¿Para qué sirve el Premio Nobel de Literatura?
Otra vez nos quedamos sorprendidos con la elección para el premio más importante de literatura en el mundo. Desde 1901 se otorga el Nobel y mientras que autores de excelencia indiscutible como William Faulkner o Gabriel García Márquez se quedaron con el galardón, son muchos más aquellos que después del premio quedaron en el olvido. Aquí, más que una respuesta, una opinión hecha de preguntas.
Por: Andrés Hax
ALGUNOS PREMIOS NOBEL DE LITERATURA: Henryk Sienkiewicz, 1905; Axel Karlfeldt, 1931; Johannes Vilhelm Jensen, 1944; Frans Eemil Sillanpää, 1939; Patrick White, 1973; Herta Müller, 2009.
Una pregunta: ¿Qué tienen en común León Tolstoi, James Joyce, Marcel Proust, Ezra Pound, Franz Kafka, Joseph Conrad, Vladimir Nabokov, Jorge Luis Borges, Jack Kerouac y William Burroughs?
Que ninguno de ellos ganó el Premio Nobel de Literatura.
Segunda pregunta: ¿Qué tienen en común: Bjørnstjerne Bjørnson, Rudolf Eucken, Carl Gustaf Verner von Heidenstam, Carl Friedrich Georg Spitteler, Frans Eemil Sillanpää, Halldór Kiljan Laxness y Herta Müller.
Me imagino que ya adivinó la respuesta. Todos ganaron el Premio Nobel de Literatura.
Apuesto que el lector común, como lo definió Virginia Woolf, podría nombrar una obra de cada uno de la primera lista. Y apuesto que el mismo lector común (un amante voraz de la literatura, el que no se va ni siquiera al baño sin un libro) tendría gran dificultad en nombrar solo una obra de la segunda lista de autores.
Esto es un juego de salón, vale. Pero en el juego se ejemplifica la pregunta que da título a esta columna de opinión: ¿Para qué sirve el Premio Nobel de Literatura?
Vamos a la fuente. Según el dice el testamento de Alfred Nobel el su premio en la categoría de letras es para "un autor de cualquier país en el campo de literatura el trabajo más extraordinario en una dirección ideal."
Puede ser que por aquí empiezan las dificultades, porque es una definición ambigua.
Pero sin duda La guerra y la paz, Ulises, Los cantos, El corazón de las tinieblas, Almuerzo desnudo, o La metamorfosis podrían ser considerados como ejemplares dignos de esta definición. O Vida, instrucciones de uso de George Perec. O hasta la obra bizarra de H.P. Lovecraft o las novelas de Philip K. Dick o Raymond Chandler y Italo Calvino.
Ya se discutió hasta el hastío sobre el uso político del premio de literatura. Veamos los otros premios. Obviamente el de la paz es un premio político. ¿Pero el de física? ¿El de medicina? ¿El de química? ¿Y el de economía?
El problema central para contestar esta pregunta es que resulta difícil que nuestro lector común tenga la educación suficiente para entender los trabajos científicos de vanguardia. La ciencia se ha especializado y se ha ido a un nivel de abstracción que hace falta por lo menos un pos-grado para realmente comprender qué es lo que hacen los mejore físicos, químicos y médicos del planeta.
Tal vez el premio de economía –la ciencia atroz ("the dismal science" como lo denominó Thomas Carlyle)- sea tan ambiguo como el de literatura y se explota con fines políticos. Pero la economía, en su más alta expresión teórica también es lejana a la inteligencia común y corriente, hasta de una persona considerada culta.
Además, si entendieran de verdad los economistas cómo funciona la economía, ¿por qué no pudieron predecir la catástrofe financiera de los últimos años? ¿Por qué no pueden solucionar el problema de la pobreza mundial? Pero eso quedará para otra columna de opinión.
La excelencia en la literatura es subjetiva. No podría ser de otra manera. La literatura no descubre nada. O sí: descubre la vida. La que vivimos todos, yendo al trabajo, tomando café, enterrando nuestros muertos… Los grandes escritores, premiados o no, son los que nos dan vida con su obra. Que crean con letras sobre papel un simulacro de la vida tan potente que casi se parece más a la vida que la vida misma.
El problema, al fin, del Premio Nobel, es que ya nos dejó de sorprender (e, irónicamente, si hay una cualidad que comparte toda la gran literatura es aquella de sorprender). O se le otorga a una eminencia gris que se lo merece de sobras (en la lista de esta categoría que aún esperan el premio, los conocemos a todos: Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Milan Kundera, Philip Roth, Don Delillo…); o se le da a un escritor o escritora que –francamente– es de muy poca trascendencia (lo que no significa que sea mala escritora). Como es el caso este año con Herta Müler.
