Archive for octubre 9th, 2009
Un escándalo francés: el turismo sexual es cultura?
UN MINISTRO DE SARKOZY, BAJO FUEGO POR CONTAR SUS AVENTURAS
El turismo sexual de un ministro sacude a Francia
El titular de Cultura, sobrino de Mitterrand, protagoniza escándalo político-sexual
ANTONIO JIMÉNEZ BARCA – París – 09/10/2009
Una amarga polémica ahoga a Frédéric Mitterrand, el ministro que personalizó la última recomposición del Gobierno de Nicolás Sarkozy en junio. El titular francés de Cultura, símbolo de la apertura de Sarkozy hacia la izquierda y sobrino del antiguo presidente François Mitterrand, se encuentra en el ojo del huracán, atacado desde un lado y desde el otro, debido a un libro parcialmente autobiográfico y lleno de confesiones, titulado La mala vida, publicado en 2005 y en el que describe, entre otras cosas, sus experiencias de turista sexual y sus visitas a prostíbulos de Bangkok en busca de chicos jóvenes.
"Cometí un error, pero no un crimen. Ni siquiera una falta. Tal vez una falta contra la idea de la dignidad humana. No pienso dimitir ni lo he pensado nunca. El presidente Nicolás Sarkozy y el primer ministro François Fillon me han mostrado su confianza", proclamó ayer el ministro de la Cultura.
La polémica, que creció ayer como una bola de nieve, declaración tras declaración, se originó el lunes, en un programa de televisión en el que varios políticos debatían sobre las medidas legales que se deben poner en marcha contra los violadores reincidentes. La vicepresidenta del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, arremetió contra Mitterrand por su encendida defensa a favor del cineasta acusado de violar a una menor, Roman Polanski. Después añadió que no le extrañaba la actitud del ministro de Cultura, dado lo que relata en un libro que se apresuró a citar y del que leyó algunos extractos escogidos.
En su capítulo más polémico del volumen, que vendió 180.000 ejemplares, el ministro, de 62 años, relata en primera persona su visita a un prostíbulo de Patpong, el barrio rojo de Bangkok, y su encuentro con un muchacho tailandés. Uno de los pasajes reza así: "He cogido la costumbre de pagar chicos […] Evidentemente, he leído lo que se ha escrito a propósito de esos chicos de Tailandia, he visto muchos reportajes […] sé lo que hay de inconsciencia cuando no de avaricia en la mayor parte de las familias, las montañas de dinero que esto genera cuando los muchachos no se quedan más que las migajas, los detalles sórdidos de todo este tráfico […] no dejo de pensar en eso, lo que no me impide volver. Todo ese ritual de feria de efebos, de mercado de esclavos, me excita enormemente".
Un día después, Mitterrand, preguntado por el comentario de Le Pen, aseguró, tranquilo: "Que la ultraderecha me arroje por el barro es un honor". Pero la bola de nieve acababa de empezar a rodar cuesta abajo.
El miércoles, el portavoz del Partido Socialista francés (PS), Benoit Hamon, tomó parte en el asunto y relanzó la polémica, convirtiéndola ya en una cuestión de Estado: "Cuando Francia se está comprometiendo con Tailandia para luchar contra esa lacra del turismo sexual, tenemos un ministro de Cultura que es un consumidor". Y añadió: "Ahora se trata de saber si el presidente de la República juzga este hecho grave como para que el ministro de Cultura deje de serlo o no. Yo lo juzgo grave".
Ayer varios políticos de izquierda se sumaron a la crítica de Hamon. El diputado y alcalde de Herví, Manuel Valls, consideró "insoportables" los párrafos citados y añadió: "Tiene que explicarse. ¿Se imaginan lo que hubiera dicho la derecha si ese ministro que confiesa haber hecho turismo sexual fuera un ministro de izquierdas en un Gobierno de izquierdas?".
