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Informe Pisa (2009): resultados de la educación Chilena…

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EL PAÍS 07-12-2010

Viernes 10 de diciembre 2010 19:08 hrs.

Educación: Una cuestión de equidad

Vivian Lavín

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Los recientes resultados de la Prueba PISA permiten dialogar respecto del tipo de país que Chile está construyendo. El ejemplo de Finlandia es muy inspirador, donde los altos índices educacionales han sido producto de una sociedad equitativa con altos índices de lectura.

Los resultados de la  denominada prueba PISA hace algunos días dejó al gobierno de Sebastián Piñera y a la reforma impulsada por su ministro de Educación en una situación delicada. Cuando se esperaba el más rotundo fracaso y los niveles que ya históricamente posicionaban a nuestro país entre los peores, debieron instalarse sonrisas de mediana satisfacción al constatar que Chile ocupaba un discreto lugar 44 entre los 65 países que se sometieron a esta prueba, y lo más increíble, es que con ello registrábamos la mayor mejoría en 10 años, quedando como líderes en Latinoamérica.

Mientras Joaquín Lavín se apresta a implementar su denominada “Revolución Educacional”, los datos de esta medición vienen a mover el piso sobre el cual se está pensando realizar y con ello, a observar con mayor detención los cambios que se han dado en este campo en los últimos años. Los más importantes son la mejoría de la cobertura, infraestructura, disponibilidad de recursos educativos y aumento de apoyo a los alumnos en aspectos como la alimentación, textos escolares y becas. Sin embargo, los cambios educacionales son extremadamente lentos como para medir su impacto en el momento. Puede ser que este aumento en la prueba PISA sea una señal, pero no definitiva. “Esta prueba trae un mensaje positivo porque Chile sigue mejorando y casi tan bueno como eso es que la brecha también ha disminuido entre los sectores de peores resultados se superaron más aceleradamente que el resto de la Región”, dice el investigador del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile, Cristián Bellei. Sin embargo, alerta que “la desigualdad sigue siendo muy  grande y que los resultados son mediocres, pero lo esencial es que esta prueba entrega luces respecto de qué es lo que se ha hecho bien, como la disminución de la repitencia y la extensión de la jornada escolar”.

Money, Money

El camino que falta por recorrer es demasiado largo y la manera cómo se logren los objetivos es una cuestión que debiera ser de interés nacional y no de unos pocos. Se sabe que la educación explica en gran medida la capacidad de ingresos laborales, donde la ecuación es muy simple, a mayor educación mayores ingresos. Y no es que la meta sea el dinero pero como se señala en el estudio sobre Distribución del Ingreso y Políticas de Educación, Salud y Empleo realizado por las ingenieras comerciales con mención en economía de la Universidad de Chile, Lorena Flores, Silvia Leiva y Daniela Sugg, “la educación es una inversión rentable tanto para los países como para las personas, y por tanto, mientras antes se materialice, mayores serán las ganancias sociales y privadas”.

Las pruebas aplicadas de manera pareja es una buena forma para tomarle la temperatura a la educación que se les está dando a los futuros ciudadanos de diferentes países. La prueba PISA es una de las más importantes y corresponde a un estudio comparativo que se aplica cada tres años desde el año 2000 y es organizado por el selecto grupo de las 30 naciones que integramos la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, OCDE, pero además se invita a otras 35 naciones asociadas. El nombre de esta prueba PISA corresponde a la sigla en inglés de Programa para la Evaluación Internacional de Competencias de Estudiantes cuyo objetivo es saber hasta qué punto los alumnos que ya están por terminar su educación obligatoria, es decir a los 15 años, han adquirido las competencias, conocimientos y habilidades necesarias para la vida en la sociedad del saber. Una medición que podría sonar un tanto etérea pero que se traduce en la práctica en tres  competencias clave: lectura, matemática y ciencias.

¿Cómo le fue a Chile? Ya lo decía Cristián Bellei, regular…pero mejor, ya que en lectura aumentó 40 puntos en comparación con los resultados del año 2000, ubicándose en el lugar 44 entre los 65 países monitoreados, siendo el país que más avanzó en mejorar el rendimiento de los estudiantes con bajos niveles de lectura en la última década.