¿Me van a decir que Herta Müller ha escrito textos "más extraordinarios" y que van más en "una dirección ideal" que Cormac McCarthy, Thomas Pynchon, James Ellroy, Gonzalo Rojas, William T. Vollmann, Geoffrey Hill, Steven Millhauser, Jonathan Littell o –si, también- Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y etcétera.
Esto es una columna de opinión escrita en la Web: súmese al debate en el espacio de los comentarios.
Sospechas por las apuestas
Manuel Haro
La fama de que el jurado del premio Nobel de Literatura es el más hermético del mundo y el galardón el más impredecible suena ya a broma. Resulta sospechoso que, faltando menos de 24 horas para que los miembros de la Academia Sueca anunciasen el nombre de la ganadora, en la casa de apuestas británicas Ladbrokes Herta Müller subiese decenas de puestos en pocas horas. De ser una autora perdida en la larga lista de posibles (tenía unas apuestas de 50 a 1), pasó a alcanzar al israelí Amos Oz, que desde hacía días ocupaba el primer puesto de las apuestas y era el claro favorito (3 a 1).
La fiebre del comité del Nobel por evitar a toda costa que cualquiera pueda prever el ganador les hace ser especialmente rigurosos a la hora de manejar la información, hasta tal punto que el nombre se confirma justo el día antes del anuncio. Sin embargo, las filtraciones parecen evidentes: ¿qué otra razón explicaría que una autora suba más de treinta posiciones en las apuestas en poco tiempo y acabe llevándose el premio gordo de Estocolmo? Las casualidades se quedan al margen cuando el año pasado ocurrió lo mismo con el francés Jean Marie Gustave Le Clézio y hace dos, con la británica Doris Lessing.
Si se elimina a los profetas, es difícil no pensar que, o bien algunos apostantes tienen buenos amigos en el jurado del Nobel o es que ciertos afortunados aprovechan sus relaciones para apostar sobre seguro.
Efemérides suecas
Patricia Kolesniciov
¿Qué premia el Premio Nobel? ¿Algo más que excelencia literaria? Si alguien tenía alguna duda, este año la habrá despejado. Sin entrar en la calidad literaria de la ganadora -cuyos textos prácticamente no existen en el país- es claro que la Academia Sueca hizo un saludo a la caída del comunismo. Eligió, seguro, una de sus caras más terribles, Rumania. Pero es claro que la oportunidad tiene que ver con el almanaque. De una manera más sutil lo habían hecho antes, cuando premiaron al turco Orhan Pamuk, que apoyaba el ingreso de Turquía a la Unión Europea. Ahora se ha elegido una voz censurada por el comunismo, una exiliada. Buen regalo para un aniversario.
La rumano-alemana Herta Müller ganó el Nobel de Literatura
Sus libros y ensayos reflejan la opresión y sus consecuencias en las personas, así como la situación de los exiliados. Las narraciones más destacadas, traducidas ya a varios idiomas, son En tierras bajas, El hombre es un gran faisán en el mundo, La bestia del corazón y La piel del zorro.
NOBEL. La escritora rumano-alemana Herta Müller es la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2009, según la Academia Sueca.
"No me lo creo, no me lo puedo creer, no lo merezco. Estoy desbordada", declaró a la televisión pública sueca SVT tras conocer que había sido distinguida con el premio. Müller se convierte en la duodécima mujer en recibir el Nobel de Literatura, dos años después de Doris Lessing y cinco más que la anterior premiada en lengua alemana, la austríaca Elfriede Jelinek.
La elección de Müller, una de las favoritas, aumenta la sospecha sobre la discreción de la Academia Sueca, que había prometido extremar la seguridad para evitar los hechos del año pasado. En 2008, la casa británica de apuestas Ladbrokes cerró los pronósticos para el Nobel de Literatura horas antes del fallo por un aumento espectacular en las apuestas por el francés Jean-Marie Le Clézio, que acabó ganando.
Lo mismo se ha repetido esta vez con Müller, que escaló posiciones de forma vertiginosa en las apuestas de Ladbrokes en los últimos días hasta situarse segunda tras el israelí Amos Oz. Y al igual que el año pasado, la jefa de Cultura del diario sueco Dagens Nyheter, Maria Schottenius, acertó en su pronóstico sobre el ganador, lanzado hace días, algo que hoy atribuyó, en broma, a la "brujería", negando haber recibido una filtración de la Academia.