Varios miembros del Gobierno salieron en defensa de Mitterrand, calificando la acusación de "nauseabunda" y aseguraron que el PS "está siguiendo el juego a la extrema derecha de Le Pen".
Como ocurre con frecuencia en Francia, políticos de uno y otro bando se colocaron a un lado u otro de la barrera. Por ejemplo, el alcalde de París, Bertrand Delanoë, socialista, defendió al ministro de Cultura, denunció la "ofensiva populista contra él" y pidió a todos que leyesen entero el libro. Y hubo diputados de la UMP, el partido de Sarkozy, como Jacques Mirad, que reclamaron a Mitterrand explicaciones.
Sarkozy conocía el libro-bomba. El hoy ministro de Cultura le alertó de su existencia antes de aceptar el cargo. En una entrevista concedida a Le Nouvel Observateur un mes después, en julio, el presidente de la República, juzgó el volumen "valiente y hecho con talento". Ayer, de todas maneras, Sarkozy guardó silencio sobre el asunto.
Con la burbuja de la polémica engordando a cada rato y empujado por ciertas presiones del Elíseo, el que habló fue el protagonista, que a las ocho de la tarde compareció en el telediario de mayor audiencia de Francia. "El libro es casi autobiográfico, y reconozco que tuve encuentros con jóvenes. Pero debo hacer dos precisiones. Una: no es una apología del turismo sexual, es una suerte de fascinación ante el infierno. Y dos: nunca he hecho daño a nadie", explicó Mitterrand en una tensa entrevista con la presentadora. A la pregunta de si sabía si los jóvenes eran menores o no el ministro no supo responder pero aseguró que no hay que confundir "la homosexualidad con la pedofilia".
EL PAIS.COM
TURISMO SEXUAL ES CULTURA
En un libro, Frédéric Mitterrand reconoce que siempre se sintió atraído por el turismo sexual y describe escenas alucinantes en Tailandia e Indonesia, esos lugares donde el sexo con jóvenes atractivos se vende al mejor postor.
Por Eduardo Febbro
Desde París
El ministro de uno de los portafolios más emblemáticos de la identidad francesa, el de Cultura, atraviesa una tormentosa zona con dos sectores políticos dispares, los socialistas y la extrema derecha, que piden su renuncia a raíz de las confesiones que el ministro en cuestión, Frédéric Mitterrand, publicó en un libro autobiográfico en el que admite haber recurrido al “turismo sexual”. La obra, La mala vida, fue publicada hace unos años y ahora su contenido, por demás explícito, vuelve al presente de Frédéric Mitterrand tres meses después de haber asumido su cargo. En La mala vida, el sobrino del ex presidente socialista François Mitterrand habla de su infancia herida, de su homosexualidad, reconoce que siempre se sintió atraído por el turismo sexual y describe escenas alucinantes en Tailandia e Indonesia, esos lugares donde el sexo con jóvenes atractivos se vende al mejor postor.
“La profusión de muchachos jóvenes muy atractivos e inmediatamente disponibles me pone en un estado de deseo que no me hace falta frenar ni ocultar. El dinero, el sexo, estoy en el corazón de mi sistema, ese que funciona, al fin, porque sé que no me van a rechazar”, escribe Mitterrand antes de admitir que tiene el hábito de “pagar por jóvenes” y que todo “ese ritual de mercado de efebos, de mercado de la esclavitud, me excita enormemente”. Cuando el libro apareció en 2005 –se vendieron casi 200 mil ejemplares–, pocos objetaron su contenido comprometedor. El escándalo se destapó con la denuncia que hizo el lunes pasado la vicepresidenta del partido de extrema derecha Frente Nacional, Marine Le Pen, quien leyó extractos del libro ante las cámaras de televisión y pidió luego la renuncia del ministro. A los reclamos de la extrema derecha se sumaron el miércoles los socialistas por medio de su portavoz, Benoît Hamon, quien exigió también el alejamiento de la cartera de Cultura de Frédéric Mitterrand.