En cuanto a las habilidades numéricas, nuestro país quedó en un discreto lugar 49, pero quedó como segundo de la zona, sólo después de Uruguay. En tanto en Ciencia, superamos ampliamente a todos nuestros vecinos o amigos, Uruguay, México, Brasil, Colombia, Argentina y Perú.

La prueba fue rendida en 2009 y midió a un total de 5 mil 600 jóvenes de 200 colegios que cursaban entre el octavo básico y el segundo medio significa un avance respecto de nuestra posición en mediciones anteriores, sin embargo, no es para festejar.

Cifras alegres, rostros tristes

Y claro, las cifras alegres se vuelven tristes a la hora de ir analizando los resultados y constatar que según el tipo de establecimiento, los alumnos de colegios privados sacan más de dos años de ventaja a los particulares subvencionados, lo que a su vez, tienen cerca de un año de diferencia con los municipales. Esto equivale a decir que las habilidades lectoras y numéricas de un joven de un colegio particular subvencionado que cursa el primero medio, equivale a los conocimientos que tiene un niño que cursa el sexto básico en un colegio particular. Una constatación ya dolorosa en nuestro país, cuando las desigualdades socio económicas atentan contra la anhelada equidad, entendida sobre la idea de que “el ser humano, para cubrir sus necesidades de vida y para vivir bien, requiere de la cooperación social”, como lo define el Diccionario del Pensamiento Alternativo de Biagini y Roig.

“Hay consenso entre los expertos que los logros educativos tienen mucho que ver con la equidad educativa. Acá no existen atajos, si queremos mejor educación lo que se requiere es una sociedad más igualitaria, que es como lo han hecho sociedades como la finlandesa, cubana o coreana”, explica el psicólogo y candidato a doctor de nuestra Universidad de Chile, Rodrigo Cornejo.

Desde que se comenzó a aplicar la prueba PISA, Finlandia resultó ser toda una revelación. Un país que hasta hace 60 años era un “país pobre, mutilado por la guerra, que había perdido una parte importante de su territorio y que debía pagar pesadas indemnizaciones de guerra”, como recuerda la embajadora de ese país en México, Ulla Väistö, pero que decidió terminar en medio de no pocas críticas ni resistencias con la educación privada e implantar desde principios de los 70 un proyecto de educación igual para todos y gratuita.

Tal es la importancia que los finlandeses le otorgan a este tema, que cuando se le preguntó a la Presidenta de ese país, Tarja Halonen, sobre cuáles eran los tres factores de éxito en el desarrollo social y económico de Finlandia, ella contestó: la educación, la educación y la educación.

El experto mexicano Eduardo Andere es un gran conocedor del “caso finlandés” identifica los cuatro factores que, a su juicio, explicarían el éxito de la educación finlandesa: la cultura e historia; la equidad, el sistema educativo y los maestros.

“Hay una interconexión entre los factores pero hay dos más importantes como la tradición y la historia y el otro son los maestros mismos, porque es importante que sean buenos y resoponsables por todos sus alumnos, no sólo de los mejores”, relata elembajador de Finlandia en nuestro país, Ilka Heiskamen.

Uno de los aspectos que más llama la atención en ese país, es la diferencia que existe entre los distintos establecimientos educacionales. Cuando en Chile esa diferencia puede equivaler a dos años y medio de educación, es decir, un 250 por ciento, en Finlandia sólo asciende a un 8 por ciento. “Las diferencias entre los alumnos de una escuela de los barrios más ricos de la gran ciudad y los más pobres que viven en las afueras, no es muy grande, lo que habla de una sociedad igualitaria”, explica orgulloso el embajador Heiskamen.

Hay un consenso total respecto de la igualdad y la igualdad de oportunidades como un alto valor en la sociedad finesa, a tal punto que como apunta la académica Hannele Niemi “existe una actitud vigilante de una población de un país pequeño donde es fácil darse cuenta cuando la equidad no se está logrando”.

La población chilena en cambio, no tiene una actitud vigilante como la finesa y observa cómo las diferencias sociales se van profundizando. La educación es acaso el ejemplo más claro.