La designación de Müller supone reconocer a una autora que encarna en buena parte el destino de las minorías alemanas en los países del centro de Europa que, tras el fin de la II Guerra Mundial, en muchas ocasiones tuvieron que pagar por partida doble las culpas del nazismo.
La escritora, que vive en Berlín desde 1987, nació en Nytzkydorf (Rumania) en 1953 en una familia de la minoría alemana. Muchos alemanes en Rumanía fueron deportados a la Unión Soviética, como le ocurrió a la madre de Müller, que pasó cinco años en un campo de trabajo en la actual Ucrania.
Esa experiencia ha quedado retratada en Atemschaukel (2009), su última novela, un intento por desentrañar lo que se escondía detrás del silencio de su madre y de otros muchos rumanos-alemanes de su generación, que no se atrevían a hablar de su época en la URSS.
La sombra de Ceacescu
Hertha Müller trató desde muy pronto de tender puentes entre las dos culturas a las que pertenecía, como revela el hecho de que estudiara simultáneamente filología germánica y rumana en la Universidad de Timisoara, donde tuvo su primer contacto con jóvenes escritores de habla alemana opuestos al régimen de Nicoale Ceacescu.
Su primer encontronazo con la Rumanía oficial llegó en 1979, cuando fue despedida de su trabajo como traductora en una fábrica por negarse a colaborar con la Securitate, el servicio secreto de la Rumanía comunista, que siguió acosándole a partir de entonces.
Su primer libro, Niederungen (En tierras bajas) también fue motivo de conflicto: el manuscrito reposó durante cuatro años en la editorial antes de poder publicarse censurado, en 1982. Tanto en Niederungen como en Drückender Tango, Müller retrata la vida en un pequeño pueblo germanohablante y la corrupción, la intolerancia y la opresión que en él encuentra.
Eso le valió la crítica de la prensa rumana, todo lo contrario de lo que ocurrió en Alemania, donde Niederungen recibió en 1984 el premio Aspekte, al mejor debut en lengua alemana del año. Tres años más tarde, Müler emigró a Alemania con su esposo, el escritor Richard Wagner, y allí ha seguido desarrollando su carrera, con novelas como Der Fuchs war damals schon der Jäger (La piel del zorro) y Herztier (La bestia del corazón), donde relata de forma detallista la vida cotidiana en una dictadura estancada.
Miembro desde 1995 de la Academia Alemana de la Lengua y de la Poesía, ha desarrollado también una carrera docente como profesora invitada en varias universidades como Hamburgo, Swansea y Zúrich.
La ronda de ganadores de los Nobel, dotados con 10 millones de coronas suecas (980.000 euros o 1,4 millones de dólares), continuará mañana con el de la Paz y se cerrará el lunes con el de Economía.
Cuatro de las obras de Herta Müller han sido traducidas al español
La Premio Nobel de Literatura 2009 Herta Müller tiene hasta ahora cuatro de sus 19 obras traducidas al español, según la lista publicada hoy por la Academia Sueca.
En tierras bajas (Niederungen)- Siruela (1990)
El hombre es un gran faisán en el mundo (Der Mensch ist ein grosser Fasan auf der Welt) – Siruela (1992)
La piel del zorro (Der Fuchs war damals schon ein Jäger) – Plaza&Janés (1996)
La bestia del corazón (Herztier) – Mondadori (1997).
El selecto club de las doce
En los más de cien años de historia del Premio Nobel de Literatura fueron distinguidas con el galardón sólo 12 mujeres, incluyendo a la flamante ganadora Herta Müller.
La lista de las ganadoras es la siguiente:
1909 – Selma Lagerlof (1858-1940), sueca
1926 – Grazia Deledda (1871-1936), italiana
1928 – Sigrid Undset (1882-1949), noruega
1938 – Pearl S. Buck (1892-1973), estadounidense
1945 – Gabriela Mistral (1889-1957), chilena
1966 – Nelly Sachs (1891-1970), judía de origen alemán que luego adoptó la ciudadanía sueca (fue distinguida junto con el israelí Samual Josef Agnon)
1991 – Nadine Gordimer (nacida en 1923), sudafricana
1993 – Toni Morrison (nacida en 1931), estadounidense
1996 – Wislawa Szymborska (nacida en 1923), polaca
2004 – Elfriede Jelinek (nacida en 1946), austríaca
2007 – Doris Lessing (Persia, 1919), británica
2009 – Herta Müller (nacida en 1953), alemana
Revista Cultural
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Saludos
E.Sastre
sastre
10 octubre, 2009 at 16:14