El escándalo es más embarazoso porque, primero, Francia es uno de los países líderes en la lucha contra el turismo sexual. En segundo lugar porque esta historia se mezcla con otra más reciente y de dudosa calificación. El ministro francés de Cultura fue uno de los primeros integrantes de esa jauría internacional de intelectuales y artistas bien pensantes que, bajo el pretexto de que el cineasta franco-polaco Roman Polanski era un artista, salieron en defensa del director inmediatamente después de que éste fue detenido en Suiza a pedido de la Justicia norteamericana, que reactivó un pedido de captura por un caso de relación sexual con una menor de 13 años que remontaba a los años ’70. La defensa a ultranza de Roman Polanski que hizo el ministro de Cultura –Mitterrand juzgó que su arresto era “absolutamente espantoso”– desató la primera polémica. La segunda la dispararon los afilados dientes de la extrema derecha y todo terminó formando un torbellino de indecencias e intenciones políticas evidentes.
Por un lado Suiza, que deja entrar a su territorio a cuanto corrupto, ladrón, dictador o traficante de armas con mandato de arresto internacional llega a la frontera, pero que termina usando a Polanski para lavar sus cuantiosas deudas con la moral internacional. Por el otro, un ministro de Cultura que se une a la coalición internacional de excitados en defensa de un cineasta acusado de pedofilia como si la genialidad como artista supusiera una inocencia innata. Luego está el oportunismo de la ultraderecha, que lee en la televisión pasajes de un libro que, en el momento de su publicación, nadie juzgó inmoral o escandaloso, a pesar de que describe sin rodeos el submundo del turismo sexual en Tailandia.
Anoche, el ministro de Cultura se explicó en la televisión. Frédéric Mitterrand aseguró que no iba a renunciar a su cargo y negó que su libro fuera “una apología del turismo sexual o de la pedofilia”. El titular de la cartera agregó que condenaba “absolutamente el turismo sexual, que es una vergüenza, y la pedofilia, que jamás he practicado”. Mitterrand aclaró que siempre estuvo con gente de su edad y admitió que había “cometido un error, sin dudas, un crimen no, una falta, ni siquiera”. El responsable de la cartera de Cultura terminó denunciando la confusión entre los géneros: “Sí, tuve relaciones con muchachos; pero no hay que confundir homosexualidad y pedofilia”, dijo. El Ejecutivo francés salió en defensa de Frédéric Mitterrand. Henri Guaino, consejero especial de Nicolas Sarkozy, estimó que la polémica desatada en torno del libro era “indigna”.
Página/12
Francia: escándalo por el libro de turismo sexual que escribió un ministro
Frederic Mitterrand, ministro de Cultura francés, lo publicó en 2005. Ahora la extrema derecha y el Partido Socialista lo acusan de promover esas prácticas y hasta la pedofilia. Y le piden a Sarkozy su cabeza.
PORTADA La tapa de libro. "Siempre estuve con gente de mi edad y que consintió", se defendió Mitterrand.
Frederic Mitterrand, ministro de Cultura de Nicolas Sarkozy, no imaginaba que cuatro años después de publicar un libro en el cual relata en primera persona experiencias de turismo sexual tendría que enfrentar semejante escándalo.
"No es una apología del turismo sexual ni de la pedofilia", ha dicho este intelectual de renombre, cineasta y escritor en defensa de su novela "La mauvaise vie" (La mala vida), publicada en 2005. Entonces, el propio Mitterrand, de 62 años, reconoció que había vivido experiencias de esa índole, y el libro, que fue un éxito de ventas, no provocó ninguna polémica comparable a la que estalló ahora.