Otro de los aspectos centrales del caso finlandés que volvió a sorprender posicionándose entre los primeros lugares en la prueba PISA 2010 es el sistema educativo en sí, que descansa en la autonomía escolar y la libertad pedagógica de los maestros. Aquí el currículo es visto como un proceso y está basado en estándares meta y cuya implementación queda bajo la responsabilidad de las localidades, la escuela y los maestros. Luego, el cuerpo docente está formado por profesionales altamente entrenados y que son los depositarios de la confianza de las autoridades y de la sociedad. Son los mejores alumnos los que quieren estudiar docencia por ser una carrera de gran reconocimiento social aunque no perciban los más altos ingresos.

Claves: Lectura y confianza

Otro rasgo interesante radica en los altos índices de lectura. Cuando en Chile se confiesa como no lectora más del 50 por ciento de la población, como lo establece un estudio realizado por la Fundación La Fuente y Adimark.

La relación que existe entre una sociedad lectora y una sociedad educada es bastante directa y obvia, y en Chile se han dado ciertos pasos, como la construcción de un nuevo concepto de bibliotecas, sin embargo, los libros siguen gravados con uno de los impuestos más altos del mundo. “La alfabetización es fundamental. Pero no porque llenemos de materiales de lesctura va a aumentar. El ejemplo finlandés es muy claro, ya que rebajaron el impuesto a los libros y construyeron muchas bibliotecas populares manejadas por expertos, lo que implica acercar de verdad la lectura a la gente. Por lo que es muy estúpido lo que se pretende hacer con la reforma del ministro lavín ya que implica vestir un santo desvistiendo otro”, comenta enfático el psicólogo y académico de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Rodrigo Cornejo.

La lectura en Chile es un hábito demasiado solitario y que, incluso despierta suspicacias. “Acá no leen las autoridades, no leen los ministros, los políticos, los economistas, lo que se nota al oírlos hablar… quizás los comandantes de las FFAA, lean más, no lee nadie. La lectura se está convirtiendo en un pasatiempo de coleccionistas, la lectura se está extinguiendo”, apunta el abogado y también crítico literario Camilo Marks.

La actitud sospechosa que pudiera despertar la lectura en Chile, se contrapone con otras sociedades donde la Confianza ha sido un valor donde se asienta el crecimiento económico y sobre todo, la educación. Justamente frente a la pregunta de qué es lo que explica que algunas sociedades se hayan desarrollado y otras no, el autor francés Alain Peyrefitte señala en su libro La sociedad de la confianza: “El nexo social más tenaz y fecundo es el que reposa en la confianza recíproca, entre un hombre y una mujer, entre padres e hijos, entre jefe y subordinados, entre compatriotas, entre paciente y médico, entre alumnos y profesor, entre prestamista y deudor, entre empresario y comunitarios, en tanto que la suspicacia, esteriliza”.

El autor señala que las sociedades basadas en la suspicacia están sostenidas en la lógica de ganador –perdedor, donde la vida en común y las gestas sociales son vistas incluso como negativas. Se trata de sociedades proclives a la agresión de la vigilancia recíproca, en cambio, en una sociedad de la confianza prevalece la solidaridad, existen proyectos comunes, de apertura, intercambio y comunicación.

La evaluación de la educación en Chile y sus resultados son una reveladora herramienta para definir el tipo de sociedad que queremos. La voluntad política es un valioso instrumento para llevarla a cabo, lo importante es que ésta traduzca los anhelos de equidad que a los que aspira toda sociedad que se jacte de justa.

http://radio.uchile.cl/noticias/94171/

Sin tiempo para seguir esperando

Es posible lograr avances notables al asignar recursos a cambios fundamentales y de probado efecto  sobre el aprendizaje de los alumnos.

por Juan Enrique Froemel – 09/12/2010 – 09:00

Escolares

EL MARTES pasado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) -de la cual Chile es miembro pleno- entregó los resultados del Estudio Pisa 2009 en 75 países y territorios, centrándose esta vez  en el aprendizaje del lenguaje, aunque también incluyendo matemática y ciencias.  El país con más alto logro en lenguaje fue Corea del Sur, con 539 puntos. Los resultados obtenidos por nuestro país, que, a priori, podrían aparecer positivos, de alguna manera cambian de signo al profundizar en el análisis.

