazawa, Hiroshima, 1973-1985; Katsuhiro Ôtomo, Akira, 1982-1990; Hayao Miyazaki, Nausicaa del Valle del viento, 1982-1994; Shin Takahashi, El Arma definitiva, 2000-2001; Dragon head, Minetaro Mochizuki, 1994-1999.

(6) «Ces Japonais à l’héroïsme poignant», Le Monde, 18 de marzo de 2011

Jean-Marie Bouissou es director de investigación en Sciencies Po, especialista en Japón contemporáneo. Su última obra es: Manga. Histoire et univers de la bande dessinée japonaise, Philippe Picquier, Arles, 2010.

Fuente: http://www.monde-diplomatique.fr/2011/04/BOUISSOU/20356

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Written by Eduardo Aquevedo

6 abril, 2011 at 17:54

Publicado en CRISIS, TECNOLOGIA