Cuatro años después, Marine Le Pen, vicepresidenta del Frente Nacional (FN, extrema derecha) ha puesto contra las cuerdas a Mitterrand. "¿Qué se les puede decir a los delincuentes sexuales cuando Frederic Mitterrand todavía es ministro de Cultura?", lanzó la hija de Jean Marie Le Pen el lunes en un programa de televisión dedicado al reciente asesinato de una mujer por un delincuente sexual reincidente. A semejante pregunta, le siguió el escándalo.
En el libro "no hay apología del turismo sexual y de ninguna forma de pedofilia" sostuvo Mitterrand el jueves al hablar en el noticiero central del canal de televisión privado TF1. "Condeno absolutamente el turismo sexual que es una verg ü enza. Condeno la pedofilia en la que nunca participé de ninguna manera y todas las personas que me acusan de hechos de esa índole, deberían tener verg ü enza", sostuvo Mitterrand. Pero el asunto ya se volvió político.
Al ataque lanzado por la extrema derecha contra el sobrino del difunto presidente francés Francois Mitterrand, se sumó el Partido Socialista francés. "Es escandaloso que un hombre pueda justificar el turismo sexual amparándose en una novela", afirmó el portavoz socialista, Benoit Hamon.
"Ahora el asunto es saber si el señor Frederic Mitterrand debe renunciar o no", sostuvo el vocero del PS, en cuyas filas la entrada en el gobierno de derecha en junio pasado de un apellido tan significativo para la izquierda francesa dejó a más de uno boquiabierto.
Frederic Mitterrand, que por otra parte nunca ocultó su homosexualidad, negó haber pensado en renunciar al cargo y dijo haber hablado ya con el presidente francés Nicolas Sarkozy, quien "me confirmó su confianza".
"Nunca he hecho daño a nadie", afirmó Mitterrand. "Siempre estuve con gente de mi edad y que consintió" las relaciones, agregó. "La mauvaise vie’" fue una manera de contar una vida que se parece mucho a la mía pero también a la de mucha otra gente", aseguró.
Sin embargo, en el momento de la aparición del libro, Frederic Mitterrand admitió en una entrevista por televisión que había tenido experiencias de turismo sexual. "Me ha ocurrido a menudo y he hablado de ello", afirmaba por entonces. El ministro francés de Trabajo, Xavier Darcos, consideró que Mitterrand "debe responder de otra forma y no simplemente mediante la indignación" y Henri Guaino, influyente consejero de Sarkozy calificó de indigna" y "patética" la polémica generada por el FN.
"No hay que confundir la homosexualidad con la pedofilia", sentenció por televisión un emocionado Frederic Mitterrand tras asegurar que estaba ante las cámaras "defendiendo mi honor".
Gabriela Calotti, para AFP.
P. Krugman: la crisis no ha terminado…
Misión no cumplida
PAUL KRUGMAN 04/10/2009
Las acciones suben. Ben Bernanke dice que la recesión ha terminado. Y percibo una disposición cada vez mayor entre los mandamases a declarar la "misión cumplida" en cuanto a la lucha contra la crisis. No paro de oír que es hora de dejar de centrarnos en el estímulo económico para ocuparnos del déficit presupuestario.
Pues no, no es así. Y la complacencia que ahora se está adueñando de la visión de la situación de la economía es tan absurda como peligrosa.
Sí, la Reserva Federal y la Administración de Obama nos han "apartado del borde del precipicio" (el título de un nuevo informe de Christina Romer, que dirige el Consejo de Asesores Económicos). Sostiene de forma convincente que la política expansionista nos ha salvado de una posible repetición de la Gran Depresión.
Pero, aunque no tener otra depresión es bueno, todo indica que, a menos que el Gobierno haga mucho más de lo que actualmente está previsto para ayudar a la economía a recuperarse, el mercado laboral (un mercado en el que actualmente hay seis veces más personas buscando trabajo que puestos vacantes) seguirá en una situación terrible durante años.