Por un lado, y siguiendo la tendencia sugerida en 2006, Chile consolidó su liderazgo regional logrando los más altos puntajes de América Latina para lenguaje (449) y ciencias (447), siendo sólo superado en matemática por Uruguay.  Por el otro, y en casi una década (2000-2009), nuestro país logró un avance de 40 puntos en lenguaje, el segundo mayor del mundo, luego de Perú, que remontó 43 puntos en nueve años.  

Sin embargo, y aunque el foco principal del estudio en 2009 fue lenguaje y en 2006 fue ciencias, la comparación en las tres áreas es permisible para el período. Es así como, al considerar el avance en estos tres años, Chile muestra sólo modestos progresos en las tres áreas -entre 7 y 10 puntos- comparado con otros países de la región, como Argentina y Colombia,  que en mismo lapso pasan de 20, y sobre todo con Qatar, que en 2006 era penúltimo de la lista y que hoy muestra progresos de entre 30 y 60 puntos en tres años, los más altos del mundo.

El hecho es que en este lapso el país árabe logró avances de entre un 9% y un 19%, mientras que Chile  avanzó menos del 2,5 % en las tres áreas. La reforma educacional qatarí, iniciada en 2004, se centra en la libertad de gestión administrativa y curricular de las escuelas, la sujeción irrestricta a estándares curriculares muy exigentes, la implementación de sistemas de última generación para la medición del aprendizaje de los  alumnos y para la evaluación del logro de las escuelas, y la aplicación de métodos de enseñanza de probada eficacia.

La reforma recién planteada por el gobierno del Presidente Sebastián Piñera incorpora algunos de los rasgos de su símil en Qatar, como es el caso del incremento de la libertad de gestión de las escuelas y el fortalecimiento del sistema de medición del aprendizaje, aunque se echan de menos avances en la evaluación de la gestión real de las escuelas, la implementación de estándares y de medidas que apunten a la sala de clases.

Es incuestionable, sin embargo, que es posible lograr avances educativos notables al asignar recursos a cambios fundamentales y de probado efecto sobre el aprendizaje de los alumnos, en oposición a otros nominales, de corte administrativo y de raíz ideológica que soslayan modificaciones fundamentales del sistema.

El caso es que, siendo un hecho que la reforma planteada por el gobierno es perfectible, ello no es argumento para rebajar su urgencia, dado que, por una parte, Pisa 2009 nos señala que es posible generar avances notables en el corto plazo y, por la otra, que los estudiantes chilenos no pueden esperar otros 10 años para alcanzar un mayor y mejor aprendizaje.

Las deficiencias de las actuales políticas educativas que muestra la prueba Pisa

Andrea Precht, CIPER Chile * | 7 de Diciembre de 2010

La prueba PISA, medición de la calidad de la educación que realiza el llamado “club de los países desarrollados” reunido en la OECD, trajo buenas noticias: el nivel de lectura de los niños chilenos ha mejorado progresivamente. Sin embargo, también nos dio lecciones. Las evidencias muestran que el éxito escolar está determinado por el nivel socioeconómico de los alumnos. Además, el estudio asegura que la competencia entre los colegios –base del sistema chileno– no producen sistemáticamente mejores resultados.

La prueba Pisa, cuyos resultados se conocieron este martes, tiene interesantes datos para comprender qué hacemos bien o mal en la educación chilena y para orientar las políticas educacionales. La última edición de esta prueba es interesante aún más porque contradice varias de las políticas que está llevando adelante el actual gobierno. La prueba la toma la OECD, una organización que promueve el libre comercio entre sus asociados y concluye, entre otros puntos, que en educación la competitividad entre escuelas no produce buenos resultados.

Pero partamos por un tema previo a ese: la lectura. El nivel de lectura en Chile, dice la prueba Pisa, es deficiente (nivel 2), muy por debajo del promedio de los países de la OECD y que equivale al rendimiento de Turquía y México. Nuestros niños y niñas escolarizados presentan dificultades en la búsqueda de información, comparación de fuentes, contrastes y comprensión de contexto. Los países que están mejor en esta área, tienen niños que saben resumir la información leída, clarifican lo que no entienden y complementan la información obtenida con otras fuentes.