De hecho, la previsión económica de la propia Administración (una previsión que tiene en cuenta los puestos de trabajo adicionales que el Gobierno dice que se crearán gracias a sus políticas) es que la tasa de paro, que estaba por debajo del 5% hace tan sólo dos años, será de media del 9,8% en 2010, del 8,6% en 2011 y del 7,7% en 2012.
Esto no debería considerarse una perspectiva aceptable. Por un lado, implica una enorme cantidad de sufrimiento durante los próximos años. Además, un paro que siga tan alto durante tanto tiempo hará que el futuro de Estados Unidos sea muy sombrío.
Cualquiera que piense que estamos haciendo lo suficiente para crear empleo debería leer un nuevo informe de John Irons, del Instituto de Política Económica, que describe la "cicatriz" que es probable que deje un paro alto y prolongado. Entre otras cosas, Irons señala que una prolongada tasa de paro de la magnitud que ahora se prevé conduciría a un enorme aumento de la pobreza infantil; y que hay pruebas innegables de que los niños que crecen en la pobreza tienen una probabilidad preocupante de arruinar su vida.
Este coste humano debería ser nuestra principal preocupación, pero las consecuencias en dólares y céntimos también son funestas. Las previsiones de la Oficina Presupuestaria del Congreso, por ejemplo, indican que durante el periodo de 2010 a 2013 (es decir, sin contar las pérdidas que ya hemos sufrido), la "brecha de producción", la diferencia entre lo que la economía podría haber producido y lo que realmente produce, será de más de dos billones de dólares. Eso son billones de dólares de potencial productivo tirados por la borda.
Pero esperen. La cosa se pone peor. Un nuevo informe del Fondo Monetario Internacional muestra que la clase de recesión que hemos tenido, una recesión causada por una crisis financiera, suele producir daños a largo plazo en las perspectivas de crecimiento de un país. "La trayectoria de la producción tiende a caer sustancial y persistentemente después de las crisis bancarias".
Sin embargo, el mismo informe indica que no se trata de algo inevitable: "Encontramos que una respuesta de política fiscal a corto plazo más enérgica" -y con esto se refieren a un aumento temporal del gasto público- "se asocia de forma significativa a unas pérdidas de producción menores a medio plazo".
Así que deberíamos estar haciendo mucho más de lo que hacemos para impulsar la recuperación económica, no sólo porque así se reduciría nuestro sufrimiento actual, sino también porque mejorarían nuestras perspectivas a largo plazo.
¿Pero podemos permitirnos hacer más: ofrecer más ayuda a los parados y los gobiernos estatales que se ven acorralados, gastar más en infraestructuras, ofrecer créditos fiscales a los empresarios que creen empleo? Sí, podemos.
Es una creencia generalizada que tratar de ayudar a la economía ahora genera beneficios a corto plazo a costa de pérdidas a largo plazo. Pero, como acabo de señalar, desde el punto de vista del país en su conjunto, las cosas no funcionan así en absoluto. La crisis está causando daños a largo plazo en nuestra economía y sociedad, y mitigar esa crisis nos conducirá a un futuro mejor.
Lo que es verdad es que gastar más en la recuperación y en reconstrucción empeoraría la situación fiscal del Gobierno. Pero, incluso en eso, la creencia generalizada exagera muchísimo las cosas. Los verdaderos costes fiscales de apoyar la economía son sorprendentemente pequeños.
Ya ven, gastar dinero ahora equivale a una economía más fuerte, tanto a corto como a largo plazo. Y una economía más fuerte equivale a más ingresos, lo que compensa una gran parte del coste inicial. Los cálculos, grosso modo, indican que la compensación no llega al 100%, de modo que el estímulo fiscal no sale del todo gratis. Pero cuesta mucho menos de lo que uno pensaría tras escuchar lo que se supone que es una discusión informada.
Miren, yo sé que más estímulo es una política difícil de vender. Pero es urgentemente necesario. La pregunta no debería ser si podemos permitirnos hacer más para impulsar la recuperación. Debería ser si podemos permitirnos no hacerlo. Y la respuesta es no.
Paul Krugman es profesor de Economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008. © 2009 New York Times Service. Traducción de News Clips.
Nobel de Literatura: Herta Müller, la literatura de una disidente…
El Nobel premia literatura de resistencia antiautoritaria
La autora rumano-alemana Herta Müller recibe el reconocimiento por una obra en defensa de las minorías y contra los totalitarismos – Fue perseguida por Ceausescu
JUAN GÓMEZ – Berlín – 09/10/2009
Las habitaciones berlinesas del Gremio de Libreros Alemanes se quedaron pequeñas para la marabunta de reporteros y cámaras que esperaban ayer a Herta Müller, flamante premio Nobel de Literatura. Había que abrir paso a esta representante de las minorías, a una disidente que sufrió la persecución de Nicolae Ceausescu durante su juventud en Rumania, a la brillante narradora de la resistencia al autoritarismo y de la sistemática destrucción de las relaciones humanas en las dictaduras.
‘El hombre es un gran faisán en el mundo’, Herta Müller
DOCUMENTO (PDF – 642Kb) – 08-10-2009
Una introducción a la obra de Herta Müller
DOCUMENTO (PDF – 410,54Kb) – 08-10-2009
Texto dedicado a la obra de la premio Nobel dentro del libro ‘Incisiones. Panorama crítico de la narrativa en lengua alemana desde 1945 (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, 2008)’
Por un momento, parecía temblar ante el asalto de los fotógrafos. Pronto se vio que esta mujer menuda de ojos azules y labios pintados, cuyo rostro muy blanco destacaba ayer entre el negro de su pelo y el de su ropa, no se arredra. Aguantó el chaparrón de flases, se giró a un lado y al otro, se sentó con las piernas cruzadas, volvió a posar un rato y se puso a hablar de su escritura.
Cuando se cumplen 20 años de la caída del muro de Berlín, el premio más prestigioso y mejor dotado de la literatura (casi un millón de euros) ha recaído -acaso no por casualidad- sobre una escritora nacida y crecida al otro lado del telón de acero. Una autora que tuvo que escapar de su país perseguida y amenazada por la Securitate, la temible policía secreta del régimen comunista.
Nacida en Rumania en 1953, en el seno de una familia de la minoría rumana de origen germano, Herta Müller escribe en alemán, su lengua materna. En Berlín aterrizó en 1987. Pero su total asimilación en la sociedad que la acogió -como la consagración de su literatura contenida, asfixiante y onírica- llegó ayer, cuando Peter Englund, de la Academia Sueca, anunció a mediodía que este año la galardonada era una "escritora alemana".
Ya por la tarde, Müller reconocía en Berlín que la noticia aún no había "llegado" a su cabeza: "Es demasiado pronto y necesito tiempo para registrarlo". Y a continuación explicó las vinculaciones entre el vigésimo aniversario de la caída del "socialismo real" y su obra. "Hay una conexión entre mi escritura y el hecho de haber vivido 30 años en una dictadura", dijo. Otros, recordó, "no sobrevivieron; a ellos no los resucitó la caída del régimen". "Lo que has vivido bajo una dictadura no se olvida cuando arrancas una hoja del calendario".
En 1987 el Gobierno alemán pagó 8.000 marcos de la época (unos 4.000 euros) para que Müller pudiera venir a Berlín. Su familia tuvo que reunir la misma cantidad, para ellos astronómica, para pagar los sobornos que le permitieron huir de la censura y la represión. "El tema de mi escritura no lo he elegido yo, se me echó encima", explicó la escritora, que se dijo sorprendida por el empeño que el aparato represor de una dictadura puede llegar a poner en perseguir a un escritor.