Aún así, en los últimos 9 años el nivel chileno ha mejorado notablemente. Hoy, comparado con la medición de Pisa de 2006 tenemos menos estudiantes rindiendo mal en lectura. Y la diferencia entre el grupo que lo hace bien y el que rinde mal, es menor que antes. ¿Qué pasó? Pisa muestra que aumentó el rendimiento de los más débiles. El mérito de esta subida es sin duda de los docentes que trabajan con sectores más deprivados; los profesores que siempre son responsabilizados del fracaso escolar. Respecto de cómo hay que valorar su esfuerzo, la OECD señala que “los sistemas exitosos priorizan el salario de los profesores por sobre el tamaño de los cursos”.

Pero los profesores solos no son suficientes muchas veces. El análisis de los resultados de Pisa repara en que el compromiso de las familias con el aprendizaje de sus hijos explica parte del éxito escolar. También el goce ayuda: los que gozan con la lectura puntúan mejor en logros de aprendizajes que quienes detestan leer. Estos últimos no son pocos: 37% de los estudiantes encuestados en todos los países muestreados declaran no disfrutar la lectura. Un dato interesante que puede revertir eso: leer en Internet sirve. Quienes leen online, tienen mejores resultados en Pisa que quienes no lo hacen.

La OECD pone en evidencia situaciones que conocemos hace bastante tiempo: El nivel socioeconómico (NSE) explica mejor el rendimiento escolar que muchos otros factores. En castellano, esto quiere decir qué los niños más ricos logran mayores que los pobres en Chile y ello no se debe a que sean más inteligentes, más lindos o tengan mejores profesores, sino a su nivel de riqueza. Es decir que la diferencia de rendimientos es un tema estructural. Pregunta pendiente: ¿las reformas que se han anunciado abordan esa diferencia social?

Junto con el NSE hay otros factores que explican el rendimiento: la diversidad. Los colegios en que ésta es mayor, tienen mejores resultados. Y aquellos sistemas que dividen a los niños por género, por NSE o por sus habilidades, rinden peor. En Chile tendemos a la homogeneidad: se discrimina por NSE, se reúne a los iguales. En ese sentido, la popular idea de los liceos de excelencia sólo agravará la situación pues va en el sentido contrario a lo que la OECD ve que funciona. Tampoco les va bien a los que hacen repetir mucho de curso o que echan a los alumnos con problemas disciplinares o de rendimiento puntúan peor.

Para reforzar la idea, una recomendación de la OECD que la copiamos en inglés y en español, para que no haya duda de que esta vez se entendió. No dice nada nuevo, nada que no haya sido muchas veces dicho, pero se tiende a olvidar: Countries that create a more competitive environment in which many schools compete for students do not systematically produce better results. O: Los países que crean ambientes más competitivos en el cual muchos colegios compiten por estudiantes no producen sistemáticamente mejores resultados.

Es decir: mercados educativos más competitivos no producen alumnos mejores. El caso chileno es una prueba de aquello. Que lo diga la OECD no es menor, pues el propósito de esta prueba es tomar una fotografía del sistema educativo con las premisas del neoliberalismo. Pisa nos señala, sin embargo, que el modelo que se ha instalado no funciona. Por el contrario, está sacrificando a muchos niños y niñas.

Por último, un llamado de atención a quienes se desangran pagando escuelas privadas:

El informe nos dice: “Tras controlar el nivel socioeconómico y demográfico de nuestros estudiantes en países miembros no se demuestra diferencias entre la educación pública y privada”. En “castellano” ello quiere decir que el éxito no se explica por el tipo de escuela sino por los factores anteriormente mencionados: NSE y locación demográfica. Las escuelas privadas no agregan valor educativo en lectura, matemáticas ni ciencias, tan solo descansan en el capital cultural de las familias.

* Doctora en Ciencias de la Educación, directora del Centro de Innovación y Calidad de la Docencia (CICAD) de la Universidad de Talca. Esta columna es tributaria de los comentarios de Paul Fuentes, director regional de Explora Maule, quien me ayudó a comprender algunos aspectos de la prueba Pisa.

Written by Eduardo Aquevedo

9 diciembre, 2010 at 17:20