La Academia Sueca reconoce en los libros de Müller los "paisajes del desarraigo". En medio de un entusiasmo un tanto patriótico, Müller mantenía ayer su reserva. "Entra usted en una galería ilustre con Thomas Mann, Heinrich Böll y Günter Grass", le dijo un periodista alemán. "No tengo sitio en la cabeza para andar por ahí con una galería dentro", le espetó ella. "El premio es un suceso externo que está muy bien, es bonito, pero mi meta es escribir. Ése es mi trabajo".
Los medios y algunos políticos alemanes no tardaron ayer en mostrar su regocijo por "el décimo Nobel de Literatura" para el país. "Soy una escritora alemana porque escribo en alemán y el rumano lo aprendí a los 14 años", se justificó Müller. "Es una lengua hermosa que me gusta mucho, aunque en la que no sé escribir".
El libro de relatos En tierras bajas fue, en 1990, la primera obra de la autora rumano-alemana traducida al castellano. Lo publicó Siruela en la versión de Juan José del Solar. Ése y la novela El hombre es un gran faisán en el mundo (de la que existe versión en gallego) eran los únicos títulos disponibles ayer en las librerías españolas. Como en el resto de Europa, Müller es una autora cuyo gran prestigio crítico no ha ido acompañado del éxito de ventas.
Al menos hasta ayer, cuando Müller, más que ansiosa por los números parecía deseosa por dejar la sala y volver a su verdadera y única tarea, la de escribir. "El Nobel no me causa ningún miedo; lo de abandonar esta profesión se me ocurre después de cada libro que termino, pienso que será el último, que ya basta. Así que hay cosas peores. Cuando me ponga a freír un huevo o vaya a comprar patatas no iré en calidad de premio Nobel".
Con mayor gravedad se mostró el ministro de Cultura del Gobierno alemán, el democristiano Bernd Neumann (CDU). No quiso perderse la foto con la flamante galardonada. Le entregó un ramo de flores y largó un pequeño discurso laudatorio: "Señora Müller, estamos orgullosos". Todavía sentada, Herta Müller esbozó media sonrisa irónica, se encogió de hombros y tardó unos segundos en responder. "Muchas gracias".
Obra traducida
De la veintena de libros de ensayo, poesía y prosa de Müller, sólo se ha traducido al español un puñado:
– En tierras bajas (Siruela). Una niña analiza el ambiente opresivo de un pueblo en 15 relatos.
– El hombre es un gran faisán en el mundo (Siruela). Novela corta sobre una comunidad rural rumano-alemana.
– La piel del zorro y La bestia del corazón, descatalogadas, fueron publicadas por Plaza & Janés y Mondadori.
El País.com
Nobel de Literatura, para la alemana Müller
La poeta y novelista nació en 1953 en el seno de una familia perteneciente a la minoría alemana en Rumania. La Academia sueca aseguró que el premio fue porque “describe el paisaje de los desposeídos”. Sus libros no llegan a Mendoza desde 2004.
“Concentración de la poesía y la franqueza”, así definió la Academia sueca a la obra de Herta Müller, la nueva Nobel de Literatura. La escritora rumano-alemana fue distinguida ayer con el máximo galardón literario y se transformó en la duodécima mujer en alcanzar ese reconocimiento en algo más de un siglo de premiaciones.
“Estoy sorprendida y todavía no me lo puedo creer. De momento no puedo decir más”, expresó en sus primeras declaraciones que dio a través de su grupo editorial. El galardón, dotado con algo más de un millón de dólares, reconoce en Herta Müller su capacidad para describir “el paisaje de los desposeídos”.
Müller actualmente vive en Berlín y reside allí desde 1987 pero su ciudad natal es Nytzkydorf en Rumania. Herta nació en 1953 en el seno de una familia de la minoría alemana en ese país y desde joven se sintió comprometida a entablar lazos entre la cultura de su ciudad y la tradición alemana familiar.
¿Quién es Herta Müller?
Es poeta y novelista. Müller tiene 56 años y goza de gran notoriedad entre los escritores de lengua alemana y la élite intelectual de su país natal. Su obra narra la vida en Rumania bajo la tiranía del dictador Ceaucescu, régimen que resistió desde el inicio y que le valió persecución y censura de sus obras.
En ellas la autora relata el destino de las minorías alemanas en los países del centro de Europa que, tras el fin de la II Guerra Mundial, en muchas ocasiones tuvieron que pagar por partida doble las culpas del nacionalsocialismo.
Herta Müller estudió filología germánica y filología rumana simultáneamente para profundizar los conocimientos de las dos literaturas a las que sentía como propias y sus estudios la llevaron a trabajar como traductora en una fábrica de máquinas. Sin embargo, perdió ese trabajo cuando se negó a colaborar con la Securitate, el servicio secreto de la Rumania comunista.
La historia de persecución en su familia no era novedad. Herta Müller es nieta de un agricultor y comerciante acomodado que perdió sus propiedades con el comunismo. Su madre fue deportada a un campo de trabajo de la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial y su padre fue miembro de las Waffen SS (cuerpo militar de las SS) durante la guerra.
Obra censurada
“En el pueblo en el que crecí, no había rumanos. Aprendí el rumano en el colegio, como si fuera una lengua extranjera”, explica la escritora quien nunca pudo ser imparcial con sus dos culturas.
Sus obras están escritas en alemán y su primer libro, “Niederungen” (“En tierras bajas”, Siruela), tardó cuatro años en la editorial antes de que finalmente pudiese publicarse en 1982, con recortes impuestos por la censura rumana. Cinco años más tarde decidió exiliarse en Alemania del Oeste y actualmente reside en Berlín.
Recibió distinciones por la calidad de su escritura y la audacia de sus metáforas. Entre los reconocimientos que recibió se destaca el premio Kleist en 1994, uno de los mayores galardones alemanes, y el Premio Würth de literatura europea en 2006.
Entre sus obras se destacan “El hombre es un gran faisán en el mundo” y “La piel del zorro”, en las que describe la vida cotidiana en un Estado totalitario, “La bestia del corazón” que pinta el mundo de los disidentes rumanos.
En “La convocatoria” muestra la angustia de una mujer convocada por la policía política de Ceaucescu. Su última novela, “Atemschaukel”, evoca el exilio de los alemanes de Rumania hacia la URSS en 1945 y fue ensalzada por la crítica alemana cuando se publicó hace dos meses.
Antes de Herta Müller, el último alemán que recibió el Nobel de Literatura fue Günter Grass, galardonado en 1999. Claudio Barros – cbarros@losandes.com.ar
Los diez últimos premios Nobel
Günter Grass recibió el Nobel en 1999
Herta Müller, premio Nobel 2009
ABC.es | MADRID
El primer Premio Nobel de Literatura fue concedido en 1901 al poeta y filósofo francés Sully Prudhomme, quien mostró la «rara combinación de las cualidades del corazón y el intelecto».
Con los años, el Nobel de Literatura ha distinguido las obras de autores de muy diferentes lenguas y procedencias culturales. El premio ha sido entregado a maestros desconocidos y autores consagrados. En total, 101 Premios Nobel de Literatura han sido concedidos desde 1901.
Ésta es la lista de los últimos diez ganadores del Nobel:
2009. Herta Müller (Alemania)
2008. Jean-Marie Gustave le Clezio (Francia)
2007. Doris Lessing (Reino Unido)
2006. Orhan Pamuk (Turquía)
2005. Harold Pinter (Reino Unido)
2004. Elfriede Jelinek (Austria)
2003. J.M. Coetzee (Sudáfrica)
2002. Imre Kertesz (Hungría)
2001. V.S. Naipaul (Trinidad/Reino Unido)
2000. Gao Xingjian (China)
1999. Gunter Grass (Alemania)